Un proyecto de ley destinado a combatir la sustracción forzada de órganos autorizada por el Estado chino ha superado la comisión y se dirige a una votación en el pleno de la Cámara.
El proyecto de ley H.R. 1154, también conocido como Ley para Acabar con la Sustracción Forzada de Órganos de 2023, fue aprobado por unanimidad en la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes el 28 de febrero y ahora avanza hacia el pleno de la Cámara.
El proyecto de ley impondría sanciones a los autores que les prohibirían la entrada en Estados Unidos y bloquearían sus transacciones financieras en territorio estadounidense. También exigiría al secretario de Estado estadounidense que informe al Congreso sobre los abusos cometidos en países extranjeros en materia de trasplantes de órganos.
«La gente se está dando cuenta por fin de la brutalidad del PCCh», declaró el martes en un comunicado el representante Chris Smith (R-N.J.), principal promotor del proyecto de ley, refiriéndose al Partido Comunista Chino. «Nosotros en Estados Unidos —en el ámbito médico en particular— debemos examinar nuestra complicidad moral en este crimen tan atroz».
La sustracción forzada de órganos es un lucrativo negocio en China, que se lleva a cabo sistemáticamente por orden del Estado. Los médicos extraen órganos clave a las víctimas, principalmente presos de conciencia, y las asesinan en el proceso.
En la audiencia del comité, Smith citó investigaciones del Tribunal de China, con sede en Londres, que en 2019 encontró que el abuso patrocinado por el Estado «se ha cometido durante años en toda China a una escala significativa», siendo los practicantes de Falun Gong detenidos el principal suministro de órganos.
La disciplina espiritual, que se adhiere a los valores de verdad, benevolencia y la tolerancia, y consiste en una serie de ejercicios de movimientos lentos, contaba con unos 100 millones de seguidores cuando el régimen dirigió en 1999 una amplia campaña de supresión para erradicar la fe.
Smith recuerda haber presidido una audiencia en el Congreso hace unos 25 años, en la que un funcionario de seguridad chino declaró que él y otros agentes de seguridad estaban fusilando a prisioneros, con médicos preparados para extraerles los órganos.
«Ese fue el comienzo», declaró a NTD, medio de comunicación asociado de The Epoch Times. «Luego se convirtió en un ataque sin cuartel, porque el Partido Comunista Chino se dio cuenta de que podían ganar miles de millones de dólares haciendo esto, y además así tendrían un kit de reparación para ellos mismos».
Smith se refería a los informes de fuente abierta en China según los cuales los altos cargos del PCCh tienen derecho a trasplantes de órganos. Se reveló que un ex viceministro de cultura chino que murió en la reciente ola de COVID que devastó el país tenía muchos órganos reemplazados, lo que le hizo bromear diciendo que «muchos componentes ya no son [míos]».
«Si Xi Jinping enferma mañana y necesita un nuevo pulmón, ese pulmón se lo dará un practicante de Falun Gong de 28 años o quizá un hombre o una mujer uigur», dijo Smith refiriéndose al líder chino. Tal acto, dijo, recuerda los experimentos médicos que el médico nazi Josef Mengele hizo en Auschwitz, que son «recordados como crímenes de guerra».
Global Financial Integrity (GFI) calcula que el tráfico de órganos como empresa criminal mundial genera entre 840 y 1700 millones de dólares, aunque tal cifra podría representar aún la punta del iceberg, según los expertos.
Para Smith, el proyecto de ley es un primer paso para «poner fin a esta práctica bárbara, empezando en primer lugar por la República Popular China, pero también por sus facilitadores a escala mundial».
«No se me ocurre nada más horrible»
Dentro de la opaca industria china de trasplantes de órganos, no se sabe cuántas personas mueren cada año. Un informe de investigación de 2016, que analizaba datos como el número de camas, los ingresos y la capacidad de trasplante en 169 hospitales chinos, afirmaba que esas instalaciones juntas podrían haber realizado entre 60,000 y 100,000 trasplantes cada año.
«Cualquiera que reciba un trasplante debe ser muy consciente de su procedencia para asegurarse de que la persona fallecida ofreció voluntariamente su órgano —ya sea un corazón, un hígado o lo que sea— y de que efectivamente estaba muerta en el momento del trasplante de órganos», dijo Smith a NTD.
«Pero en China todo es al revés. Van y eligen y ‘sacrifican’ —como ellos lo llaman— a gente muy sana, y los practicantes de Falun Gong son extraordinariamente sanos por sus prácticas religiosas, por su estilo de vida, así que se convierten en víctimas del Partido Comunista Chino».
«Atacan a las mismas personas a las que oprimen impunemente: a los practicantes de Falun Gong o a los uigures o a los budistas tibetanos, pero sobre todo a los practicantes de Falun Gong», añadió Smith, señalando que los practicantes no son «una amenaza para nadie».
«Los odian tanto, pero quieren sus órganos. Esto es indignante».
El presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores, el representante Michael McCaul (R-Texas), copatrocinador del proyecto de ley, expresó su agradecimiento a Smith por presentar este «proyecto de ley esperado desde hace tiempo» a la atención del público estadounidense, «que puede no entender con qué tipo de nación estamos tratando y el total desprecio por la vida humana y los derechos humanos que tiene [el PCCh]».
«No se me ocurre nada más horrible o más bárbaro que esta práctica que lleva a cabo el Partido Comunista Chino», dijo en la audiencia.
«Sujetar a personas contra su voluntad, y a veces anestesiarlas, a veces no, y extraerles órganos muy vitales para luego venderlos por cientos de miles de dólares, es absolutamente repugnante», añadió McCaul.
El proyecto de ley bipartidista también fue copatrocinado por los congresistas Bill Keating (D-Mass.) y Kathy Manning (D-N.C.).
The Epoch Times no ha recibido respuesta del senador Tom Cotton (R-Ark.), que lideró el proyecto de ley del Senado en el último Congreso, sobre si tiene previsto volver a presentar el proyecto de ley en esta sesión.
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