En memoria de la masacre de la plaza de Tiananmen

Por Mei Chen
30 de mayo de 2019 4:26 PM Actualizado: 30 de mayo de 2019 4:26 PM

Un árbol tan grande

Cabezas sostienen el cielo, pies presionan la tierra

Derecho estás en el aullido del viento y la lluvia.

Erguido aún bajo la nieve y el pesado hielo

“Vamos” le dices a la tormenta

Escucha las historias de mis hojas verdes

Siente su euforia y dolor

Esta es una canción actualmente poco conocida escrita por un artista en honor a Hu Yaobang, ex Secretario General del Comité Central del Partido Comunista Chino, quien falleció el 15 de abril de 1989. Su muerte marcó el inicio del movimiento estudiantil que condujo a la infame masacre de la Plaza de Tiananmen el 4 de junio de 1989.

Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando pensé en esta canción; no por Hu, sino por mi madre patria, China.

Ay, China, ¿dónde está tu apreciada sabiduría, belleza y justicia? La violencia comunista y la corrupción te azotaron durante 70 años. Muchos jóvenes valientes dieron sus vidas por tu vitalidad, pero el último siglo no fue amable con tus hijos e hijas. Ahora soy un orgulloso ciudadano de los grandes Estados Unidos, pero mi corazón todavía anhela que mi patria vuelva a su plena gloria.

Con estos pensamientos en mente es que me siento a escribir sobre la Masacre de la Plaza de Tiananmen a medida que se acerca su 30º aniversario.

El mayor engaño del partido

La cultura china es mágica, y su idioma tiene sus secretos. Si sabes cómo leer los caracteres chinos tradicionales, los secretos del mundo te pueden ser revelados.

Por ejemplo, el ideograma 黨 (partido político) se compone de los caracteres 尚 (aspirar a) y 黑 (negrura u oscuridad). Pero 國 (país) se compone de 囗 (recinto amurallado), 戈 (arma), 一 (uno) y 口 (boca, o persona). Esto revela que un partido político tiene una tendencia a utilizar trucos sucios, y que un país requiere que cada persona tenga el deber de protegerlo con las armas.

Desde que el Partido Comunista Chino se apoderó de China en 1949, la mayor trampa que le realizó al pueblo chino (y al mundo) fue confundir los significados de estas dos palabras: China y Partido. Todos los días la máquina de propaganda equipara a los “hijos de China” con los “hijos del Partido”, y en lugar de “Madre China” dice “Madre Partido”. En lugar de “sacrificio por el país”, pregona “sacrificio por el Partido”.

El pueblo chino es un pueblo nacionalista, y con el secuestro de la palabra “país” por el “Partido”, las últimas generaciones de chinos han vivido en una realidad deformada. De niños, nuestro deber es amar, perdonar y proteger a nuestra madre. Es trágico creer que tu “madre” es el Partido Comunista.

A pesar de todos los males cometidos por el Partido –las muertes injustas causadas por el Movimiento Antiderechista, la hambruna masiva del Gran Salto Adelante, el derramamiento de sangre debido a la Revolución Cultural, etc.– los hijos e hijas perdonaron al Partido. La lógica del Partido afirma que el Partido siempre es “grande, sabio y recto”, y cuando no lo es, se autocorregirá para seguir siendo “grande, sabio y recto”.

Acontecimientos que condujeron a la masacre

Durante la Revolución Cultural de 1966 a 1976, el Partido declaró a muchos sectores de la sociedad “contrarrevolucionarios”. Los intelectuales ocuparon el noveno lugar, por lo que se les llamó “los Apestosos Nueves”.

Para no generar más Apestosos Nueves, la educación universitaria se suspendió en el país. Todos los estudiantes tuvieron que trasladarse al campo para recibir la reeducación de los campesinos. Los estudiantes tenían que “glorificarse” con estiércol de vaca en los pies y pulgas en el cuerpo.

Lo políticamente correcto tenía que ser practicado diariamente recitando el “Librito Rojo” de Mao Zedong. Cualquier deseo más allá de la lectura de los periódicos políticos o de las directivas del Comité Central del Partido muy probablemente no se vería realizado.

