En 2017, la nominada a la Corte Suprema Amy Coney Barrett fue duramente cuestionada sobre su fe y opiniones personales por los legisladores del Comité Judicial del Senado, quienes estaban decidiendo el destino de su futura carrera judicial.
En uno de los diálogos, concretamente el de la senadora Diane Feinstein (D-Calif.) que declaró «el dogma vive ruidosamente dentro de ti», se volvió tan notorio que continúa apareciendo en camisetas y tazas. La línea de preguntas y comentarios de Feinstein tenía como objetivo llegar al fondo de si Barrett era capaz de separar sus puntos de vista religiosos de sus opiniones legales.
A la pregunta de la senadora californiana, Barrett respondió con calma y prudencia: «Yo aplicaría fielmente todos los precedentes de la Corte Suprema».
Pero esta no fue la única vez en la que se interrogó a Barrett sobre si su fe afectaría su imparcialidad como jueza. El interrogatorio hostil de los senadores, en particular del lado demócrata, hizo que muchos se preguntaran si se estaba aplicando una prueba religiosa inconstitucional hacia los candidatos judiciales y eso generó frustración en los líderes religiosos y los conservadores.
Para descubrir pistas sobre qué tipo de jueza sería Barrett, su expediente académico fue meticulosamente estudiado y se examinó repetidamente durante la audiencia. Incluso una conferencia que Barrett dio para el programa Blackstone Legal Fellowship del Alliance Defending Freedom (ADF) fue puesto bajo un intenso escrutinio.
Estos son algunos aspectos resaltantes de la audiencia de 2017 que podrían dar una idea de cómo podría ser la próxima audiencia de confirmación del comité del Senado.
El rol de la fe al decidir sobre los casos
Barrett fue presionada repetidamente por los senadores de ambos partidos sobre un artículo de revisión de leyes en el que ella fue la coautora junto con uno de sus profesores en 1998 (pdf) cuando era estudiante de tercer año. El documento exploraba el conflicto de la fe de un juez católico y su responsabilidad judicial en los casos sobre la pena de muerte.
En el artículo, ella y su coautor sugirieron que los jueces católicos estaban «moralmente impedidos de hacer cumplir la pena de muerte» y que «los jueces no pueden—ni deberían intentar— alinear nuestro sistema legal con la enseñanza moral de la Iglesia cuando las dos divergen».
Ellos indicaron que el mejor curso de acción para tal conflicto sería «la recusación de los jueces cuyas condenas les impidan hacer su trabajo».
Durante la audiencia, varios senadores, entre ellos el entonces presidente del comité, el senador Chuck Grassley (R-Iowa), le preguntaron a Barrett si su postura había cambiado desde entonces y le pidieron que explicara cómo sus opiniones religiosas afectarían su jurisprudencia como jueza.
Grassley: Me gustaría hablar específicamente sobre un artículo de revisión de la ley que escribió mientras se encontraba en la facultad de derecho titulado “Catholic Judges in Capital Cases.” («Jueces católicos en casos de pena capital») (…) Primera pregunta, ha tenido un par de décadas de experiencia luego que escribió esto, para considerar este tema más a fondo, ¿podría explicar estos puntos y analizar cómo ve el tema de la fe contra el cumplimiento de las responsabilidades como jueza en la actualidad? ¿Cuándo es apropiado que un juez ponga sus puntos de vista religiosos por encima de la aplicación de la ley?
Barrett: Permítame comenzar con su última pregunta y decir nunca. Nunca es apropiado que un juez imponga las convicciones personales de ese juez, ya sea que se deriven de la fe o de cualquier otro lugar en la ley.
Luego, Barrett explicó el contexto de cómo se redactó el artículo, y agregó que algunas de sus opiniones sobre el tema habían cambiado desde que redactó el artículo hace 20 años. Luego continuó enfatizando que a un juez nunca se le permite seguir sus convicciones personales al decidir un caso.
“Sigo en la postura y creo con vehemencia en el propósito central de ese artículo, el cual es que si hay alguna vez un conflicto entre la convicción personal de un juez y el deber de los jueces bajo el imperio de la ley, que nunca estará permitido que ese juez siga sus convicciones personales y la decisión de un caso en lugar de lo que exige la ley”, dijo.
Más adelante en la audiencia, cuando se le preguntó si se recusaría en los casos de pena de muerte, Barrett señaló que no lo haría y que había “participado de forma rutinaria en casos de pena capital” cuando trabajó para el juez Antonin Scalia.
