En el límite del crimen: Falta de información en prensa sobre sustracción forzada de órganos en China

Por John Mac Ghlionn
02 de noviembre de 2021 7:47 PM Actualizado: 02 de noviembre de 2021 7:47 PM

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Las principales publicaciones no se cansan de sacar artículos sobre los temas más importantes de nuestro tiempo, como el COVID-19, la desaparición de los valores religiosos y el aumento de la ciberguerra. Sin embargo, aunque parezca increíble, no reportan sistemáticamente sobre uno de los crímenes más horribles que ocurren hoy en día: la sustracción forzada de órganos en China

En julio, como reportó Reuters (por cierto), la empresa genética china BGI Group estaba —y todavía está— vendiendo pruebas prenatales en todo el mundo. De forma bastante preocupante, BGI desarrolló estas pruebas «en colaboración con el ejército del país». Estas pruebas se utilizaban «para recopilar datos genéticos de millones de mujeres con el fin de realizar investigaciones exhaustivas sobre los rasgos de las poblaciones», según el informe.

En otras palabras, el régimen chino estaba —y presumiblemente sigue— creando un banco de genes.

Ya en marzo, como detallaba el reporte de Reuters, miembros del gobierno estadounidense habían expresado su preocupación por BGI. Estaban especialmente preocupados por «un vasto banco de datos genómicos» que estaba siendo acumulado y analizado con inteligencia artificial. Esto «podría dar a China una vía de ventaja económica y militar», argumentaban. Sus preocupaciones parecen estar justificadas, ya que estos datos podrían «impulsar a China a dominar los productos farmacéuticos mundiales, y también conducir potencialmente a soldados genéticamente mejorados, o patógenos diseñados para atacar a la población estadounidense o el suministro de alimentos».

En esta época de guerra avanzada, parece que el Partido Comunista Chino (PCC) hará todo lo posible para promover su nefasta agenda.

Como concluyó Reuters, BGI y los militares chinos están trabajando para «mejorar la calidad de la población». La idea de que los de Beijing trabajen para mejorar la calidad de la población debería infundir temor a todos los lectores. Al igual que los nazis, el PCCh parece tener gran interés en la creación de un estado biológico, con la amplificación y eliminación de ciertos rasgos genéticos.

Técnicos de laboratorio trabajan en muestras que se analizarán para detectar COVID-19, en un laboratorio de BGI, en Wuhan, China, el 6 de febrero de 2020. (STR/AFP a través de Getty Images)

Menos de un mes después de la publicación del artículo de investigación, un informe del Foro Internacional para los Derechos y la Seguridad, un grupo de expertos con sede en Toronto, acusó al régimen chino de «recoger ilegalmente los informes de ADN de la comunidad minoritaria de los uigures».

Según el informe, el régimen chino también es culpable de la sustración de órganos humanos. Esta práctica inmoral e ilegal está estrechamente ligada al desarrollo del mencionado banco de genes, como demostró el informe.

Los miembros de los grupos minoritarios están siendo masacrados

Los uigures no son el único grupo minoritario que está en el punto de mira. Los tibetanos, los musulmanes, los cristianos y los practicantes de Falun Gong también están en la mira del PCCh.

En septiembre, Beijing presentó una extensa declaración ante la ONU. No es de extrañar que la declaración afirmara que las acusaciones de sustración forzada de órganos eran invenciones extremas, «difamatorias» y francamente ridículas. Los testimonios de los testigos, según la enérgica declaración, fueron dados por «actores» que tienen un historial de participar «en calumnias y rumores sobre la cuestión de los derechos humanos en China».

Más recientemente, en una conferencia celebrada en Bruselas que se centró en la sustración forzada de órganos en China, se dijo a los asistentes que el régimen chino realiza «miles» de trasplantes ilegales cada año. Estos crímenes «contra la humanidad» están ocurriendo en este mismo momento, y los practicantes de Falun Gong parecen estar entre los más afectados.

«Falun Gong ha sido y es, para muchos, más popular que el comunismo en China, y el régimen actual está celoso de esto», dijo KaYan Wong, orador principal y portavoz de Falun Gong en los Países Bajos.

Debido a estos celos, los practicantes de Falun Gong son el blanco del régimen. Son maltratados y detenidos contra su voluntad, luego se les sustraen los órganos y se les quita la vida.

«La persecución de Falun Gong comenzó en 1999, y desde entonces es ilegal practicar Falun Gong en China», dijo Wong.

El objetivo del régimen chino es claro: «demonizar a Falun Gong y tratarlo como una secta», dijo Wong.

Pero el régimen no se detiene en la demonización y la difusión de mentiras. Con una agenda asesina, es evidente su deseo de eliminar de la sociedad al mayor número posible de miembros de Falun Gong. Me viene a la mente la palabra exterminio, íntimamente relacionada con la Alemania nazi. Según informes fidedignos, los órganos de las víctimas se venden en el mercado negro, y un hígado sano alcanza unos 1,024,912 yuanes (unos 160,000 dólares). Este tipo de comercio supone un volumen de negocio anual de «al menos… 1000 millones de dólares» para los de Beijing, nos señalan.

Se está masacrando a personas inocentes. ¿Dónde está el clamor mundial? ¿Dónde están las marchas, las protestas en las calles? Imagínese que estas prácticas se produjeran en el Reino Unido o en Canadá: ¿se quedaría el mundo de brazos cruzados y en silencio? La respuesta es obviamente no. Entonces, ¿por qué China tiene vía libre? Y no nos equivoquemos, el PCCh tiene vía libre.

Una rápida búsqueda en Google de «sustracción forzada de órganos en China» hace que aparezcan varios reportes, pero pocos de ellos de publicaciones importantes. La pregunta es: ¿por qué?

¿Podría la falta de información tener algo que ver con los vínculos de los medios corporativos con China? Dejaré que usted lo decida. Sea cual sea la razón de la falta de información, el silencio es ensordecedor.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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