La hidroxicloroquina ha sido uno de los tratamientos más controvertidos para el COVID-19 durante toda la pandemia. Ahora, una nueva investigación determinó que este medicamento de bajo costo ofrece un tratamiento seguro para muchas personas infectadas por el virus.
Al inicio de la pandemia del COVID-19, médicos de todo el mundo reportaron altas tasas de éxito para combatir el virus usando un protocolo de tratamiento económico de hidroxicloroquina (HCQ) y zinc, combinado normalmente con un antibiótico para tratar infecciones bacterianas secundarias.
La HCQ es un ionóforo de zinc, lo que significa que ayuda al zinc a entrar en las células, donde puede bloquear la multiplicación de los virus. La FDA emitió una autorización de uso de emergencia en marzo de 2020 que permitía utilizar el fosfato de cloroquina (CQ) y el sulfato de hidroxicloroquina (HCQ) para tratar a los pacientes hospitalizados con COVID-19. La orden no mencionaba el zinc y describía el uso de HCQ por sus propias propiedades antivirales. La orden se basaba en un uso experimental inicial en hospitales que mostró resultados prometedores.
Esa autorización se retiró en junio de 2020 cuando la FDA consideró que era poco probable que la HCQ produjera un efecto antiviral significativo y que los riesgos potenciales superaban los beneficios.
El cambio surgió a raíz de un estudio de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, en el que se descubrió que la HCQ tenía un rendimiento inferior al de los protocolos de tratamiento rutinarios.
Por desgracia, los problemas en las metodologías de investigación que evalúan la eficacia y los riesgos de la HCQ han dejado dudas persistentes. Estos problemas incluyen el cuestionamiento de la dosificación y la ausencia de zinc, posiblemente el elemento más importante de cualquier protocolo de tratamiento con HCQ. La nueva revisión se publicó The American Journal of Medicine en su edición de enero de 2021. En ella se encontró que el uso temprano de HCQ y zinc puede reducir las hospitalizaciones y las muertes por COVID-19.
Mientras que la HCQ es un fármaco genérico relativamente económico con pocos beneficios para los fabricantes de medicamentos, se han invertido cientos de millones de dólares en otros antivirales y vacunas que las compañías farmacéuticas esperan rentabilizar.
Involucrar a la medicina en la política tiene graves consecuencias
La discusión sobre la HCQ ha caído bajo un paraguas de censura que capturó varios otros tratamientos conocidos por ayudar a reforzar el sistema inmunológico y disminuir otras infecciones virales. Esto ocurrió cuando Google y su plataforma de video Youtube empezaron a filtrar los resultados de las búsquedas. La consejera delegada de Youtube, Susan Wojcicki, hizo pública esa medida en abril, cuando declaró a CNN que la plataforma de video iba a «eliminar la información que fuera problemática».
Dijo que eso incluiría «cualquier cosa que no tenga fundamento médico».
«Así que la gente que diga ‘tome vitamina C; tome cúrcuma, lo curaremos’, esos son los ejemplos de cosas que serían una violación de nuestra política», dijo.
«Todo lo que vaya en contra de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sería una violación de nuestra política», dijo.
El problema de esta política es que acabó censurando información validada y politizando la salud pública.
Aunque los profesionales de la medicina alternativa ya habían visto este tipo de censura, para muchos médicos convencionales ha sido su primera experiencia. Muchos se han quedado absolutamente anonadados por esto. Como un ejemplo entre muchos, el 23 de julio de 2020, el Dr. Harvey A. Risch, profesor de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Yale, publicó un artículo de opinión en Newsweek en el que expresó su desconcierto y frustración:(3)
«Soy autor de más de 300 publicaciones revisadas por pares y actualmente ocupo puestos de responsabilidad en los consejos editoriales de varias revistas importantes.
«Usualmente acostumbro a defender posiciones dentro de la corriente principal de la medicina, por lo que me desconcierta encontrar que, en medio de una crisis, estoy luchando por un tratamiento que los datos apoyan plenamente pero que, por razones que no tienen nada que ver con una correcta comprensión de la ciencia, se ha dejado de lado».
«Como resultado, decenas de miles de pacientes con COVID-19 están muriendo innecesariamente (…) Me refiero, por supuesto, al medicamento hidroxicloroquina».