Precedentes
Barrett fue cuestionada varias veces sobre su postura acerca de cómo se aplican las sentencias de la Corte Suprema, generalmente llamadas precedentes, a las cortes inferiores. La mayoría de las preguntas parecían probar si Barrett anularía las decisiones con las que no estaba de acuerdo, en particular las relacionadas con cuestiones sociales importantes como el aborto.
Durante toda la audiencia y en sus respuestas escritas al comité, Barrett dejó en claro que, como jueza de la corte de apelaciones, ella estaría obligada a seguir el precedente de la Corte Suprema y el precedente de su propio circuito.
“Entiendo que los jueces de circuito están absolutamente vinculados al precedente de la Corte Suprema y la Corte Suprema ha sostenido en un caso llamado Rodriguez de Quijas que esa obligación es absoluta, que a los jueces de las cortes de circuito no se les permite, por ejemplo, anticipar derogaciones de la corte y precipitarse”, dijo Barrett a Grassley.
«Las cortes de circuito están obligadas a seguir el precedente de su propio circuito», agregó, lo cual significa que «los jueces siguen el precedente a menos que existan circunstancias extraordinarias que justifiquen su invalidez».
Barrett también agregó que hay muchos otros mecanismos de la ley que «impiden a los jueces» «corregir precedentes que puedan no gustarles o que piensen que son erróneos». La jueza dijo que estos mecanismos, tales como el requisito de caso o controversia, la norma de que los jueces solo decidan la cuestión que se les presenta contribuye a la estabilidad de la ley y evita que los jueces anulen precedentes en función a sus convicciones personales.
Sus opiniones sobre Roe v. Wade
Durante la audiencia, los senadores exigieron las opiniones de Barrett sobre el caso Roe v. Wade (Roe) de 1973, el fallo de la Corte Suprema que legalizó el aborto en los 50 estados, buscando entender cómo la académica aplicaría el precedente en cualquier caso potencial.
Barrett reiteró repetidas veces que si la confirmaban como jueza de la corte de apelaciones, todas las decisiones de la Corte Suprema serían vinculantes para ella. Pero a lo largo de la audiencia, Barrett no se refirió a si el caso Roe sería revisado por la Corte Suprema, a la que ahora está nominada.
Varios senadores le preguntaron a Barrett sobre un artículo de una revista de derecho que escribió en 2013 (pdf) en el que diferenciaba los precedentes simples y los «super precedentes», un término utilizado para describir un caso que ningún juez anularía, incluso si él o ella no estuviese de acuerdo con la interpretación precedida, según la definición que utilizó Barrett. En el artículo, enumera una serie de «super precedentes», pero no incluyó a Roe.
Los senadores se apresuraron a cuestionar su decisión por hacer eso.
Feinstein: ¿Por qué se centró únicamente en el hecho de que Roe ha sido impugnada por los litigantes en varias ocasiones, y no en el hecho de que la Corte Suprema ha reafirmado repetidamente a Roe en literalmente docenas de decisiones?
Barrett: Gracias, senadora Feinstein. Esa no era mi lista. Me refería a argumentos que habían sido presentados por otros profesores académicos serios y respetados como Richard Fallon en Harvard y Michael Gerhart, en Carolina del Norte. Y esa no era mi lista. Los estaba citando a ellos y estaba citando su definición de super precedente. Una cosa que observaría es que para una corte de apelaciones, todo precedente de la Corte Suprema es super precedente. Entonces, como le dije al presidente Grassley, como jueza de la Corte de Apelaciones si fuera confirmada, seguiría todos los precedentes de la Corte Suprema sin falta.
Durante el interrogatorio de la senadora Mazie Hirono (D-Hawaii), se le preguntó a Barrett si incluiría a Roe en la lista si se usara una definición diferente de “super precedente”.
Barrett: Si usa una definición diferente de super precedente—por ejemplo, un precedente que tiene más de 40 años y que ha sobrevivido a múltiples impugnaciones —entonces incluiría a Roe en esa lista. Esta no era esa definición…
Hirono: Usted incluiría —¿dijo que incluiría a Roe en esa lista de super precedentes?
Barrett: Si el super precedente se definiera de manera diferente. «Super precedente» se usa de manera diferente en diferentes contextos. Y en el contexto particular en el que estaba escribiendo, la definición particular que se usó, no satisfacía esa definición. Lo que estoy diciendo es que si usted usa una definición diferente de super precedente, lo cual hacen algunas personas, creo que Roe podría satisfacer una definición diferente.
Dado que Barrett ahora está nominada a la Corte Suprema, donde tiene la capacidad de influir en los precedentes en el país, es probable que este tema se plantee nuevamente en la audiencia de octubre.
