‘El infame Masanjia’: La historia de una mujer que sufrió tortura y violencia sexual en un gulag chino

Por Joan Delaney - La Gran Época
20 de mayo de 2019 4:55 PM Actualizado: 20 de mayo de 2019 4:55 PM

“Cada vez que pienso en el infame campo de trabajo forzado de Masanjia, me tiembla el corazón”, dijo Yin Liping.

El Campo de Trabajo Forzado de Masanjia en China es conocido entre los practicantes de Falun Dafa como una “guarida oscura del mal” debido a la cruel tortura infligida por los guardias.

Fue en Masanjia donde Yin terminó presa en septiembre de 2000. Había estado detenida y torturada en otros campos de trabajo, pero se negó a ser “transformada” –un término para forzar a los practicantes de Falun Dafa a abandonar la práctica tradicional de meditación– por lo que fue enviada a Masanjia.

Masanjia se especializó en transformar a los practicantes de Falun Dafa por cualquier medio necesario, incluyendo el abuso sexual generalizado y la tortura. Un número desconocido de practicantes fueron enviados allí después de que el régimen chino lanzara su campaña de persecución contra Falun Dafa, también llamado Falun Gong, en julio de 1999.

Muchos no sobrevivieron, o terminaron discapacitados o locos por la tortura.

Durante las dos primeras semanas después de llegar al campo de trabajo, Yin, que entonces tenía 32 años, se vio obligada a escuchar propaganda que difamaba la disciplina espiritual desde las 5 de la mañana hasta las 2 de la madrugada todos los días. Cuando eso no logró el efecto de transformarla, comenzó la tortura física.

Uno de los guardias la golpeó, pateó, pegó y electrocutó repetidamente en partes sensibles con porras eléctricas de alto voltaje.

“Empezó a electrocutarme con dos porras eléctricas en la cara, el cuello, los pies y las manos. Tenía un dolor extremo. Me costaba respirar y mi cara seguía temblando. Ya no podía mantenerme en pie y caí hacia atrás”, dijo Yin en una entrevista con Minghui.org después de escapar a Tailandia en 2013.

“Me arrastraron de vuelta a la celda. Cuando recuperé el conocimiento, encontré que mis manos, mi cara, cuello y espalda estaban cubiertos de manchas de quemaduras y ampollas. Estaba extremadamente débil. Viendo lo mal que me habían torturado, una anciana en la celda lloró y dijo: ‘No sé si puedes soportarlo. Pocas personas pueden soportar la tortura. Si no puedes, simplemente escribe las declaraciones que quieran’”.

La compañera de celda de Yin se refería a las llamadas “tres declaraciones” que los prisioneros de conciencia de Falun Dafa son presionados a firmar como parte de su transformación. Consisten en una carta de arrepentimiento, una garantía de no volver a practicar Falun Dafa nunca más, y una lista de nombres y direcciones de todos los practicantes que conocen.

Yin Liping y su hijo antes de la persecución contra los practicantes de Falun Dafa que comenzó en 1999. (Minghui.org)

Luego vino la privación de sueño, el confinamiento solitario y las golpizas de otros reclusos.

“Me golpearon la cabeza contra la pared, lo que hizo que mis oídos retumbaran fuerte”, dijo.

“Cuando se cansaron de golpearme, me obligaron a ponerme en media sentadilla con las manos extendidas. Me pusieron agujas debajo de las muñecas. Si se me caían las manos, me pinchaban. En menos de dos horas, mis muñecas estaban tan pinchadas que caía sangre. Si apartaba las manos de las agujas, me pegaban con palos de madera y me abofeteaban”.

Un día, Yin fue arrastrada una vez más a la oficina del jefe de la división, Zhang Xiurong, y presionada para firmar las “tres declaraciones”.

“Me negué”, dijo ella. “Zhang y dos guardias me golpearon e insultaron. Me sostuvo en el suelo y me cortó el pelo con unas tijeras. Luego se rió salvajemente y dijo que yo parecía una enferma mental”.