Con el fallecimiento de Mao en 1976, este estricto control al borde de la locura perdió a su tirano. A pesar de que los dirigentes del Partido tenían su propio suministro garantizado de artículos de primera necesidad, no les molestaba algo más de lujo. Deng Xiaoping tomó el mando de la maquinaria del Partido y declaró la necesidad de desarrollo económico.

En 1977, se reanudó la universidad. El país necesitaba urgentemente a los Apestosos Nueves, al menos en las áreas de ciencia y tecnología. El predominio de la “Madre Partido” no significaría mucho en el escenario mundial a no ser que se consiguieran pronto a algunos intelectuales.

Deng también se dio cuenta de la debilidad de la economía planificada centralmente, así que empezó a distribuir tierras de cultivo a campesinos y privatizó algunos negocios estatales. Los procesos de privatización favorecieron fuertemente a los cuadros del Partido y a sus círculos internos, lo cual sembró la semilla de la corrupción.

Con una sociedad más abierta, los chinos empezaron a aprender un poco de la verdad sobre el mundo. Incluso algunos jefes del partido se sintieron atraídos por la democracia al estilo occidental que pudieron vislumbrar en el mundo exterior. Hu Yaobang fue el jefe del Partido de más alto rango en ser influenciado.

En 1986, los colegios y universidades de toda China tuvieron elecciones estudiantiles. La democracia dio un pequeño paso cuando a los estudiantes se les permitió votar por sus propios presidentes de asociaciones estudiantiles, en lugar de que fueran nombrados por las oficinas locales de los comités del Partido.

Movimiento estudiantil

En Shanghai, los estudiantes se volvieron un poco codiciosos. Pensaron que los Representantes del Pueblo (equivalentes a los miembros del Congreso de Estados Unidos) deberían ser votados por el pueblo en lugar de ser nombrados por las oficinas locales del Partido Comunista.

Hubo pequeñas protestas al principio, luego protestas más grandes, y luego estudiantes de todo el país se unieron a las protestas. Los jefes del partido, encabezados por Deng, vieron esto como una señal de advertencia de que el ideal de la democracia occidental era peligroso para el régimen de partido único. La máquina de propaganda trabajó horas extras para aplastar al “anarquismo capitalista”.

Hu fue obligado a dimitir, y admitió que era demasiado blando con el anarquismo capitalista. El movimiento estudiantil fue aplastado en 27 días. Los estudiantes volvieron a las clases, pero recordaron a Hu como su héroe. Del comité de siete personas que obligó a Hu a renunciar, la única voz disidente fue la de Xi Zhongxun, padre del actual líder del Partido Xi Jinping.

Desde el comienzo de la reforma económica de Deng en 1979, el país siguió dos caminos paralelos según las dos famosas teorías de Deng. Un camino es el control económico blando: “Gato negro o gato blanco, mientras atrape ratones, es un buen gato”. El otro camino es el control político estricto: “Cuatro principios fundamentales: primero, seguir el camino del socialismo; segundo, insistir con un solo régimen por parte de los desposeídos [que luego se cambió a un ‘único régimen de la democracia popular’]; tercero, insistir con el liderazgo del Partido Comunista Chino; cuarto, insistir con el marxismo/leninismo y el maoísmo”.

El movimiento estudiantil fue visto como una siniestra campaña de influencia occidental para un golpe de Estado suave que usurpara el dominio del Partido en China. La maquinaria del Partido pensó que estaba en el medio de una trampa del imperio de Estados Unidos y de Occidente en general. De hecho, podría decirse que tenían razón en cuanto al deseo de Occidente de transformar pacíficamente a China en una verdadera democracia. Sin embargo, el Partido consideró que se trataba de una guerra no declarada, y así se lo comunicaba al pueblo chino.

El Partido estuvo muy atento a esta “guerra”, sin embargo a esta “guerra” fue librada sin demasiada atención por parte de los estadounidenses. Actualmente, un intento de “transformación pacífica” al socialismo se está realizando en Estados Unidos como contraataque. El acuerdo con la Organización Mundial del Comercio de la era de Clinton le otorgó al Partido Comunista Chino una oportunidad.

