Un material inédito de la vida en el interior de una cárcel cubana en las afueras de La Habana, está revelando al mundo los padecimientos sufridos por los presos en las mazmorras de la dictadura castrista.
Los videos fueron filmados a escondidas por un disidente, Luis Borges, que pasó su juventud tras las rejas, un total 12 años encerrado por el régimen comunista luego de que intentara llevar a su madre a Miami, donde él era residente.
Mientras estuvo en el centro penitenciario de máxima seguridad llamada K8, a 160 kilómetros de la capital, documentó 40 horas en videos almacenados en tarjetas de memorias de un celular que logró introducir por medio de su familia, dice el disidente en un informe especial titulado «K8, Dentro del Infierno», presentado esta semana por Telemundo51, en una serie de reportes.
Borges escondía la memoria con las filmaciones dentro de un jabón que entregaba a su esposa cuando lo visitaba. Al salir de la cárcel, en 2018, emigró nuevamente a Estados Unidos y ahora sus imágenes son compartidas.
Todo comenzó en el año 2005, cuando decidió tomar una lancha en Miami y buscar a sus seres queridos.
“Fui detectado por la guardia cubana, donde le cayeron a tiros a la lancha, me rompieron los motores. Yo estaba entrando por la playa de Jaimanitas, por La Habana, y fui detenido”, declaró a Telemundo51 en el vídeo de la Parte 1 de la serie.
Luego fue trasladado al centro K8, la cárcel en Pinar del Río.
“Muchas personas han sido torturadas ahí”, contó. “Infierno, la palabra infierno. Esa es la palabra que lleva”.
El exrecluso del régimen comunista cubano dijo que fue torturado en el calabozo número 7 y muchas veces escuchó los gritos de otros que sufrieron la misma suerte.
“Al calabozo número 7 le temen todos lo reclusos. El que pase por ahí sale de ahí con alguna costilla fracturada, bien golpeado”, indicó.
En un método de tortura llamado «la sillita», explica el cubano, los torturados son esposados en las manos, las cuales van pasadas detrás del cuerpo. Luego “te esposan los pies y medio que te doblan como si fueses un balancín de juguete pero las griterías de ellos, los reclusos, se logran escuchar. Porque ya cuando llevas mucho tiempo doblado tu estómago no aguanta”.
“Aquí me torturaron y me pusieron la sillita”, dicen una letras desordenadas de la pared del calabozo que logró filmar, un testimonio de quienes estuvieron ahí y quisieron imprimir su vivencia.
Luis también relata sobre otro método de tortura, llamado “la guaguita”, donde lo toman desde las muñecas y “lo guindan desde los pies”.
El celular
La vida en prisión tomó un valor especial cuando la madre y su esposa le enviaron un celular escondido en el fondo de un envase con comida casera con bastante grasa, envuelto en una goma y cubierto por una falsa base.
El teléfono lo escondió en una agenda con un orificio para poder filmar con la cámara en su interior. A la agenda le pegó unas imágenes de un carro y calzó una de las luces del automóvil con la pantalla del celular, tal como muestran el vídeo K8, Parte 2.
“Le abría un hueco al jabón, lo sellaba bien. Ellos no revisaban el jabón, ni la esposa mía. Ya mi mamá sabía que ahí iba la memoria». Así sacaba Borges el material que lograba obtener dentro de la cárcel.
El agua
“Las condiciones son bien malas”, dice Borges al recordar la cárcel, y tratar de exprimir lo que se siente tener que ver los excrementos de otras personas, la suciedad, y “el agua que te estás tomando”
“Tienes que tomarla de a poquito. Tienes que dejar que se asiente en la cubeta y te das cuenta que en el fondo queda un nivel de tierra”.
Según el disidente, “por esta agua le salían a uno muchos granos en la piel (…) porque es agua de presa, de laguna, así mismo revuelta y te la tienes que tomar (…) Es un agua que a veces debe durar un mes”.
Un compañero de celda filmado dice que “tiempo atrás murió un muchacho de 22 años porque le salió un grano en la cabeza”.
Para sobrevivir a la contaminación los reclusos muestran como consiguen filtrar el agua para poder beberla.
Luis Borges cumplió la condena y fue liberado en 2018. En septiembre del mismo año se embarcó en una rústica balsa llevando consigo el valioso material filmado, junto a uno de sus hermanos y amigos, rumbo a Estados Unidos. Su madre a quien había ido a buscar el 28 de diciembre de 2005 había muerto ocho meses antes.
Era la segunda vez que se embarcaba a Miami para huir de la dictadura. El hombre contó que salió de Cuba en balsa por primera vez en el año 2002 y después de ser acogido comenzó a trabajar para enviar ayuda a la isla. Cuando supo que el ciclón Katrina había dejado sin techo su antiguo hogar no lo dudo dos veces y partió.
Borges fue condenado por tráfico de personas en la prisión K8, donde dice que se encontraban personas que habían intentado huir del país o habían sido residentes en el extranjero.
Según Telemundo51, logró sacar más de 40 horas de material y vivió para contarlo.
He aquí más material obtenido dentro de la prisión:
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