Niño de Turquía recuerda su vida pasada y dice a una chica que es su padre

Por The Epoch Times
06 de junio de 2017 10:36 AM Actualizado: 03 de julio de 2022 7:49 PM

Un niño en Turquía

Cuando Sungur era un niño pequeño, hizo un viaje con su familia fuera de su pueblo natal, Tavla. Al viajar, señaló un pueblo en el camino llamado Hancagiz y dijo que solía vivir allí. Dijo que su nombre era Naif Cicek y que había ido a Ankara antes de morir.

En efecto, había un Naif Cicek que había muerto en ese pueblo un año antes de que naciera Sungur, pero la familia de Sungur no descubriría eso sino después de pasado un tiempo. La familia de Sungur no accedió inmediatamente a su pedido de visitar el pueblo de su vida pasada.

Más adelante, cuando la hija de Cicek estuvo en el pueblo de Sungur, Tavla, antes de que la familia de Sungur y de Cicek tuvieran contacto, Sungur se acercó a ella y le dijo: “Soy tu padre”.

La madre de Sungur lo llevó a Hancagiz a encontrarse con la familia de Cicek. El niño identificó correctamente a varios miembros de la familia, incluida la viuda de Cicek. Indicó una lámpara de aceite en el hogar de Cicek que dijo haber hecho él mismo. Dijo que su hijo una vez lo había golpeado con su propio camión al dar marcha atrás.

Todas las afirmaciones que Sungur hizo eran correctas, todas coincidían con los detalles de la vida de Cicek. Algunas otras afirmaciones que hizo no pudieron ser verificadas, pero no hizo ninguna afirmación incorrecta.

El Dr. Jim Tucker, sucesor de Stevenson en estudios de reencarnación en la Universidad de Virginia, relató casos similares en los cuales el detalle de los recuerdos de las vidas pasadas de los niños pudieron ser verificados en su libro “Regreso a la vida: casos extraordinarios de niños que recuerdan sus vidas pasadas”. Asimismo, respecto de los casos que no podían ser verificados, señaló que “al menos, plantean la cuestión de qué podría llevar a niños pequeños a creer que recuerdan esos acontecimientos que reportan”.

Varios investigadores han estudiado a fondo casos de niños que reportan recuerdos de vidas pasadas. En varias de estas experiencias, los detalles dados por los niños han sido verificados como coincidentes (a veces con sorprendente precisión) con una persona fallecida. En otros casos, los detalles han sido más difíciles de verificar.

Incluso en los casos más convincentes, algunos encontrarán una semilla de duda. ¿Podrían los padres haber influenciado a sus hijos con un cierto tipo de cuestionamientos? ¿Podrían los niños haber escuchado información y haberla repetido sin el conocimiento de sus padres? ¿Podría una imaginación hiperactiva o un deseo de atención haber alimentado hablar sobre una vida pasada? Tal vez la probabilidad puede explicar cómo los “recuerdos” coinciden con gente o acontecimientos reales, tal vez solo sean golpes de suerte.

La psicología

El psicólogo Dr. Erlendur Haraldsson, profesor emérito en la Universidad de Islandia en Reykjavik, estudió 30 niños en el Líbano que habían hablado persistentemente sobre recuerdos de vidas pasadas, comparando estos niños con un grupo de control de otros 30 niños. El Dr. Haraldsson se preguntaba si los niños que se asocian tan fuertemente con ser otra persona (su encarnación de vida pasada) son similares psicológicamente a las personas con personalidad múltiple.

Examinó a los niños para ver si eran más propensos que sus pares a tener tendencias disociativas, por ejemplo.

Imagen ilustrativa (Ginger Palmisano en Pixabay)

El Dr. Haraldsson explicó en su artículo “Niños que hablan de experiencias de vidas pasadas: ¿Hay una explicación psicológica?” publicado por la Sociedad Psicológica Británica en 2003: “El concepto de disociación ha sido usado para describir una variedad de procesos psicológicos que varían desde aquellos que son perfectamente normales, como de atención dividida o soñar despierto, hasta la aparición de múltiples personalidades en la misma persona con limitada o nula conciencia de la otra”.

Descubrió que los niños con pretendidos recuerdos de vidas pasadas “obtenían mayores puntuaciones en soñar despierto, buscar llamar la atención y disociación, pero no así en aislación social y sugestionabilidad”. No obstante, descubrió “que el nivel de disociación era mucho más bajo que en casos de personalidad múltiple y que no era clínicamente relevante”.

