Niño argentino escribe tiernos carteles que provocan avalancha de generosidad: «¿Han visto mi pelota?»

Por Isabel Valencia - La Gran Época
02 de septiembre de 2019 4:49 PM Actualizado: 02 de septiembre de 2019 8:16 PM

Cuando eras niño, seguramente le dabas importancia a ciertas cosas que probablemente de adulto no. Por ejemplo, tenías tu muñeco favorito, tu programa de televisión preferido, o la pelota con la que jugabas todos los días y no la cambiarías por nada del mundo. Esto último fue lo que sucedió a un niño en Argentina, quien al darse cuenta que había perdido su pelota, hizo una búsqueda exhaustiva que llegó a los corazones del mundo entero.

Benicio es un niño de 7 años que estudia en la Escuela N° 53 del barrio Falucho en la ciudad argentina de Tandil. Su casa queda muy cerca de la escuela, pero también queda al frente de la Plaza Ardiles, donde usualmente va a jugar a la pelota con sus amigos mientras sus padres lo ven desde la ventana, publicó Infobae.

Pero el pasado 8 de agosto todo cambió cuando estaba jugando con su pelota favorita, una blanca y celeste de la petrolera YPF. Sin preocuparse mucho, se distrajo con la salida de los niños de la escuela y mientras saludaba a sus amigos dejó la pelota a un lado sin pensar que alguien se la llevaría. Fueron tan solo unos minutos, pero cuando el niño se volteó, su amado balón ya no estaba.

Consternado y acongojado, casi con una lagrima en cada ojo, regresó a casa con las manos vacías. Recordaba que esa era su pelota favorita porque se la había regalado su tía Maru hace dos años, y no quería desprenderse de ella por nada del mundo. Finalmente no pudo contener el llanto, y mientras sus padres trataban de consolarlo recordándole que en casa tenía otras pelotas para jugar, a Benicio se le ocurrió una idea genial.

Él no quería otras pelotas, él quería precisamente esa, la blanca y celeste que le había regalado su tía Maru, y para traerla de regreso estaba decidido a hacer todo lo posible. Cogió una hoja de papel, un lapicero y un lápiz de color azul celeste y dibujó su balón tal como lo recordaba, y escribió: «¿Han visto mi pelota?».

Ya eran pasadas las 7 de la noche y estaba comenzado a oscurecer, pero decidido a encontrarla cuanto antes, Benicio hizo 4 copias del cartel y con cinta en la mano se dispuso a poner los letreros en postes de luz alrededor de la plaza. «Chau, me voy a pegar unos carteles a la plaza», dijo antes de salir, pero como era tarde su hermano Mariano lo acompañó.

Cuando su madre Marisa llegó del trabajo en la noche, Benicio le contó lo que había sucedido. Aunque su madre no estaba muy esperanzada que la pelota apareciera, el niño le repetía: «Yo quiero recuperar mi pelota porque es mi preferida».

Con el anhelo de su hijo a flor de piel, su madre decidió ayudarlo. Al día siguiente, Marisa tomó una fotografía de uno de los carteles que había dibujado Benicio el día anterior y lo publicó en las redes sociales. Ella solo quería que su hijo encontrara la pelota, pero lo que nunca se imaginó es que se volvería rápidamente viral, y que le llegaría a su casa una avalancha de generosidad.

El mensaje decía: «Mi hijo Benicio, de siete años, es el autor de estos cartelitos que están en la plaza de Fugl y José Martí. Le faltó ayer su pelota, si alguien se la llevó pensando que estaba abandonada, les encargo la devuelvan a Fugl 1160. Él está muy triste, si pueden devolverla se los voy a agradecer gente».

El mensaje y el tierno gesto de Benicio causó conmoción en las redes sociales, donde muchas personas quisieron ayudar al pequeño, tal vez no  pudiendo devolverle la misma pelota, pero si a reconfortarlo con otras.

«Por la tarde se había viralizado totalmente», recordó contó Marisa. «Me llegaban mensajes ofreciendo pelotas usadas. Hubo un señor de una ferretería que llegó con tres pelotas a casa: una de River, una de Boca y otra normal para que él eligiera la que más le guste. Me contó que se enterneció hasta las lágrimas al ver el cartel porque él cuando era chico nunca tuvo la posibilidad de comprarse una pelota. Mucha gente creyó que era su única, pero no, tiene un montón».

Pero este no sería el único caso de personas que se acercarían a ofrecerle al niño una pelota. Al día siguiente un treintañero llegó a su casa con su propia pelota usada: «Vi el cartelito y me conmovió. Está muy pateada pero igual se la dejo, yo ya no tengo tiempo para jugar». Otras tres pelotas llegaron al sitio donde trabaja Marisa. Incluso una chica de otra ciudad también preguntaba cómo podía hacer llegarle una pelota.

El mensaje tocó muchos corazones, incluso llegó a los oídos de las oficinas de marketing de YPF, la marca de la pelota original de Benicio. A los pocos días, llegó a su casa una caja con 40 pelotas nuevas de la compañía petrolera y los mensajes no dejaban de llegar. Finalmente recolectó 60 pelotas, sin embargo, su madre le enseñó que lo mejor que uno puede hacer en la vida es compartir.

«Él es muy sociable, siempre le tengo que advertir que no hable con cualquier persona en la calle. Le aclaro que no todas las personas son buenas», dijo Marisa a Infobae. «La pelota te la robaron seguramente: esa persona es mala. Pero como hay muchísima gente buena que te quiere regalar una pelota, como familia tenemos que hacer algo más. Vos tenés la suerte de que papá y mamá, de que tu hermano, de que tu tía te puedan comprar una pelota. Pero hay otros nenes que no. ¿Qué te parece si se las regalamos para el Día del Niño?».

De este modo Benicio aprendió a compartir con los niños más necesitados. «Cada vez que se baja del auto para entregar una pelota se pone súper contento», contó su madre. Ahora los otros niños lo llaman «el nene que perdió la pelota».

Las pelotas que le llegaron las regaló también a amigos, merenderos y colegios, además se desprendió de cosas personales de su infancia, recogiendo juguetes y peluches que entregaron en jornadas solidarias. Para él solo dejó una pelota de YPF, otra que es la oficial del Mundial de Rusia que le regaló su hermano, una roja y blanca genérica, otra roja y blanca con el escudo del Manchester United y una chiquita con los colores de Boca que no usa, ya que es hincha del River.

Aunque no sabe si le van a seguir llegando pelotas que posteriormente pueda regalar, Benicio mantiene aún un sentimiento profundo que le confesó a su mamá: «Mami, la verdad que a mí me gustaría recuperar la pelota que perdí en la plaza».

Definitivamente los niños saben valorar las cosas, no solo por la apariencia externa, si no por el significado profundo y las emociones que conllevan.

La pureza y dulzura de los niños a veces resulta divertida ???

 

 

 

 

 

 

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