El Dr. Robert Malone advirtió sobre el efecto de imprinting antigénico, más conocido como “pecado antigénico original”, después de que el Dr. Anthony Fauci manifestara su respaldo a una segunda dosis de refuerzo de la vacuna contra COVID-19 para todos los estadounidenses de 5 años o más.
«Yo no podría diseñar una vacuna, aunque quisiera, que tuviera más probabilidades de provocar el imprinting antigénico», declaró Malone, quien ayudó a inventar la tecnología de ARN mensajero en la que se basan las vacunas de Pfizer y Moderna, a The Epoch Times.
El imprinting antigénico o pecado antigénico original se refiere a un fenómeno por el cual la exposición inicial a una cepa de virus puede impedir que el organismo produzca suficientes anticuerpos neutralizantes contra una nueva cepa viral.
Las vacunas contra COVID-19 actualmente en circulación se basan en la cepa Wuhan del virus del PCCh (Partido Comunista Chino), también conocido como SARS-CoV-2, el causante de COVID-19.
Desde la circulación mayoritaria de la cepa Wuhan han surgido varias variantes que se han convertido en dominantes, incluida la variante ómicron, actualmente dominante.
Investigadores del Imperial College de Londres y de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido descubrieron que las personas que recibieron tres dosis de una vacuna contra COVID-19 y se infectaron con la cepa Wuhan tenían un menor nivel de protección contra las cepas posteriores en comparación con las personas que no se habían infectado. Otros grupos, incluidos los investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess, revelaron que las vacunas son mucho menos eficaces contra las subvariantes de ómicron que contra la cepa Wuhan.
Varios estudios han encontrado una eficacia negativa entre los grupos de vacunados. Esto significa que los que se vacunan tienen más probabilidades de infectarse.
En algunas zonas, los vacunados representan la mayoría de los infectados o de los que están hospitalizados o quienes mueren por COVID-19. En Luisiana, por ejemplo, el 70 por ciento de las muertes registradas entre el 23 y el 29 de junio se produjeron entre los vacunados.
Segunda dosis de refuerzo
Las vacunas se promocionaron originalmente como regímenes primarios de dos inyecciones (Pfizer y Moderna) o como inmunización de una sola inyección (Johnson & Johnson). Se decía que tenían una eficacia de hasta el 100 por ciento contra la infección sintomática.
Debido a la disminución de la eficacia contra las variantes emergentes, las autoridades estadounidenses autorizaron dosis de refuerzo. En marzo, debido a que los efectos de las dosis de refuerzo contra la infección no duraron mucho, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) autorizaron y recomendaron una segunda dosis de refuerzo para todos los adultos mayores de 50 años.
Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y principal asesor médico del presidente Joe Biden, afirma ahora que los estadounidenses de entre 5 y 50 años deberían poder recibir una segunda dosis de refuerzo.
Fauci declaró al medio Washington Post que Estados Unidos «necesita permitir que las personas menores de 50 años reciban su segunda dosis de refuerzo, ya que pueden haber pasado meses desde que muchos de ellos recibieron su primera dosis de refuerzo».
«Si uno se puso la tercera vacuna [en 2021], es muy probable que la inmunidad esté disminuyendo», añadió.
Fauci no tiene autoridad para autorizar o recomendar vacunas de refuerzo, pero ha señalado cambios importantes en la política de vacunas de Estados Unidos en el pasado.
La Casa Blanca y la FDA responden
El 12 de julio, el Dr. Ashish Jha, coordinador de la respuesta para COVID-19 de la Casa Blanca, dijo a los periodistas que «tenemos conversaciones todo el tiempo sobre las cosas que podríamos hacer para proteger mejor al pueblo estadounidense», pero la decisión sobre las segundas dosis de refuerzo la tomarán la FDA y los CDC.
Fauci hizo una declaración similar durante la sesión informativa.
«La FDA está evaluando la situación actual, incluida la epidemiología emergente que indica un aumento de la hospitalización y estará abierta a todas las opciones potenciales para abordar esto, si es necesario», dijo un portavoz de la FDA a The Epoch Times en un correo electrónico.
Los fabricantes de vacunas y la FDA están trabajando juntos para desarrollar vacunas específicas para otoño, que dicen que ofrecerán una mejor protección. Estas vacunas actualizadas aún no están en el mercado.
Muchos adultos estadounidenses recibieron una serie primaria de una vacuna, incluidos el 91 por ciento de los mayores de 65 años y el 77 por ciento de los mayores de 18 años. Pero, las dosis de refuerzo han sido más difíciles de vender. Según los datos de los CDC, solo el 70 por ciento de las personas de edad avanzada que recibieron la primera serie de vacunas han recibido la primera dosis de refuerzo, así como solo el 51 por ciento de los mayores de 18 años. La segunda dosis de refuerzo solo se ha administrado al 28 por ciento de la población de 50 años o más.
Pocas órdenes de vacunación contra COVID-19 incluyen aplicarse una dosis de refuerzo, por lo que la mayoría de los mandatos se han rescindido debido a factores como la caída de las métricas de COVID-19 y la disminución de la eficacia de las vacunas.
Las nuevas subvariantes BA.4 y BA.5 de ómicron —que han ido superando a otras cepas en Estados Unidos— son «más propensas a provocar infecciones por la vacuna», descubrieron investigadores de la Universidad de Columbia.
Infecciones impulsadas por la vacuna
Las métricas de COVID-19 en Estados Unidos fueron aumentando en las últimas semanas. El promedio semanal de casos se incrementó un 75 por ciento desde finales de marzo y las hospitalizaciones por COVID-19 se duplicaron desde abril.
Las autoridades culpan a las subvariantes BA.4 y BA.5 de ómicron, que han ido superando a otras cepas en Estados Unidos y se cree son más transmisibles, pero no parecen causar una enfermedad más grave.
Las personas deben recibir una dosis de refuerzo tan pronto como sean elegibles, lo que suele ser unos cinco meses después de su última vacuna, dijo el Dr. Jha y la directora de los CDC, Rochelle Walensky. «No hay que retrasarlo», según el Dr. Jha.
Pero el Dr. Malone se encuentra entre los científicos que cuestionan la idea de que las vacunas sean la solución.
«Hay un gran problema con la nueva ómicron, que es la BA.5. Las personas que se infectan crónicamente y son hospitalizadas y mueren son predominantemente los vacunados. Está ocurriendo en todo el mundo», dijo Malone. «Ahora tienen un problema porque ellos han impulsado esto, causado por el imprinting inmunológico. Esto se está convirtiendo cada vez más en una enfermedad impulsada por las vacunas».
Fauci, uno de los principales defensores de las vacunas, «él ha creado básicamente una situación a través de la insistencia en la hipervacunación en la que realmente está impulsando la enfermedad en Estados Unidos», añadió el Dr. Malone.
Los funcionarios del gobierno no están de acuerdo. Walensky dijo que los datos de los CDC muestran que las personas que no han recibido una vacuna o no se aplicaron la dosis de refuerzo tienen menos protección que las que han recibido la dosis de refuerzo, incluso contra la infección, pese a que los estudios muestran que la protección contra la infección cae rápidamente después de la primera y segunda dosis de refuerzo.
Fauci dijo que las personas que se infectaron previamente, o que tienen inmunidad natural por haber sobrevivido a COVID-19, «no tienen mucha protección» contra las nuevas subvariantes.
Tampoco mencionó cómo la inmunidad natural, según un nuevo estudio, sigue siendo más fuerte que la protección de las vacunas incluso aplicando las dosis de refuerzo, en particular contra la enfermedad grave.
Con la contribución de Meiling Lee
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