Prólogo
El movimiento comunista, que estuvo en plena forma durante más de un siglo, sólo trajo guerras, pobreza, brutalidad y dictadura a la humanidad. Con la caída de la Unión Soviética y los partidos comunistas de Europa oriental, esta tragedia atroz finalmente ingresó en su última etapa a fines del siglo pasado. Ya ninguna persona, desde el ciudadano común y corriente hasta el secretario general del PC, cree en el mito del comunismo.
El régimen comunista no surgió por “mandato divino”1 o elección democrática. Hoy en día, con su ideología en ruinas, la legitimidad de su reinado enfrenta un desafío sin precedentes.
El Partido Comunista chino (PCCh) se rehúsa a abandonar el escenario histórico de acuerdo con las corrientes de la historia. Por el contrario, sigue utilizando los métodos salvajes desarrollados a lo largo de décadas de campañas políticas para darle aire a su lucha desenfrenada por alcanzar la legitimidad y revivir su poder ya extinto.
Las políticas de reforma y apertura que impulsó el Partido Comunista esconden su deseo desesperado de mantener su convocatoria como agrupación y su poder totalitario. Pese a la existencia de severas restricciones, los logros económicos obtenidos con el trabajo arduo del pueblo chino en los últimos veinte años no alcanzaron para que el PCCh guardara su cuchillo de carnicero. En cambio, el PCCh robó esos logros y los usó para validar su gestión: más engaño y confusión para reafirmar la falta de principios que caracteriza su conducta. Más alarmante aún es que el PCCh está decidido a barrer con las bases morales de toda la nación y convertir así a cada ciudadano chino en un conspirador, todo lo cual le permite consolidar su poder.
En el momento histórico actual, es de especial importancia que entendamos por qué el PCCh se conduce como una banda de delincuentes y dejemos al descubierto su naturaleza perversa; con ello la nación china podrá lograr estabilidad y paz duraderas, vivir una era sin PCCh y construir un futuro de renovado esplendor.
I. La naturaleza inescrupulosa del PCCh permanece inalterable
¿A quién está dirigida la reforma del PCCh?
A lo largo de la historia, cada vez que el PCCh enfrentó una crisis, exhibió visos de mejoría e indujo al pueblo a forjarse ilusiones. Sin excepción, las ilusiones se rompieron una y otra vez. Hoy, el PCCh se fijó objetivos de corto plazo y, con ello, produjo una ficción de prosperidad económica que llevó una vez más al pueblo a creer en la fantasía comunista. Sin embargo, los conflictos de raíz entre los intereses del PCCh y los de la nación y el pueblo hacen que esta prosperidad esté condenada al
fracaso. La “reforma” prometida por el PCCh sirve a un solo propósito: mantenerse al frente del gobierno. Se trata de una reforma débil, un cambio en la superficie y en la sustancia. Debajo del desarrollo sin equilibrio aguarda una crisis social de grandes proporciones. Una vez que se desate esta crisis, la nación y el pueblo volverán a vivir grandes padecimientos.
Con el recambio generacional, los líderes actuales del PCCh no tomaron parte de la revolución comunista: su prestigio y credibilidad para guiar los destinos de la nación disminuyen día tras día. En medio de su crisis de legitimidad, proteger sus intereses se fue convirtiendo poco a poco en la única manera para el PCCh de proteger los intereses de los individuos que lo conforman. La naturaleza del Partido es egoísta. No conoce de límites. Esperar que una agrupación semejante dedique sus esfuerzos al desarrollo pacífico de un país es sólo una ilusión sin asidero.
El Diario del Pueblo, el portavoz del PCCh, dijo en un artículo de tapa el 20 de julio de 2004: “La dialéctica histórica ha enseñado a los miembros del PCCh lo siguiente: las cosas que haya que cambiar deberán cambiarse; si no, lo que queda es la decadencia. Y las cosas que no tengan que cambiar seguirán sin cambios; si no, se estaría camino de la autodestrucción”.
¿Qué es lo que debería seguir sin cambios? El Diario del Pueblo explica: “La línea básica del Partido de ‘un centro, dos puntos básicos’ debe mantenerse sin vacilaciones durante cien años”.2
La gente no siempre entiende qué representan el “centro” y los “puntos básicos”, pero sí sabe que el espectro comunista defenderá a capa y espada sus intereses colectivos, y que una dictadura no cambia nunca. El comunismo fue derrotado en todo el mundo, y su agonía será cada vez más pronunciada. El problema es que cuanto mayor es el estado de corrupción de algo, más destructivo tiende a ser ese algo en su agonía. Pedirle democracia al Partido Comunista es como pretender que un tigre cambie su piel.
¿Qué sería de China sin el Partido Comunista?
A medida que la declinación del PCCh se hace más marcada, el pueblo descubre no sin sorpresa que durante décadas el espectro maligno del PCCh, con sus métodos viles que mudan de forma constantemente, logró infundir su veneno en todos los aspectos de su vida cotidiana.
