Libertad religiosa es un derecho que necesita protegerse ante conflictos crecientes, dice equipo legal

Por Janita Kan
06 de Noviembre de 2019 5:04 PM Actualizado: 06 de Noviembre de 2019 5:04 PM

El mes pasado, el fiscal general William Barr advirtió que los valores religiosos, que han sido la base de muchas familias estadounidenses, están siendo atacados cada vez más en los últimos 50 años.

Desde enfrentarse a la oposición por exhibir símbolos religiosos en espacios públicos hasta sufrir acoso por negarse a prestar un servicio que violaría su conciencia, algunas personas de fe en Estados Unidos dicen que se enfrentan a una hostilidad cada vez mayor por ejercer o expresar sus derechos religiosos.

Las cuestiones de por qué este derecho fundamental consagrado en la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos está siendo atacado cada vez más y por qué debemos protegerlo están surgiendo como importantes temas de debate en la conciencia pública.

Luke Goodrich, un abogado del Becket Fund for Religious Liberty, trata de responder a estas preguntas en su recién publicado libro “Free to Believe: La batalla por la libertad religiosa en América“. Goodrich dijo a la edición en inglés de La Gran Época que es importante proteger la libertad religiosa, ya que es un derecho fundamental que tiene sus raíces en quiénes somos como seres humanos.

¿Por qué vale la pena proteger la libertad religiosa?

Una de las razones por las que Goodrich cree que la libertad religiosa debe ser protegida es porque es intrínsecamente buena. Dice que le da a la gente la oportunidad de encontrar una verdad trascendente si desean buscarla.

“Todo ser humano nace con sed de verdad, bondad y belleza”, dijo. “Todo ser humano nace con razón, una mente que nos permite elegir entre la competencia de bienes. Todo ser humano nace con una voz interior que nos impulsa a elegir el bien y a rechazar el mal, ya lo saben, es otro nombre para nuestra conciencia”.

Goodrich, quien fue parte del equipo legal en una multitud de casos de derechos religiosos, incluyendo el histórico caso de la Corte Suprema Burwell vs. Hobby Lobby, argumenta que si el gobierno intenta coaccionar a la gente en asuntos de verdad trascendente, va en contra de la naturaleza de la gente, violando sus derechos humanos.

Además, la libertad religiosa es un baluarte de protección para todos nuestros otros derechos, señaló Goodrich. Argumentó que la premisa central de la libertad religiosa es que hay algo dentro de cada persona que el gobierno no puede tocar o quitar, añadiendo que es algo más alto que el gobierno, y que el gobierno lo debe respetar.

“Los principios fundamentales que subyacen a la libertad religiosa también subyacen a todos los derechos: libertad de expresión, libertad de reunión, libertad frente al registro e incautación ilícitos, [y] libertad frente al castigo cruel e inusual”, indicó.

Goodrich comentó que al darle al gobierno el poder de interferir con la libertad religiosa y violar los principios inherentes a todo ser humano, es lo mismo que darle al gobierno el poder de “pisotear todos los demás derechos”.

Otro punto en su defensa de la libertad religiosa es que es beneficiosa para la sociedad. Dijo que al permitir que la religión florezca, la moralidad mejora, posibilitando así que personas de diversos orígenes vivan juntas en paz.

“Permite que la religión florezca, lo que ayuda a producir virtud moral, que es necesaria para el auto-mejoramiento”, argumentó. “Beneficia a la sociedad al proteger la disidencia y la diversidad. Y beneficia a la sociedad al reducir los conflictos sociales, encontrando una forma de que personas de diversas capacidades vivan juntas en paz”.

Un grupo de manifestantes frente a una tienda de Hobby Lobby en Laguna Niguel, California. (Sarah Le/La Gran Época)

Crecientes conflictos por la libertad religiosa

En su discurso en Notre Dame el mes pasado, Barr expresó su preocupación por la forma en que una serie de cuestiones sociales están vinculadas a un “creciente ascenso del secularismo” en la sociedad. Argumentó que las fuerzas del secularismo están utilizando las instituciones de la sociedad como los medios de comunicación y la cultura popular para sofocar los puntos de vista opuestos, promoviendo una mayor confianza en la intervención del gobierno en problemas sociales, y utilizando nuestras instituciones legales y judiciales para eliminar las normas morales tradicionales.

Goodrich está de acuerdo en que la religión se enfrenta a una amenaza en Estados Unidos, pero dijo que su opinión sobre por qué es así difiere de la de Barr. Argumentó que los crecientes conflictos por la libertad religiosa se reducen a varios cambios culturales, particularmente en las áreas de la vida, la autonomía sexual y la creencia en la verdad absoluta. Dijo que la histórica comprensión religiosa de estas cuestiones cruciales se enfrenta cada vez más a los valores de la sociedad moderna, lo que provoca fricciones entre las dos partes.