Hu sufrió un ataque al corazón y falleció el 15 de abril de 1989. Estudiantes de todo el país salieron espontáneamente a las calles para lamentar su muerte. Estudiantes universitarios de la zona de Beijing se congregaron en la Plaza de Tiananmen.

Este acontecimiento se convirtió en un imán que desencadenó la insatisfacción acumulada de los estudiantes sobre el estado del país: inflación severa, desempleo y corrupción gubernamental, así como una falta de libertad de prensa, política y reunión.

Esperaban que el Partido “grande, sabio y siempre recto” viera esto como un acto de patriotismo. Después de todo, a estos estudiantes se les había dicho muchas veces que eran la esperanza del Partido (y del país) y que eran la flor y nata, considerando que solo un porcentaje muy pequeño de graduados de la escuela secundaria podía llegar a la universidad en ese momento.

Había una facción en el Partido, incluido el entonces primer ministro Zhao Zhiyang, que simpatizaba con la causa. Desafortunadamente, Deng lo veía de manera muy diferente. Estaba convencido de que era el presagio de que el capitalismo tomara el poder. Para él, la estabilidad del régimen del Partido era primordial, el pacifismo no tenía cabida y en las conversaciones debían mantenerse firmes.

Uno puede imaginar la desesperación de los estudiantes. Decidieron hacer una huelga de hambre y levantaron una réplica de la Estatua de la Libertad en la plaza de Tiananmen. Estudiantes de 400 ciudades expresaron su apoyo.

Deng dijo la infame frase de que habría derramamiento de sangre si fuera necesario a cambio de 20 años más de estabilidad. El Partido decidió dispersar a los manifestantes por la fuerza militar. Se ordenó el toque de queda a partir del 20 de mayo, y para la noche del 3 de junio y la mañana del 4 de junio, el Ejército Popular de Liberación entró en la plaza con tanques.

Los funcionarios del Partido se negaron a dar a conocer los datos sobre las víctimas. Muchos chinos solo sabían que las autoridades habían expulsado de manera decisiva a los siniestros amotinados y a estudiantes que se habían convertido en títeres de algunas fuerzas anti China. Los líderes estudiantiles del movimiento fueron etiquetados de “amotinados antirrevolucionarios” y se emitieron órdenes de arresto contra ellos.

Más tarde, las autoridades comenzaron a arrestar a gran escala a los participantes de la “revuelta”, no solo en Beijing, sino también en otros lugares. Las estimaciones no oficiales del número de víctimas fatales oscilan entre cientos y decenas de miles. De esta manera, se aplastó la incipiente democracia en China.

Desde la masacre de la plaza de Tiananmen, el 4 de junio fue considerada una fecha “sensible” para el Partido. Hubo una presión constante sobre el régimen chino para que corrija la etiqueta de “revuelta” que se le dio al movimiento estudiantil de 1989.

La historia de Fang Zheng

En esa fatídica mañana del 4 de junio, Fang Zheng era uno de los estudiantes que protestaban en la plaza de Tiananmen. Fang era un estudiante graduado de la Universidad de Atletismo de Beijing y medía casi 1,80 metros. Una compañera de estudio más joven estaba con él.

Cuando las tropas del toque de queda ordenaron a los estudiantes que abandonaran la plaza, ellos salieron por la esquina sureste de la plaza, caminando por la calle Chang’an. De repente, Fang vio que tanques avanzaban rápidamente hacia ellos por detrás. En un momento de adrenalina, empujó a su compañera hacia la barandilla para bicicletas a un costado, pero para él ya fue demasiado tarde para escapar del tanque.

Su último recuerdo antes de desmayarse fue la de ver el cañón del tanque a través de una mirada de reojo, y luego ver los huesos blancos de sus piernas aplastadas. Se despertó 24 horas más tarde en el piso de una sala de reuniones del Hospital JiShuiTan, cerca de la plaza, con un círculo de personas observándolo. Se preguntó si eran ángeles, porque con su estatura, no estaba acostumbrado a que lo miraran desde arriba.

