Por primera vez desde hace 62 años, no habrá un Castro en el liderazgo del Partido Comunista de Cuba (PCC). Ahora, el líder de la isla, Miguel Díaz-Canel, será el nuevo primer secretario del PCC; sin embargo, analistas y activistas cubanos dicen que este relevo significa un mero simbolismo.
El Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) culminó este lunes con el traspaso del poder de Raúl Castro como primer secretario del PCC a Díaz-Canel, poniendo fin a la era Castro en el poder desde 1959. La fecha escogida para el inicio del evento–realizado entre el 16 y 19 de abril–comenzó el mismo día en el que se cumplieron 60 años de la proclamación del socialismo en la isla.
Para el politólogo y columnista de El American, Julio M. Schiling, esta renuncia significa un continuismo del mando dictatorial del régimen en Cuba.
“La imagen es fundamental para un régimen como el cubano. Díaz-Canel representa un rostro nuevo y juega el papel perfecto para el régimen, ya que no tiene el apellido Castro y es sumamente sumiso a los objetivos del Partido”, dijo Shiling.
Díaz-Canel, dijo, no tiene la libertad o espacio para tomar alguna decisión que se salga del “programa pre-elaborado” por el modelo comunista castrista. “Él no puede salirse de ese guión”.
El analista también señaló que al régimen castrista le conviene tener a alguien como Díaz-Canel mientras que “tras bambalinas” haya un Castro con enorme poder. Como ejemplo, dijo Shiling, está el hijo de Raúl Castro, Alejandro Castro Espín, quien es coronel de la inteligencia castrista y estará “asegurándose que la voz monolítica del PCC siga la línea leninista”.
Asimismo, el exyerno de Castro, el general Luis Alberto López-Callejas, es ahora presidente ejecutivo del Grupo de Administración Empresarial, el organismo que controla las finanzas del Partido. Y el nieto de Castro, Raúl Rodríguez Castro, hijo de López-Callejas, es el jefe del Departamento de Seguridad Personal.
La activista cubana Rosa María Payá también dijo que este traspaso es un «gran esfuerzo de propaganda» para presentar como un momento de cambio lo que no es más que un «cambio fraude».
Payá, hija del desaparecido líder opositor Oswaldo Payá, opina que el Congreso, al igual que la «retirada» de Raúl Castro no es más que una «puesta en escena diseñada para el consumo internacional». Una mera representación para, señaló Paya, «poner de manera exclusivamente nominal un rostro civil a la dictadura» e intentar lograr «concesiones económicas de Washington y Europa».
Pero «el pueblo cubano continúa siendo el gran excluido», aseveró Payá. «Cuando el régimen cubano se someta a la voluntad soberana del pueblo», entonces se podrá hablar de un cambio democrático en Cuba, agregó.
Por otro lado, Shiling señaló que las transiciones dentro del régimen son cambios que “buscan la supervivencia”, ya que actualmente Cuba enfrenta su peor crisis económica porque sus “fuentes de riqueza» como el narcotráfico y el petróleo venezolano ya no son suficientes. “Nunca llegó la gran inversión extranjera que el régimen cubano estaba esperando para establecer en Cuba una especie de ‘China tropical’, y eso fue un problema de supervivencia para ellos”, dijo.
Sin embargo, dijo el politólogo, el “gran temor” del castrocomunismo es que suceda algo como la Masacre de la Plaza de Tiananmen en Beijing en 1989. “El régimen cubano tiene temor a iniciar modificaciones económicas profundas porque eso puede conllevar a una presión para mayores libertades, y si eso ocurre, podría suceder algo similar a la Plaza de Tiananmen en China”, dijo.
“El castrocomunismo prefiere no enfrentar ese fenómeno por temor a que las tropas no obedezcan las órdenes”, agregó.
El analista cubano también dijo que este cambio de poder podría ser un paso más que dé el régimen de la isla para establecer nuevas relaciones con Estados Unidos.
“El gobierno de Donald Trump llevó a cabo una campaña muy bien fundada, basada en ver la amenaza de Cuba comunista no como un fenómeno aislado, sino como parte de una red de regímenes dictatoriales con una enorme influencia en el Hemisferio occidental”, dijo.
“Es probable que las sanciones que impuso el gobierno de Trump sean desactivadas por el presidente Joe Biden, así que sin lugar a dudas el régimen cubano tiene los ojos puestos sobre la nueva administración”, agregó Shiling, y señaló que de igual forma existe presión política de ambos lados del espectro político en EE. UU.
“Hay demócratas cubanoamericanos, como el congresista Bob Menéndez, en cuanto a la exigencia de que no se cometan los mismos errores que cometió el presidente Obama de tener un acercamiento con el régimen cubano sin pedir condiciones de mejoramiento de derechos humanos”, dijo.
Durante una conferencia de prensa diaria en la Casa Blanca la semana pasada, la secretaria de prensa Jen Psaki señaló que “no era una de las principales prioridades” de Biden entablar conversaciones con el régimen cubano por el momento. Asimismo, el gobierno de Biden aseguró que Biden “no es Barack Obama en la política hacia Cuba”.
El politólogo también mencionó que no se debe depositar ninguna fe en “cambios que surjan desde el poder político” dentro del régimen comunista.
“Cuando hablamos de lo que es la subversión marxista en Latinoamérica, esta tiene el sello de Cuba, sin ninguna excepción. Así que la liberación de Cuba se traslada a la liberación eventual del resto de América Latina”, dijo.
Con información de EFE.
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