Agresión sexual en el campo de trabajo de hombres

El 19 de abril de 2001, cuando Yin había cumplido más de 15 meses de su sentencia de 18 meses, ella y otras nueve practicantes de Falun Dafa que se negaron a ser transformadas fueron llevadas en autobús al Campo de Trabajo de Hombres de Zhangshi.

Allí, las mujeres fueron separadas, y cada una fue colocada en una habitación. Cuatro hombres ya estaban en la habitación de Yin. Cuando fue por el pasillo para usar el baño, vio una gran habitación con 30 hombres durmiendo en el suelo. Yin tuvo miedo y se preguntó qué estaba haciendo en ese lugar.

Yin pidió a los hombres que salieran de su habitación para que pudiera dormir. Un hombre de mediana edad le dijo: “¿Quieres dormir? A nadie se le permite dormir sin ser transformado. Una mujer fue ‘entrenada’ aquí durante 18 días y no se le permitió dormir. Al final, se volvió loca”.

Yin Liping sostiene una foto del campo de trabajo forzado de Masanjia mientras testifica ante la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China en la audiencia titulada “El uso generalizado de la tortura en China” en Washington, el 14 de abril de 2016. Yin es una practicante de Falun Dafa que sobrevivió a la tortura, al trabajo forzado y la violencia sexual en Masanjia y en otros campos de trabajo forzado en China. (Lisa Fan/La Gran Época)

Entonces Yin oyó gritos de terror desde el pasillo. Sabía que era su amiga Zhou Guirong y salió corriendo para tratar de protegerla, pero los presos las atacaron a ambas.

“Los presos nos golpearon repetidamente. Mi ojo derecho se hinchó a causa de los golpes y me arrancaron y quitaron mis ropa. Zhou y yo fuimos arrastradas de vuelta a nuestras celdas. Fui golpeada por cuatro o cinco hombres y me desorienté. Finalmente, me obligaron a acostarme en la cama. Un hombre se sentó sobre mí y me golpeó. Me mareé y  desmayé”, dijo.

“Cuando recobré el conocimiento, encontré a tres hombres acostados a mi lado y sus manos y cuerpos estaban sobre mí. Dos estaban entre mis piernas, uno estaba filmando un video y el otro estaba viendo el video. No paraban de hablar sucio. Dijeron obscenidades y uno de ellos siguió diciendo: ‘No finjas que estás muerta. ¡Tienes que renunciar a Falun Gong aunque estés muerta!’”.

“No podía creer lo que veía”, dijo Yin. “Vomité sangre y había sangre por todas partes”. Se dio cuenta de que había sido grabada mientras la violaban en grupo cuando se desmayó.

Mientras tanto, todavía podía oír a Zhou gritando. Intentó alejarse de los hombres para ayudar a su amiga, pero uno de ellos la golpeó en la cabeza con una percha de madera.

“De repente sentí un líquido tibio corriendo por mi cara, pero luché por levantarme. No tenía el concepto de vivir o morir. Nada podía detenerme. Me estrellé contra la puerta de la habitación lo más fuerte que pude mientras los presos me golpeaban en todo el cuerpo. No dejé de llamarla por su nombre, y luego entró corriendo en mi habitación. Ella me sostuvo, y corrimos hacia la puerta al final del pasillo”.

Pudieron abrir la puerta, pero luego los hombres las agarraron y las arrastraron de vuelta a sus habitaciones. Esa noche se les permitió dormir mientras cuatro reclusos las vigilaban.

En octubre de 2000, seis meses antes de los sucesos descritos por Yin Liping en el Campo de Trabajo Masculino de Zhangshi, 18 mujeres practicantes de Falun Dafa fueron arrojadas desnudas a las celdas de los hombres en el Campo de Trabajo Forzado de Masanjia. Este grabado en madera representa la escena. (Minghui.org)

Al día siguiente, los presos que habían torturado a Yin la noche anterior volvieron a su habitación con una cámara de vídeo e intentaron transformarla. Cuando no quiso cooperar, la golpearon.