Sobre el tema de recusación
A Barrett se le preguntó varias veces si se recusaría de algún caso, especialmente en relación con la pena de muerte.
Durante la audiencia, ella respondió: “No puedo pensar en ningún caso o categoría de casos en los que me sienta obligada a recusarme por motivos de conciencia”, y agregó que actuará de acuerdo con la ley pertinente.
El senador Patrick Leahy (D-Vt.), la presionó nuevamente (pdf) en sus preguntas escritas, pidiéndole que enumerara ejemplos específicos de cuándo se recusaría.
Ella respondió: “Me recusaré de cualquier caso en el que la ley aplicable me exija hacerlo, incluidos los casos en los que tengo un interés financiero; casos en los que participó mi esposo, Jesse Barrett; y, temporalmente, de los casos en los que mi empleador actual, la Universidad de Notre Dame, sea una de las partes».
“Si se confirma, estaré atenta a mi obligación de recusación y, para determinar su alcance total, consultaré todas las leyes pertinentes, incluida la 28 U.S.C. § 455 y el Código de Conducta para Jueces de Estados Unidos. Cuando sea necesario, buscaré el consejo de aquellos designados para darlo, tanto en el Séptimo Circuito como en la Oficina Administrativa de las Cortes de Estados Unidos”, agregó.
Conferencia controvertida
En 2017, el exsenador, Al Franken (D-Minn.), presionó a Barrett sobre su decisión de hablar en el programa Blackstone Legal Fellowship, que está afiliado a Alliance Defending Freedom (ADF), una organización sin fines de lucro de libertad religiosa.
El Southern Poverty Law Center, un centro de izquierda, que mantiene una lista de lo que ellos afirman ser grupos de odio, había clasificado a la ADF como un grupo de odio por sus opiniones sobre el LGBTQ y los matrimonios entre el mismo sexo. También había clasificado a muchas iglesias de todo el país como grupos de odio por la misma razón.
“En realidad, no me di cuenta hasta que recibí los honorarios y vi a la ADF en el cheque, o tal vez cuando vi un correo electrónico y vi la línea de la firma. Pero sí, la ADF es la organización que patrocina Blackstone”, dijo.
Franken luego la presionó sobre si estaba al tanto de la clasificación de la ADF por parte del Southern Poverty Law Center y de las posiciones políticas del grupo de derechos religiosos.
“Me invitan a dar muchas charlas como profesora de derecho y (…) no sé cuáles son todas las posiciones políticas de la ADF y nunca ha sido mi práctica investigar todas las posiciones políticas de un grupo que me invita a dar una conferencia”, dijo Barrett.
En respuestas escritas para el comité del Senado, Barrett aclaró su respuesta.
“Cuando di una conferencia en el Blackstone Legal Fellowship Program, en general estaba consciente de que el programa apoyaba una visión tradicional del matrimonio. No sabía qué posiciones tomó Alliance Defending Freedom en un litigio o como una cuestión de política pública, y si Alliance Defending Freedom estaba trabajando para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo o recriminar la homosexualidad en el extranjero, no lo sabía. No sé siquiera ahora si la descripción del Southern Poverty Law Center de la posición de la Alliance Defending Freedom sobre estos temas o cualquier otro es precisa. Como dije en la audiencia, entiendo que su descripción es un tema de controversia pública”, dijo.
Jueces que se alinean con las opiniones o el enfoque judicial de Barrett
En una pregunta escrita a Barrett, el senador Sheldon Whitehouse (D-R.I.), le pidió (pdf) que identificara a los jueces que ella pensaba que estaban alineados con su punto de vista o su toma de decisiones judiciales.
Barrett nombró a tres jueces de la Corte Suprema, y agregó que hay muchos más jueces y juezas a los que buscaría emular. Los tres eran el juez Antonin Scalia, para quien trabajó; el presidente de la Corte Suprema, John Marshall, que fue presidente de la Corte Suprema de 1801 a 1835; y la jueza Elena Kagan, que actualmente ocupa el cargo.
“El juez Antonin Scalia, para quien trabajé, es el juez que mejor conozco, y admiro la fluidez de su pensamiento, la claridad de su escritura y su cuidadosa atención al texto estatutario y constitucional”, dijo.
También dijo que admiraba a Marshall por su «compromiso con el consenso y la colegialidad, que se manifestó tanto en la resolución de casos como en sus relaciones personales con sus colegas».
Y su admiración por Kagan se debe a la «forma en que puede aportar el conocimiento y la habilidad que adquirió como académica a la resolución práctica de conflictos».
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