Artista polaca representa a los niños perseguidos en China: “El malvado PCCh se derrumbará”

"El malvado PCCh se derrumbará por torturar hasta la muerte a millones de personas buenas e inocentes"

Por Peta Evans
07 de Octubre de 2021 3:03 PM Actualizado: 07 de Octubre de 2021 8:01 PM

Para una artista de origen polaco que creció bajo el régimen comunista en los años 50 y 60, enterarse de la persecución que sufren las familias y los hijos de los creyentes en la China actual fue impactante, pero no sorprendente.

Al haber vivido la opresión cuando era niña durante la época post-estalinista de Polonia, da credibilidad a uno de sus cuadros en el que retrata el sufrimiento “a menudo ignorado” de los hijos de padres perseguidos por el Partido Comunista Chino (PCCh).

“Los niños son un blanco fácil después que se llevan a los padres”, dijo la artista australiana Barbara Schafer a The Epoch Times. “Los niños chinos son acosados por su fe, muchos son excluidos de la escuela, castigados por asistir a la iglesia y a actividades religiosas fuera de la escuela, obligados a recitar consignas contra la religión y a favor del ateísmo, y coaccionados a firmar documentos en los que renuncian a su fe”.

Schafer, que ahora tiene 68 años, tenía solo 12 años cuando su propio padre, soplador de vidrio, murió tras ser encarcelado en un campo de concentración en Polonia; sobrevivió al campo, pero no a la mala salud que sufrió después.

“Innumerables polacos murieron en los gulags soviéticos y de hambre”, dijo Schafer. “Al mismo tiempo, había trenes de dos vagones que iban las 24 horas del día a la Unión Soviética, robando todo lo que deseaban de Polonia”.

Barbara Schafer con su pintura al óleo “Gratitud” expuesta en el Concurso Internacional de Pintura de Figuras NTD 2019 en Nueva York. (Cortesía de Barbara Schafer)

Creciendo en la Polonia comunista

Schafer, que nació en Skawina, cerca de Cracovia, en 1953, tenía solo ocho años al final de la Segunda Guerra Mundial, dijo que esa fue “otra página oscura de nuestra historia” y “un día que el pueblo polaco nunca olvidará” cuando los aliados entregaron los territorios de Polonia y otros países de Europa del Este al régimen soviético en la Conferencia de Yalta en febrero de 1945.

“Los traidores y los miembros del partido vivían en una extrema riqueza y opulencia”, dijo. “En cuanto al resto del pueblo, algunos aún eran felices porque la guerra había terminado, compartían sus alegrías y ahogaban sus penas en vodka”.

Barbara Schafer cuando era niña, con sus padres en Polonia. (Cortesía de Barbara Schafer)

Para el pueblo polaco, la felicidad por el fin de la guerra se vio ensombrecida por la realidad de vivir bajo su nuevo gobierno comunista, y Schafer creció aprendiendo lo que significaba sufrir la opresión.

“Muchos de mis familiares fueron perseguidos por el despiadado y tiránico régimen comunista”, afirma Schafer, que vive en Melbourne desde 1987 después de emigrar por primera vez de Polonia a Nueva Zelanda 10 años antes con su esposo, un ingeniero aeronáutico, cuando tenía 24 años.

Cuando era niña, creyendo que los medios de comunicación polacos trabajaban para el pueblo, la joven Schafer escribió una vez cartas al periódico y a la radio expresando sus preocupaciones, y sufrió las amargas consecuencias. “Mi madre fue castigada por eso”, dijo.

Descubrió que la libertad de información era inexistente. “Cada carta que recibíamos de Occidente se abría y cualquier información que contenía se pintaba con tinta negra”.

Schafer recuerda cómo, desde muy pequeña, vigilaba por la ventana mientras su padre escuchaba Radio Europa Libre o La Voz de América, y le avisaba de quién iba pasando, porque había una pena de cárcel por eso.

“No se podía confiar en algunas personas”, dijo.

“A medida que las normas comunistas se iban infiltrando en todos los aspectos de nuestra sociedad, la gente se volvía más desmoralizada, arrogante, perezosa y egocéntrica. Las tiendas estaban cada vez más vacías. La corrupción y los sobornos se generalizaron, y se establecieron cartillas de racionamiento para los alimentos”.