El hospital estaba abarrotado cuando lo llevaron allí. Permaneció en el suelo durante muchos días antes de ser trasladado a una habitación del hospital, y 20 días después fue dado de alta en la clínica de su universidad.

Los siguientes 20 años de su vida en China le provocaban dolor al recordarlos. La universidad se negó a expedir su diploma. Le hicieron perder la sesión de fotos de graduación con sus compañeros de clase para no dejar evidencia en un registro histórico.

Fue sometido a innumerables interrogatorios para obligarlo a negar que fue atropellado por un tanque del ejército. Dejaron que su identificación de estudiante caducara sin entregarle una nueva. Fang realizó trabajos esporádicos para ganarse la vida hasta que finalmente logró escapar de China en 2009.

Hoy en día es el presidente del Fondo para la Democracia en China. Está dedicando su vida a la posibilidad de que haya democracia en China. No tiene esperanzas a corto plazo, pero está seguro de que la democracia se logrará en China a largo plazo.

La historia de Feng Congde

Feng Congde era el subcomandante en jefe del movimiento estudiantil en la Plaza de Tiananmen. El liderazgo estudiantil le daba mucha importancia a la pureza del movimiento al rechazar la participación de personas ajenas, probablemente creyendo que el régimen sería más cooperativo.

Feng escapó del arresto y se escondió en China durante 10 meses antes de huir al extranjero. Era un estudiante graduado que estaba terminando su tesis sobre inteligencia artificial en la prestigiosa Universidad de Beijing. Era un idealista que anhelaba la democracia occidental, que se la conocía como la “Civilización Azul”, en referencia a la civilización occidental más allá del océano. En contraste, la civilización china era llamada la “Civilización Amarilla”, en referencia a la cultura del Río Amarillo.

En esa época, Feng era un ateo acérrimo educado por el Partido. Sin embargo, mientras se escondía, un grupo de desconocidos que practicaban el qigong, un tipo de práctica espiritual, le dio refugio. El grupo estaba tomando un riesgo extremadamente alto al ayudarlo. Los miembros del grupo creían que el camino correcto para China era seguir el camino armonioso de la Civilización Amarilla, no el de la democracia occidental. Sin embargo, pensaban que las autoridades estaban equivocadas al perseguir a los estudiantes.

Mientras Feng estuvo escondido con ellos, cada sirena en la calle y cada golpe en la puerta lo hacían temblar de miedo. Rezó a la Pusa Guanyin, una deidad que el grupo veneraba, para que lo protegiera. En ese momento pensaba que se trataba de una superstición y no creía en ella, pero se sintió obligado a ser sincero por el bien de sus rescatistas. Lo que le sucedió después le hizo reconsiderar su ateísmo.

Él era un líder prominente del movimiento estudiantil, y una orden de arresto con su foto fue colocada por todas partes. Pero de alguna manera, en tres ocasiones durante su fuga, cuando tuvo encuentros cercanos con agentes de policía o soldados, ellos parecían estar ciegos a su presencia. Él sintió que esto era inexplicable.

Los miembros del grupo le dijeron que era Guanyin protegiéndolo para que no lo vieran. Estaba intrigado y comenzó a practicar qigong con el grupo cuando estuvo escondido en una cabaña de montaña durante tres meses. Su visión sobre la Civilización Amarilla cambió completamente.

Feng finalmente escapó a Francia a través de Hong Kong. Allí, cambió sus estudios a la religión. Cuando se le preguntó sobre sus pensamientos 30 años después de la masacre de la Plaza de Tiananmen, dijo que se había dado cuenta profundamente de que la República Popular China (RPC) no es del pueblo, no es una república, y ni siquiera es china (como cultura). El comunismo de la RPC proviene del marxismo, que fue importado de Occidente.

Cuando el mundo comparta el valor del republicanismo, dijo, el mundo disfrutará de una prosperidad espléndida. Los padres fundadores de Estados Unidos establecieron EE. UU. como una república. Feng cree que el republicanismo es también la esencia de la “Civilización Amarilla”.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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