El PCCh está llevando a cabo un ‘genocidio frío’ contra Falun Gong, según una académica

Por Frank Fang
26 de septiembre de 2021 1:30 PM Actualizado: 26 de septiembre de 2021 1:30 PM

Las atrocidades cometidas por el régimen chino contra los practicantes de Falun Gong equivalen a un «genocidio frío», dijo una académica canadiense.

Maria Cheung, decana asociada de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Manitoba, habló en la quinta sesión de la Cumbre Mundial sobre la Lucha contra la Sustracción Forzada de Órganos, llevada a cabo el 25 de septiembre.

David Matas, abogado canadiense de derechos humanos; el Dr. Torsten Trey, director ejecutivo de la ONG, Médicos contra la sustracción forzada de órganos y la decana Cheung estuvieron entre los cuatro autores que publicaron un artículo de 2018 titulado «Genocidio frío: Falun Gong en China» en la revista internacional, Prevención y Estudios sobre los Genocidios.

Cheung explicó que lo que el régimen comunista ha hecho contra los practicantes de Falun Gong en China (aunque cumple con la definición clásica de genocidio) es diferente dada la duración de la persecución que lleva 22 años desde sus inicios, en 1999.

«Es un genocidio por desgaste, un proceso lento de aniquilación que refleja la matanza encubierta y en masa a un grupo protegido; el público no ve que las muertes violentas ocurran de forma inmediata».

Dijo que ella y sus coautores denominaron a este tipo matanza como un genocidio frío, «que está oculto y perdura durante más de dos décadas pasando casi desapercibido».

En contraste con los “genocidios fríos” están los “genocidios calientes”, que los autores definieron en su artículo como “actos destructivos de alta intensidad que aniquilan al grupo de víctimas en un corto período de tiempo”.

Los practicantes de Falun Gong, una disciplina espiritual que también se conoce como Falun Dafa, han sido perseguidos en China desde 1999. Según el Centro de Información de Falun Dafa, millones han sido detenidos dentro de prisiones, campos de trabajo forzado, pabellones psiquiátricos y otras instalaciones en China, con cientos de miles que fueron torturados mientras estaban encarcelados.

El encarcelamiento masivo a millones de practicantes de Falun Gong en cárceles, campos de trabajo y otros centros de detención, sirvió como un mecanismo para llevar a los practicantes al sistema ilegal de sustracción forzada de órganos creado por el Partido Comunista Chino (PCCh). Poco después de que comenzara la persecución a Falun Gong, la industria de los trasplantes de órganos en China empezó a crecer.

Muchos practicantes de Falun Gong han informado sobre cómo casi fueron víctimas de la sustracción de órganos en China. Recordaron que se les pidió repetidamente que se sometieran a exámenes físicos, incluidos análisis de sangre, mientras estaban detenidos.

«En los datos de mi reciente investigación en tres países sobre la tortura experimentada por los refugiados que practican Falun Gong en China, alrededor del 75 por ciento han sido sometidos a estos procedimientos de detección selectiva para la extracción forzada de órganos cuando están encarcelados en China», dijo Cheung.

En 2019, un tribunal popular con sede en Londres publicó un informe que concluía que la sustracción forzada de órganos estaba ocurriendo a una «escala significativa» en China, y que los practicantes de Falun Gong eran la principal fuente de órganos.

Cheung dijo que el «genocidio frío» de China contra los practicantes de Falun Gong no se trata solo de la destrucción física del grupo, que es lo que representa la sustracción forzada de órganos, sino también de la destrucción psicológica y social.

La privación del sueño, la ingesta forzada de drogas psicotrópicas y la exposición constante e ininterrumpida a películas de propaganda chinas son algunas de las tácticas conocidas de lavado de cerebro que los guardias chinos despliegan contra los practicantes de Falun Gong detenidos. Lo que pretenden es que renuncien a su fe.

La destrucción social viene en forma de persecución financiera, ya que las autoridades chinas han obligado a las empresas a despedir a los practicantes de Falun Gong o privarlos de su pensión. Además, los funcionarios chinos también han intentado aislar a los practicantes en la sociedad, obligando a los familiares y colegas de los practicantes de Falun Gong a volverse en su contra.

“La muerte social y la muerte espiritual, a diferencia de la masacre física, son silenciosas y sin sangre, pero logran un efecto similar y profundo con respecto a su objetivo de erradicación”, dijo Cheung.

“Nos enfrentamos a un régimen totalitario que intenta lograr la aniquilación de un grupo de víctimas [practicantes de Falun Gong] pausadamente, generando desatención, ignorancia o apatía”, dijo. «No se trata solo de grupos de víctimas o ciudadanos chinos, se trata también de ciudadanos del mundo».


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