Cuando murió Mao Zedong, fueron muchos los chinos que lloraban con gran pesar frente a la imagen del conductor y se preguntaban: “¿Qué va a ser de China sin el líder Mao?”. Irónicamente, veinte años después, sin legitimidad para gobernar el país, el Partido Comunista lanzaba una nueva campaña de propaganda mediante la cual buscaba que el pueblo se preocupara ante una situación hipotética: “¿Qué sería de China sin el Partido Comunista?”.
En realidad, el control político que ejerce el PCCh, con su inigualable poder de penetración, ha moldeado hasta tal punto la cultura china de la actualidad y el esquema mental de sus ciudadanos, que hasta los parámetros que utiliza el pueblo para juzgar al PCCh tienen el sello de su partido gobernante, si es que no fueron creados directamente por éste. En el pasado, el PCCh dominaba al pueblo inculcándole sus ideas; ahora es el momento en que cosecha su siembra, ya que eso con lo que alimentó a la gente fue digerido y asimilado por las mismas células del pueblo sometido. Los ciudadanos piensan de acuerdo con la lógica del Partido y hasta se ponen en su lugar para juzgar lo que está bien y lo que está mal. Sobre la matanza de estudiantes que manifestaron el 4 de junio de 1989, hay personas que dicen: “Yo, en el lugar de Deng Xiaoping, también habría mandado los tanques a reprimir la protesta”. En la persecución a los practicantes de Falun Gong, algunos afirman:
“Si yo fuera Jiang Zemin, también los haría desaparecer”. Sobre la prohibición de la libertad de expresión, otros opinan: “Si yo estuviera dentro del PCCh, haría exactamente lo mismo”. La verdad y la conciencia han desaparecido, y quedó el terreno libre para que opere la lógica del Partido. Éste es uno de los métodos más viles y despiadados que empleó el comunismo chino obedeciendo a su naturaleza inescrupulosa. Mientras las toxinas morales del comunismo estén en la mente de las personas, el PCCh estará en condiciones de realimentarse y prolongar su inicua existencia.
“¿Qué sería de China si no existiera el PCCh?” Esta idea es la que mejor sirve al propósito del PCCh de que la gente razone según la lógica perversa del comunismo chino.
China forjó su civilización de cinco milenios de antigüedad sin el Partido Comunista. Por otro lado, ningún país del mundo va a detener el avance de su sociedad por la caída del régimen gobernante. No obstante, luego de décadas de PCCh, la gente no termina de darse cuenta de eso. La permanente propaganda comunista ha moldeado el pensamiento del pueblo para que vea en el Partido a su madre. La omnipresente política del Partido llevó a la gente a creer que no existe la vida sin él.
Sin Mao Zedong, China sigue en pie. ¿Desaparecería la nación china sin el Partido Comunista?
¿Cuál es la verdadera fuente de caos?
Son muchos los que conocen y desaprueban la conducta maquiavélica del PCCh, al igual que abominan de su política de lucha y engaño. Sin embargo, al mismo tiempo, temen que las maniobras políticas del PCCh vuelvan a traer el caos, y que la anarquía se apodere de China. Entonces, al PCCh le basta con mencionar la palabra “caos” para que el pueblo acepte su régimen en silencio y se sienta indefenso ante su poder despótico.
En realidad, con sus millones de soldados y policías armados, el PCCh es la fuente real de caos. Los ciudadanos comunes no tienen la capacidad ni los medios para iniciar la agitación. Sólo el regresivo Partido puede ser tan temerario como para sumir al país en el caos ante el menor indicio de cambio. “La estabilidad está por delante de cualquier cosa” y “Cortar de raíz cualquier elemento de inestabilidad” son lemas que se erigieron en su base teórica para reprimir al pueblo. ¿Cuál será la fuente principal de caos en China? ¿No será el PCCh, con sus métodos tiránicos que someten al pueblo? El PCCh genera el clima de agitación para crear miedo en la sociedad y así imponer su voluntad. Una conducta clásica de matones.
II. El PCCh sacrifica el desarrollo económico
Apropiarse de los frutos del trabajo abnegado del pueblo
El PCCh basa su legitimidad en el desarrollo económico alcanzado por China en los últimos veinte años. En realidad, ese desarrollo se fue dando cuando el mismo gobierno comunista, en parte, liberó al pueblo de sus grilletes, por lo que a aquél no le corresponde ningún mérito en este fenómeno. No obstante, como se dijo, el PCCh se atribuye el progreso económico y le pide al pueblo gratitud, como si el avance no hubiera sido posible sin su dirección. Todos sabemos que la realidad es que muchos países no comunistas alcanzaron ese desarrollo mucho antes que China.
