Barack Obama y el malvado plan para destruir a Trump

Por Carol M. Swain
12 de septiembre de 2018 1:00 PM Actualizado: 12 de septiembre de 2018 1:32 PM

A medida que nos acercamos a las elecciones de mitad de período, el expresidente Barack Obama está de vuelta en las noticias trabajando horas extras para sentirse relevante al reclamar un crédito parcial por el crecimiento económico y la prosperidad de la administración Trump. Deberíamos estar alarmados por lo que sabemos sobre la presidencia de Obama y su desprecio por las tradiciones estadounidenses respecto de las elecciones y de cómo se trata a los oponentes políticos. No hay ningún sentido de protocolo o reparo en abusar del poder o pisotear la Constitución de los Estados Unidos.

El protocolo presidencial una vez significó que los expresidentes mostraban una cierta deferencia y respeto por el mandatario actual. El expresidente Jimmy Carter rompió este precedente en 2007, cuando llamó a la presidencia de George W. Bush, la “peor de la historia”. Hasta 2007, Carter era el ganador indiscutible de la peor presidencia moderna de la historia. Pero me estoy yendo de tema. El expresidente Obama está obsesionado con el presidente Trump, y Obama cuenta con el apoyo de su ejército de manifestantes remunerados y no remunerados como se puede observar en Organizing for Action, un grupo proObama que no dejará en paz al presidente.

Dada la corrupción en el FBI y en el Departamento de Justicia durante la época de Obama, el uso sin precedentes de las instituciones del gobierno contra los opositores políticos y la interminable investigación de Mueller, se hace más probable que el expresidente Obama tenga algo que ocultar. Desde el momento en que Donald J. Trump se convirtió en una seria amenaza para la agenda izquierdista, fue blanco de las malvadas estrategias de Saul Alinsky.

El engaño, la infiltración y las manipulaciones son el núcleo de la guía de Alinsky para redistribuir el poder. Solo piense en Estados Unidos, la frenética oposición al presidente y el Tratado para Radicales de Alinsky, y sus reglas 8, 11 y 13:

Regla 8: “Hay que mantener la presión. Y no ceder nunca”. Sigue probando cosas nuevas para mantener fuera de equilibrio a la oposición. Y cuando la oposición ya domina un método, atácalos por el flanco con algo nuevo….

Regla 11: “Si un factor negativo se abre paso lo suficiente, acabará pasando al otro lado y se convertirá en positivo”. La violencia del bando contrario puede hacer que te ganes al público porque el público simpatiza con los desposeídos….

Regla 13: “Marca el objetivo, no le quites el ojo, personalízalo y polarízalo”. Córtale la red de apoyo y aisla al objetivo de cualquier simpatía. Válete de las personas y no de las instituciones; las personas hacen un daño más profundo que las instituciones (ver Cultura Abierta).

Al Presidente Trump y su administración le aplicaron esas mismas tácticas mencionadas arriba en su contra. El objetivo final era mantenerlo tan distraído que tanto él como su equipo nunca tuvieran el tiempo suficiente para adjudicar ninguna de las conductas delictivas a la Administración Obama.

En mi libro, Ser el pueblo: Un llamado a recuperar la fe y la promesa de Estados Unidos (2011), pp. 13-15, advertí sobre lo que entonces sería el precursor de las noticias falsas. En 2010, el Pentágono de la era de Obama estaba presionando para que se autorizara la creación de una Oficina de Engaño Estratégico para reunir y difundir información que confundiera a los enemigos de Estados Unidos. Dado el comprometido estado de los medios de comunicación de izquierda, uno solo puede preguntarse si esto no estará detrás de las noticias falsas que ahora recibimos de las fuentes de noticias en las que alguna vez confiamos.

¡Si tan solo tuviéramos medios de comunicación independientes comprometidos con la verdad! Desgraciadamente parece que tenemos medios de comunicación comprometidos con la política partidista. En el estilo de Saul Alinsky, el objetivo es aislar al presidente, mantener la presión sobre él, impulsar todos los aspectos negativos y aislarlo de sus amigos y familiares. Es una estrategia malvada nacida de la imaginación del hombre que se atrevió a exaltar a Satanás en el epígrafe de Tratado para Radicales:

“Y no olvidemos al menos un reconocimiento al primer radical: de todas nuestras leyendas, mitología e historia (y quién sabe dónde termina la mitología y comienza la historia -o cuál es cuál), el primer radical conocido por el hombre que se rebeló contra lo establecido y lo hizo tan efectivamente que como mínimo ganó su propio reino – Lucifer”.

¿Necesitamos decir más? Nosotros, el pueblo, no debemos permitir que los anarquistas y los expresidentes subviertan el proceso democrático. Debemos “ser el pueblo” y reclamar nuestra nación.

Carol M. Swain fue profesora de ciencias políticas y derecho en la Universidad de Vanderbilt. Facebook: Profcarolmswain Twitter: @carolmswain E-mail: [email protected] Website: carolmswain.com

Este artículo fue publicado por primera vez en The Tennessee Star.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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