Los ‘carniceros en jefe’ de China: Mao Zedong, Deng Xiaoping y Jiang Zemin

31 de enero de 2017 8:55 PM Actualizado: 24 de octubre de 2019 6:54 PM

En las escuelas de China a los niños se les enseña que el rojo en la bandera del régimen chino representa la sangre de los mártires comunistas. No se hace mención alguna a las decenas de millones de personas asesinadas por el Partido Comunista Chino.

Según el Libro Negro del Comunismo- el texto académico clásico sobre las matanzas comunistas- el régimen chino es el más homicida entre las mayores dictaduras comunistas, habiendo supervisado alrededor de 65 millones de muertes. La Unión Soviética se encuentra en un distante segundo lugar con 20 millones.

El grueso de los asesinatos del partido ocurrieron bajo las campañas políticas y económicas de su líder fundador Mao Zedong. Deng Xiaoping- sucesor de Mao- estuvo detrás de la matanza efectuada por las fuerzas armadas del Partido a miles de estudiantes y ciudadanos que buscaban mayores libertades del régimen en la Plaza de Tiananmén.

Las matanzas continuaron incluso a pesar de que China se integró a la comunidad internacional. El alcance total de la campaña de matanza más grande del nuevo milenio, la persecución a Falun Gong (también conocido como Falun Dafa), probablemente será revelada sólo cuando la campaña, lanzada en 1999, termine oficialmente. El líder chino Jiang Zemin es responsable de esa campaña. Miles de muertes por tortura y abusos han sido documentadas. Investigadores de sustracción de órganos estiman que cientos de miles, o más, prisioneros de conciencia, principalmente practicantes de Falun Gong, han sido asesinados por sus órganos desde el 2000- un crimen que aún continúa.

Mao, Deng y Jiang llevaron a cabo estas matanzas en tiempos de paz, todo en nombre de preservar el poder del Partido.

El líder Mao

Mao Zedong tenía en claro que la revolución no terminaría con la toma del poder de China (en manos del Partido Nacionalista) por el Partido Comunista octubre de 1949.

“Luego de que nuestros enemigos armados sean aplastados, aun estarán nuestros enemigos desarmados… A menos que pensemos sobre el problema precisamente en esos términos, cometeremos los errores más graves” dijo en una cónclave clave del Partido en marzo de ese año.

El pueblo chino fue marcado como blanco en la interminable lucha revolucionaria del Partido Comunista.

Los grupos sociales que Mao estimaba como enemigos –terratenientes, intelectuales, “compañeros de ruta capitalistas”, “simpatizantes” nacionalistas e incluso cuadros del partido- fueron catalogados como “contrarrevolucionarios”. Algunos fueron entonces públicamente acusados y víctimas de abusos verbales por los asistentes de las sesiones de lucha. Otros fueron obligados a vestir capirotes de metal y fueron golpeados y torturados por sus ex compañeros.

Mao era conocido por establecer “cuotas de asesinatos” en sus campañas políticas. Por ejemplo, declaró que el 10 por ciento de los cuadros del Partido eran de hecho “derechistas” buscando menoscabar el régimen y esta figura sería utilizada para justificar el arresto arbitrario y la sumaria ejecución de los cuadros hasta que la cuota se completara.

Mao lanzó el Gran Salto Adelante en 1959 en una campaña para “sobrepasar al Reino Unido” en 15 años. En vez de marcar el inicio de una era de abundancia, su gran esfuerzo de colectivización e industrialización llevó a las malas cosechas y a la masiva hambruna. Académicos ubican el número final de muertes entre 30 y 45 millones.

Lo que es más crucial, el Gran Salto Adelante empujó al pueblo chino a la barbarie. En Liuyang, provincia de Hunan, 300 hombres y mujeres fueron obligados a trabajar sin remera en la nieve, resultando en la muerte de siete. La gente también era obligada a trabajar por largas y esclavizantes horas en los campos con casi nada de comida. Para sobrevivir, las personas desenterraban las raíces de las plantas, comían cintos de cuero y en los casos más extremos, consumían cadáveres.

“La historia nos juzgará a usted y a mí” dijo Liu Shaoqi, el entonces número dos del régimen chino, a Mao Zedong en julio de 1962. “¡Incluso el canibalismo quedará registrado en los libros!”

Mao guardaba rencor hacia Liu por sus críticas al Gran Salto Adelante. Así, un año después de comenzada la Revolución Cultural (1966-1977) –una campaña política dirigida a restaurar el prestigio dañado de Mao y eliminar los valores y la cultura tradicional china- Liu fue arrestado.

