Con Iglesias en llamas minorías violentas desatan caos en aniversario del estallido social de Chile

Por Melanie Sun
19 de octubre de 2020 12:16 PM Actualizado: 19 de octubre de 2020 12:16 PM

Al cumplirse un año desde que estallaron las protestas y disturbios en Santiago de Chile, el domingo los alborotadores incendiaron dos iglesias de la ciudad y dañaron otras zonas de la misma, después que las marchas de decenas de miles de manifestantes pacíficos contra la desigualdad económica del país se tornaron violentas por la tarde.

Las protestas masivas y los disturbios se desencadenaron el 18 de octubre del año pasado cuando los pasajeros reaccionaron ante el aumento de las tarifas de los trenes, que el gobierno revocó rápidamente. Sin embargo, las protestas a las que se estima que asistieron alrededor de un millón de personas, se expandieron luego a llamados más amplios para abordar los bajos salarios, la disparidad de ingresos y el aumento del costo de vida que enfrentan muchos chilenos. Según algunos analistas estos son el resultado de las agresivas políticas climáticas del país adoptadas por la expresidenta del Partido Socialista, Michelle Bachelet, que elevaron los costos de energía y transporte, y redujeron el ingreso disponible de los hogares, afectando sobre todo a los hogares de bajos ingresos.

Los grupos de izquierda también comenzaron a exigir la renuncia del presidente conservador Sebastián Piñera, así como la sustitución la constitución del país, que fue aprobada en un plebiscito en 1980 durante la dictadura militar del presidente anticomunista Augusto Pinochet. Un referéndum sobre la sustitución de la constitución está programado para la próxima semana.

Solo en el mes de octubre de 2019, más de 30 personas murieron en el país y miles resultaron heridas cuando los manifestantes incendiaron más de 100 estaciones de metro y destrozaron y saquearon farmacias, supermercados y surtidores de gasolina, interrumpiendo el suministro de productos esenciales.

Miles de carabineros y policías antidisturbios recurrieron a los gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar los disturbios.

El caos le costó a las empresas chilenas alrededor de 1400 millones de dólares en pérdidas, y el transporte público metropolitano de la ciudad sufrió casi 400 millones de dólares en daños. La policía hizo al menos 7000 arrestos.

Después de los disturbios del año pasado, Sebastián Piñera, el único presidente conservador elegido democráticamente (en 2010 y 2019) desde 1958, dijo que «activistas violentos» están detrás de la violencia y la destrucción. «Están en guerra contra todos los chilenos de buena voluntad que quieren vivir en una democracia con libertad y en paz».

También declaró que entendía las dificultades que obligan a los manifestantes pacíficos a salir a las calles. «Me comprometo a que el mejor esfuerzo de nuestro gobierno, como lo hemos venido haciendo estos años, sea poner a los niños ‘en primera línea’, mejorar las pensiones, bajar el precio de las medicinas, asegurar que todos los chilenos tengan la oportunidad de una vida más plena y feliz», añadió.

Nuevos disturbios

En escenas que reflejan los disturbios de la extrema izquierda que también se viven en Estados Unidos, Chile vio el domingo más incidentes generalizados de violencia, saqueo y vandalismo en la tarde después de una mañana de protestas pacíficas de personas cantando, bailando, usando mascarillas para protegerse del COVID-19 en la plaza Italia de Santiago.

En las manifestaciones de la tarde y la noche surgieron diferentes grupos de alborotadores que quemaron las iglesias, destrozaron una estatua de la plaza Italia con pintura roja y atacaron comisarías y tiendas.

Se estima que unos 25,000 policías asistieron a las protestas diurnas antes de las 6 p.m., mucho menos que la protesta del 18 de octubre de 2019.

La gente saquea y quema un negocio durante una protesta el 18 de octubre de 2020 en Santiago de Chile. (Marcelo Hernandez/Getty Images)

Los medios de comunicación locales informaron que se detuvieron a cinco personas en relación con el incendio y el saqueo de la iglesia de San Francisco de Borja —edificio histórico construido en 1876 y dedicado a la policía nacional chilena durante los últimos 40 años— que ha sido objeto de constantes ataques, en particular desde octubre del año pasado.

Afortunadamente, los bomberos lograron controlar el fuego.

Sin embargo, la parroquia de la Asunción fue totalmente quemada y destruida por grupos de encapuchados. La aguja ardiente de la iglesia cayó al suelo alrededor de las 8 p.m, según los medios de comunicación locales.

En relación a la nueva ronda de disturbios, el arzobispo de Santiago, Celestino Aós, dijo que los pobres volverían a ser «los más afectados» por la destrucción.

«Nosotros sufrimos de nuevo hoy actos violentos y el vandalismo», dijo. «Lamentamos la destrucción de nuestros templos y otros bienes públicos. Pero sobre todo, sentimos el dolor de tantos chilenos de paz y generosidad».

«Esas imágenes no solo impactan y duelen en Chile, sino que también impactan y duelen en otros países y en otros pueblos del mundo, especialmente en los hermanos cristianos», dijo al referirse a la quema de iglesias.

Alrededor de 300 alborotadores también organizaron un ataque a la 20ª Comisaría de Policía de la comuna de Puente Alto alrededor de las 18:15, lanzando a la estación cócteles molotov y otros objetos, según la empresa local Atentos Chile. Ataques similares fueron reportados en otras comisarías. Un agente recibió disparos y al menos 22 policías fueron ingresados al hospital después de sufrir lesiones, informó La Tercera.

El ministro del Interior de Chile, Víctor Pérez, elogió a última hora del domingo, a los manifestantes pacíficos de la mañana y condenó a las personas involucradas en la violencia y el caos que se produjo en la tarde. Pérez hizo un llamado para que solo se realice «una manifestación pacífica» y exhortó a los chilenos a resolver sus diferencias a través del diálogo y el proceso democrático en el próximo plebiscito constitucional del 25 de octubre.

«No podemos ignorar que, lamentablemente, dentro de esa manifestación, grupos minoritarios llevaron a cabo actos de violencia», dijo el ministro en relación a las protestas del día.

Los diputados conservadores del Partido Unión Democrática Independiente (UDI) de Chile, Jorge Alessandri, Sergio Bobadilla y Gustavo Sanhueza, comentaron que tras los disturbios del año pasado, «el país cayó en una espiral de decadencia, donde la izquierda volvió a establecer que una manada de delincuentes son héroes y que los Carabineros (la policía nacional chilena) son los asesinos».

«Lo que hay que hacer en este momento es dar poder a nuestra policía y a las fuerzas armadas para restaurar el orden y la tranquilidad en nuestras calles, y aquellos que no les guste, que se vayan a Venezuela», dijeron Bobadilla y Sanhueza.

El director general de Carabineros se dirigió a la nación el domingo por la noche. «Quiénes son los criminales (…) quiénes son los vándalos. Esperamos que la gente buena, que se manifiesta pacíficamente coopere con nosotros para aislar a los criminales, arrestarlos y llevarlos ante los tribunales», dijo.

Alrededor de 400,000 agentes de policía fueron desplegados en todo el país mientras el gobierno se preparaba para disturbios similares a los del año pasado. Las autoridades suplicaron a los manifestantes que tomen las precauciones necesarias para el COVID-19.

Con información de Reuters.


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