Denuncian violaciones grupales de mujeres en cárceles chinas

21 de octubre de 2013 11:19 PM Actualizado: 31 de julio de 2015 11:14 AM

Una sobreviviente de torturas y abusos sexuales extremos logró escapar de China a Tailandia y ahora quiere que el mundo sepa que el régimen chino preparó una celda especial dentro de un campo de trabajo forzado masculino destinada específicamente a abusar sexualmente de mujeres que practican Falun Gong. Ella publicó un relato de su experiencia en el sitio web de Falun Gong, Minghui.org, del cual se extrajeron los siguientes pasajes.

El 7 de enero de 2000, la Sra. Yin Liping, que en ese entonces tenía 32 años de edad, fue arrestada y sentenciada a un año y medio en un campo de trabajo forzado, por lo que fue enviada al Campo de Trabajo Forzado de Tieling.

En los nueve meses siguientes fue trasladada de Tieling al Campo de Trabajo Forzado de Liaoning y luego al Campo de Trabajo Forzado de Masanjia.

En todo ese tiempo sufrió de diversas torturas, privación del sueño y extenuantes jornadas de trabajo forzado. De pesar 75 kg pasó a 61 kg, y comenzó a vomitar sangre regularmente.

Tenía una opción para que la trataran mejor: renunciar a su creencia en Falun Gong y acceder a lo que las autoridades llaman “ser transformado”. Pero no quiso hacerlo.

El 19 de abril de 2001 –en ese momento ya llevaba 15 meses de encierro– Yin y otras 9 prisioneras que se habían rehusado a ser transformadas recibieron la noticia de que iban a ser trasladadas.

Una de las jefas de las guardias dijo con una sonrisa irónica: “Las vamos a enviar a un lugar donde van a poder practicar mejor Falun Gong”.

Yin se acercó a una de las guardias a cargo de su equipo y le pidió que dejara de maltratar a las practicantes de Falun Gong.

Luego miró a otra guardia, que tenía su misma edad y había estado a cargo de unas prisioneras que solían atormentar a Yin, y Yin sintió compasión hacia ella. La abrazó y le susurró en la oreja que en algún momento iba a tener que pagar por haber hecho daño a otras personas y que debería dejar de hacerlo.

La guardia comenzó a llorar y le dijo: “Diles que estás enferma. Estás enferma”. Yin luego se dio cuenta de que las guardias sabían lo que les esperaba.

El campo de trabajo forzado para hombres

Un autobús llevó a este grupo de mujeres practicantes de Falun Gong al Campo de Trabajo Forzado para Hombres de Zhangshi.

“Nos hicieron pararnos en fila en el patio del campo”, contó Yin Lipin. “Dos policías muy robustos pasaron lista. Luego uno de ellos leyó una lista de reglas. Dijo: ‘Si los practicantes de Falun Gong que se rehúsan a ser transformados mueren, sus muertes serán consideradas como suicidio’. Se decía que eran las órdenes de [el entonces jefe del Partido Comunista] Jiang Zemin. El guardia sonó muy violento. No recuerdo las otras reglas que leyeron”.

Luego las llevaron a un edificio blanco, donde les controlaron la presión sanguínea. Se llevaron a una de ellas, y las otras nueve quedaron. Había una oficina de guardias al lado de unos barrotes de metal con una puerta cerrada. Detrás de la puerta había un pasillo con varios cuartos.

Hicieron ingresar a las nueve allí adentro y a cada una la colocaron en un cuarto. El de Yin tenía una cama doble y un ropero de madera para colgar ropa.

Cuando entró, ya había cuatro hombres adentro. Cuando caminó por el pasillo para ir al baño, vio una habitación grande con 30 hombres durmiendo en el piso. Yin tenía miedo y se preguntaba por qué la habían mandado a ese lugar.

A las 10 de la noche les pidió a los hombres que estaban en su habitación que se fueran para que ella pudiera dormir. “¿Dormir?”, dijo un hombre de mediana edad, y echó una carcajada. “¿Vas a dormir? A nadie se le permite dormir sin antes ser ‘transformada’. Hubo una mujer a la que se ‘entrenó’ durante 18 días y no se le permitía dormir. Al final, enloqueció’”.

