Este dictador de 92 años tiene 209.000 demandas judiciales en su contra, y sus crímenes continúan
¿Quién es el líder político más brutal y perverso de la historia contemporánea? Mucha gente probablemente mencione al presidente de Siria, Bashar al-Ásad, y sus terribles ataques químicos contra la población. Sin embargo, además de al-Ásad, hay un cabecilla chino nefasto que está completamente fuera del radar de los medios.
Nacido el 17 de agosto de 1926,el excabecilla chino Jiang Zemin, a quien podemos ver en la foto de abajo usando gruesas gafas de forma cuadrada sobre sus ojos pequeños y furtivos, llegó al poder a través de adulaciones y crímenes.
Atribuible a su apariencia desagradable, modales torpes y tendencia a vestir pantalones sujetos muy arriba de la cintura sobre su abultado estómago, este funcionario del Partido Comunista de 91 años de edad recibió el sobrenombre de «sapo», o «hama» (蛤蟆) según los cibernautas chinos.
Jiang, a pesar de su apariencia «parecida a un sapo», es un tirano astuto y ridículo.
Jiang ascendió en la escala política mediante innumerables maquinaciones y conspiraciones, según afirma la serie editorial de la edición en chino de La Gran Época, «Todo por poder: la verdadera historia de Jiang Zemin».
Él es extremadamente derrochador y corrupto.
«Gastó 900 millones de yuanes (más de 110 millones de dólares) para comprar un avión de lujo para su uso particular. Jiang usualmente sacaba dinero de fondos públicos, decenas de miles de millones para que su hijo realizara negocios», según informa una sección de los Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista, una publicación exhaustiva que efectivamente expone al régimen chino ante el mundo. Por eso, esta serie de nueve editoriales está prohibida actualmente en China.
Además vive una vida lujuriosa, con muchas amantes, incluida la cantante militar Song Zuying.
Luego de la puesta en vigencia de una nueva ley en China –la cual permite a los ciudadanos presentar denuncias penales contra un líder actual o retirado del Partido– promulgada por el Tribunal Popular Supremo de China el 1 de mayo de 2015, una oleada sin precedentes de demandas contra Jiang comenzó a llegar desde todas partes de China y desde todo el mundo.
Desde el 15 de julio de 2016, más de 209.000 ciudadanos chinos han presentado demandas legales contra Jiang por sus atroces crímenes contra la humanidad.
Ha sido demandado por genocidio, torturas y crímenes de lesa humanidad en 30 países, incluidos los Estados Unidos, Argentina, Suiza, Australia, Bélgica, España, Taiwán, Hong Kong, Alemania y Canadá.
Esta ola de demandas contra el excabecilla del Partido se ha transformado en la mayor demanda internacional de derechos humanos del siglo XXI.
Entonces, ¿qué atroces crímenes cometió este dictador?
Durante su mandato como cabecilla del Partido Comunista Chino desde 1989 a 2002, Jiang le provocó un daño inconmensurable a toda China, y decidió, el 20 de julio de 1999, lanzar un brutal genocidio para «erradicar» a Falun Gong, una antigua práctica de meditación basada en el valores de Verdad, Benevolencia y Tolerancia.
Inicialmente, la mayoría de los altos funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh), incluyendo al Politburó, se negaron a cumplir con la orden de perseguir a Falun Gong, ya que sabían que la práctica espiritual era de gran beneficio para la salud y la moral de las personas, según confirmaban los informes estatales previos a 1999.
Sin embargo, en su insensatez, Jiang insistió debido a sus celos personales, ante el temor de que los entre 70 millones y 100 millones de practicantes de Falun Gong provenientes de todos los estratos de la sociedad pudieran representar una amenaza para el régimen autoritario de su partido.
«¿Puede ser que los miembros del Partido Comunista, contando con el marxismo, el materialismo y el ateísmo, no podamos vencer a Falun Gong?», escribió Jiang en una carta a los principales miembros del Partido, según informó La Gran Época.
Como resultado de su imprudente orden, innumerable cantidad de practicantes de Falun Gong han sido sometidos a tratamientos inhumanos y torturas en cárceles, centros de detención y hospitales psiquiátricos, luego de ser enviados a estos sitios sin previo juicio.
