Colombia es el país más afectado por la crisis migratoria de Venezuela

Miles de migrantes de Venezuela cruzan la frontera todos los días

Por Mathew Di Salvo - La Gran Época
02 de octubre de 2018 1:44 PM Actualizado: 02 de octubre de 2018 5:08 PM

MEDELLÍN, Colombia – Norelia Perozo nunca esperó estar en las calles vendiendo piruletas para poder alimentar a su bebé de solo un año.

Pero los 50.000 pesos colombianos (17 dólares) que puede ganar en un buen día son mucho más que el salario mínimo en su país natal, Venezuela.

Como los miles de venezolanos que cruzan la frontera todos los días, Perozo de 32 años, huyó de su país –gobernado por un régimen socialista que ha llevado al país latinoamericano a la hiperinflación, a la escasez de alimentos y al aumento de la delincuencia– para buscar una vida mejor en la vecina Colombia.

Un migrante venezolano empuja la silla de ruedas de su padre por la carretera que une Cúcuta con Pamplona, en el departamento de Norte de Santander, Colombia, el 15 de septiembre de 2018. (Schneider Mendoza/AFP/Getty Images).

“Nunca imaginé que estaría en las calles todos los días”, dijo la madre de cuatro hijos quien tuvo que dejar tres en Venezuela, a La Gran Época. “Pero mi familia necesita comer. Así que estoy aquí todos los días, de lunes a domingo”.

Perozo y su hija Arantza son solo una parte de la aparentemente interminable tragedia que es ahora Venezuela.

El organismo de las Naciones Unidas para los refugiados informó que más de 1,6 millones de venezolanos han abandonado su país desde 2015.

Alrededor del 90 por ciento de los que abandonan el Estado fallido se dirigen a países latinoamericanos. Otros van a los Estados Unidos.

Un migrante venezolano y una niña en un campamento improvisado cerca de la terminal de autobuses en Bogotá, Colombia, el 11 de septiembre de 2018. (Raúl Arboleda/AFP/Getty Images)

Establecerse en la vecina Colombia y buscar trabajo en una de sus grandes ciudades es, por mucho, la opción más fácil.

“Ellos [los colombianos] han sido extremadamente serviciales y amables”, dijo, desde un café en Medellín, Perozo –quien solía tener un negocio que vendía ropa en la ciudad de Valencia.

“La mayoría de los días alguien me invita a comer y le da de comer a mi hija”.

Pero Colombia está luchando contra el éxodo.

La crisis

El viernes 28 de septiembre, el recién elegido presidente colombiano Iván Duque declaró que la crisis migratoria le cuesta a su país alrededor del 0,5 por ciento de su producto interno bruto anual, unos 1500 millones de dólares.

En junio, el gobierno colombiano comunicó que más de un millón de venezolanos había entrado al país en el transcurso de 14 meses. Se estima que 4000 personas pasan diariamente por la frontera entre Venezuela y Colombia.

Migrantes venezolanos miran las ofertas de trabajo publicadas en un panel de anuncios durante una feria de empleo en Medellín, Colombia, el 27 de septiembre de 2018. (Joaquín Sarmiento/AFP/Getty Images)

Muchos de los que llegan son indocumentados y cruzan la frontera ilegalmente. Perozo es uno de ellos.

Después de llegar a la polvorienta ciudad fronteriza de Cúcuta, se enfrentó a una agotadora caminata de tres días hasta la ciudad de Medellín, donde vive desde hace tres meses.

Los otros tres hijos de Perozo se quedaron con su madre en Valencia, la tercera ciudad más grande de Venezuela, y ella les envía dinero cada semana para que puedan comer.

“Quería trabajar para ayudar a mi familia. No se puede ganar dinero allí [en Venezuela]. Si trabajo aquí, puedo enviar dinero a casa”, dijo.

“Fue muy difícil llegar hasta aquí, la caminata fue dura con Arantza. Pero ahora podemos comer, y también [puede comer] nuestra familia en casa”.

Perozo afirma que el dinero que puede ganar en un día en Colombia puede alimentar a su familia durante casi dos semanas.

Afortunadamente, ella no es una de las muchas venezolanas que fueron obligadas a trabajar en la industria del sexo para salir adelante, una situación a la que se enfrentan habitualmente sus compatriotas.

Familias migrantes venezolanas en un campamento improvisado junto al río Cali, en el norte de Cali, Colombia, el 31 de julio de 2018. (Christian Escobarmora/AFP/Getty Images)

Así está la Venezuela afectada por la crisis, antes una de las naciones más ricas de América Latina, debido a que el régimen socialista de Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, hizo colapsar la economía.

El país caribeño tiene ahora la inflación más alta del mundo, y una bolsa de comida que cuesta más que el salario mínimo mensual.

Muchos han perdido peso, incluido Perozo, y la gente se está enfermando debido a la escasez de medicamentos.

El crimen también aumentó, y Caracas es ahora la capital más violenta del mundo.

Esto obligó a los venezolanos a huir del país para buscar una vida mejor en otro lugar.

“Si él [Maduro] y su gobierno se quedan, solo empeorará”, dijo Perozo.

Apoyo de EE. UU.

El presidente Nicolás Maduro ha permanecido en gran medida indiferente a la crisis, atribuyéndole la culpa a una guerra económica librada por Estados Unidos.

Una migrante venezolana prepara alimentos en un refugio improvisado a un costado de la carretera entre Cúcuta y Pamplona, en el departamento de Norte de Santander, Colombia, el 15 de septiembre de 2018. (Schneider Mendoza/AFP/Getty Images)

A fines de septiembre Maduro realizó una visita sorpresa a las Naciones Unidas y pronunció un discurso ante la Asamblea General en la que afirmó que la crisis del país fue exagerada por los medios de comunicación con el fin de derrocar al gobierno socialista.

El presidente colombiano Duque y el secretario general de la ONU, António Guterres, ya acordaron establecer un fondo multilateral para ayudar a Colombia y a otros países vecinos a lidiar con los venezolanos desplazados.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, también se reunió con Duque en Nueva York en la reunión de la ONU, donde examinaron la situación.

Trump declaró a los periodistas que lo que estaba ocurriendo en Venezuela era una “desgracia” y que él “cuidaría” del país latinoamericano.

Colombia rompió relaciones diplomáticas con su vecino hace años y las tensiones fueron en aumento a medida que las tropas venezolanas cruzaron la frontera en reiteradas ocasiones, y Maduro ha acusado a Duque de conspirar en su contra.

Pero tales disputas diplomáticas son de poco interés para los ciudadanos comunes como Perozo, o para las decenas de otros venezolanos que se pueden observar vendiendo piruletas, pastelería, o incluso sus inútiles billetes de bolívar en las calles de Medellín.

“Solo queremos que las cosas vuelvan a ser estables”, dijo.

Perozo dijo que no tiene pasaporte y que no cree que pueda regresar a Venezuela en dos o tres años. Solo puede mantenerse en contacto con su familia en Venezuela usando WhatsApp.

“Ha sido duro pero, ¿qué más podemos hacer?”.

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