‘Gritos aterradores’

Luego Yin Lipin escuchó gritos desde el pasillo de una practicante llamada Zhou Guirong. “No dejaba de llamarme”, dijo Yin Liping. “Hice lo posible por salir del cuarto y vi que Zhou había logrado escapar al pasillo. Abracé a Zhou con fuerza y no la solté”.

“Los prisioneros nos golpearon varias veces. Mi ojo derecho se hinchó por los golpes y mi ropa quedó destrozada. Nos arrastraron a Zhou y a mí hasta nuestras celdas. Cuatro o cinco hombres me golpearon y quedé desorientada. Al final, me obligaron a acostarme en la cama. Un hombre se sentó encima mío y me golpeó. Quedé mareada y me desmayé”.

“Cuando recuperé la conciencia, vi que había tres hombres acostados a mi lado y sus manos y cuerpos estaban sobre mí. Dos se colocaron entre mis piernas, otro grababa un video y el otro miraba el video. No dejaban de decir cosas sucias. No sabía cuántos más había debajo de mis pies. Me rascaban el centro de los talones y se reían. Decían palabrotas y uno de ellos repetía, ‘No te hagas la muerta. ¡Incluso muerta tienes que renunciar a Falun Gong!”

“Yo no podía creer lo que veía”, contó Yin. “Vomité sangre y había sangre por todos lados”.

“Escuché los gritos aterradores de Zhou Guirong en su celda. Gritaba ‘Liping’. Ese sería mi nombre. Yo sentía que estaba en un sueño, pero no, no era un sueño. Estaba segura de que no era un sueño. Lo horripilantes gritos me llevaban de vuelta a ese horrible infierno en la Tierra”.

“De repente no pude escuchar ningún sonido ni pude ver nada. Luché por ponerme de pie y buscar esa voz familiar. Recibí un golpe en la cabeza con una percha de madera y comencé a sentir un líquido caliente corriendo por mi rostro”.

“Seguí luchando. No tenía concepto de vida o muerte. Nada me detendría. Choqué contra la puerta de la habitación lo más fuerte que pude mientras los prisioneros me golpeaban por todo el cuerpo. No dejaba de llamarla, ‘¡Zhou Guirong!’. Y luego ella entró a mi cuarto. Me sostuvo y corrimos hacia la puerta al final del pasillo”.

“Empujamos con todas nuestras fuerzas para abrir la puerta de metal. Finalmente la puerta se abrió. Ambas estábamos seriamente heridas. Ante estos policías ya no teníamos miedo a la muerte. Los increpamos. ‘¿Este es un campo de trabajo forzado de China? ¿Por qué China nos trata como criminales? ¿Tienes madre, hermana, hija, tía? ¿Crees que estas acciones representan a tu país?”

“‘Si estos hombres no salen de nuestras habitaciones, recordaré este día. Es 19 de abril de 2001, y hoy tú estas de guardia. Si salimos vivas de aquí, te demandaré. Y si morimos aquí, nuestros espíritus nunca te dejarán vivir en paz. Nuestra tolerancia tiene límites’. El policía llamó a los prisioneros y les dijo que por esa noche nos dejaran dormir”.

“Nos llevaron a mi cuarto y dejaron a cuatro prisioneros para vigilarnos. Estuvimos toda la noche despiertas, mirándonos con los ojos llenos de lágrimas. Podíamos escuchar los gritos y golpes en las puertas de los otros cuartos”.

‘Estudio’

“Al día siguiente, los prisioneros que me habían torturado la noche anterior volvieron a la habitación con una cámara de video. Esta vez los acompañó una mujer. Trajeron un montón de libros de Falun Gong. Leían un párrafo y lo explicaban de una manera insultante. Luego leían otro párrafo y daban otra explicación”.

“Y luego un hombre que había abusado de mí la noche anterior me preguntó por qué no estudiaba con ellos. Después me arrastró hacia la cama y me golpeó, preguntándome por qué no estudiaba con ellos, ‘¿Acaso no quieres ser una practicante de Falun Gong?’”.