«Cuando este medicamento oral de bajo costo se administra en una etapa muy temprana del curso de la enfermedad, antes de que el virus haya tenido tiempo de multiplicarse sin control, ha demostrado ser muy eficaz, especialmente cuando se administra en combinación con los antibióticos azitromicina o doxiciclina y el suplemento nutricional zinc».
La revisión médica(4) publicada en el American Journal of Medicine considera que el uso temprano de HCQ y zinc es un tratamiento seguro y eficaz. Entre los autores se encuentra Risch, así como una larga lista de médicos de hospitales de todo el mundo.
Importancia del tratamiento ambulatorio temprano
La revisión, titulada » Bases fisiopatológicas y justificación del tratamiento ambulatorio temprano de la infección por SARS-CoV-2 (COVID-19)», señala que:(5)
«En ausencia de resultados de ensayos clínicos, los médicos deben utilizar lo que se ha aprendido sobre la fisiopatología de la infección por SARS-CoV-2 para determinar el tratamiento ambulatorio temprano de la enfermedad con el objetivo de evitar la hospitalización o la muerte…».
«Los enfoques terapéuticos que se basan en estos principios incluyen 1) la reducción de la reinoculación, 2) la terapia antiviral combinada, 3) la inmunomodulación, 4) la terapia antiplaquetaria/antitrombótica, y 5) la administración de oxígeno, la monitorización y la telemedicina».
Los autores subrayan que «la mayoría de los pacientes que llegan al hospital (…) con COVID-19 no requieren inicialmente formas de atención médica avanzada» y que, por tanto, «es concebible que algunas, si no la mayoría, de las hospitalizaciones se podrían evitar con un enfoque de tratamiento en casa primero».
También subrayan que, dado que los resultados de las pruebas de PCR se pueden demorar hasta una semana, es importante iniciar el tratamiento antes de conocer los resultados. «Para los pacientes con características cardinales del síndrome (es decir, fiebre, dolores corporales, congestión nasal, pérdida del gusto y del olfato, etc.) (…) el tratamiento puede ser el mismo que el de aquellos con COVID-19 confirmado», dicen.
Por supuesto, eso es cierto solo en los casos en que el tratamiento es más seguro que el riesgo de la enfermedad, y creen que eso es cierto para la HCQ.
El caso de la HCQ y el zinc
En cuanto al tratamiento farmacológico temprano para los pacientes que están en cuarentena en casa, los autores recomiendan utilizar una combinación de HCQ y pastillas de zinc, además de otros medicamentos (dependiendo de los síntomas).
Aunque los repasaré aquí, tenga en cuenta que no necesariamente recomiendo usarlos todos, ya que en algunos casos hay alternativas más seguras. Al final de este artículo, resumiré mi recomendación personal de tratamiento en casa, que creo que es uno de los más seguros y eficaces.
Ahora bien, Risch y sus coautores explican en su artículo que la razón para usar HCQ y zinc es la siguiente:(6)
«La hidroxicloroquina (HCQ) es un medicamento antipalúdico/antiinflamatorio que impide la transferencia endosomal de los viriones dentro de las células humanas. La HCQ es también un ionóforo de zinc que transporta zinc intracelularmente para bloquear la ARN polimerasa dependiente del ARN del SARS-CoV-2, que es la enzima central de la replicación del virus».
«Los estudios retrospectivos y los ensayos aleatorizados actualmente finalizados han mostrado en general estos resultados».
«1. cuando se inician en una fase tardía del curso hospitalario y durante períodos cortos de tiempo, los antimaláricos parecen ser ineficaces».
«2. cuando se inician antes en el curso de la hospitalización, durante periodos de tiempo progresivamente más largos, y en pacientes externos, los antimaláricos pueden reducir la progresión de la enfermedad, prevenir la hospitalización, y se asocian con una reducción de la mortalidad…».
«Un tratamiento típico de HCQ es de 200 mg bid durante 5 días y se extiende a 30 días en caso de que los síntomas continúen. Se debe utilizar una dosis mínima suficiente de HCQ, ya que en dosis excesivas el medicamento puede interferir con la respuesta inmunitaria temprana al virus…».
«El zinc es un conocido inhibidor de la multiplicación del coronavirus (…) Esta terapia no tóxica disponible fácilmente se podría desplegar ante los primeros signos de COVID-19. Las pastillas de zinc se pueden administrar 5 veces al día durante un máximo de 5 días y ampliarse si es necesario si los síntomas persisten».