Argumentó que nuestra cultura moderna ha hecho una distinción entre lo que él llama religión “buena” y religión “mala”.

La religión “buena” es algo que la sociedad moderna ha considerado como “buena” y aceptable. Es algo que se practica en privado, es decir, que se queda en la iglesia o en el hogar y se suscribe a la comprensión de la tolerancia de la gente moderna, es decir, que no hace afirmaciones absolutas de la verdad ni dice a otras personas que están equivocadas, argumentó Goodrich.

“Acepta a las personas por lo que son y por lo que quieren ser”, dijo. “Ese tipo de religión es perfectamente aceptable en la cultura moderna, y no se enfrenta al mismo tipo de conflictos por la libertad religiosa”.

Por otro lado, la religión “mala” no es mala en el sentido propio de la palabra, sino que es algo que la sociedad moderna considera inaceptable porque se practica en público, hace afirmaciones sobre verdades absolutas, hace juicios morales, especialmente sobre cuestiones de vida y sexualidad, y condena lo que considera pecado, argumentó. Estos valores a menudo se etiquetan como discriminación cuando entran en conflicto con los valores modernos.

“Y ese tipo particular de religión se ve cada vez más como una amenaza a la cultura moderna”, dijo. “Hay demandas y gobiernos estatales y locales que buscan castigarla y minimizarla”.

Goodrich contó que esta es la razón por la que la Primera Enmienda es tan importante, ya que no hace ninguna distinción al proteger el derecho de las personas a ejercer su religión, pero agregó que este derecho no está exento de limitaciones.

“Los límites provienen del deber del gobierno de proteger otros derechos y si la libertad religiosa está violando otros derechos fundamentales de la vida, como el derecho a la vida, el derecho a la propiedad; ahí es donde se justifican las restricciones a la libertad religiosa”, dijo.

Por otra parte, Goodrich agregó que un factor que contribuye al aumento de los ataques a la libertad religiosa es que la religión está jugando un papel menos importante en la vida diaria de los estadounidenses.

Según un reciente estudio de Pew Research, el número de estadounidenses que se identifican como cristianos se redujo en 12 puntos porcentuales en la última década, mientras que el número de personas que describen su identidad religiosa como ateos, agnósticos o “nada en particular” supone un 26 por ciento, un aumento de 9 puntos porcentuales con respecto a 2009.

“Menos personas describen la religión como [algo] importante en sus vidas”, comentó Goodrich. “Por lo tanto, menos personas sienten que necesitan libertad religiosa, y menos personas están dispuestas a arriesgarse para protegerla. Y eso está causando una creciente presión sobre la libertad religiosa”.

De manera similar, Nathan A. Berkeley, director de comunicaciones del Instituto para la Libertad Religiosa (RFI) en Washington, dijo en un correo electrónico a la edición en inglés de La Gran Época que creen que la disminución de la devoción religiosa es uno de los factores que contribuyen al aumento de la hostilidad que encuentran las personas de fe. La RFI es una organización comprometida a lograr una amplia aceptación de la libertad religiosa como un derecho humano fundamental, la piedra angular de una sociedad exitosa y una fuente de seguridad nacional e internacional.

Berkeley dijo que el declive de la devoción religiosa y la tendencia hacia el secularismo afectan las percepciones de lo que es la religión y cómo su “libre ejercicio” contribuye al bienestar de la democracia estadounidense y al bien común. Apuntó que luchar por la libertad religiosa en un entorno de este tipo presenta desafíos, especialmente en el área de la educación.

“En todas las escuelas secundarias y universidades de Estados Unidos, la libertad religiosa a menudo es malinterpretada, ignorada o considerada irrelevante”, dijo Berkeley. “Enfrentados al secularismo desenfrenado y al surgimiento de temas sociales candentes, especialmente desde la década de 1980, la juventud de Estados Unidos se ha vuelto retraída en su búsqueda de la verdad”.

Berkeley señaló que, como resultado, los jóvenes se están centrando más en la autonomía individual, algo que en realidad socava el bien social que los jóvenes dicen apoyar.

“Este marco de creencias también promueve una visión de la libertad religiosa como una derogación de la autonomía individual y de los derechos humanos básicos”, añadió.

Sin embargo, Goodrich dijo que aunque la cultura ha cambiado de manera significativa y el sistema legal está comenzando a reflejar valores más modernos, su esperanza es que el gobierno sea capaz de adoptar soluciones de compromiso que permitan a los individuos de ambas posturas vivir de acuerdo con sus valores profundamente arraigados.

“Mi esperanza sería… y los argumentos que estamos presentando en la corte son: que el gobierno no tiene que escoger un lado del desacuerdo cultural sobre la sexualidad o la vida o la religión y aplastar a todos los que no están de acuerdo”, comentó.

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