La práctica autorizada en China de sustracción forzada de órganos a los presos de conciencia, fue condenada por el gobierno estatal de Arizona.
El 23 de febrero, la Cámara de Representantes del Estado aprobó una resolución que insta a los legisladores federales a tomar medidas para iniciar una investigación sobre el fenómeno en China; además aprueba legislación para prohibir que los ciudadanos estadounidenses reciban transplantes de órganos en el extranjero si la fuente de órganos no es identificable y prohíbe que los médicos involucrados en trasplantes de órganos no éticos en China puedan ingresar a los Estados Unidos.
De acuerdo con la resolución, se aconsejó a la comunidad médica de Arizona que “adviertan a los pacientes que no viajen a China en busca de órganos y se esfuercen por crear conciencia a los proveedores de atención médica, estudiantes, pacientes y al público en general sobre las prácticas no éticas de trasplante de órganos”. El proyecto de ley se dirige ahora al Senado estatal para su votación.
Las pruebas de que el régimen chino sustrae órganos a los prisioneros de conciencia se hicieron públicas gracias al trabajo de dos canadienses, el abogado de derechos humanos David Matas y el ex secretario de Estado canadiense para Asia-Pacífico, David Kilgour. Sus investigaciones indican que la mayoría de los prisioneros, que mueren en el proceso, son practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa (también conocida como Falun Gong) cuyas enseñanzas se basan en los principios universales Verdad, Benevolencia y Tolerancia y que es severamente reprimida por el régimen chino desde 1999.
En todo el mundo, pacientes que necesitaban desesperadamente un trasplante de órganos viajaron a China durante las últimas dos décadas para someterse a una cirugía, donde se les informaba que podían obtener un órgano compatible en cuestión de semanas o meses, un tiempo mucho más corto que el período de espera en sus países de origen que dependen de las donaciones de órganos. Pero este turismo médico contribuyó al oscuro comercio chino de la sustracción de órganos, donde la rápida programación de las operaciones de trasplante se debe a que el régimen mata al ‘donante’ según la demanda, concluyeron los coautores Matas y Kilgour en varios estudios sobre la sustracción forzada de órganos en China. Los dos fueron nominados al Premio Nobel de la Paz en 2010 por su trabajo.
Estiman que el volumen de trasplantes en China puede haber llegado a decenas de miles al año, desde el 2000.
Recientemente, legisladores japoneses también mantuvieron reuniones para discutir la sustracción forzada de órganos en China y discutieron la aprobación de legislación para prohibir que sus ciudadanos viajen a China para recibir un trasplante.
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