«La cantidad de pastillas de zinc elemental es <25 por ciento de la contenida en un solo comprimido diario de 220 mg de sulfato de zinc. Esta dosis de sulfato de zinc se ha utilizado eficazmente al combinarse con antimaláricos en el tratamiento temprano de pacientes ambulatorios de alto riesgo con COVID-19.»
Vale la pena señalar que en las zonas donde es difícil conseguir hidroxicloroquina, el suplemento nutricional quercetina puede ser un sustituto útil (y tal vez incluso mejor), ya que su mecanismo de acción principal es idéntico al del medicamento. También tiene su propia actividad antiviral.
El zinc es un elemento clave
Aunque se le presta mucha atención a la HCQ, en realidad esta no constituye la respuesta. El zinc sí. Tanto la HCQ como la quercetina son ionóforos de zinc, lo que significa que transportan el zinc al interior de la célula (7.8) y existen pruebas convincentes que sugieren que el principal beneficio del protocolo de la HCQ proviene del zinc, que inhibe eficazmente la replicación viral.9
Si se administra a tiempo, el zinc junto con un ionóforo de zinc debería, al menos en teoría, ayudar a reducir la carga viral y evitar que el sistema inmunológico se sobrecargue. El problema es que el zinc no entra fácilmente en las células, por lo que se necesita un ionóforo de zinc.
Una prueba de esto se presentó en un estudio de septiembre de 2020(10) en el Journal of Medical Microbiology. En él, se compararon los resultados en pacientes hospitalizados con COVID-19 que recibieron uno de los tres tratamientos: HCQ sola, azitromicina sola o un régimen triple de hidroxicloroquina, azitromicina y zinc.
Aunque la adición de zinc no tuvo ningún impacto en la duración de la hospitalización, la duración de la UCI o la duración de la ventilación, los análisis univariados mostraron que sí lo tuvo:
- Aumentar la frecuencia de las altas hospitalarias
- Disminuir la necesidad de ventilación
- Disminuir las tasas de ingreso en la UCI
- Disminuir la tasa de traslado a cuidados paliativos de los pacientes que nunca ingresaron en la UCI
- Disminuir la mortalidad
Los autores afirmaron que, tras ajustar el momento en que se añadió el sulfato de zinc a su protocolo, se registró un aumento de 1.53 en la proporción de probabilidades de ser dado de alta.
«Este estudio proporciona la primera evidencia insitu en la que el sulfato de zinc combinado con la hidroxicloroquina puede desempeñar un papel en el manejo terapéutico del COVID-19», escribieron.
Otro artículo que abordaba el papel crucial del zinc se publicó en la edición de septiembre de 2020 de Medical Hypotheses:(12)
«Además de los efectos antivirales directos, CQ/HCQ [cloroquina y/o hidroxicloroquina] dirigen específicamente el zinc extracelular a los lisosomas intracelulares, donde interfiere con la actividad de la ARN polimerasa dependiente del ARN y la replicación del coronavirus».
«Dado que la deficiencia de zinc se produce con frecuencia en pacientes de edad avanzada y en aquellos con enfermedades cardiovasculares, enfermedades pulmonares crónicas o diabetes, nuestra hipótesis es que la CQ/HCQ más la administración de suplementos de zinc puede ser más eficaz para reducir la morbilidad y la mortalidad por COVID-19 que la CQ o la HCQ en monoterapia. Por lo tanto, la CQ/HCQ en combinación con zinc se debería considerar como un brazo de estudio adicional para los ensayos clínicos de COVID-19».
Antibióticos, esteroides y otros tratamientos adicionales
Además de la HCQ y el zinc, Risch(13) et.al también recomiendan usar uno de dos antibióticos —azitromicina o doxiciclina— principalmente para tratar las infecciones bacterianas secundarias. La azitromicina también tiene propiedades antivirales y efectos antiinflamatorios, mientras que la doxiciclina tiene «múltiples efectos intracelulares que pueden reducir la replicación viral, el daño celular y la expresión de factores inflamatorios».
Según los autores, los estudios COVID-19 que utilizaron azitromicina encontraron «duraciones notablemente reducidas de la excreción viral, menos hospitalizaciones y una reducción de la mortalidad en combinación con la HCQ».
Sin embargo, las personas con arritmias conocidas o sospechadas, y cualquiera que esté tomando una medicación contraindicada, se deben someter a un examen exhaustivo y a una revisión del electrocardiograma de referencia, antes de recibir HCQ y/o azitromicina. Para quienes estén preocupados por los efectos de la azitromicina en el corazón, la doxiciclina es una mejor alternativa, ya que no tiene efectos nocivos para el corazón. En cambio, puede causar molestias gastrointestinales y esofagitis.
