Hombre que sobrevivió a la sustracción parcial de su hígado y pulmón en una prisión china alza la voz

Por Eva Fu
10 de agosto de 2024 9:56 AM Actualizado: 10 de agosto de 2024 11:29 AM

WASHINGTON— Un hombre al que le extirparon a la fuerza parte del hígado en China, bajo el comunismo, dio un paso al frente tras escapar del país, para llamar la atención del público internacional sobre el plan de asesinatos masivos con ánimo de lucro de Beijing, conocido como sustracción forzada de órganos.

Cheng Peiming, practicante de Falun Gong que este mes cumplirá 59 años, recordó ante un encuentro con la prensa el 9 de agosto que seis guardias de la prisión le inmovilizaron en un hospital chino, para que le administraran anestesia contra su voluntad mientras estaba recluido en una prisión del noreste de China, detenido por su fe.

Ese día fue el 16 de noviembre de 2004. Cuando despertó tres días después, dijo, tenía el pie derecho encadenado a la cama del hospital. Tenía un brazo recibiendo terapia intravenosa y tubos en los pies, el pecho y la nariz.

Empezó a toser sin parar y sentía dolor y entumecimiento alrededor de la costilla izquierda.

Solo después de escapar a Estados Unidos en 2020 y someterse a una serie de pruebas médicas confirmó sus peores temores: parte de su hígado había desaparecido, junto con una porción de su pulmón. Durante su discurso, se quitó la camisa y reveló una cicatriz de aproximadamente 14 pulgadas (36 cm) de largo alrededor del lado izquierdo de su pecho.

Hasta el día de hoy le duelen el brazo izquierdo y las costillas cuando llueve o está cansado.

En el evento de prensa, los organizadores compartieron tres evaluaciones de médicos de trasplantes que dijeron que la falta de órganos de Cheng solo puede ser el resultado de la sustracción forzada de órganos.

Cheng, casi siempre inexpresivo, en un momento dado apretó los ojos con fuerza mientras le caían las lágrimas.

Cheng Peiming, practicante de Falun Gong al que le extirparon a la fuerza parte del hígado y del pulmón en China, habla en una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)
Cheng Peiming, practicante de Falun Gong al que le extirparon a la fuerza parte del hígado y del pulmón en China, habla en una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)

«Me siento increíblemente afortunado de haber sobrevivido», declaró Cheng a The Epoch Times.

Más allá de su sobrevivencia personal, el caso tiene un significado más profundo: es la prueba viviente de un patrón más amplio de persecución y abusos sancionados por el Estado.

«La mayoría de las veces la gente está muerta, no puede hablar», dijo a The Epoch Times Robert Destro, exsubsecretario de Estado para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, quien facilitó su rescate.

Falun Gong, una práctica de meditación centrada en tres valores —Verdad, Benevolencia y Tolerancia— lleva mucho tiempo sufriendo amenazas de sustracción forzada de órganos como parte de la campaña generalizada del régimen chino para eliminar la fe.

Las pruebas de los abusos sistemáticos aparecieron por primera vez dos años después de la operación forzada de Cheng, en 2006, cuando unos denunciantes informaron a The Epoch Times sobre los asesinatos de practicantes de Falun Gong detenidos en instalaciones secretas chinas.

Cheng Peiming, practicante de Falun Gong al que se le extirparon a la fuerza parte del hígado y del pulmón en China, muestra su cicatriz tras una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)
Cheng Peiming, practicante de Falun Gong al que se le extirparon a la fuerza parte del hígado y del pulmón en China, muestra su cicatriz tras una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)

A medida que han ido apareciendo testigos, la preocupación por el asunto ha ido en aumento: Estados Unidos pidió a China que abra sus puertas al escrutinio internacional y la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley llamado Ley de Protección de Falun Gong, que también ha presentado el Senado, para poner freno a los abusos.

No está claro por qué los agresores de Cheng solo le extirparon parcialmente los órganos y le dejaron sobrevivir en 2004.

Wendy Rogers, presidenta del consejo asesor de la Coalición Internacional para Acabar con los Abusos en los Trasplantes en China, señaló que ese tejido hepático podría utilizarse en un paciente infantil, mientras que David Matas, abogado de derechos humanos que ha realizado una amplia investigación sobre el tema, sugirió que el hospital podría estar experimentando o formando a médicos para el oficio, el paso inicial de un hospital que «se mete en el negocio» para obtener beneficios masivos, según declaró a The Epoch Times.

