El director de la NASA, Nelson, estuvo en lo correcto al criticar a China

Por Rick Fisher
17 de mayo de 2021 3:42 PM Actualizado: 17 de mayo de 2021 3:42 PM

Opinión

Tras días de creciente frustración por la negativa de China a rendir cuentas sobre su etapa de refuerzo fuera de control, Long March-5,  de 21 toneladas, el recién confirmado director de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), el exastronauta y senador Bill Nelson, denunció al régimen chino con algunas críticas necesarias.

En un comunicado de prensa posteado en la página web de la NASA, el 8 de mayo, Nelson declaró: “Las naciones espaciales deben minimizar los riesgos para las personas y la propiedad en la Tierra del reingreso de objetos espaciales y maximizar la transparencia con respecto a esas operaciones. Está claro que China no cumple con los estándares responsables con respecto a sus desechos espaciales».

Desde su puesta en órbita el 29 de abril, la etapa de refuerzo, Long March-5, había estado en un descenso incontrolado.

Sin embargo, manteniendo el carácter, ni el programa espacial chino ni Beijing hicieron alguna labor por informar a los gobiernos extranjeros sobre sus desechos espaciales errantes, y no ofrecieron alguna explicación hasta que surgieron críticas desde Occidente.

El refuerzo, Long March-5, o la primera etapa tenía que alcanzar la órbita porque el tamaño de la carga útil significaba que no había una segunda etapa, lo que requería que se quemara más tiempo para alcanzar la velocidad orbital. Sin embargo, no contaba con propulsores para ayudar a desorbitar.

Los vehículos de lanzamiento espacial de tres etapas generalmente no requieren la primera etapa más grande para alcanzar la órbita, lo que significa que regresan a la Tierra más rápidamente, generalmente a un impacto en el océano.

Había una creciente preocupación mundial sobre esta última misión del Long March-5 por tres razones principales:

Primero, la etapa de refuerzo del Long March-5 era un objeto grande, de aproximadamente 21 toneladas, o el sexto o séptimo cuerpo más grande en reingresar desde el espacio, según una entrevista en la página web del 6 de mayo con Marlon Sorge del Centro de Estudios Orbitales y Reingresos de Escombros de la Corporación Aeroespacial (CORDS, por sus siglas en inglés). Él también estimó que del 20 al 40 por ciento de su masa podría llegar a tierra, o de 5 a 10 toneladas—aproximadamente un autobús urbano, pero viajando a 17,000 millas (27,359 km) por hora.

En segundo lugar, la etapa de refuerzo Long March-5 no fue diseñada para tener la capacidad de realizar un descenso controlado que permitiera evitar áreas pobladas.

En tercer lugar, el refuerzo Long March-5 estaba orbitando con una inclinación de 41.5 grados, lo que significa que pasaría sobre la mayoría de las regiones pobladas de la Tierra, aumentando la posibilidad, aunque sea mínima, de que pudiera impactar sobre personas o propiedades en más de una docena de naciones, incluido Estados Unidos.

Un lanzamiento anterior del Long March-5 en mayo de 2020, para probar la cápsula espacial tripulada de segunda generación de China, vio pasar a la etapa de refuerzo por encima de la ciudad de Nueva York justo antes de esparcir los desechos espaciales en áreas pobladas en el país africano de Costa de Marfil.

El cohete de carga pesada, Long March 5, de China despega desde el Centro de Lanzamiento de la Nave espacial Wenchang en la provincia de Hainan, en el sur de China, el 27 de diciembre de 2019. (STR/AFP a través de Getty Images)

Al final resultó que, esta última etapa de refuerzo Long March-5 impactó el 9 de mayo, justo al oeste de las Maldivas en el Océano Índico.

Sin embargo, para ilustrar la falta de comprensión de China sobre sus propios desechos espaciales, el 9 de mayo (tiempo del este del 8 de mayo), la Oficina de Ingeniería Espacial Tripulada de China emitió un comunicado de prensa, indicando que los desechos del Long March-5 impactarían en el Mar Mediterráneo Oriental.

Este teatro de absurdos puede reproducirse otras seis veces en esta década, siendo el número de misiones de Long March-5 necesarias para apoyar la construcción de la Estación Espacial China y futuras sondas chinas no tripuladas a la Luna.

Al principio, la Administración Biden trató de restar importancia a la preocupación. En el transcurso de una rueda de prensa del 5 de mayo, se le cuestionó a la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki: «¿La Casa Blanca condena este tipo de comportamiento imprudente reiterado del programa espacial de China?»

Psaki reconoció la preocupación pero no ofreció ninguna crítica hacia China. Sin embargo, el 6 de mayo, el secretario general de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, respondiendo a los periodistas, tuvo que decir que Estados Unidos no tenía planes de derribar los escombros del Long March-5.

Otro peligro fue revelado por el astrofísico, Jonathan McDowell, del Centro Harvard-Smithsonian de Astrofísica, el 10 de mayo en su cuenta de Twitter. Aproximadamente seis minutos después de que el módulo de la estación espacial Tianhe de China se separara del propulsor Long March-5, el 29 de abril, pasó a 300 km de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés).

Si bien esta noticia no generó tanta preocupación, esto evoca el recuerdo de la misión de la nave espacial tripulada Shenzhou-7 de China en septiembre de 2008 que pasó a 28 millas (45 km) de la ISS. En ambos casos, el paso de proximidad chino a la ISS probablemente fue planificado con anterioridad, pero no se transmitió ninguna advertencia a los socios de la ISS.

Sin embargo, cuando la Administración Biden finalmente notó la preocupación el 5 de mayo, China respondió con propaganda defensiva. El mismo día, el órgano del Partido Comunista Chino, el Global Times, citó a un experto espacial chino que dijo: «(…) Esta es otra exageración de la llamada ‘amenaza espacial de China'».

Sin embargo, China ha demostrado durante mucho tiempo que es una amenaza en el espacio, desde su interceptación antisatélite de enero de 2007 que creó una enorme nube de desechos espaciales, hasta su simulacro de interceptación de la ISS en septiembre de 2008, su estación espacial de doble uso y su futura base lunar, todo bajo la tutela del Ejército Popular de Liberación.

El desprecio arrogante del régimen chino por el peligro que representa su etapa de refuerzo incontrolada del Long March-5 viene a continuación de su desprecio más monstruoso por su papel en la creación y propagación del coronavirus de Wuhan (COVID-19) que ahora ha matado a casi 3.3 millones de personas en todo el mundo y casi 600,000 estadounidenses.

Ahora que el director de la NASA, Nelson, ha dicho la verdad acerca de que China «no cumple con los estándares responsables con respecto a sus desechos espaciales», esperemos que no se recompense a China con programas espaciales cooperativos como la favorecen otros miembros de la administración Biden.

Nelson también dio un ejemplo más amplio y apropiado. Ya sea basura espacial que podría caer sobre nuestras cabezas, una negativa a rendir cuentas por el COVID-19, sus ocupaciones militares ilegales en el Mar de Sur de China o sus amenazas militares casi diarias a las democracias como Taiwán y Australia, es momento de denunciar al Partido Comunista Chino por sus estragos en serie.

Rick Fisher es miembro senior del Centro Internacional de Evaluación y Estrategia.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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