Gobierno francés defiende su gestión de la crisis ante la Asamblea Nacional

Por EFE
05 de diciembre de 2018 4:45 PM Actualizado: 05 de diciembre de 2018 4:45 PM

Acusado de reaccionar tarde y mal a la crisis de los «chalecos amarillos», el Gobierno francés defendió hoy su gestión de la situación ante la Asamblea Nacional en una sesión que introdujo en el hemiciclo las reivindicaciones del movimiento contestatario.

El primer ministro, Édouard Philippe, compareció un día después de haber decidido congelar durante seis meses la subida de impuestos al carburante y las tarifas de la electricidad y el gas para asegurar que ha escuchado la rabia de los franceses y ha actuado en consecuencia a la espera de hallar las soluciones adecuadas.

«Si no las encontramos, no restableceremos esos impuestos. (…) Estas decisiones tienen como objetivo devolver la serenidad al país», indicó convencido del rumbo marcado desde la llegada al poder en mayo de 2017.

El Gobierno quiere emprender en los próximos meses un debate nacional en torno al ritmo de la transición ecológica, la necesidad de alternativas al trayecto de casa al trabajo y la bajada de los impuestos.

«No debemos legar a nuestros hijos una deuda incontrolable», advirtió Philippe en una sesión acalorada, en la que el voto final de los diputados, previsto a partir de las 20.00 hora local (19.00 GMT), no es vinculante.

El primer ministro admitió que tal vez las medidas aplicadas han sido «insuficientes o demasiado técnicas», y reconoció que ha llegado la hora de entablar «un verdadero diálogo sobre las preocupaciones de los franceses».

Los mismos que llevan tres semanas echándose a las calles, bloqueando rotondas y autopistas del país, primero para reclamar la suspensión del impuesto al carburante, pero después también para denunciar su empobrecimiento.

«El verdadero responsable está en el Elíseo. Es él quien, llegado el momento, deberá rendir cuentas ante los franceses», apuntó hoy el jefe de filas del grupo conservador Los Republicanos, Christian Jacob, que criticó el actual mutismo de Emmanuel Macron y que este haya dejado en manos de Philippe las explicaciones.

Jacob confió en que esta crisis sirva para «abrirle los ojos» al mandatario: «Su comportamiento es peligroso. En el ‘macronismo’ se habla mucho y nadie entiende nada. A menudo ese es el objetivo. Esto da motivos para enfadarse. Tras una comunicación que ha podido ilusionar, no ha emprendido ninguna reforma», criticó.

Philippe pidió que cada uno asuma sus responsabilidades, aseguró que su Gobierno está dispuesto a efectuar las reformas necesarias y reafirmó que el salario mínimo aumentará un total del 3 % a partir de enero.

Pero su discurso fue acogido con escepticismo. «Han sido necesarias tres semanas, millones de euros en daños, heridos, muertos y hoy un estudiante gravemente herido para tender la mano a los ‘chalecos amarillos'», recalcó la jefa de los diputados socialistas, Valérie Rabault.

Otros, como el líder de la izquierda radical francesa, Jean-Luc Mélenchon, advirtieron de que esta crisis no es una más en el quinquenio.

«Lo que está pasando es historia de Francia. (…) Puede que (usted) no esté en estos bancos la próxima semana. (…) Pide a la gente que sea razonable y se quede en casa el sábado, pero saldrán a la calle. No pararán hasta que haya cedido. Ceda o váyase», concluyó.

El debate parlamentario continuará mañana con otra sesión similar en el Senado, en esa ocasión sin voto, y este sábado el Gobierno se enfrenta a otra prueba de fuego con la cuarta manifestación consecutiva, en la que ha prometido tolerancia cero contra los violentos.

Una encuesta difundida ayer por el instituto demoscópico BVA apuntó que aunque siete de cada diez franceses siguen apoyando a los «chalecos amarillos».

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