Las democracias comienzan a rebelarse contra la campaña de infiltración mundial de China

09 de enero de 2018 4:32 PM Actualizado: 10 de enero de 2018 2:03 AM

Durante décadas el régimen chino ha intentado influenciar la política de otras naciones, pero es posible que en 2017 eso se haya terminado. Desde Australia hasta Estados Unidos, los países del mundo han comenzado a darse cuenta de la dolorosa realidad de que las puertas que de buena voluntad le abren a China para comerciar y para el intercambio cultural, han permitido que el régimen invada sus instituciones políticas y su modo de vida.

Las preocupaciones sobre la ilegítima influencia del régimen de China ha alcanzado el punto máximo en Australia, el país más dependiente de China dentro de la red de alianzas de EE. UU. China es el socio comercial más grande de Australia, tanto en importaciones como exportaciones. Al menos el ocho por ciento de los australianos son de etnia china, y se cree que más de 200.000 estudiantes chinos estudian en Australia.

En 2017, la prensa australiana publicó una serie de titulares e informes de investigación de alto perfil sobre el control e influencia del Partido Comunista Chino en las instituciones políticas, comerciales y académicas. También resaltó la influencia sobre los estudiantes chinos que allí estudian. Los informes hicieron que las conversaciones sobre las relaciones de Australia con China cambiaran de tono.

El rostro de la subversión de la política de Australia sería Sam Dastyari, quien fuera senador representante de New South Wales. Él renunció el 12 de diciembre, luego de que emergieran detalles sobre las donaciones que recibió de parte de las empresas del multimillonario Huang Xiangmo.

Huang era hasta hace poco jefe en Sydney del Consejo Australiano para la Promoción de la Reunificación Pacífica de China, el cual tiene lazos con el Departamento del Frente Unido de Trabajo, un aparato clave en la guerra política del régimen chino.

Los críticos han dicho que Dastyari tomó una posición pro China a cambio de dinero. Esta postura incluía ser favorable a los reclamos del régimen en el Mar Meridional de China.

Entre esos críticos se encuentra el Primer Ministro australiano, Malcom Turnbull, quien afirmó: «Sam Dastyari es un caso muy claro de alguien que literalmente ha tomado dinero de gente asociada con el gobierno chino y a cambio esencialmente ha hecho declaraciones políticas chinas».

El problema para Australia es que Dastyari no es el único que tomó dinero del régimen chino. La Australian Broadcasting Company contabilizó 13 pagos entre noviembre de 2014 y junio de 2016 de compañías de Huang a políticos australianos.

El 7 de diciembre, Turnbull introdujo un paquete de medidas con la intención de contrarrestar la influencia extranjera en la política de Australia.

El régimen chino respondió duramente a las críticas de Turnbull respecto a esta interferencia. Esto hizo que Turnbull afirmara la soberanía de Australia diciendo: «Y por lo tanto decimos: el pueblo australiano se levanta».

Las reacciones

Las intrusiones del régimen chino también han hecho sonar las alarmas en la vecina de Australia, Nueva Zelanda, cuyo servicio de inteligencia emitió una advertencia en diciembre por la creciente influencia de Beijing en el país, que supone una amenaza a la seguridad nacional.

País tras país han comenzado a reaccionar de manera similar contra la influencia del régimen chino. Alemania, que tradicionalmente ha callado sobre las malas acciones del régimen, ha reportado a través de su agencia de inteligencia que China intenta infiltrar las instituciones políticas y comerciales de Alemania usando perfiles falsos en las redes sociales.

En Estados Unidos, la prensa y la política tendieron a preocuparse con la supuesta influencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, sin embargo, ahora está creciendo la preocupación por la influencia de China en los Estados Unidos.

Las operaciones de influencia de China en el extranjero, particularmente en Estados Unidos han sido cubiertas extensamente por La Gran Época.

El manual de China

Entre los que llaman la atención a la amenaza que representa el régimen chino está el analista de China y Asia Oriental, Gordon Chang. Él dice que los chinos pueden subvertir otros países con paciencia, porque creen que «el tiempo está de su lado».

La estrategia china, tanto en la historia como en los tiempos modernos, ha estado moldeada fundamentalmente por las enseñanzas del antiguo estratega chino Sun Tzu, cuya estrategia preferida para ganar una guerra era someter al enemigo sin luchar realmente, ahorrándose costosas batallas.

La estrategia que se suele describir como «guerra política» pone el foco en explotar cualquier política o herramienta fuera de la definición tradicional de poder militar «duro», a fin de alcanzar los objetivos políticos, económicos y diplomáticos deseados.

