Hay quienes disfrutan de las flores con la mirada, otros con el tacto, pero Finn las aprecia de la forma más especial: aspirando su dulce aroma a más no poder. Este pequeño grifón tiene una pasión innata que inspira a detenerse y oler cada flor del camino.
La dueña de Finn, Sarah Geers, es una joven que descubrió esta encantadora afición cuando su cachorro comenzó a olfatear con deleite el jardín de zinnias de su padre. «¡Estaba fascinado!», le dijo dijo Sarah a The Epoch Times. «Tomé algunas fotos sin imaginar que era solo el inicio».
Desde entonces, la obsesión florística de Finn no ha hecho más que florecer. Asoma la cabeza por la barandilla para deleitarse con los pensamientos colgantes de Sarah. En cada paseo, se toma su tiempo olfateando cada nueva flor del sendero. Y cuando su dueña llega con un ramo fresco, el pequeño no puede ocultar su regocijo moviendo la cola sin parar.
«Finn está maravillado cada vez que llego con flores recién cortadas», compartió Sarah. «También disfruta oliendo flores artificiales, ¡no juzga!».
Las vibrantes flores de pensamientos y las coloridas zinnias son sus favoritas, pero durante la primavera nada lo emociona más que corretear entre los dientes de león esparciendo su dulce aroma por doquier. Un festín para los sentidos que solo este especial can sabe apreciar.
Con su afilado olfato, Finn también ha aprendido a desconfiar de las flores más «peligrosas» que podrían hacerle daño. Dando un respetuoso rodeo a geranios y dalias, este lomito en miniatura demuestra que su inocente obsesión va de la mano con la prudencia.
Sarah comparte con ternura las travesuras del «cachorro oleflorista» en Instagram, donde miles disfrutan de sus crónicas diarias oliendo rosas.
Finn, que llegó por accidente a su vida cuando solo tenía 9 semanas, fue todo amor para su otra mascota , Harley, un Shih Tzu-Shar-Pei de 5 años.
«Harley suele acicalar a Finn lamiéndole la cabeza. ¡Es lo más bonito que se puede ver!», asegura Sarah. Aunque Finn es el «cachorro velcro» que la sigue a todas partes, ambos disfrutan jugando interminables persecuciones por el nuevo hogar que adquirieron en Palatine Bridge, con siete acres llenos de flores por descubrir.
Para Sarah, los momentos más valiosos son admirar a estos ángeles peludos disfrutando de los pequeños placeres: «Los perros son almas preciosas que solo están con nosotros un breve tiempo, nosotros estamos en su mundo toda la vida».
Con su olfato floral, Finn le recuerda al mundo cada día lo esencial: tomarse una pausa para percibir la belleza efímera de cada nueva flor. Porque al fin y al cabo, oler las rosas no solo deleita los sentidos, sino que nutre el alma con la sencilla dicha de vivir el presente.
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