En el momento en que Shanghái reabre sus puertas tras dos meses de confinamiento por COVID-19, un residente y activista de derechos humanos declaró a The Epoch Times que su primer deseo es desenterrar la causa de la muerte de su esposa fallecida durante el brote en un hospital local.
Yu Zhonghuan, natural de Shanghai, dijo que su esposa, Shi Ping estaba bajo el cuidado del Hospital del Cerebro de la Cruz Azul de Shanghai y falleció el 28 de abril. Aunque las autoridades dijeron que la causa de la muerte fue una grave contaminación pulmonar, él duda del informe.
El hospital se encuentra en el distrito de Minxing, en el centro financiero chino. Según su página web, el hospital obtuvo la acreditación de la Joint Commission International, una organización independiente sin ánimo de lucro que describe su certificación como «líder mundial en calidad de la atención sanitaria y seguridad del paciente».
«A lo largo de los últimos años, el estado de mi mujer había mejorado notablemente», dijo Yu sobre el estado pulmonar de su esposa.
Sin embargo, COVID-19 llegó al hospital a finales de marzo y un gran número de médicos y enfermeras fueron diagnosticados con el virus. Yu cree que, debido a la falta de personal y a las medidas para eliminar la transmisión del COVID-19, es probable que su mujer no recibiera la atención adecuada o contrajera COVID-19 y terminara perdiendo la vida.
«En el peor momento solo quedaba un único médico [de guardia] en todo el programa, a cargo de 50 o 60 pacientes», dijo Yu. «Él estaba demasiado ocupado para atenderlos, muchos de los cuales estaban en estado crítico».
El gobierno de Shanghai también debería rendir cuentas por el tratamiento y la atención inadecuados de los pacientes durante los cierres masivos, dijo Yu, añadiendo que el gobierno local también debería tener alguna responsabilidad por la muerte de su esposa.
«El hospital debería haber estado bien preparado [para el tratamiento]», reclamó el marido. «Ustedes [el gobierno] están matando de hecho cuando ordenan a más de la mitad de los médicos -—muchos de los cuales eran médicos en jefe— que se queden en sus casas mientras mantienen a tantos pacientes a la espera de tratamiento en el hospital».
Solicitud de autopsia denegada
Yu solicitó a los funcionarios del hospital que le hicieran una autopsia a su mujer al conocer la noticia de la muerte, pero se encontró con excusas destinadas a desanimar sus esfuerzos, según el activista. Dos días después, le notificaron que la comisión de salud de su distrito también había desestimado su petición.
Las autoridades del hospital también informaron a Yu que los cierres habían dejado en suspenso los servicios de autopsia.
«Yo presenté mis quejas ante diversas autoridades, incluido al 110 [número de China para llamar a la policía] y los organismos de supervisión», dijo a continuación. «Ninguno de ellos aceptó mis quejas, como en un estado anárquico».
Más bien, le instaron a que aceptara y firmara su nombre en el plan de incineración. Incluso le amenazaron con enviar el cadáver de su mujer a su propia casa o con llamar a la policía si se negaba.
Falta de transparencia en datos relacionados con COVID-19
Yu dijo que durante el brote hizo un seguimiento diario de las actualizaciones oficiales de COVID-19 de la Comisión de Salud de Shanghai y descubrió que los informes oficiales se contradecían con lo que él sabía que estaba ocurriendo incluso en el hospital de su esposa.
«Este hospital no fue incluido en la lista de la comisión de salud hasta el 11 de abril», dijo. «Sin embargo, me dijeron que había habido [casos confirmados] cuando estuve allí el 30 de marzo».
«Siete de los compañeros de habitación de mi mujer murieron», dijo Yu a The Epoch Times. «Su pabellón albergaba a diez compañeros de habitación en total. Todos conocían la situación porque habían permanecido allí durante muchos días».
Él dijo que las discrepancias que vio con los informes oficiales de COVID-19 eran «inquietantes».
The Epoch Times trató de ponerse en contacto con el Hospital de la Cruz Azul de Shanghai sin éxito a pesar de los repetidos intentos. No fue posible contactar con el CDC de Shanghai ni con las líneas de atención sanitaria de la ciudad para obtener comentarios.
Con la contribución de Zhao Fenghua y Luo Ya
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