Los uigures desaparecidos en China no reaparecen: el caso de la familia Hamdullah

Por BITTER WINTER
10 de enero de 2020 8:06 PM Actualizado: 10 de enero de 2020 8:06 PM

Ricos o pobres, religiosos o ateos, letrados o no escolarizados, la razón es desconcertante. El Partido Comunista Chino (PCCh) no necesita una razón para llevar a cabo su ilegal e ininterrumpida detención de uigures de todas las clases sociales y creencias, ni para sentenciarlos sin juicio previo.

En respuesta a una creciente cantidad de miembros de la diáspora uigur esparcidos por todo el mundo que exigen tener noticias de sus familiares en su país de origen, el portavoz patrocinado por el Estado de Beijing, CGTN (la Red Global de Televisión China), esta semana lanzó una campaña publicitaria tendiente a exponer la «mentira» de que los uigures en Xinjiang han desaparecido. Afirmando haber «encontrado» a los anunciados bajo la etiqueta #StillNoInfo (sin información por el momento) publicada por familiares que viven en el extranjero que se sienten preocupados, CGTN ha montado una serie de informes tendientes a denunciar las denominadas noticias falsas que han ennegrecido el nombre de China, alegando que los supuestamente «desaparecidos», de hecho, se encuentran sanos y salvos.

No obstante, se trata de una mentira, tal y como lo demuestra el caso de los hermanos Hamdullah. Los mismos son dos de los magnates inmobiliarios más exitosos de la comunidad uigur de Xinjiang. Los dos hermanos Hamdullah, Rozi Haji, de 43 años, y Memet, de 37, se encuentran entre los uigures desaparecidos que nunca reaparecieron. A la diáspora uigur le han llegado noticias de que se encuentran encarcelados y de que fueron sentenciados en secreto y extrajudicialmente a penas de prisión draconianas. Los recientes informes que indican que su hermano mayor, Rozi Haji Hamdullah, fue sentenciado a 25 años por «crímenes» no especificados y su hermano menor, Memet, a 15, ha impulsado al único hermano que queda en el exilio a luchar por su libertad, decidido a llevar el caso al más alto tribunal a nivel mundial.

Una familia destruida

Omerjan Hamdullah, de 30 años, hermano menor de los dos empresarios detenidos, el único de su familia en el mundo libre por haber escapado de Xinjiang, debe defender la causa de sus hermanos tras enterarse de la impactante noticia.

Uigures protestan frente a policías en Urumqi, 7 de julio de 2009. (Guang Niu/Getty Images)

Los dos hermanos, copropietarios de Xinjiang Rozi Haji Ltd. y Korla Chilanbagh Property Ltd., dos de los imperios comerciales más grandes y exitosos de Xinjiang, valuados en más de 140 millones de dólares, habían sido arrestados en Korla en octubre y diciembre de 2017, y su paradero era desconocido hasta hace poco tiempo atrás, cuando la noticia de su destino fue transmitida discretamente por un antiguo colega chino de etnia han. A pesar de que se ha tenido conocimiento de los juicios secretos, no se ha facilitado información sobre sus «crímenes» ni sobre su actual paradero.

Pero esto no ha tranquilizado a Omerjan, quien habla desde su pequeña y recientemente adquirida librería uigur emplazada en Sepakoy, Estambul, donde muchos de sus compatriotas uigures se han exiliado. Hace más de dos años que no tenía noticias de su hogar y habló de los días durante el otoño de 2017 en que los ricos empresarios uigures comenzaron a ser acorralados y desaparecieron. En ese momento, él se encontraba estudiando en Arabia Saudita y toda su familia acababa de visitarlo para presentarle sus respetos por su padre, el cual había fallecido durante una visita al país. «Regresaron a Korla», afirmó, “y de repente desaparecieron con un par de meses de diferencia. No teníamos idea de dónde o por qué los habían detenido”, afirmó. «Esperaba que fueran liberados después de la llamada reeducación y que eso fuera todo». Pero aún tiembla de temor al pensar que quizás nunca vuelva a ver a sus hermanos.

Omerjan fue a estudiar a Arabia Saudita en el año 2013, pero se vio obligado a trasladarse a Turquía en el año 2017, justo cuando las medidas represivas comenzaban a intensificarse. Sabía que, con su pasaporte chino a punto de expirar, no tenía esperanza de poder renovarlo en China, dada la lista negra y los arrestos de todos los que habían estado en Arabia Saudita por cualquier motivo. Su esposa, quien se reunió con él en Turquía, también se enteró en ese momento de que su padre, quien era el imán de la principal mezquita de Korla, había sido sentenciado a 15 años de prisión.

