Enrique, el pingüino viejito que nada con zapatos especiales para aliviar el dolor en sus patas

Por Mariana Buendia
25 de junio de 2021 7:45 PM Actualizado: 22 de julio de 2021 5:23 PM

Un pingüino de más de 30 años de edad, que vive en el zoológico de St. Louis, requirió que le hicieran unos “zapatos especiales” debido a un problema similar a la artritis que ha afectado su desarrollo con el paso del tiempo. La fotografía del longevo animal con sus peculiares botas cautivó a los cibernautas.

Enrique es un pingüino saltamontes del sur que vive en el Zoológico de St. Louis en Misuri desde el año 2016 y se estima que tiene 30 años de edad. Sin embargo, recientemente el longevo pingüino sorprendió a Joshua Ketelsen, un hombre que visitaba el zoológico con sus hijos, cuando se percataron que traía puestos una especie de “zapatos”.

Ketelsen inmediatamente se acercó a preguntar a un cuidador del zoológico sobre lo que veían sus ojos y le dijo: “Allí hay un pingüino con zapatos”, a lo que el cuidador respondió tranquilamente, como si fuera algo cotidiano, con un… “Sí”, relató el hombre en una publicación de FB.

Así que preguntó más explícitamente… “¿por qué?” y enseguida el cuidador le contó la historia.

Enrique es un pingüino considerado anciano, pues ha superado las expectativas de vida de un animal de su especie si viviera en la naturaleza. Por lo tanto, con el paso del tiempo las repercusiones de salud han salido a flote y el pingüino de aproximadamente 30 años de edad, desarrolló una especie de artritis que afecta sus patas.

Al intentar ponerle una crema anaglésica tópica se enfrentaron con el problema de que se caía con el agua, por lo que decidieron hacerle unos “zapatos especiales” para solucionarlo.

Imagen ilustrativa de un pingüino. (Pixabay/ Pexels)

“El zoológico tiene una crema analgésica muy eficaz que le pueden poner, pero se cae cuando entra en el agua. Así que le cosieron unos zapatos diminutos de tela de traje de neopreno para mantener la crema. Ya no le duele y hasta puede nadar con ellos puestos”, relató Ketelsen que le explicó el cuidador.

Enrique es un pingüino saltamontes del sur nativo de los extremos meridionales de Sudamérica y África y de algunas islas alrededor de la Antártida. La expectativa común de su especie viviendo en la naturaleza es de unos 10 años de edad, explicaron el Dr. Jimmy Johnson, veterinario del zoológico y el Dr. Sthya Chinnadurai, director de salud animal del zoológico al medio local St. Louis Post Dispatch.

«Siempre decimos que su longevidad es un crédito para el zoológico que continúa proporcionándole un gran cuidado y una crianza experta», dijo Johnson. «Tenemos suerte de haberlo tenido con nosotros durante tanto tiempo».

Aunque Enrique siempre se había movido muy bien, el año pasado empezó a ralentizarse, y se percataron de que tenía unos callos grandes y gruesos en la parte inferior de sus patas.

Los especialistas explicaron que intentaron tratarlo con medicamentos y aerosoles y cremas tópicas, pero se lavaba cada vez que el pingüino entraba a nadar. Lo cual era un problema, porque no podían estarle poniendo frecuentemente la crema.

«Empezamos a pensar en otras cosas», dijo Johnson, «y ahí es donde entran las botas».

Así, con ayuda de la empresa Thera-Paw, la cual desarrolla productos de rehabilitación y asistencia para animales con necesidades especiales, diseñaron unas botas especiales para Enrique.

Tras tomar la medida de las patas, la empresa les mandó su primer par el pasado mes de septiembre, y tras realizar unos ajustes, recibieron el segundo par en octubre.

«Le pusimos los zapatos y lo pusimos en el suelo para ver qué pasaba. Al principio dio algunos pasos grandes y luego se marchó. Supongo que no le molestó», explicó Johnson al St. Louis Post Dispatch.

Explicaron que el pingüino se adaptó fácilmente a sus “zapatos especiales”, los cuales le ponen por la mañana y le quitan por la noche antes de ir a dormir. Los zapatos se atan con material de gancho y presilla, son negros con agarraderas rojas en la parte inferior; para no llamar la atención de las demás aves.

Al parecer, con esta ingeniosa idea Enrique ya no necesita más medicamentos para sus pies, y se mueve por su hábitat con más alegría. «Nada más de lo que solía (nadar) y sube más alto en las rocas de lo que lo hacía», dijo Johnson.

Una pequeña adaptación que cambió la calidad de vida de este pequeño pingüino, que al parecer solo necesitaba un par de zapatos para poder continuar caminando y nadando a su ritmo.


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