A los chinos que ganaron medallas olímpicas se les pide que agradezcan al Partido. El PCCh buscó crear una imagen de China como “gran nación deportiva” para elogiarse a sí mismo. China sufrió grandes pérdidas con la epidemia del SRAS; sin embargo, el Diario del Pueblo aseguró que el país derrotó al virus “siguiendo la teoría, el criterio, los principios y la experiencia del Partido”. El lanzamiento de la nave espacial china Shenzhou-V se logró con el trabajo de especialistas en los campos de la astronomía y la tecnología, pero el PCCh arguyó que sólo éste podría haber llevado adelante un proyecto semejante y colocar a China entre los países más poderosos del mundo. En lugar de ver en la designación de Beijing como sede de los Juegos Olímpicos de 2008 una “corona de laureles” de los países occidentales a China para que ésta mejore su situación de derechos humanos, el PCCh la usa como prueba de la legitimidad de su régimen y como excusa para reprimir al pueblo. El “enorme potencial del mercado chino”, codiciado por los inversores extranjeros, deriva de la capacidad de consumo de una población de 1300 millones de habitantes. El PCCh usurpa el crédito de este potencial y lo convierte en un arma filosa con la que extorsiona a la sociedad occidental para que coopere con su régimen.
El PCCh atribuye todo lo malo que ocurre en China a las fuerzas reaccionarias y los móviles individualistas de las personas, y todo lo bueno, a la conducción del Partido. El PCCh empleará cualquier logro menor para fortalecer su régimen. Sus equipos de trabajo son capaces de convertir sus malas acciones en algo que contribuya a mejorar su posición. Por ejemplo, cuando las cifras de contagio de sida se volvieron alarmantes y no pudieron seguir ocultándose, súbitamente el PCCh creó una nueva identidad. Activó su maquinaria de propaganda y recurrió a todo aquel que sirviera a su causa, desde actores hasta el secretario general del Partido, para transformar al verdadero culpable, el PCCh, en la salvación para los pacientes, el destructor del virus y el enemigo del sida. Enfrentado con una cuestión de vida o muerte como esta enfermedad, todo lo que el PCCh podía concebir era cómo obtener reconocimiento y mejorar su imagen. Sólo un conspirador empedernido como el PCCh es capaz de una conducta tan despiadada como para buscar el provecho en un contexto así y relegar la vida humana a un segundo plano.
Las desventajas económicas de tener una visión estrecha
Sumergido en una honda crisis de legitimidad, el PCCh impulsó las políticas de reforma y apertura económica en la década de 1980 para mantenerse en el poder. Su hambre de éxito instantáneo puso a China en una situación de desventaja, que los economistas denominaron la “maldición del que llega tarde”.
Este concepto se aplica a los países subdesarrollados, que, al iniciar tarde su desarrollo, pueden imitar a los países avanzados en varios aspectos. La imitación suele tomar dos formas: copiar el sistema social o copiar los modelos tecnológicos o industriales. La primera posibilidad suele ser de difícil implementación, pues reformar un sistema suele afectar los intereses creados de determinados grupos sociales o políticos. Por ende, los países relegados tienden a imitar las tecnologías de los países con mayor desarrollo. Si bien la imitación tecnológica puede producir un crecimiento económico acelerado, también puede esconder riesgos e incluso hacer fracasar el desarrollo a largo plazo. Hay autores que se quedan con la parte positiva de este fenómeno y la denominan la “ventaja del recién llegado”.
La “maldición del que llega tarde”, el camino del fracaso, fue precisamente lo que siguió el PCCh. En las últimas dos décadas, la imitación tecnológica de China condujo a algunos logros, que el PCCh
tomó en beneficio propio para legitimarse y frenar la reforma política que socavaría sus intereses. Así, se sacrificaron los intereses a largo plazo de la nación.
Un costo demasiado alto para el desarrollo económico del PCCh
Mientras que el PCCh se jacta del progreso económico, en realidad la ubicación de la economía china en los ranking mundiales es aún peor que la que tenía en la época del emperador Qianlong, de la dinastía Qing. Durante el mandato de este soberano, el producto bruto interno (PBI) de China representaba el 51 por ciento del total mundial. Cuando en 1911 el doctor Sun Yat-sen fundó la República de China (Kuomintang o período KMT), el PBI de China conformaba el 27% del total mundial. Hacia 1923, el porcentaje cayó, pero aún se mantenía en el 12%. En 1949, cuando el PCCh subió al poder, el porcentaje era de 5,7. En 2003, el PBI de China se ubicó por debajo del 4% del total mundial. El contraste reside en que la caída en los índices económicos que se produjo durante el gobierno del KMT se debió a décadas ininterrumpidas de guerras, mientras que la marcada decadencia observada en el régimen del PCCh se da en tiempos de paz.