Una nota adicional importante es que, aunque no se aborda en este artículo, todos los antibióticos conllevan el inconveniente de alterar el microbioma intestinal, por lo que solo se deben utilizar si son absolutamente necesarios.
Risch(14) et.al también recomienda el uso de corticosteroides, que tienen efectos inmunomoduladores y ayudan a reducir los efectos de las tormentas de citoquinas. Como explican en su artículo:
«En la COVID-19, algunos de los primeros hallazgos respiratorios son la congestión nasal, la tos y las sibilancias. Estas características se deben al exceso de inflamación y a la activación de citoquinas».
«El uso temprano de corticosteroides es una intervención racional para pacientes con COVID-19 con estas características, como lo sería en el asma aguda o la enfermedad reactiva de las vías respiratorias (…) Un esquema de dosificación potencial para los pacientes ambulatorios que comienza en el día 5 o el inicio de los síntomas respiratorios es la prednisona 1 mg/kg administrado diariamente durante 5 días con o sin una disminución posterior».
Otros tratamientos adicionales son:
- Colchicina, un antimitótico no esteroideo que ha demostrado reducir los niveles de dímero D y mejorar los resultados en los pacientes hospitalizados por COVID-19
- Agentes antiplaquetarios como la aspirina (81 mg diarios) o la heparina para tratar la coagulación sanguínea anormal que a veces se observa en la COVID-19
- Oxígeno suplementario si es necesario
Para reducir el riesgo de autorreinoculación (ya que el virus se transmite por el aire), también recomiendan abrir las ventanas y/o pasar largos periodos de tiempo al aire libre (lejos de otras personas) sin cubrirse la cara.
La hidroxicloroquina tiene un perfil de seguridad comprobado
Aunque los titulares de los medios de comunicación han señalado a la HCQ como un medicamento potencialmente mortal, en realidad tiene un perfil de seguridad muy sólido que se remonta a décadas atrás. En un artículo publicado en el American Journal of Epidemiology,(16) Risch revisó varios estudios a gran escala que demostraban la seguridad del medicamento.
En su artículo de Newsweek,(17) también señaló que los informes de acontecimientos adversos citados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. cuando advirtió que la HCQ podía causar arritmia cardíaca, especialmente cuando se administraba con azitromicina, procedían de pacientes que habían utilizado la HCQ durante períodos muy largos para el tratamiento de enfermedades crónicas como el lupus o la artritis reumatoide. Los mismos riesgos simplemente no se aplican cuando se toma HCQ durante unos días o semanas.
«Incluso si las verdaderas tasas de arritmia son diez veces superiores a las comunicadas, los daños serían minúsculos en comparación con la mortalidad que se está produciendo actualmente en los pacientes de alto riesgo tratados inadecuadamente por COVID-19», escribió Risch.(18)
«Este hecho quedó demostrado por un estudio de la Universidad de Oxford sobre más de 320.000 pacientes de edad avanzada que tomaban tanto hidroxicloroquina como azitromicina, que presentaban unas tasas de mortalidad por exceso de arritmia inferiores a 9/100.000 usuarios (…) Un nuevo artículo publicado en el American Journal of Medicine por cardiólogos establecidos de todo el mundo coincide plenamente con esto».
De hecho, se demostró que las supuestas pruebas que indican que la HCQ causa problemas cardíacos letales son falsas. Un estudio se retractó después de descubrir que los datos habían sido fabricados, y otros ensayos a gran escala utilizaron dosis tóxicas.
Mientras los médicos reportaban el éxito del medicamento utilizando dosis estándar de unos 200 mg al día durante unos días o tal vez un par de semanas, estudios como el Ensayo de Recuperación financiado por Bill y Melinda Gates(19) utilizaron 2400 mg de hidroxicloroquina durante las primeras 24 horas —tres a seis veces más que la dosis diaria recomendada(20)— seguidos de 400 mg cada 12 horas durante nueve días más para una dosis acumulada de 9200 mg durante 10 días.
Del mismo modo, en el Ensayo de Solidaridad,(21) dirigido por la Organización Mundial de la Salud, se utilizaron 2000 mg el primer día y una dosis acumulada de 8800 mg durante 10 días. Estas dosis son sencillamente demasiado altas.
