La ‘igualdad’ socialista es una mentira utilizada por los tiranos

Por Joshua Philipp - La Gran Época
09 de abril de 2019 5:56 PM Actualizado: 09 de abril de 2019 5:56 PM

Comentario

Cuando Karl Marx imaginó el socialismo, no era más que una etapa de la dictadura tiránica que colapsaría naturalmente para dar lugar al comunismo.

En la época de Marx, aún no había ningún país socialista o comunista. El socialismo era simplemente considerado la etapa del “capitalismo de Estado”, en la cual el Estado toma el control de todos los medios de producción para alcanzar más rápidamente los objetivos comunistas de destrucción moral, cultural y social.

Ya que el comunismo era el propósito, los dictadores socialistas han utilizado históricamente su poder para atacar y destruir los “viejos” valores de cada sociedad. Bajo Vladimir Lenin, Mao Zedong y Pol Pot, uno de los primeros pasos fue una hambruna provocada que exterminó a grandes porciones de la población, llevando al concepto de “supervivencia del más apto” en el que muchas personas sobrevivieron, bajo un intenso miedo, a través del canibalismo o la corrupción.

Según los autores del “Libro Negro del Comunismo”, Lenin afirmó claramente que estas atrocidades eran valiosas para los objetivos comunistas, ya que ayudarían a dar lugar al socialismo al mismo tiempo que destruían la fe de la gente en sus líderes y en Dios.

Desafortunadamente, cuando hoy en día mucha gente piensa en el socialismo, solo conocen sus puntos de vista superficiales: los argumentos vagos y altivos de que creará “igualdad” y la presentación de sus movimientos sociales como la lucha contra la llamada “esclavitud” y “opresión”.

En realidad, el socialismo representó históricamente todo lo que decía oponerse. El socialismo es la ideología de la esclavitud, la opresión, el genocidio, la desigualdad masiva y el odio virulento.

El sistema del comunismo se basa en la lucha, y los tiranos socialistas usan el odio como su herramienta para crear esto en la sociedad.

Con Lenin, se le dijo a la gente que odiara a los terratenientes ricos, a quienes llamaba “kulaks”.

Con Mao, se le dijo a la gente que odiara a los terratenientes y a cualquiera que aún creyera en la tradición, a quien etiquetó de “derechistas”.

Con Adolf Hitler, que utilizó el nacionalsocialismo, se le dijo a la gente que odiara a los judíos, a quienes catalogó de minoría rica.

Y con los socialistas en Occidente de hoy en día, se le dice a la gente que odie a todos los blancos, a todos los hombres y a cualquiera que crea en la cultura tradicional y en los valores familiares.

El odio es el combustible del socialismo. El odio es el credo de sus seguidores. Están hechos para encarnar aquello a lo que creen oponerse.

Esto se relaciona directamente con la teoría de Marx sobre la evolución social: que la sociedad pasaría del capitalismo al socialismo, y luego al comunismo. Los marxistas también lo encuadran de acuerdo con la teoría dialéctica hegeliana de que “el conflicto impulsa hacia adelante”.

Al fomentar el conflicto y el odio entre varios grupos de personas en una sociedad, los tiranos socialistas utilizan la teoría social darwinista de la supervivencia del más apto, creyendo que el conflicto hace avanzar más rápidamente a la sociedad hacia el objetivo de la desolación comunista. Esto es a lo que llaman “progreso”.

Durante este proceso, estos tiranos lavan el cerebro a sus seguidores para que crean que las personas a las que son incentivados a odiar son los “enemigos del pueblo” o representan la “desigualdad”. Esta estrategia permite a un pequeño grupo de líderes corruptos incitar a las multitudes a cometer actos de violencia y a utilizar estas campañas de violencia y represión para tomar el poder en la sociedad.

Este proceso ha sido repetido por los líderes socialistas a lo largo del siglo XX, lo que provocó la muerte de más de 100 millones de personas, según el “Libro Negro del Comunismo” debido a esta ideología.

Los dictadores socialistas utilizan, y a veces incluso crean, los males y las penurias de la sociedad, y luego los utilizan como herramientas a las que acoplan políticas sociales. Estas políticas se utilizan para conducir a la sociedad a lo largo del «progreso» hacia el comunismo, y los males sociales a los que han aferrado estas políticas se utilizan como herramientas defensivas que les permiten atacar a cualquiera que cuestione las políticas.

Bajo el socialismo, la igualdad es una mentira. Es decir, a menos que se considere la igualdad como el aplastamiento de la sociedad en una igual miseria, bajo el talón de una burocracia estatal masiva liderada por una clase política corrupta.

Los socialistas acusan a la gente de hacer lo que los propios socialistas están haciendo, y eso desvía la crítica de sus propias acciones. Fabrican penurias y utilizan la etiqueta de “opresión” como herramienta para atacar a diversos segmentos de la sociedad.

Durante los últimos 100 años, el socialismo y sus tiranos que buscaron crear sistemas comunistas, produjeron hambre, genocidio, totalitarismo, corrupción masiva, colapso moral y social en casi todos los lugares donde se intentó implementarlo.

Las altivas promesas y las declaraciones altisonantes de los tiranos socialistas no son más que herramientas para encadenar a la gente y ocultan los verdaderos motivos de los tiranos.

En la práctica, el socialismo logra lo contrario de lo que anuncian sus predicadores. El socialismo es la ideología de la tiranía de un gobierno, de otorgar el poder absoluto a una pequeña pandilla rica, y de crear una desigualdad masiva entre los líderes socialistas muy ricos y las multitudes empobrecidas.

Joshua Philipp es un reportero de investigación senior de La Gran Época.

Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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