Algunas enseñanzas de «El arte de la guerra, de Sun Bin»

04 de septiembre de 2016 8:49 PM Actualizado: 04 de septiembre de 2016 8:49 PM

Cuando se habla del “Arte de la guerra”, se asocia rápidamente con el libro del gran estratega militar Sun Zi (o Sun Tzu, como más se le conoce en Occidente), uno de los libros más brillantes sobre estrategia –sino el más– que haya escrito un hombre alguna vez. Pero no tanta gente sabe que un descendiente suyo llamado Sun Bin escribió el libro ‘El arte de la guerra, de Sun Bin’, casi tan importante como el de su antecesor.

El libro de Sun Bin (aprox. siglo IV a.C) fue redescubierto en 1976 en una excavación arqueológica, y es también considerado hasta hoy como uno de los textos más importantes de estrategia y gobierno, complementario a aquel de Sun Zi; de hecho, se cree que fue gracias a Sun Bin que las enseñanzas de Sun Zi se conservaron para la posteridad.

Tiempo después de vencer a su enemigo Pang Juang, del Estado de Wei, Sun Bin dejó el ejército y comenzó a escribir ‘El arte de la guerra, de Sun Bin’. Luego enseñó lo que sabía a un grupo selecto de discípulos en un lugar apartado.

Un jefe debe ser justo (Sun Bin)

Por el título ‘El arte de la guerra, de Sun Bin’, podría parecer, en la superficie, un manual de estrategias militares. Sin embargo, las enseñanzas de Sun Bin, además de nunca loar el enfrentamiento o la batalla, son mucho más profundas.

Sun Bin tenía muy claro que las debilidades del ser humano, tanto en la vida como en la guerra, tienen origen en sus propios deseos y su egoísmo; mientras que las fortalezas provienen de la virtud. Con esta sabiduría, basaba sus estrategias en la confrontación de las debilidades del enemigo con las virtudes propias, y en ella también sustentaba su capacidad para provocar y predecir el accionar del enemigo.

Por eso, Sun Bin ponía énfasis en las virtudes a la hora de organizar el ejército y establecer los mandos.

Un jefe debe ser justo”, escribió Sun Bin. “Si no es justo, carecerá de dignidad. Si carece de dignidad, carecerá de carisma; si no tiene carisma, sus soldados no darán sus vidas por él. Por esta razón, la justicia es la cabeza del arte la guerra”.

Para Sun Bin, tampoco se puede ser un verdadero líder sin integridad. “Sin integridad –escribió–, no tendrá poder. Sin poder, no podrá obtener lo mejor de sus ejércitos. Por ello, la integridad es la mano del arte de la guerra”.

Por lo tanto, la elección de los mandos en función de las virtudes y no de las amistades o deseos personales era clave. Para hacerlo efectivamente, Sun Bin recomendó “seis formas”: “Enriquecerlos y observar si se refrenan de la mala conducta, para probar su humanidad. Ennoblecerlos y ver si se contienen de la altanería, para probar su sentido de justicia. Darles responsabilidades y ver si se contienen del comportamiento despótico, para probar su lealtad. Tentarlos para probar si son confiables. Ponerlos en peligro y ver si no se asustan, para probar su valor. Abrumarlos y ver si permanecen imperturbables, para probar cómo abordan estratégicamente los problemas”.

Esta visión sobre la elección de los líderes aplica a muchas estructuras sociales, y no sólo al ejército, aunque a veces dista mucho de la práctica actual en ámbitos políticos o empresariales. Allí yacen quizás los contrastes entre los éxitos militares de Sun Bin y muchos de los fracasos sociales, comerciales o políticos actuales.

Educar con el orden también era importante para Sun Bin. “Cuando se practica constantemente el orden en la educación, las personas obedecen. Cuando no se practica constantemente, entonces estas no obedecen. Cuando se practica el orden constantemente, esto es eficaz para el conjunto”.

A sabiendas de la importancia de mantener ligeros los deseos para tomar las decisiones correctas, Sun Bin previene: “No dejes que nada te seduzca, no dejes que nada te altere. Hay que centrarse sólo en lo que es apropiado. Aunque seas sólido, mantente a la defensiva; aunque seas fuerte, sé evasivo”.

«No dejes que nada te seduzca, no dejes que nada te altere. Hay que centrarse sólo en lo que es apropiado. Aunque seas sólido, mantente a la defensiva; aunque seas fuerte, sé evasivo.»

Para Sun Bin, de la misma manera debe verse la guerra para tener éxito: “… aquellos que disfrutan del militarismo perecerán; y aquellos que ambicionan la victoria sufrirán la desgracia. La guerra no es algo para disfrutar, la victoria no ha de ser un objeto de ambición”.

Las enseñanzas de Sun Bin aplican, sin dudas, a todos los órdenes de la vida.

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