Hoy, a fin de legitimar su poder, el PCCh busca a toda costa el éxito rápido y los beneficios instantáneos. La mutilada reforma económica que impulsó el Partido para salvaguardar sus intereses le costó muy caro al país. El veloz crecimiento de la economía en los últimos veinte años se edificó, principalmente, sobre el uso excesivo o la pérdida directa de los recursos naturales; vale decir, se acumularon ganancias al costo de la destrucción del medio ambiente. Una porción considerable del PBI chino de hoy se obtiene sacrificando las oportunidades de las generaciones del mañana. En 2003, China aportó menos de un 4 por ciento a la economía mundial, mientras que su consumo de acero, cemento y otros materiales representaron un tercio de las cifras globales.3
Desde los años ochenta hasta fines de los noventa, la extensión de las zonas desertizadas en China aumentó de 1000 a 2460 kilómetros cuadrados. Las cifras de la tierra apta para el arado decrecieron de 2 mus per cápita en 1980 a 1,43 mus en 2003.4 El crecimiento desmedido del vallado de tierras para el desarrollo llevó a China a perder 100 millones de mus de tierras aptas para el arado en unos pocos años. Sin embargo, sólo se utiliza el 43 por ciento de las tierras confiscadas. En la actualidad,la cantidad total de descarga de agua residual es de 43.950 millones de toneladas, un 82% por sobre la capacidad ambiental. En los siete sistemas de ríos mayores, el 40,9% del agua no es apta para el consumo humano o animal. El 75% de los lagos están tan contaminados que producen varios grados de eutrofización.5 El conflicto entre el ser humano y la naturaleza en China tiene un alcance nunca antes visto. Ni China ni el mundo están en condiciones de soportar un crecimiento tan insalubre. Deslumbrado por el esplendor de los rascacielos y las mansiones, el pueblo chino no toma conciencia de la crisis ecológica que está viviendo. Cuando la naturaleza ajuste cuentas con los seres humanos, las consecuencias para la nación china serán desastrosas.
En contraste con la situación china vemos a Rusia, que, desde que abandonó el comunismo, llevó adelante sus reformas políticas y económicas al mismo tiempo. Después de un tiempo breve de sufrimiento, se embarcó en un desarrollo acelerado. De 1999 a 2003, el PBI de Rusia creció un 29 por ciento. El nivel de vida de sus habitantes subió de modo pronunciado. Los círculos de negocios de Occidente no sólo hablan del “milagro económico ruso”, sino que empezaron a invertir en este país, el nuevo centro de las miradas del mundo de los negocios de gran escala. Del decimoséptimo lugar en el ranking de las naciones más atractivas para la inversión en 2002, Rusia trepó al octavo puesto en 2003, con lo que consiguió meterse entre los primeros diez países de destino principal de los capitales extranjeros por primera vez en su historia.
Aun la India, un país que la mayoría de los chinos ve como dominado por la pobreza y los conflictos étnicos, disfrutó de un crecimiento llamativamente acelerado que lo llevó a tener una tasa de crecimiento de entre el 7 y el 8 por ciento anual a partir de sus reformas económicas de 1991. India tiene un sistema legal bastante completo en una economía de mercado, un sistema financiero que goza de buena salud, un sistema democrático con un buen desarrollo y una mentalidad pública estable. La comunidad internacional reconoció a India como un país con un gran potencial de desarrollo.
En la vereda de enfrente, el PCCh sólo se embarca en reformas económicas que no incluyen un cambio político. La apariencia de economía floreciente no hace más que obstaculizar la natural “evolución de los sistemas sociales”. Lo incompleto de esta reforma causa un desequilibrio creciente en la sociedad china y agudiza los conflictos sociales. Los beneficios financieros que obtuvo la gente no están protegidos por sistemas sociales estables. Además, en el proceso de pasar a manos privadas las propiedades del Estado, los dueños del poder del PCCh utilizaron su posición para llenarse los bolsillos.
El PCCh engaña a los campesinos una vez más
El PCCh se basó en los campesinos para conquistar su poder. Los residentes de las áreas rurales controladas por el PCCh en sus primeras etapas le dieron todo lo que tenían al movimiento comunista chino. Pero una vez que el PCCh dominó todo el país, los campesinos padecieron una fuerte discriminación.
Cuando el PCCh subió al gobierno, impulsó un sistema muy injusto: el registro de residencia. Éste clasificó al pueblo en población rural y no rural, y creó con ello una separación y una rivalidad injustificadas en el país. Los campesinos no tienen derecho a la asistencia médica, ni a un seguro de desempleo, ni a la jubilación, ni acceso al crédito bancario. Conforman la clase más empobrecida de China, y como si eso fuera poco, la que paga más cantidad de impuestos. Los habitantes rurales tienen que aportar a varios fondos: de previsión obligatoria, de bienestar público y de gerencia administrativa; un tributo adicional para la educación, otro para el control de natalidad, otro para la organización y el entrenamiento de la milicia, otro para la construcción de caminos rurales y otro para las indemnizaciones de quienes prestan servicio militar. Además de todas estas obligaciones, tienen que venderle al Estado una parte de los granos que producen a un precio fijo, sin olvidar el impuesto a la agricultura, a la tierra, a la producción especial local y al faenado, junto con otros gravámenes adicionales. En contraste, la población no rural no paga ninguno de estos tributos y obligaciones.
A comienzos de 2004, el premier chino Wen Jiabao emitió el Documento Nº 1, que afirmaba que el campo chino atravesaba el peor momento desde el inicio de la reforma económica en 1978. Para la mayoría de los campesinos, el ingreso se había estancado o incluso decrecido. Su pobreza era más grande, y la brecha entre residentes urbanos y rurales había seguido ensanchándose.