En el mismo artículo, se refirió a su investigación de campo en Sri Lanka. Descubrió que los niños que hablaban de vidas pasadas soñaban despiertos más que sus pares, pero que no había indicación de que fueran más propensos a fabricar experiencias imaginarias. Tampoco se encontró que fueran más susceptibles. En uno de sus estudios en Sri Lanka, descubrió que estos niños tenían vocabularios más amplios, obtenían puntuación más alta en una breve prueba de inteligencia y tenían mejor desempeño en la escuela que sus pares.

Haraldsson citó al Dr. Ian Stevenson, conocido por su estudio sistemático de miles de casos en los que niños han reportado recuerdos de vidas pasadas, el cual comenzó a realizar en los años 1960.

Stevenson dio seguimiento a muchos de los niños y descubrió que casi todos ellos crecieron para tomar puestos apropiados en la sociedad y que no tenían diferencias psicológicas destacadas en comparación con sus pares. Solo uno de los niños a los que Stevenson hizo seguimiento se volvió esquizofrénico en su vida adulta.

¿La verdad?

Psicólogos como Haraldsson y Stevenson hicieron esfuerzos para detectar influencia psicológica alguna que pudiera cuestionar los pretendidos recuerdos que investigan.

En 1975, la Revista de la Asociación Médica Americana (Journal of the American Medical Association), escribió sobre Stevenson: “Con respecto a la reencarnación sobre la cual ha recolectado meticulosa y objetivamente una detallada serie de casos de India, en los cuales la evidencia es difícil de explicar por otros medios… Hizo constar una gran cantidad de información que no puede ser ignorada”.

Imagen ilustrativa (Karin Henseler en Pixabay)

En 1994, Haraldsson publicó un artículo titulado “Investigación de Réplica de Casos Sugestivos de Reencarnación por Tres Investigadores Independientes”, en la Revista de la Asociación Médica Americana para la Investigación Psíquica (Journal of the American Society for Psychical Research), esbozando investigaciones que han replicado el trabajo de Stevenson.

Resumió que: “A la fecha, Jűrgen Keil estudió 60 casos en Burma, Tailandia y Turquía; Erlendur Haraldsson, 25 casos en Sri Lanka; y Antonia Mills, 38 casos en el norte de la India… En el 80 por ciento de los 123 casos, una persona fallecida fue identificada, que aparentemente correspondía con algunas o todas las afirmaciones del niño… De los 99 casos resueltos, la persona que el niño afirmaba ser era desconocida para la familia del niño en el 51 por ciento de los casos, conocida en el 33 por ciento y emparentada en el 16 por ciento. De las muestras combinadas de los 123 casos, solo uno de los casos [uno estudiado por Mills] parecía estar en el borde entre un fraude perpetrado conscientemente y un auto-engaño”.

El artículo incluía algunos ejemplos de casos en los cuales los detalles de los recuerdos fueron verificados. Uno de esos casos fue el de Engin Sungur, nacido en diciembre de 1980 en el Hospital de Antioquía, Hatay, Turquía.

Una niña en Canadá

El Dr. Tucker dio algunos ejemplos, uno de los cuales incluía a una niña pequeña de Canadá que parecía recordar ser una mujer mayor.

El padre de la niña no tenía interés en el hockey. Él de hecho evitaba verlo o hablar sobre ello porque asociaba el juego con cosas malas. Pero su padre (es decir el abuelo paterno de la pequeña) era apasionado por el hockey. De hecho, la propia falta de interés del padre de la niña había afectado su relación negativamente con su padre.

Imagen ilustrativa (alteredego en Pixabay)

La niña pequeña, Hannah, a los 3 años de edad, preguntó a su padre por qué su hijo ya no quería venir a llevarla a los partidos de hockey. Su padre, sorprendido, le preguntó cuándo había hecho esto su hijo, Hannah contestó: “Ya sabes, papá, cuando yo era una mujer mayor”.

Luego habló más sobre su hijo, dando detalles tales sobre el auto blanco oxidado que su hijo había conducido y su chaqueta de cuero.

El Dr. Tucker escribió: “A pesar de que las afirmaciones de la niña no pueden ser verificadas en este caso, lo encuentro bastante impresionante. ¿Qué llevaría a una niña de 3 años, cuya familia ni siquiera le gustaba el hockey, a imaginar que había sido una mujer mayor que quería que su hijo la lleve a ver partidos de hockey?”.

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