El escenario era el helado lago Baikal de Rusia, y el fotógrafo Dmitry Kokh se sumergía en las profundidades de la interminable capa de hielo. Debajo de él, el lago se extendía un kilómetro entero. Su misión era épica y solitaria, hasta que vio la carita de un cachorro de foca saliendo de su madriguera helada. Al instante, tuvo la preciada compañía por la que se había aventurado tan lejos.
Kokh, galardonado fotógrafo de naturaleza, viajó en abril al lago más profundo del mundo para hacer realidad su viejo sueño de conocer y fotografiar focas del Baikal. Conocidas localmente como nerpa (Pusa sibirica), son notoriamente esquivas y solo unos pocos han conseguido acercarse a ellas.
«Toda la experiencia fue increíble y muy memorable», dijo Kokh, de 42 años, a The Epoch Times. «Fue un sueño y una misión realizados, así que eso siempre se siente muy gratificante».
Kokh, procedente de Moscú, contrató a un perro local llamado Pulka para que ayudara a su equipo a localizar una madriguera de hielo. El lago siberiano es inmenso y la búsqueda lleva horas, a menudo necesitando varias inmersiones hasta que los exploradores finalmente tienen suerte.
«La madriguera de la foca tiene una salida al lago desde debajo del hielo, así que nuestra estrategia era localizarla, bucear y luego esperar a la nerpa», escribió Kokh en su página de Notion.
El primer lugar que eligieron estaba junto a una gigantesca grieta en el hielo, que hace que los bloques de hielo formen cavernas y pasadizos bajo la superficie.
«Cuando estás dentro de estos pasadizos, no puedes dejar de pensar en el kilómetro de profundidad que hay debajo y en un techo interminable de hielo grueso sobre ti. El único camino de vuelta es un pequeño agujero en el hielo a 100 metros de distancia, una preciosa ventana a nuestro mundo», escribió.
Tras unas cuantas inmersiones, Kokh tuvo su ya famoso encuentro con uno de los cachorros que había nacido solo unas semanas antes.
Las focas hembras dan a luz en marzo en madrigueras cubiertas de nieve en la superficie. Los cachorros recién nacidos están cubiertos de pelaje blanco y aún no saben nadar, pero en poco tiempo su color cambia a gris y están listos para explorar el país de las maravillas acuáticas que les espera.
El curioso cachorro de Kokh se quedó con él durante varios minutos, nadando a su alrededor.
«Las focas del Baikal son muy tímidas, pero las jóvenes no», escribió. «Seguro que la cría de foca se sorprendió bastante al ver a una torpe criatura desconocida muy cargada de material. Tal vez eso explique por qué se quedó conmigo durante unos 15 minutos, manteniendo la distancia pero haciendo círculos para ver mejor».
Kokh, que comparte regularmente su trabajo fotográfico en Instagram y le encanta explorar rincones remotos de Rusia, también ha buceado en la Antártida, Noruega, el Mar Rojo, Cuba, África y el sur y el sudeste de Asia. Este verano planea una expedición al Ártico.
Ver y fotografiar entornos naturales prístinos es algo que le honra.
«El Baikal tiene una gran energía, y estar en esta especie de tundra con nada más que nieve blanca y plana en kilómetros a la redonda es un verdadero ejercicio de aislamiento, y pondrá a prueba la capacidad de uno para estar en soledad», dijo a The Epoch Times. «Pero, por supuesto, el encuentro con esta adorable cría de foca del Baikal fue lo mejor de todo».
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