“Y entonces era de noche, y ocurrió lo mismo que la noche anterior”, dijo Yin. “Comenzaron a torturarme como la noche anterior: el abuso sexual. Los guardias de la policía habían cambiado, no eran los de la noche anterior”.

Los guardias también usaron porras eléctricas para electrocutar sus pezones, genitales y otras partes sensibles del cuerpo.

Esto continuó así durante los tres días que las mujeres estuvieron en el campo de trabajo de hombres. Para cuando fueron llevados de vuelta a Masanjia, no solo estaban gravemente heridas, sino totalmente desmoralizadas y humilladas.

Del grupo de nueve mujeres que fueron agredidas sexualmente en el Campo de Trabajo de Hombres de Zhangshi, Zhou Guirong y Su Juzhen murieron más tarde a causa de la tortura. Antes Su Juzhen sufrió un colapso mental.

Reconstrucción de la tortura sexual. (Minghui.org)

‘Ella murió en mis brazos’

Yin ya estaba débil cuando llegó a Masanjia en septiembre de 2000.

Fue sentenciada a 18 meses por apelar para que se pusiera fin a la brutal represión de Falun Dafa, y antes de Masanjia estuvo en dos campos de trabajo donde fue torturada y obligada a realizar trabajos forzados.

En el campo de trabajo forzado de Liaoyang, su cabello se volvió gris y su período menstrual se detuvo debido al trabajo agotador, que incluía ayudar a cargar ocho toneladas de barras de acero en camiones durante el día y atar flores artificiales por la noche hasta las 2 de la madrugada. Su peso bajó de 75 kg a 60 kg, y comenzó a vomitar sangre regularmente.

Después de terminar su primera estadía en Masanjia, Yin fue enviada allí dos veces más y la brutal tortura continuó. En ambas ocasiones, fue puesta en libertad antes de tiempo porque estuvo al borde de la muerte.

En un momento dado, la esposaron a una cama y le inyectaron drogas desconocidas durante más de dos meses, a razón de dos envases por día. Como resultado, perdió temporalmente la visión y desarrolló trastornos endocrinos, incontinencia y sangre en la orina.

Durante todos sus años de detención ilegal y abuso, Yin se mantuvo firme en su fe y nunca fue transformada.

Después de huir a Tailandia en agosto de 2013, Yin obtuvo el estatus de refugiada en Estados Unidos en 2015. El 14 de abril de 2016 en Washington, en una audiencia del Congreso sobre el uso de la tortura sistemática por parte de China en sus centros de detención, relató su historia de los años de abusos en Masanjia, que fue cerrado en 2013.

Yin Liping testifica ante la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China en Washington, sobre “El uso generalizado de la tortura en China”, el 14 de abril de 2106. (Gary Feuerberg/La Gran Época)

Yin dijo en la audiencia que fue testigo de algunas de las agresiones sexuales y crímenes descritos en el libro “Coma vaginal” de 2014, del exrreportero gráfico Du Bin del New York Times, el cual revela la brutal tortura sexual de las mujeres practicantes de Falun Dafa y peticionarias detenidas.

Sosteniendo el libro, ella dijo: “Tres cepillos de dientes se ataban juntos, y se insertaban y agitaban en las partes íntimas de las mujeres. Vi con mis propios ojos a un grupo de hombres golpeando a una anciana practicante de Falun Gong en el baño. Insertaron a la fuerza un palo de escoba roto en su parte íntima”.

Lágrimas corrían por su cara mientras hablaba. Ella dijo que 30 practicantes de Falun Dafa que ella conocía desarrollaron trastornos mentales a causa de la tortura y 10 murieron, ya sea en prisión o después de haber sido liberadas.

“La Sra. Wang Jie era una de ellas”, dijo, sosteniendo una foto de su amiga. “Murió en mis brazos el 21 de abril de 2012”.

Wang Jie, Zhou Guirong y yo pasamos por una persecución brutal y malvada. Nos prometimos unas a otras que la que sobreviviera expondría la persecución al mundo. Hoy estoy hablando por ellas, las víctimas sin voz para siempre”.

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