Melbourne puede batir el récord mundial de restricciones del COVID-19 más prolongadas, después de que la ciudad haya soportado seis duros cierres que abarcan 232 días y continúan hasta el 20 de septiembre.
Actualmente, la capital argentina, Buenos Aires, ostenta el récord con 245 días, después de que sus ciudadanos fueran objeto de órdenes de permanecer en casa durante la mayor parte de 2020 —de marzo a noviembre— y de otro cierre de 11 días en mayo de 2021.
El 19 de septiembre, el primer ministro de Victoria, Dan Andrews, anunció que las restricciones del cierre comenzarían a disminuir una vez que las tasas de vacunación doble alcanzaran el 70% de la población, previsto para el 26 de octubre.
Si todo sale como está previsto, Melbourne tendrá garantizado un total de 267 días de cierre, superando a Buenos Aires, junto con Irlanda, con 227 días, y Londres, con 201 días.
La hoja de ruta de Victoria para salir de los cierres tiene diferentes vías para los no vacunados, los que solo se aplicaron una dosis y los que se aplicaron las dos.
Una vez que se empiecen a conceder «libertades», solo se permitirá a los totalmente vacunados entrar en pubs, restaurantes, lugares de ocio, lugares para celebrar bodas y peluquerías.
Líderes empresariales y políticos han criticado la hoja de ruta por desviarse del Plan Nacional de Australia y proporcionar las libertades mucho más tarde que a los australianos que viven al otro lado de la frontera, en Sidney, Nueva Gales del Sur.
El líder de la oposición, Matthew Guy, escribió en un posteo en Twitter que «todo lo que los residentes de Victoria querían era algo de esperanza, no cinco semanas más de duros cierres».
El Consejo de Franquicias de Australia (FCA) dijo que las empresas estaban luchando por mantener sus negocios a flote, y que poner límites del 50 por ciento de la capacidad en los locales no era financieramente viable.
«Muchos propietarios de pequeños negocios están al límite de sus posibilidades financieras y emocionales y están decidiendo si van a ser capaces de reabrir sus puertas después de esta semana», dijo la directora ejecutiva de la FCA, Mary Aldred, a la ABC.
Por su parte, la Asociación Médica Australiana (AMA) ha pedido cautela a la hora de relajar las restricciones, advirtiendo que el sistema sanitario podría verse sometido a tensiones ante un posible aumento de los casos de COVID-19.
«Al aplicar el Plan Nacional, debemos ser realistas, cuidadosos y probar cada cambio y el impacto de las medidas antes de pasar a la siguiente fase, dado que hay miles de casos de COVID-19 en la comunidad», dijo el presidente de la AMA, el Dr. Omar Khorshid, en un comunicado el 19 de septiembre.
Los cierres también han devastado el bienestar económico y mental de Victoria.
Una investigación del Instituto de Investigación Infantil Murdoch (pdf) reveló el 13 de septiembre que los cierres de las escuelas eran los principales riesgos para la salud de los niños, y no el COVID-19.
«Mientras las escuelas permanecen cerradas, la demanda de servicios de apoyo a la salud mental de nuestros jóvenes sigue aumentando», declaró la ministra de Salud en la sombra, Emma Kealy.
En junio, Kids Helpline, una línea de apoyo 24 horas al día, 7 días a la semana, para jóvenes de 5 a 25 años, reveló que la tasa de suicidio de los adolescentes de Victoria se había disparado un 184% en seis meses.
Las oficinas del distrito central de negocios de Melbourne también siguen vacías, ya que la demanda se ha desplomado a niveles inferiores a los de la recesión de los años 90.
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