Schafer, que ahora es madre y abuela, dijo sobre al adoctrinamiento comunista en las escuelas, que todos los niños polacos sabían que algunos profesores “mentían para mantener sus puestos de trabajo”, pero ellos en realidad deseaban mantener sus tradiciones.

La fe firme fue lo que dio esperanza al pueblo polaco, dijo.

“Lo que los soviéticos no pudieron hacer en Polonia fue destruir la fe en Dios que mantenía al pueblo polaco hacia adelante”, dijo. “El gobierno sabía que destruir las iglesias los llevaría a su desaparición. Desafortunadamente, también tenían espías entre el clero”.

Dijo que muchos de los buenos clérigos fueron perseguidos y asesinados por oponerse al comunismo.

En 1960, los soviéticos construyeron una enorme refinería de acero con el nombre de Vladimir Lenin (la Acería Lenin) a las afueras de Cracovia, al igual que una fundición de aluminio al otro lado. Sin embargo, Schafer dijo que las chimeneas de las refinerías no tenían filtros, y que las construcciones industriales contrastaban con el resto de la ciudad histórica.

“Mi querida ciudad de Cracovia, la ciudad de los reyes y la cultura polaca, se estaba erosionando. Los intrincados detalles arquitectónicos se veían afectados, así como la salud de la gente”, afirma Schafer, que trabajó en restauración y conservación de edificios históricos.

“El mar del sufrimiento” en la China comunista

Polonia se liberó del régimen comunista con el derrocamiento y colapso de la Unión Soviética en 1989. Schafer cree que el régimen comunista de China correrá la misma suerte en la actualidad.

“Al igual que con la persecución a los cristianos durante el Imperio Romano, el malvado PCCh se desmoronará por torturar hasta la muerte a millones de personas buenas e inocentes”, dijo.

Los continuos abusos contra los niños en la China comunista preocupan enormemente a Schafer, que estudió Bellas Artes durante siete años en Polonia. Realizó la pintura al óleo “El Mar del Sufrimiento” en honor al sufrimiento silencioso de los niños practicantes de Falun Dafa que han muerto o perdido a sus padres como resultado de la persecución del PCCh contra la fe, que ya lleva 22 años.

“El mar del sufrimiento” de Barbara Schafer. Óleo sobre lienzo; 120 cm por 120 cm. (Cortesía de Barbara Schafer)

“Muchos han quedado huérfanos o han perdido a familiares a los que querían. Un hermoso arco iris lleva a algunos de ellos al cielo”, dijo Schafer, refiriéndose a los niños de su cuadro, a quienes retrató sentados sobre flores de loto blancas —que representan “la pureza y la inocencia”— que llegan hasta el horizonte.

Cada niño pintado en el cuadro es un niño real con una historia real de persecución.

Uno de los niños es un bebé de 8 meses, Meng Hao, que fue perseguido hasta la muerte junto con su madre el 7 de noviembre de 2000, por practicar Falun Dafa. Según el examen del forense, la madre tenía el cuello y los nudillos rotos, el cráneo hundido y una aguja clavada en la cintura. Su hijo tenía dos manchas negras y azules en la cabeza y sangre en la nariz. Había dos hematomas profundos alrededor de sus pequeños tobillos, probablemente causados cuando lo esposaron por los pies y lo colgaron boca abajo.

En el cuadro de Schafer, el bebé Meng Hao aparece agarrando una flor de loto cerrada, que representa a su madre fallecida. También está en el arco iris, que lo lleva al cielo.

Otra niña, Huang Ying, que aparece en el cuadro, perdió a su madre en la persecución cuando tenía 18 meses. Cuando Ying tenía solo 3 meses, la obligaron a separarse de su madre, y esa fue la última vez que la vio con vida; su madre fue perseguida hasta morir el 5 de diciembre de 2002. En ese momento su padre, también practicante de Falun Dafa, estaba detenido en un campo de trabajo forzado y ni siquiera sabía que su esposa había muerto. Ying fue criada por sus abuelos, que no tenían los medios para enviarla a la escuela.

“Los niños sufren en silencio”, dijo Schafer. “A menudo nacen en un mundo de sufrimiento, lo aceptan, porque no conocen otra cosa, pero en el fondo, el daño es horrible”.