En un campo de árboles de la provincia oriental de Sichuan, las autoridades distribuyeron 500.000 yuanes (alrededor de 60.500 dólares) para un proyecto de reforestación. Para empezar, los jefes del área forestal se quedaron con 200.000 yuanes, que pasaron a engrosar sus arcas personales, y dejaron sólo 300.000 para el proyecto. Pero a medida que el dinero pasaba por los diferentes estamentos gubernamentales, los que lo manejaban iban tomando una parte para sí, y la cantidad seguía disminuyendo, hasta que al final quedó una suma mínima para los campesinos, que eran los únicos que plantarían los árboles. El gobierno no tenía que preocuparse por la posibilidad de que los campesinos se rehusaran a trabajar, ya que su pobreza era tan extrema que hubieran trabajado por monedas. Ésta es una de las razones por las que los productos elaborados en China son tan baratos.
Los intereses económicos como factor de presión sobre los países occidentales
Mucha gente cree que el comercio con China va a fomentar la aplicación de la libertad de expresión, los derechos humanos y las reformas democráticas en este país. Luego de más de una década, queda claro que esto es sólo una expresión de deseos. Una comparación entre los principios para hacer negocios en China y en Occidente sirve como ejemplo. La justicia y la transparencia de las sociedades occidentales contrastan con el nepotismo, el soborno y el desfalco chinos. Muchas empresas occidentales se convirtieron en responsables directos de esta situación por exacerbar la tendencia a la corrupción en China. Algunas compañías incluso ayudan al PCCh a encubrir sus violaciones a los derechos humanos y la persecución a su propio pueblo.
El PCCh se conduce como la mafia cuando juega la carta de la economía en los niveles diplomáticos. Que el contrato de fabricación de aviones se adjudique a Francia o Estados Unidos depende de cuál de los dos sea el que mantiene la boca cerrada sobre asuntos de derechos humanos en China. En muchos casos, las ganancias que provienen del mercado chino determinan las voluntades de muchos hombres de negocios y políticos de Occidente. Algunas empresas de información tecnológica estadounidenses le vendieron al PCCh productos especiales para el bloqueo de la navegación en Internet. A fin de penetrar en el mercado chino, algunos sitios web aceptaron autocensurarse y filtrar información que no es del agrado del PCCh.
Según datos del Ministerio de Comercio chino, hasta abril de 2004, China había recibido 990 mil millones de dólares en inversiones extranjeras entre los distintos contratos celebrados. La enorme “transfusión de sangre” a la economía del PCCh en capitales extranjeros es sólo aparente. Además, el dinero foráneo no sirvió para introducir los conceptos de democracia, libertad y derechos humanos como principios fundamentales para la vida de un pueblo. El PCCh saca rédito del apoyo incondicional de inversores y gobiernos extranjeros y de la adulación de algunos países, y los utiliza para fortalecer su posición en la comunidad internacional. Mediante el uso de la prosperidad superficial de la economía china, los funcionarios del PCCh se hicieron expertos en los negocios que reparten la riqueza del Estado y permiten frenar cualquier intento de reforma política.
III. Las técnicas de lavado de cerebro del PCCh empiezan a practicarse con disimulo e ingresan en la etapa del refinamiento
En China, es común oír a la gente decir: “Yo sé que antes era habitual que el PCCh mintiera, pero ahora dice la verdad”. Irónicamente, esto es lo mismo que decía la gente cada vez que el PCCh cometía un error grave en el pasado. Ésta es una muestra más de la habilidad para el engaño que adquirió el PCCh a través de las décadas.
Con el tiempo, la gente creó una resistencia a las fábulas del PCCh. La respuesta del Partido Comunista fue refinar sus métodos de propaganda y mentira: ahora son más sutiles y profesionales. La evolución de los embustes marcó que los lemas del pasado se convirtieran en técnicas refinadas de propaganda. En especial con el bloqueo de información que practica en todo el país, el PCCh se dedica a inventar historias basadas en hechos parciales para confundir al público, algo más nocivo y engañoso que las mentiras lisas y llanas.
Chinascope, un periódico chino en idioma inglés, publicó un artículo en octubre de 2004 que analiza casos donde el PCCh recurre a métodos más sutiles para mentir y evitar que se destape la verdad. Cuando en 2003 se produjo el brote de SRAS en China continental, el mundo sospechaba que el gobierno chino ocultaba información sobre la epidemia; sin embargo, el PCCh se negaba una y otra vez a reconocerla. Para descubrir si el Partido Comunista había dicho la verdad en sus informes sobre el SRAS, el autor del artículo leyó los más de 400 documentos sobre la enfermedad que contenía el sitio web de Xinhua desde que se produjo el brote hasta abril de 2003.