Liu fue golpeado durante las reuniones de masivas acusaciones y le habían negado medicina a pesar de sufrir de diabetes y neumonía. Luego, Jiang Qing, la cuarta esposa de Mao- hambrienta de poder- permitió a Liu recibir tratamiento médico, pero sólo porque lo quería vivo como un blanco político para atacar en una importante reunión del Partido en 1969. Un mes después de la reunión, Liu Shaoqi, quien una vez había sido heredero de Mao Zedong, murió sucio y enfermo, atado a una cama bajo régimen de aislamiento.

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“Veinte años de paz”

Deng Xiaoping buscó revertir las políticas económicas destructivas de Mao Zedong al promover la “reforma y apertura”. No obstante, las reformas dejaron intacta la gobernanza del Partido Comunista sobre China, como lo aprendieron los estudiantes chinos y el mundo el 4 de junio de 1989.

Estudiantes de a lo largo del país se reunieron en la Plaza de Tiananmén desde el 17 de abril para resaltar la reciente defunción de Hu Yaobang, un ex secretario general del Partido reformista. Los manifestantes, que llegaron a los millones en su punto máximo, exigían un gobierno más limpio, libertad de expresión y prensa y más participación democrática. La protesta captó la atención del mundo dado que varios periodistas occidentales estaban en Beijing debido a la visita estatal del líder soviético Mijaíl Gorbachov.

El entonces líder chino Zhao Ziyang era comprensivo con los estudiantes y algunas de sus reivindicaciones, como su llamado a frenar la burocracia corrupta. Pero para el máximo líder Deng  y otros ideólogos de línea dura del Partido, lo que estaba en juego era nada menos que la supervivencia del régimen chino.

Durante la noche del 3 de junio y las primeras horas del 4 de junio, unidades del Ejército Popular de Liberación se trasladaron a la ciudad y dispararon abiertamente a los estudiantes.

El corresponsal extranjero estadounidense Scott Savitt vio rondas de balas trazadoras de rifle disparadas por los soldados a la multitud alrededor de él. En su libro de 2016, “Chocando contra el Partido: Un reportero estadounidense en China” Savitt relata haber llamado a su oficina para reportar un homicidio:

“Dave”, dije cuando escuché la voz de mi jefe, “están disparando a la multitud y un hombre está muerto”.

“¿Cómo sabes que está muerto?”

“Porque su cerebro está salpicado en el pavimento”.

La Cruz Roja china y un embajador suizo, ambos estimaron que 2.600 o 2.700 personas fueron asesinadas por las fuerzas armadas del Partido en la Masacre de la Plaza de Tiananmén.

Zhao Ziyang fue purgado después de la masacre y puesto bajo arresto domiciliario hasta su muerte en 2005. Para reemplazar a Zhao, Deng acudió a Jiang Zemin, el jefe de Shanghai que fue severo con los protestantes estudiantiles y cerró una prestigiosa edición liberal con sede en Shanghai.

Cosecha humana

Una década después de Tiananmén, Jiang Zemin decidió suprimir una de las comunidades espirituales más grandes de China porque parecía ser más popular que el Partido Comunista Chino.

“¿Es posible que nosotros, miembros del Partido Comunista, armados de marxismo y creencia en el materialismo y el ateísmo, no podamos derrotar a Falun Gong? Si eso es así ¿no sería el chiste más grande de la tierra?” escribió Jiang en una febril carta al Politburó en la noche del 25 de abril de 1999.

Más temprano ese día, alrededor de 10.000 practicantes de Falun Gong se habían reunido en Beijing para peticionar a las autoridades centrales liberar a 45 practicantes que habían sido agredidos y arrestados en la ciudad cercana de Tianjin. A pesar de que los peticionarios se pararon silenciosamente a lo largo de las veredas cerca del cuartel del liderazgo en Zhongnanhai y que levantaron la basura y las colillas de cigarrillo que tiraban los policías en la zona antes de partir, Jiang sintió que esta apelación pacífica era “el incidente político más serio” desde el 4 de junio.

El 20 de julio, Jiang ordenó la erradicación de la disciplina espiritual. De la noche a la mañana, entre 70 y 100 millones de ciudadanos chinos que realizaban ejercicios físicos en parques y seguían las enseñanzas de verdad, benevolencia y tolerancia, enfrentaron una violenta campaña política maoísta.

La campaña de persecución de Jiang- que continúa hasta la actualidad- causó la muerte de 4.000 practicantes por golpizas o torturas, según los números incompletos de Minguhi.org, una plataforma de información de primera mano sobre la persecución. Se cree que el número real de muertes es sustancialmente mayor.

Investigadores también afirman que el régimen chino ha estado lucrando con la sustracción forzada de órganos a practicantes de Falun Gong en centros de detención. Los practicantes por supuesto, mueren durante  el procedimiento. Es probable que cientos de miles hayan sido asesinados de esta forma, en manos de doctores según lo indican los hallazgos del abogado de derechos humanos canadiense, David Matas, el ex miembro del Parlamento de Canadá, David Kilgour, y el periodista investigativo, Ethan Gutmann.

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