El 7 de octubre, el gobierno de Biden dio a conocer nuevos controles de exportación, en un esfuerzo por frenar la modernización militar de una China cada vez más hostil.
Entre las nuevas normas de exportación se encuentra una medida que impedirá a la China comunista el acceso a ciertos chips semiconductores fabricados con tecnologías estadounidenses, independientemente de que los chips hayan sido fabricados en Estados Unidos.
Es probable que esta medida se considere una continuación de la Ley de Ciencia y Chips, que Biden promulgó en agosto. Esa ley destina miles de millones de dólares a inversiones en la fabricación nacional de chips semiconductores avanzados.
«China está tratando de adelantarse a nosotros en la fabricación [de chips avanzados]», dijo el presidente Biden durante un discurso el 6 de octubre. «No es de extrañar, literalmente, que el Partido Comunista Chino haya presionado activamente en contra de la Ley CHIPS y de Ciencia que he estado impulsando en el Congreso de Estados Unidos».
«Estados Unidos tiene que liderar el mundo en la producción de estos chips avanzados».
Los chips semiconductores avanzados se utilizan para fabricar desde camionetas hasta misiles hipersónicos. Actualmente, más del 60% del suministro mundial de chips se produce en Taiwán, muchos de ellos con la ayuda de la investigación y el diseño estadounidenses.
Las normas anunciadas por la administración esta semana se basarán en las restricciones desarrolladas a principios de año, que obligan a algunas empresas a detener los envíos de equipos a las fábricas de propiedad china que producen chips avanzados.
Estados Unidos afirma su fuerza con nuevas normas
La medida de apartar a China de la investigación y el diseño estadounidenses supone una gran expansión de los esfuerzos de la Casa Blanca por retrasar la modernización militar del Partido Comunista Chino (PCCh) y los avances tecnológicos asociados en computación cuántica e inteligencia artificial.
Si son efectivas, las nuevas normas podrían hacer retroceder años a la industria china de fabricación de chips, al obligar a las empresas estadounidenses y extranjeras que utilizan tecnologías de Estados Unidos a cortar el apoyo a las principales fábricas y diseñadores de chips de China.
También es probable que la medida alivie los temores anteriores sobre la Ley CHIPS y la Ley de Ciencia en relación con la cuestión de si algunas empresas podrían desarrollar nuevos chips con el dinero de los contribuyentes y luego exportar su fabricación a China.
Altos funcionarios del gobierno dijeron en una sesión informativa el jueves que muchas de las normas buscaban evitar que las empresas extranjeras vendieran chips avanzados a China o que suministraran a las empresas chinas herramientas para fabricar sus propios chips avanzados.
«Vamos a asegurarnos de que las empresas que toman estos dólares de los contribuyentes no se den la vuelta y hagan inversiones en China que socaven nuestras cadenas de suministro y la seguridad nacional», dijo Biden. «Eso es una garantía».
«El futuro de la industria de los chips se va a hacer en Estados Unidos».
«La cadena de suministro va a empezar aquí y va a terminar aquí, en Estados Unidos».
Los funcionarios admitieron que aún no han conseguido que las naciones aliadas prometan aplicar medidas similares. Las discusiones para crear un esfuerzo multinacional hacia ese fin estaban en curso.
«Reconocemos que los controles unilaterales que estamos poniendo en marcha perderán eficacia con el tiempo si otros países no se unen a nosotros», dijo un funcionario.
La ampliación de los poderes de Estados Unidos para controlar las exportaciones de chips a China se basa en una ampliación de la llamada «regla del producto extranjero directo». La norma se amplió previamente para dar al gobierno estadounidense autoridad para controlar las exportaciones de chips fabricados en el extranjero al gigante chino de las telecomunicaciones Huawei.
La nueva normativa también restringirá severamente la exportación de equipos estadounidenses a los fabricantes de chips chinos y formaliza de hecho las cartas enviadas a Nvidia y AMD a principios de año en las que se restringen los envíos a China de chips necesarios para sistemas de supercomputación que podrían utilizarse para desarrollar armas nucleares y otras tecnologías militares.
Con información de Reuters.
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