Un detalle del óleo “El mar del sufrimiento”: (izq.) Un bebé de 8 meses, Meng Hao, que fue perseguido hasta la muerte junto con su madre; (Der.) Una niña, Huang Ying, que perdió a su madre en la persecución. (Cortesía de Barbara Schafer)

“La luz de Buda brilla en Hong Kong”

En otra pintura al óleo, titulada “La luz de Buda brilla en Hong Kong”, Schafer representó un hecho real, el de un padre y sus dos hijas que viajaron a Hong Kong desde Australia para inspirar y llevar esperanza a la gente.

“Después de retornar a China, se convirtió en una pesadilla para muchos”, dijo Schafer, refiriéndose a la entrega de Hong Kong al PCCh en 1997 y a la lucha de los ciudadanos por conservar la independencia del régimen comunista en los últimos años.

Aunque los paraguas del cuadro representan el “Movimiento de los Paraguas” de los estudiantes de Hong Kong, en el momento del suceso representado en el cuadro, el PCCh también estaba empezando a extender su campaña de persecución contra Falun Dafa a Hong Kong.

La “benevolencia, la calma y la sinceridad” del joven padre australiano, y el ” buen corazón y la paciencia” de sus hijas al sostener la información por encima de su cabeza, son evidentes en el cuadro, ya que se unieron a cientos de otros practicantes de todo el mundo que viajaron allí para ayudar a repartir información esclarecedora de la verdad al público. Fue, en parte, un esfuerzo para contrarrestar el intento del PCCh de prohibir la práctica espiritual en la región.

La gran estatua de bronce de Buda de Hong Kong, en la isla de Lantau, aparece en la esquina superior del cuadro, irradiando luz divina sobre la escena. Las palabras de la pancarta azul dicen: “Verdad, Benevolencia y Tolerancia”, los principios guía de Falun Dafa, dijo Schafer, que también es practicante de la antigua técnica de cultivación.

“La luz de Buda brilla en Hong Kong”, de Barbara Schafer. Óleo sobre lienzo; 90 cm por 60 cm. (Cortesía de Barbara Schafer)

La “pureza y la buena naturaleza” de los niños

Schafer, que cree que “la paz y los buenos valores prevalecerán”, espera que sus pinturas despierten la curiosidad de algunos espectadores. Dice que, si por un momento reflexionan sobre el sentido de la vida, su trabajo no es en vano.

“Creo sinceramente que la única salida para la humanidad es que la gente corrija sus propios errores y mejore su amabilidad y benevolencia por los demás”, afirma.

A Schafer le gusta especialmente representar en sus obras la “pureza y la buena naturaleza” de los niños de diferentes países. “Tienen mucho en común antes de crecer y dejarse influenciar por su sociedad”, afirma.

Algunos de sus cuadros de niños han sido expuestos en varias exposiciones, como su pintura “Gratitud” —de dos hermanas jóvenes que practican Falun Dafa vestidas con el traje tradicional de la herencia coreana de su familia—, que se expuso en el 5º Concurso Internacional de Pintura de Figuras NTD en Nueva York en 2019; y sus retratos de niños vestidos con trajes tradicionales polacos, expuestos en una exposición de arte de la comunidad polaca titulada “Raíces” en Melbourne, Australia, en 2018.

Vea las pinturas de niños de Schafer a continuación:

“Gratitud” de Barbara Schafer. Óleo sobre lienzo; 116 cm por 84 cm. (Cortesía de Barbara Schafer)
Barbara Schafer junto a sus pinturas al pastel de niños polacos con trajes tradicionales en una exposición de arte polaco titulada “Roots” en Melbourne, Australia, en 2018. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niña polaca en traje tradicional, por Barbara Schafer. Al pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niño polaco en traje tradicional, por Barbara Schafer. Al pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niña japonesa con traje tradicional, por Barbara Schafer. Al pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niño aborigen australiano, por Barbara Schafer. Pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niña del sur de Europa con traje tradicional, por Barbara Schafer. Pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niño chino con traje tradicional, por Barbara Schafer. Al pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)
Niña africana con traje tradicional, por Barbara Schafer. Al pastel. (Cortesía de Barbara Schafer)

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