Tal explotación se puede lograr por la vía política, social, comercial, económica, legal, psicológica, cultural o por otros medios, dice Michael Tsai, el ex ministro de defensa taiwanés. Tsai compara la experiencia de Taiwán con la de Estados Unidos y dice que ambos países han sido blancos primarios de las operaciones de guerra política de China durante décadas.

Una parte clave de la guerra política de China es la estrategia del Frente Unido, que consiste en comprometer a individuos e instituciones críticas que están fuera del alcance directo del régimen chino. Engañando a actores extranjeros o aprovechándose de sus debilidades, el régimen chino los manipula para que hagan su parte, generalmente actuando contra sus propios intereses o contra los intereses de sus países de residencia.

Control de la prensa

«Los intentos del gobierno chino de guiar, comprar o coaccionar la influencia política y el control de la discusión de ‘temas delicados’ es ubicua y es un gran desafío en Estados Unidos y en nuestros aliados con la misma mentalidad», dijo el senador republicano por Florida, Marco Rubio, en una audiencia el 13 de diciembre de la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China (CECC) titulada «El brazo largo de China: Exportar autoritarismo con características chinas».

Controlar la opinión pública es un objetivo clave del Frente Unido de China dijo Glenn Tiffert, visitante distinguido de la Institución Hoover. Tiffert dio también su testimonio en la audiencia del CECC. Allí dijo que las fuentes internas chinas suelen describir a la opinión pública como un «campo de batalla» en el cual la lucha política se debe hacer y ganar.

Según Tiffert, China no busca controlar la opinión pública simplemente ganándose los corazones y Generalmente China encuentra que puede someter a muchos individuos y organizaciones estadounidenses simplemente ejerciendo presión económica y obligándolos a apoyar el plan de Beijing.

El atractivo del mercado chino se usa para tentar a las compañías americanas a que abandonen sus principios. En la audiencia del CECC, Shanthi Kalathil, de National Endowment for Democracy, señaló el ejemplo de Apple, que sucumbió recientemente a la presión del régimen chino para quitar de su tienda AppStore china aplicaciones para sortear el cortafuegos chino, el sistema que vigila y censura internet.

Rubio también citó los casos de las redes LinkedIn y Facebook, las cuales aceptaron censurar su contenido para ganar acceso al mercado chino.

El temor a ser demandado por el régimen chino hizo que la editorial australiana Allen & Unwin demorara la publicación de un libro que, irónicamente, detalla la campaña del régimen chino para influenciar el país.

Springer Nature es, según la descripción de Publisher’s Weekly, la editorial de libros académicos más grande del mundo. Esta quitó más de 1.000 artículos de una de sus revistas sobre temas que el régimen chino considera ‘delicados’. Springer lo hizo probablemente no solo para cumplir con las directivas de la censura china y asegurarse así mercado en China, sino también para halagar al gigante tecnológico chino Tencent, con el que recientemente se asoció.

En una entrevista previa, el profesor Lynette Ong, un especialista de China y Asia de la Universidad de Toronto, le dijo a La Gran Época que la «unión de un gran medio de comunicación chino y Springer significa que probablemente [Springer Nature] no tendrá escrúpulos para censurar su contenido dentro o fuera de China, por razones comerciales o políticas».

En consecuencia, las confiables publicaciones académicas de Occidente podrían ahora llevar mensajes aprobados por Beijing, sin que los lectores lo sepan.

Control de las universidades y de los estudiantes

Paneles congresistas de EE. UU., como el CECC, han sugerido en repetidas ocasiones investigar la expansiva red china de Institutos Confucio diseminados en todos los campos universitarios de Estados Unidos; una presencia que el republicano por Nueva Jersey, Chris Smith, describe como un «malware académico».

Los Institutos Confucio proveen instrucción en el idioma y cultura chinos en universidades fuera de China. Ellos obtienen los fondos de Beijing, el cual controla el personal que se contrata.

Según Shanthi Kalathil, en su testimonio ante el CECC, los Institutos Confucio son conocidos por su «desprecio a los principios claves de la libertad académica» y por su «habilidad para funcionar como brazo del Estado chino dentro de los campos académicos». Los institutos sirven naturalmente como herramienta primaria para diseminar la propaganda del régimen en Estados Unidos.

China también ha estado involucrada en proveer discretamente de fondos a algunos de los centros de estudio de elite y escuelas de graduados. Un artículo de noviembre de Foreign Policy informó que la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad de Hopkins, una de las escuelas de relaciones internacionales más importantes del país, ha recibido fondos para un profesorado y un proyecto de investigación de la Fundación de Intercambio China-Estados Unidos (CUSEF), una organización registrada como un agente extranjero de China.