Niños uigures juegan mientras la policía local vigila en Kashgar, Xinjiang el 29 de junio de 2017. Xinjiang está ubicada en el noroeste de China. (Kevin Frayer/Getty Images)

Omerjan, quien no ha tenido otra alternativa que construir un nuevo hogar con su esposa y sus dos hijos lejos de su madre y de su numerosa familia en Korla, se siente desconcertado y enojado por la injusticia que se ha cometido contra sus hermanos. «La mayor afrenta es que no han hecho absolutamente nada malo», afirmó. Él mismo habla de su hermano mayor, el cual, a pesar de su éxito comercial, nunca olvidó a los necesitados de su comunidad y destinó fondos para la reducción de la pobreza y la educación. Desde sus humildes comienzos, vendiendo peras y desarrollando huertos en la aldea de Shaqur, cerca de Korla, en la Prefectura Autónoma Mongol de Bayingolin, pasó a abrir varios lujosos restaurantes de estilo uigur, y finalmente se convirtió en empresario inmobiliario junto a su hermano menor.

«El PCCh estaba tras su dinero»

Omerjan no puede entender por qué dos educados y exitosos magnates de negocios que beneficiaron a su vecindario y crearon riqueza para su país han recibido un trato tan injusto. «Solo puedo pensar que el PCCh quiere quedarse con su fortuna», afirmó abatido. “No hubo ningún caso judicial. Simplemente desaparecieron y recién pudimos enterarnos de sus sentencias por un tercero».

Esta semana, a través de Facebook, Omerjan renovó su llamamiento al régimen chino para recibir noticias de su familia. «No han cometido otro delito más que ser uigures y empresarios que se estaban enriqueciendo gracias a su arduo trabajo», afirmó con amargura.

La policía patrulla las calles mientras los uigures salen de la Mesquita Id Kah en la vieja ciudad de Kashgar en Xinjiang, 26 de junio de 2017. (Johannes Eisele/AFP/Getty Images)

Han pasado dos años desde que Omerjan pudo ponerse en contacto por última vez con su madre viuda de 60 años, Hennisahan Semet, la cual se encuentra paralizada y postrada en una silla de ruedas. No tiene idea de quién la está cuidando. Otros miembros de la familia, incluidas las esposas y cuatro hijos de sus hermanos, sus hermanas Zeynigul y Havagul Hamdullah y sus hijos, también están incomunicados, por temor a su propia seguridad, fueron los mensajes que comenzaron a llegar desde Turquía, otro de los destinos prohibidos por el PCCh para los uigures. Sin noticias que indiquen lo contrario, teme que puedan estar confinados en campamentos o peor aún, muertos. «Lo más cruel es no saber qué ha sido de todos ellos», afirmó.

El mismo desafió a las autoridades de Beijing para poder obtener noticias de su familia. «Si sabes dónde están, entonces dímelo», afirmó. “Dime también por qué mis hermanos fueron sentenciados en secreto sin representación legal. ¡Dime qué hicieron mal y dónde están!”. Describe la campaña publicitaria del PCCh en la que se afirma que todo está bien en Xinjiang como una cínica crueldad. “Todos sabemos la verdad. Todos sabemos exactamente lo que está sucediendo allí”, afirmó. «Beijing invita a la gente a ir y ver por sí mismos, pero todo lo que consiguen es un truco publicitario similar a una puesta en escena». Describió al departamento de propaganda del PCCh como un fabricante de «noticias falsas».

Un llamamiento al mundo libre

De raíces ricas, Omerjan está nuevamente comenzando desde cero como muchos de la diáspora uigur que lo han perdido todo a manos del régimen chino. Todo el imperio familiar compuesto por 10 edificios, numerosos restaurantes decorados al estilo nacional uigur y varias propiedades han sido confiscados y cada centavo ha sido congelado por el régimen. Luego de economizar en gastos y ahorrar un poco, pidió prestado dinero para comprar una librería, e imprime y vende libros uigures, gorros nacionales y recuerdos. «Tal y como les sucede a todos mis compatriotas aquí, tenemos que comenzar de nuevo», afirmó. “Quienquiera que solíamos ser es irrelevante. Tenemos que sobrevivir y mantener a nuestras familias».

Imagen de archivo de una protesta de chinos uigures en Ginebra (Suiza). EFE/Antonio Broto/Archivo

Está decidido a no dejar piedra sin mover a fin de obtener justicia para sus hermanos y acudirá a la Corte Internacional de Justicia en La Haya en caso de ser necesario. “En China no existe la justicia. Es un lugar sin ley”, afirmó con pesar. «Quizás pueda hallar justicia en el mundo».

Omerjan hace un llamamiento a cualquiera que pueda ayudarlo a ubicar a su familia y obtener justicia para sus hermanos. «Les ruego a todos los países del mundo que me ayuden a presionar al Gobierno chino para que libere a mis familiares de la cárcel y me permita contactarlos normalmente», rogó.

Este artículo fue publicado originalmente en Bitter Winter, una publicación sobre libertad religiosa y derechos humanos en China.

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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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