“Le dije que yo no había cometido ningún crimen y que ese no era un lugar para que yo estudiara. ¿Por qué me tienen que arrestar para que estudie?”

“Los prisioneros escribieron todo lo que yo dije y luego me preguntaron si lo que habían escrito era correcto. Entonces fue momento de comer. Pero allí no podía comer nada y mi cuerpo estaba muy débil”.

“Después se hizo de noche y pasó lo mismo que la noche anterior. Comenzaron a torturarme como la noche anterior –abusando sexualmente. Los guardias de policía eran otros, no eran los mismos que la noche anterior”.

“Golpearon a Zhou Guirong y ella corrió hacia mi cuarto. Me paré y vomité sangre. En ese momento cesaron todos los sonidos. Luego Zhou Guirong lloró y me llamó por mi nombre. Después la policía consultó con el líder del equipo y permitieron que Zhou Guirong se quedara para cuidarme”.

“Pero no dejaron de perseguir a Zhou y de leer las enseñanzas de Falun Gong de esa manera tan perversa. Hacía mucho tiempo que Zhou no veía un libro de Falun Gong y estuvo a punto de tomarlo, pero yo dije: ‘No podemos estudiar aquí, es una humillación’. Así que soltó el libro. ‘Cuando volvamos a casa vamos a estudiar las enseñanzas de Falun Gong como corresponde’, le dije”.

“Los demonios no nos dejaban tranquilas durante la noche. Luego un hombre le dijo que mi cabeza y mi cuerpo estaban muy calientes, que no me dejara morir. Cada uno de esos hombres se acercó a probar mi temperatura y estaban callados. No recuerdo cómo pasé esa noche”.

“El tercer día, Zhou y yo de repente nos acordamos de Ren Dongmei, que era soltera. Estaba encerrada en la celda más alejada. Para ese entonces, Zhou y yo ya no pensábamos en la muerte. Corrimos por el pasillo y llamamos a Ren por su nombre. Encontré a los guardias y les dije que Ren era virgen. Les rogué que no le hicieran daño: ‘Ustedes también tienen hijas, ¿no?’”

“Durante años, no pude escribir lo que me pasó allí. Si lo intentaba, mi mente colapsaba. No me atrevía ni quería pensar en ello, ya que cada vez que me venía a la mente, me atrapaban un dolor y un horror muy profundos”.

“Luego supe que, antes de que nos enviaran allí, hubo 33 practicantes a las que enviaron y ‘transformaron’ de esa manera. Algunas colapsaron mentalmente. Durante todos estos años, la brutal persecución a los practicantes de Falun Gong nunca se detuvo”.

Del grupo de 9 practicantes que sufrieron abusos sexuales en el Campo de Trabajo Forzado de Zhangshi, Yin Liping sabe que Zhou Guirong y Su Juzhen luego murieron por las torturas. Su Juzhen primero sufrió un colapso mental.

Epílogo

El Dr. Jingduan Yang es un psiquiatra en Filadelfia que trató a sobrevivientes de torturas en los campos de trabajo forzado de China y también entrevistó a varias sobrevivientes del nefasto Campo de Trabajo Forzado de Masanjia.

Yang comenta que la dificultad que tuvo Yin Liping para escribir su historia es común en las víctimas de abusos tan graves.

“Esto es lo que se conoce como estrés post-traumático”, agrega Yang. “Uno de los síntomas es bloquear, evadir, no escuchar ni ver nada que a la víctima pueda recordarle lo que le hicieron. Vive constantemente con terror y ansiedad. Esos son síntomas comunes”.

“El impacto de este tipo de abusos sobre una persona es terrible”, dijo Yang. “Es difícil medir lo que les ocurrió. Destruye la autoestima de una persona. Implanta miedo y terror dentro de la persona, tanto física como emocional y cognitivamente”.

“Ese miedo está siempre dentro de la persona y puede reactivarse en cualquier momento si se topa con algo que le recuerde –aunque sea remotamente– del trauma. Esto cambia de manera permanente la forma en que responden ante la gente. Aunque ya no estén en el lugar donde sufrieron el abuso y estén viviendo en un lugar seguro, tienen pesadillas, recuerdos y terror”.

Artículo original en chino.

Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.