Con la intención de erradicar a Falun Gong, el perverso Jiang realizó muchos esfuerzos. Movilizó a la policía militar, el buró de seguridad pública y a agentes especiales, y malversó enormes cantidades de recursos financieros y humanos en su campaña de terror.
Con el objetivo de poner a la opinión pública contra Falun Gong, utilizó la maquinaria de propaganda del PCCh para difundir difamaciones sobre la práctica, inundando a China con su vergonzosa campaña y engañando al mundo. En ese momento, los medios de comunicación del exterior, sin tener suficiente conocimiento al respecto, reprodujeron esa información errónea, añadiendo leña al fuego.
La propaganda más horrible de todas fue el engaño de la «autoinmolación», que tuvo lugar en la Plaza Tiananmen el 23 de enero de 2001 y se emitió continuamente en la televisión, la radio y los periódicos para calumniar a Falun Gong. Irónicamente, el PCCh hace todo lo posible para ocultar que los monjes budistas tibetanos se prenden fuego, pero cuando se trata de la autoinmolación, que montó detalladamente con cámaras instaladas desde todos los ángulos, se aseguró de que todo China lo supiera.
El engaño quedó demostrado por la ONG Agencia Internacional para la Educación y el Desarrollo de las Naciones Unidas en Ginebra, como una estrategia organizada por el régimen chino para engañar al público.
El dictador Jiang incluso involucró a familiares de los practicantes o supervisores de sus unidades de trabajo, y emitió la orden de: «arruinar las reputaciones [de los practicantes de Falun Gong], arruinarlos financieramente y destruirlos físicamente». Además, «si un practicante de Falun Gong es golpeado hasta la muerte, será considerado como un suicidio».
Por lo tanto, las autoridades del PCCh pueden hacer lo que quieran con los practicantes de Falun Gong. Hacen que los médicos les sustraigan sus órganos mientras aún están con vida, y además venden sus cuerpos a las compañías de plastinación con fines de lucro.
Ethan Gutmann, un reconocido escritor e investigador, quien reside en el Reino Unido, estima en su libro «El matadero» que unos 65.000 practicantes de Falun Gong han sido asesinados en secreto mediante la sustracción de órganos.
En una actualización de su informe realizada en 2016 junto con dos investigadores canadienses, el abogado David Matas y el exmiembro del Parlamento David Kilgour, su estimación se elevó a entre 60.000 y 100.000 trasplantes por año.
De hecho, el exministro de salud del Departamento de Logística General del Ejército Popular de Liberación (ELP), Bai Shuzhong, reveló que fue Jiang quien ordenó la sustracción de órganos en una investigación encubierta realizada en septiembre de 2014 por la Organización Mundial para Investigar la Persecución a Falun Gong (WOIPFG).
«En aquel entonces estaba el primer ministro Jiang… hubo una orden, una especie de instrucción que decía de realizar tales cosas, el trasplante de órganos. Porque a partir de aquel entonces, luego de que el primer ministro Jiang emitió la orden, todos empezamos a hacer mucho trabajo anti Falun Gong…», dijo Bai en la conversación telefónica.
Para mantener la persecución en secreto del resto del mundo, Jiang sedujo a otros gobiernos y medios de comunicación extranjeros con incentivos políticos y económicos. ¿Alguna vez te has preguntado por qué tantos gobiernos han permanecido en silencio ante este tema a pesar de la alarmante cantidad de evidencia creíble?
A pesar de los esfuerzos del régimen de Jiang para encubrir su sangriento genocidio, ninguna mentira puede permanecer para siempre.
Durante más de 18 años, los practicantes de Falun Gong de todo el mundo han estado aclarando incansablemente la verdad y exponiendo la persecución a la gente del mundo.
«Muchas familias de practicantes han sido afectadas debido a la persecución; algunos han sido asesinados por sus órganos, entonces, ¿cómo podemos permanecer indiferentes?», dijo Zhu Keming, un millonario de Hong Kong.
El Sr. Zhu, el 25 de agosto de 2000, fue una de las primeras personas en presentar valientemente una demanda legal contra Jiang ante las más altas cortes de China.
Al final, el bien triunfará sobre el mal.
En base a la oleada de demandas contra el tirano provenientes desde China y el extranjero, será solo una cuestión de tiempo para que Jiang Zemin y su pandilla tengan que rendir cuentas de sus terribles crímenes.