Mientras tanto, un análisis retrospectivo del 1 de julio de 2020(22,23,24) de 2541 pacientes en Michigan descubrió que el uso de la hidroxicloroquina sola reducía la mortalidad a más de la mitad, del 26.4% al 13,5%. Los pacientes recibieron 400 mg de hidroxicloroquina dos veces el primer día, seguidos de 200 mg dos veces al día durante los cuatro días siguientes.
No se observaron acontecimientos adversos relacionados con el corazón. La hidroxicloroquina combinada con azitromicina tuvo una tasa de mortalidad del 20.1%, y la azitromicina sola tuvo una tasa de mortalidad del 22.4%. La azitromicina se administró en forma de 500 mg el primer día, seguida de 250 mg una vez al día durante los cuatro días siguientes.
Según los autores,(25) «la combinación de hidroxicloroquina + azitromicina se reservó para pacientes seleccionados con COVID-19 grave y con mínimos factores de riesgo cardíaco». Lamentablemente, el zinc no se incluyó en este ensayo.
«Los médicos que han utilizado estos medicamentos ante el escepticismo generalizado han sido verdaderamente heroicos», escribió Risch en Newsweek(26). «Ellos han hecho lo que la ciencia demuestra que es lo mejor para sus pacientes, a menudo con un gran riesgo personal».
«Yo mismo conozco a dos médicos que han salvado la vida de cientos de pacientes con estos medicamentos, pero que ahora están luchando contra las juntas médicas estatales para salvar sus licencias y reputaciones. Los casos en su contra carecen por completo de mérito científico…».
«Como todos saben, la medicación se ha politizado mucho. Para algunos, esto se considera un marcador de identidad política, en ambos lados del espectro político. Nadie necesita que les recuerde que así no debe proceder la medicina (…) La realidad exige una mirada clara y científica sobre las pruebas y hacia dónde apuntan».
Con esto en mente, las pruebas de que la HCQ podría ser útil contra el SARS-CoV-2 se remontan a 2005, cuando se publicó el artículo «La cloroquina es un potente inhibidor de la infección y la propagación del coronavirus del SARS» en el Virology Journal.(27)
Según este estudio:(28)
«… La cloroquina tuvo fuertes efectos antivirales sobre la infección del SARS-CoV en células de primates. Estos efectos inhibidores se observan cuando las células se tratan con el medicamento antes o después de la exposición al virus, lo que sugiere una ventaja tanto profiláctica como terapéutica».
En otras palabras, la cloroquina funcionó como profiláctico (prevención) y como tratamiento contra el coronavirus del SRAS. Esto es precisamente lo que muchos médicos han encontrado con la HCQ también —un medicamento que es muy similar a la cloroquina, pero tiene un perfil más seguro— cuando se utiliza contra el SARS-CoV-2.
El Dr. Joseph Mercola es el fundador de Mercola.com. Médico osteópata, autor de best-sellers y ganador de múltiples premios en el campo de la salud natural, su visión principal es cambiar el paradigma de la salud moderna proporcionando a la gente un recurso valioso para ayudarles a tomar el control de su salud. Este artículo fue publicado originalmente en Mercola.com
(1) Gates Notes April 30, 2020
(2) Anthraxvaccine.blogspot.com June 27, 2020
(3) (17) (18) (26) Newsweek July 23, 2020
(4,5,6,13,14) The American Journal of Medicine January 2021; 134(1): 16-22
(7) PLOS ONE 2014; 9(10): e109180
(8,9) Preprints April 6, 2020 DOI: 10.20944/preprints202004.0124.v1
(10) Journal of Medical Microbiology September 15, 2020; 69(10)
(11) medRxiv May 8, 2020 DOI: 10.1101/2020.05.02.20080036 (PDF)
(12) Medical Hypotheses September 2020; 142: 109815
(15) Science Direct January 2021
(16) American Journal of Epidemiology May 27, 2020, kwaa093
(19) Age of Autism June 16, 2020
(20) Uptodate.com Hydroxychloroquine
(21) The Solidarity Trial
(22) International Journal of Infectious Diseases July 1, 2020 DOI: 10.1016/j.ijid.2020.06.099
(24) Just the News July 3, 2020
(25) International Journal of Infectious Diseases July 1, 2020 DOI: 10.1016/j.ijid.2020.06.099, Patients
(27,28) (Virology Journal 2005; 2: 69
(29) Science, Public Health Policy and The Law July 2020; 1: 4-22 (PDF)
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