Los documentos contaban la siguiente historia: no bien apareció el SRAS, el gobierno central y los gobiernos locales pusieron en actividad a expertos para brindar tratamiento oportuno a los pacientes, que a medida que se recuperaban eran enviados a sus hogares. Como respuesta a los agitadores que incitaban a la gente a acumular bienes y alimentos en sus casas para no tener que salir a la calle cuando la epidemia lo impidiera, el gobierno, sin pérdida de tiempo, detuvo los rumores y tomó medidas para evitar que se difundieran nuevos, con lo que restableció el orden social. Si bien un número reducido de agrupaciones antiChina abrigaban sospechaban sin fundamento de que el gobierno ocultaba información, la mayoría de los países y del pueblo no creyeron esos rumores. La Feria de Comercio de Guangzhou, de realización inminente, iba a contar con la mayor concurrencia de empresas de la historia. Los turistas de otras regiones del mundo confirmaban que era seguro viajar a China. En particular, expertos de la Organización Mundial de la Salud [víctimas del engaño del PCCh] declararon públicamente que el gobierno chino había actuado con presteza y tomado las medidas adecuadas para tratar el SRAS, por lo que no habría problemas de ningún tipo. Y los especialistas dieron su visto bueno [luego de una demora de 20 días] para una inspección de campo en la provincia de Guangdong.
Estos más de 400 documentos le dieron al autor la impresión de que el accionar del PCCh había sido transparente durante esos cuatro meses, que había actuado con responsabilidad en la protección de la salud de la población y que no ocultaba nada. No obstante, el 20 de abril de 2003, la Oficina de Información del Consejo de Estado anunció en una conferencia de prensa que el SRAS había estallado en el país y por ende admitía indirectamente que el gobierno había estado ocultando el brote. Sólo entonces este autor pudo ver la verdad y entender el alcance de los métodos de engaño y maldad del PCCh, que sin duda habían evolucionado con el correr del tiempo.
Durante la elección general en Taiwán, el PCCh, mediante las mismas técnicas refinadas y sutiles, introdujo la idea de que la elección presidencial llevaría a una catástrofe social: una escalada en la tasa de suicidios, un derrumbe de los mercados de valores, un aumento en las “enfermedades extrañas” y en los trastornos mentales, éxodo masivo de la población de la isla, disputas familiares, una actitud de insensibilidad hacia la vida, una economía deprimida, ataques indiscriminados con armas de fuego en las calles, protestas y manifestaciones públicas, clima de intranquilidad social, intrigas políticas y demás. El PCCh diariamente metía estas ideas en la cabeza del pueblo de China continental para hacerle creer que estas calamidades eran el resultado de una elección y que China jamás debía celebrar un comicio democrático.
En la cuestión de Falun Gong, el PCCh desplegó habilidades aún mayores para incriminar a esta práctica. El comunismo chino montó su serie de farsas encadenadas. Como era de esperar, mucha gente cayó en el engaño. La propaganda perversa del PCCh era tan falaz que las víctimas creían las mentiras y pensaban que les estaban presentando la verdad.
El lavado de cerebro que ejerció el PCCh con su propaganda en las últimas décadas se refinó con la práctica y se perfeccionó en el engaño, un aspecto más de la inescrupulosa naturaleza del PCCh.
IV. La hipocresía del PCCh sobre los derechos humanos
De usurpar la democracia para asaltar el poder a aparentar democracia para gobernar con despotismo
“En una nación democrática, la soberanía debe reposar en las manos del pueblo, en concordancia con los principios del cielo y la tierra. Si un país se declara democrático pero la soberanía no descansa en su pueblo, no está transitando por la senda correcta; está en una situación irregular, y simplemente no se trata de una nación democrática… ¿Cómo puede plasmarse una democracia si continúa el gobierno del Partido y no se celebran elecciones populares? ¡Los derechos deben volver al pueblo!”
¿Acaso estas palabras suenan como las de un “enemigo foráneo” que intenta atacar al PCCh? De hecho, el artículo apareció en las páginas del Diario Xinhua, el órgano oficial del PCCh, el 27 de septiembre de 1945.
El PCCh, que clamaba por “elecciones populares” y exigía “que los derechos del pueblo volvieron a su legítimo dueño”, le dio al tema del sufragio popular la categoría de tabú desde que usurpó el poder. El pueblo que debería ser “el soberano y el dueño del Estado” no tiene derecho a tomar sus propias decisiones. Las palabras no son suficientes para describir lo inescrupuloso de la naturaleza del PCCh.
Si uno quiere imaginar que lo hecho hecho está y que la secta perversa del PCCh que creció asesinando y gobernó a la nación con mentiras es capaz de reformarse, practicar la benevolencia y estar dispuesta a “devolverle a la gente sus derechos”, se equivoca. Veamos lo que el Diario del Pueblo, portavoz del PCCh, tenía para decir el 23 de noviembre de 2004, sesenta años después de la declaración pública anterior: “Un control estricto del pensamiento es la base ideológica y política para consolidar el régimen del Partido”.
