El ejército de Israel atacó la capital libanesa de Beirut el 30 de julio, afirmando que su objetivo era el comandante de Hezbolá al que considera responsable del ataque con cohetes a un campo de fútbol en el que murieron 12 niños y adolescentes israelíes.
Las Fuerzas de Defensa de Israel afirmaron en un mensaje publicado en Telegram que habían llevado a cabo “un ataque selectivo en Beirut contra el comandante responsable del asesinato de los niños en Majdal Shams y de la muerte de otros numerosos civiles israelíes”.
El ataque alcanzó Haret Hreik, en los suburbios del sur de Beirut, bastión de Hezbolá.
Israel y Hezbolá han llevado a cabo una batalla acelerada de ataques con cohetes a través de la frontera desde el ataque al campo de fútbol el 27 de julio.
Estados Unidos ha tratado de contener las previsibles represalias de Israel para evitar una escalada bélica y le ha pedido expresamente que no ataque Beirut ni los bastiones de Hezbolá fuera de ella.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, regresó de una visita a Estados Unidos el 28 de julio y recibió autorización de su gabinete para decidir la forma y el momento de las represalias. En un acto en memoria de las víctimas, prometió represalias “severas”.
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, dijo que el ataque de Hezbolá, el peor contra Israel desde la masacre de Hamás del 7 de octubre, representaba una escalada. Hezbolá, el grupo terrorista apoyado por Irán que controla el sur de Líbano, ha atacado el norte de Israel en apoyo de Hamás desde el 8 de octubre, e Israel ha respondido con sus propios ataques transfronterizos.
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