Venezuela ha llegado a las últimas etapas del socialismo con dinero devaluado tirado en las calles y con ciudadanos hambrientos que se ven obligados a comer carne podrida de la basura. Los ciudadanos que se oponen al experimento socialista de Nicolás Maduro protestan en las calles y las fuerzas del régimen de Maduro los reprimen con disparos.
Es probable que los días del régimen de Maduro estén llegando a su fin, con la administración Trump y alrededor de otros 50 países reconociendo a Juan Guaidó como el presidente encargado de Venezuela.
Sin embargo, el futuro de Venezuela aún podría girar en cualquier dirección.
Hay un antiguo dicho chino que dice que un hombre enfermo buscará cualquier médico, y mientras el pueblo venezolano y su nuevo gobierno buscan cualquier solución para arreglar sus problemas políticos, han vuelto la mirada hacia China.
El jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para el gobierno interino de Guaidó, Ricardo Hausmann, cree que China podría jugar un «gran papel» en la reconstrucción de Venezuela. También pidió al régimen chino que se comunicara con Guaidó.
«China necesita asegurar sus suministros de energía y Venezuela tiene reservas de petróleo muy grandes, probablemente las más grandes del mundo», dijo Hausmann, según el South China Morning Post.
Agregó que después de que Maduro sea removido, «Venezuela es un país que necesita ser reconstruido. China puede jugar un papel muy importante en ese proceso».
Trampas de deuda
El régimen chino tiene antecedentes de usar préstamos y proyectos de infraestructura en su iniciativa ‘Un cinturón y una ruta’ para encerrar a los países en trampas de deuda. En la lista de países que han caído en estas trampas se encuentran Malasia, Pakistán, Sri Lanka y muchos otros.
Filipinas estaba encaminándose hacia una de las trampas de la deuda del régimen chino, pero recientemente anunció que encontró una manera de pagar su deuda antes de que sea demasiado tarde.
Bloomberg informó el 27 de marzo que el presidente filipino Rodrigo Duterte «ahora enfrenta la preocupación de que haya aceptado condiciones desfavorables al asumir proyectos de infraestructura financiados por China, incluyendo presas, carreteras y vías férreas».
En Sri Lanka, en 2005, los funcionarios locales acudieron a China en busca de ayuda económica para recuperarse de los daños causados por el tsunami del Océano Índico de 2004. El régimen chino se apresuró a aceptar la oferta y dio más de 1100 millones de dólares para construir su puerto de Hambantota. Cuando Sri Lanka no pudo pagar el préstamo, el régimen chino tomó el control del puerto como pago.
Durante su elección en 2015, el presidente de Sri Lanka, Maithripala Sirisena, se refirió a la inminente crisis de las trampas de la deuda de China. En su programa electoral dijo que el «dinero de crédito recibido del extranjero» era un «megarrescate que va a unos pocos individuos», y que estaba resultando en que la propiedad de Sri Lanka cayera en «manos de extranjeros».
«Si esta tendencia continúa por otros seis años, nuestro país se convertiría en una colonia y nosotros en esclavos», escribió.
Palabras ambiguas
El régimen chino está jugando con cuidado en Venezuela. En el lado de los negocios no está demostrando mucho interés. El régimen chino negó la visa de Hausmann para asistir a la conferencia anual del BID, que este año se celebra en Chengdu, China. (El BID es el mayor prestamista de América Latina y tiene su sede central en Washington).
Sin embargo, en el lado militar, el régimen chino está tocando una melodía diferente que demuestra su claro interés en dar forma al futuro de Venezuela.
Rusia desplegó recientemente tropas en Venezuela, y tanto Rusia como China están apoyando el régimen de Maduro, en contra de la postura de Estados Unidos que reconoce a la facción opositora de Guaidó como gobierno oficial en funciones.
En respuesta al despliegue militar de Rusia, John Bolton, -asistente del Presidente para Asuntos de Seguridad Nacional de Estados Unidos- tuiteó que «Estados Unidos no tolerará que potencias militares extranjeras hostiles se entrometan con los objetivos compartidos del Hemisferio Occidental de democracia, seguridad y Estado de derecho. Los militares venezolanos deben estar del lado del pueblo de Venezuela».
Luego, en respuesta al envío de tropas militares de Rusia a Venezuela, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Geng Shuang, criticó a Estados Unidos por oponerse a las acciones de Rusia. Dijo, según Newsweek, que América Latina no es «el patio trasero de cierto país».
Por supuesto, Venezuela ha sido durante mucho tiempo el patio trasero de China junto al resto de los países socialistas de América Latina que rompieron con el modelo liderado por Estados Unidos con la «marea rosa» de los años 1990 y 2000.
Y el régimen chino no parece dispuesto a perder esto. Shuang declaró: «A China le gustaría trabajar con la comunidad internacional para ayudar a Venezuela a restaurar la estabilidad en una fecha temprana». Es poco probable que al decir «comunidad internacional» se refiriera a las acciones de Estados Unidos –las cuales criticó– sino a la respuesta rusa de enviar tropas.
«Normalizar» la situación
China llevó silenciosamente a Venezuela al estado de crisis. Durante una audiencia de la Comisión de Asuntos Exteriores de 2017, Evan Ellis, asociado principal del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, explicó cómo Rusia y China estaban detrás del régimen de Maduro.
«Me gustaría enfatizar cómo Rusia y China, en la búsqueda de sus intereses comerciales y estratégicos en Venezuela, han proporcionado capital, bienes, servicios y respaldo político, los cuales han permitido indirectamente que el régimen populista ignorara y, en última instancia, destruyera los mecanismos de responsabilidad democrática», dijo.
Ellis explicó el proceso que China y Rusia utilizaron para mantener a flote el régimen de Maduro, y cómo el régimen chino en particular lo utilizó para obtener el control de infraestructura venezolana clave.
El caos en Venezuela encaja con una estrategia establecida desde hace mucho tiempo que Rusia y China conocen muy bien, y ambos han jugado un papel importante en llevar al régimen de Maduro a su estado actual.
Cuando se trata de subversión, también conocida como medidas activas, el modelo soviético desarrolla cuatro etapas: desmoralización para alterar el pensamiento y la voluntad de la población; desestabilización para romper los cimientos de la sociedad; la creación de una crisis; luego una respuesta preparada a esa crisis para tomar el control de la nación, conocida como «normalización».
Venezuela se encuentra ahora en una etapa de caos, y Rusia y China buscan «normalizar» la situación.
Ellis declaró en 2017: «Creo que Rusia y China, al igual que todos los demás, quieren una transición para salir del régimen de Maduro. Pero a lo que quieren que derive la transición es muy diferente».
«Creo que esperan conseguir una transición hacia un régimen autoritario igualmente antiestadounidense que les permita legitimar legalmente sus posesiones».
Por supuesto, no tiene que ser así. Guaidó se encuentra en una encrucijada entre el modelo estadounidense y el modelo chino, y a Estados Unidos le queda la decisión sobre cómo responder al despliegue de tropas rusas. Estos factores tendrán un papel importante en determinar el futuro de Venezuela.
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