Recientemente, el PCCh propuso el flamante Principio de los Tres No,6 el primero de los cuales es el Desarrollo sin Debate. La palabra “desarrollo” es completamente falsa aquí, pero “sin debate”, expresión que refleja el concepto de “voz única” que utiliza el Partido, es el propósito verdadero del comunismo chino.
Cuando en 2000 el destacado corresponsal de la CBS Mike Wallace le preguntó a Jiang Zemin por qué en su país no se convocaba a elecciones populares, Jiang respondió: “El pueblo chino tiene un nivel educativo muy bajo”.
Sin embargo, el 25 de febrero de 1939, el PCCh aseveraba en su Diario Xinhua: “Ellos [el KMT] creen que la democracia no es algo aplicable a la China de hoy, y que todavía faltan algunos años para acceder a ella. Piensan que para vivir en democracia debemos esperar hasta que el conocimiento y la educación alcancen niveles como los de las sociedades democráticas y burguesas de Europa y Estados Unidos… Pero sólo en una democracia el pueblo podrá acceder a la educación y al conocimiento”.
La hipócrita diferencia entre lo dicho en Xinhua en 1939 y lo que expresó Jiang Zemin en 2000 refleja lo inicuo de la naturaleza del PCCh.
Con la Masacre de Tiananmen, perpetrada en 1989, el PCCh volvió a los primeros planos de la escena mundial con un episodio deplorable de violación a los derechos humanos. La historia le presentó dos opciones al Partido: respetar a su pueblo y avanzar en la cuestión de los derechos humanos, o seguir cometiendo abusos mientras mostraba al mundo una imagen de guardián de los derechos de la gente para evitar la condena de la comunidad internacional.
Por desgracia, en consonancia con su naturaleza despótica, el PCCh no dudó en quedarse con la segunda opción. Reunió a un gran número de personas inescrupulosas pero con talento en los campos de la ciencia y la religión y las instruyó para que difundieran al mundo mensajes engañosos donde se presentaba un progreso ficticio del PCCh en el terreno de los derechos humanos. Mezcló una serie de falacias como el “derecho a la supervivencia”, o derechos al techo y a la comida. El argumento era éste: cuando el pueblo tiene hambre, ¿acaso no lo asiste el derecho a expresarse? Aun cuando aquel que pasa hambre no puede expresarse, ¿se les permitiría a aquellos que no pasan hambre hablar en nombre de los hambrientos? El PCCh trató de engañar al pueblo chino y a las democracias occidentales jugando a los derechos humanos con la proclama de que “hoy se vive el mejor momento para los derechos humanos en China”.
El artículo 35 de la Constitución china estipula que los ciudadanos de la República Popular China tienen libertad de expresión, de publicación, de asamblea, de asociación, de protesta y manifestación. El PCCh se dedica a jugar con las palabras. Bajo el gobierno del PCCh, innumerable cantidad de personas no pudo gozar de sus derechos de culto, expresión, publicación, asamblea y defensa legal. El PCCh llegó a dar la orden de que las presentaciones jurídicas de determinados grupos fueran consideradas ilegales. En más de una ocasión a lo largo de 2004, algunos grupos civiles solicitaron permiso para manifestarse en Beijing. El gobierno no sólo no accedió, sino que arrestó a los miembros de las agrupaciones. La política de “un país, dos sistemas” aplicada en Hong Kong y refrendada por la Constitución del PCCh es otro ardid de distracción. El PCCh afirma que no hubo cambios en Hong Kong en el último medio siglo, y así y todo quiso unir los dos sistemas en uno buscando que se aprobara una serie de leyes tiránicas —el artículo 23 de la Ley Fundamental— sólo cinco años después de que Hong Kong regresara a manos chinas.7
El nuevo truco siniestro del PCCh es usar la falsa “mitigación del discurso” para ocultar el alcance del control que ejerce. Los chinos ahora parecen hablar con más libertad y, además, Internet posibilita que las noticias viajen con mayor velocidad. Entonces el PCCh afirma que permite la libertad de expresión, y mucha gente lo cree. Se trata sólo de palabras vacías. No es que el PCCh se haya vuelto benevolente, sino que es incapaz de detener el desarrollo tecnológico y el avance social. Veamos qué hace el PCCh respecto de Internet: bloquea sitios, filtra información, monitorea salas de chateo, controla el correo electrónico e incrimina a navegantes de la web. Todo lo que hace es regresivo por naturaleza. Hoy, con la ayuda de algunos capitalistas sin interés por los derechos humanos y la libertad de conciencia, la policía del PCCh está equipada con dispositivos de alta tecnología mediante los cuales puede monitorear, desde el interior de un patrullero, todos los movimientos de los usuarios de la Red. Cuando observamos el nivel de degeneración del PCCh — que lo lleva a cometer malas acciones a plena luz del día— en un contexto global de libertades democráticas, ¿cómo se puede esperar algún progreso en derechos humanos? El mismo PCCh lo dijo todo cuando postuló: “Flojo por fuera y rígido por dentro”. La naturaleza inescrupulosa del PCCh no cambiará jamás.