Un multimillonario chino con lazos al ejército del régimen donó US$ 10 millones a la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard, según un informe del Wall Street Journal.

Control usando la coerción

Cuando China no puede lograr sus objetivos por el engaño o el soborno, recurre a la coerción. Tiffert dice que muchos creen que el gobierno chino mantiene informantes entre sus ciudadanos que estudian en el extranjero, y que los estudiantes chinos en Estados Unidos saben perfectamente las consecuencias que ellos o su familia sufrirán si los informantes los reportan.

Por ejemplo en 2008, una estudiante china en la Universidad de Duke fue denigrada en China y su familia fue amenazada, luego de que intentara mediar entre grupos pro Tibet y pro China en el campus.

En 2017, una estudiante de China en la Universidad de Maryland fue obligada a disculparse públicamente luego de que su discurso de graduación, en la cual ella elogiaba la vida en Estados Unidos, se hiciera viral en China. Ella fue acusada de «traidora» por la prensa estatal china.

El régimen chino también extiende su coerción a la gente de Estados Unidos que considera obstáculos a su guerra política. Hace blanco de los practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa, un grupo que ha sido perseguido fuertemente en China pero que ha expuesto consistentemente, sin titubear, los crímenes del régimen chino, dijo Levi Browde, el director ejecutivo del Centro de Información de Falun Dafa.

Browde dice que con el pasar los años, se han ido documentado casos en los que el régimen chino contrató matones para intimidar y agredir físicamente a los practicantes de Falun Dafa en Estados Unidos. Los diplomáticos chinos también han usado medios políticos y económicos para intentar forzar a los funcionarios e instituciones de EE. UU. a no involucrarse con Falun Dafa o no hablar ni actuar en favor de Falun Dafa. Funcionarios a nivel estatal, federal o local han hecho públicas las torpes maniobras que el régimen aplicó para coaccionarlos.

Un pedido cada vez más fuerte para una coalición liderada por Estados Unidos

En última instancia, ponerse en contra de los intentos del régimen chino de influenciar otros países es una respuesta a la naturaleza del régimen mismo. El Partido Comunista Chino ha cometido crímenes contra la humanidad desde que tomó el mando de China; y en años recientes ha cometido tales crímenes como perseguir a Falun Dafa y a minorías étnicas y religiosas en China. El régimen comunista niega a su pueblo la democracia y el Estado de derecho, a la vez que suprime a los activistas democráticos y cierne más la vigilancia y la censura dentro de China; incluso a grados que no se creían posibles. En el escenario mundial, hace trampa en el comercio internacional y roba la propiedad intelectual de otras naciones al por mayor; tampoco se acoge a los acuerdos internacionales que ha firmado.

Cuanto más intenta el régimen expandir su esfera de influencia, más se dan cuenta las democracias del mundo de que sus propios principios y formas de vida están bajo ataque.

La desafiante declaración de Turnbull del 9 de diciembre, de que el pueblo australiano se pondrá de pie ante el desafío de China, ha hecho eco en los miembros del congreso de Estados Unidos.

Los presidentes de la CECC, Rubio y Smith, emitieron declaraciones que apoyan la posición de Australia y piden a la administración de Estados Unidos que tome acciones más firmes que desafíen las amenazas de China; aunque no queda claro cuál acción tomará la administración de Trump respecto a este tema.

«Aliados [de EE. UU.] de larga data: Australia, Nueva Zelanda y Canadá han sido estremecidos por escándalos que involucraron operaciones de influencia apoyadas por China, que han hecho blanco de políticos, negocios e instituciones académicas», dijo Smith. «Todos los aliados que piensan parecido deberían estar apoyando sus esfuerzos para sacar de raíz esos elementos que tienen la intención de corromper o apropiarse de la política e instituciones australianas».

En una editorial de opinión, Rubio también pidió una alianza más fuerte entre EE. UU. y Australia, Japón e India. Una alianza de las cuatro democracias «que piensan parecido», conocida como el Diálogo Cuadrilateral en Seguridad o «Quad», que fue propuesta por el Primer Ministro japonés Shinzo Abe en 2007, pero que fue abandonada luego de que China protestó.

El resurgimiento de la idea, una década luego de la vehemente insistencia de China de que el régimen comunista no era una amenaza para las cuatro democracias, ha sido irónicamente impulsada, al menos parcialmente, por una repulsión común contra la influencia política del régimen.

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