El lugar de la incisión también es inusual: en lugar de un corte abdominal típico en una operación de trasplante de órganos, los médicos optaron por hacerle un corte entre las costillas. Los organizadores del encuentro con la prensa señalaron que, aunque no es habitual, permite un acceso más amplio a los órganos del tórax y el abdomen.

En cualquier caso, los organizadores y los defensores de los derechos humanos afirmaron que los procedimientos quirúrgicos forzados y la falta de claridad al respecto ponen de manifiesto la brutalidad del régimen y la necesidad de una investigación abierta y transparente.

«En última instancia, la responsabilidad no recae en Cheng para decir lo que le ocurrió. La responsabilidad recae sobre el gobierno de China», declaró el Sr. Matas en el acto.

David Matas, galardonado abogado canadiense especializado en derechos humanos y miembro de la Orden de Canadá y de la junta directiva del Centro Internacional para los Derechos Humanos y el Desarrollo Democrático, con sede en Toronto, habla durante una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)
David Matas, galardonado abogado canadiense especializado en derechos humanos y miembro de la Orden de Canadá y de la junta directiva del Centro Internacional para los Derechos Humanos y el Desarrollo Democrático, con sede en Toronto, habla durante una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)

Cheng había sido condenado a ocho años de prisión a causa de su fe. Se encontraba en la prisión de Daqing, en Harbin, capital de la provincia de Heilongjiang, en el momento de la operación no consentida.

Durante los dos años siguientes de la operación sufrió problemas respiratorios. En febrero de 2006, inició una huelga de hambre en protesta por una nueva ronda de torturas que se le infligieron, según informes de Minghui.org, sitio web dedicado a seguir de primera mano los relatos de las persecuciones. El 2 de marzo, la prisión le administró sueros intravenosos y lo trasladó al hospital Daqing Longnan, encadenándolo a un poste de la cama.

Débil y vigilado por los guardias de la prisión, Cheng oyó a los guardias hablar con su hermana, que había venido a verle, según su declaración a The Epoch Times. El guardia afirmó, falsamente, que Cheng había ingerido la hoja de un cuchillo y necesitaba una intervención quirúrgica de alto riesgo. Más tarde, una persona vestida de blanco como un médico, vino y le presionó el pecho y el abdomen, declarando que le operarían al día siguiente.

Cheng pensó que aquello habría sido su fin. Pero se presentó una oportunidad. A primera hora de la mañana siguiente, los dos exhaustos guardias que lo vigilaban se durmieron antes de ponerle los grilletes. Entonces pudo huir por una escalera de incendios.

Eso fue solo unos días antes de que Cheng leyera sobre el asunto de la sustracción forzada de órganos en Minghui.org. El «tembló de miedo» al pensar en lo que podía haberle ocurrido, dijo durante la entrevista. No se atrevió a quitarse la ropa para dormir durante los dos meses siguientes, por si tenía que seguir escapando.

Robert Destro, exsecretario de Estado adjunto para Democracia, Derechos Humanos y Trabajo, habla durante una rueda de prensa en Washington el 9 de agosto de 2024. (Madalina Vasiliu/The Epoch Times)

La policía china ofreció una recompensa de 50,000 yuanes, unos 6500 dólares en dicha época, para dar caza a Cheng, quien vivió oculto hasta que escapó a Tailandia en 2015.

Múltiples defensores de los derechos humanos también compartieron declaraciones en apoyo a Cheng.

Katrina Lantos Swett, presidenta de la Fundación Lantos para los Derechos Humanos y la Justicia, elogió la valentía de Cheng. Ella dijo que su organización había hablado con Cheng anteriormente y que su relato le parecía «profundamente inquietante».

«Ofrecen una prueba más de los atroces abusos contra los derechos humanos que se producen en China en forma de sustracción forzada de órganos», afirmó. «Esta escandalosa violación de los derechos fundamentales continúa a pesar de las afirmaciones del gobierno chino en sentido contrario».

Eric Patterson, director de la Fundación Conmemorativa de las Víctimas del Comunismo, afirmó igualmente que el caso pone de relieve la «urgente necesidad de abordar las atrocidades médicas llevadas a cabo por el Partido Comunista Chino».

En el encuentro con la prensa, Cheng dijo que no hablaba solo por sí mismo, sino por las muchas personas que siguen corriendo peligro de sufrir abusos en China.

Él contó que, mientras estuvo detenido, Cheng y otros compañeros practicantes de Falun Gong, también detenidos, se hicieron una promesa: quien de ellos saliera con vida contaría al mundo lo que allí ocurrió.


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