A fin de causar una buena impresión a la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en 2004 el PCCh orquestó una serie de sucesos en que se mostraba castigando a supuestos violadores de derechos humanos. Los hechos, no obstante, estaban montados para los observadores extranjeros y no eran auténticos. Esto se debe a que en China el más grande violador de los derechos humanos es el mismo Partido Comunista, de la mano de su ex secretario general Jiang Zemin, su ex secretario de la Comisión Política y Judicial Luo Gan, y el ministro y el viceministro de Seguridad Pública, Zhou Yongkang y Liu Jing. Su exhibición del castigo de violaciones a los derechos humanos es como si un ladrón gritara “¡atrapen al ladrón!”.
Se puede trazar una analogía con un violador serial que, oculto de la vista pública, viola a diez mujeres a diario, y cuando está rodeado por una multitud, sólo a una por día. ¿Puede decirse que el violador haya mejorado algo? Pasar de ataques sexuales clandestinos a violar en público sólo prueba que el violador es aún más ruin y desvergonzado que en el pasado. La naturaleza del violador serial no se modificó en lo absoluto. Lo único que cambió es el contexto: dejó de serle favorable para cometer su crimen.
El PCCh es como el violador serial. La naturaleza dictatorial del PCCh y su miedo instintivo a perder el poder lo llevan a no respetar los derechos de la gente. Los recursos humanos, materiales y económicos empleados para ocultar su prontuario superan largamente sus esfuerzos por mejorar de verdad la situación de los derechos humanos. La indulgencia del Partido en las masacres o las persecuciones injustificadas en todo el territorio de China han sido la peor desgracia para su pueblo.
El PCCh se viste de traje para cometer las peores acciones mientras se escuda en su “ley”
Para proteger las ganancias de los grupos que tenían intereses especiales, por un lado, el PCCh eliminó su fachada anterior y abandonó a su suerte a trabajadores, campesinos y masas populares, y, por otro, progresó en sus métodos para engañar y delinquir a medida que la comunidad internacional se enteraba de las aberraciones que el comunismo chino cometió en el campo de los derechos humanos. El PCCh ahora emplea términos bien vistos como “estado de derecho”, “mercado”, “para la gente” y “reforma”, y así confunde al pueblo. El Partido no puede cambiar su naturaleza malvada aun cuando se vista con trajes de corte occidental. Esa imagen confunde más que cuando el PCCh usaba el “traje de Mao”. En la novela de George Orwell Rebelión en la granja, publicada en 1945, los cerdos aprenden a ponerse de pie y caminar con dos patas. Las habilidades recién aprendidas les dan a los cerdos una buena imagen, pero no cambian su naturaleza porcina.
A. Leyes y normas que violan la Constitución china
Se aprueban normas y se promulgan decretos que violan la Constitución china para que los encargados de hacer cumplir la ley puedan frenar los intentos de detener las persecuciones, de vivir en libertad y de defender los derechos humanos.
B. Los problemas no políticos se resuelven con herramientas políticas
Un problema social común puede ser visto como “una competencia con el Partido por las masas”, “una desgracia para el Partido y para el país”, “un factor de agitación” y “un fortalecimiento de las fuerzas enemigas”. El Partido puede politizar una cuestión que pertenece a otro terreno y así justificar la movilización de sus recursos políticos para buscar un beneficio.
C. Los asuntos políticos se manejan con medios deshonestos
La última treta del PCCh para atacar a los ciudadanos que abogan por la democracia y a los intelectuales de pensamiento independiente es tenderles trampas para encarcelarlos. Entre éstas se cuentan las acusaciones falsas de delitos civiles como prostitución y evasión impositiva. Los encargados de acusar mantienen un perfil bajo para evitar la condena de grupos externos. Los delitos imputados son suficientes para arruinar la reputación del acusado y humillarlo públicamente.
El único cambio en la naturaleza inescrupulosa del PCCh —si se puede considerar un cambio— es que se volvió aún más nocivo e inhumano.
Más de mil millones de personas son rehenes de la lógica desviada del PCCh
Imagine que un criminal entra a robar a una casa y viola a una niña. En el juicio, el criminal se defiende con el argumento de que no mató a la niña, de que sólo la violó. Como matar es peor que violar, sostiene que es inocente y que debe ser liberado de inmediato. También dice que la gente debe alabarlo por violar y no matar.
Este razonamiento suena ridículo, pero es el mismo que utilizó el PCCh para defender la Masacre de Tiananmen, perpetrada el 4 de junio de 1989. El argumento fue que la “represión de estudiantes” evitó un potencial caos interno en China. Como se llevó a cabo para prevenir el caos interno, la represión estaba justificada.
“Matar o violar, ¿cuál es mejor de los dos?” Que un criminal haga esa pregunta al juez durante un juicio revela su insolencia. De igual modo, en el tratamiento de la Masacre de Tiananmen, el PCCh y sus adláteres no tomaban en cuenta si el acusado era responsable de asesinar o no. En lugar de eso, le preguntaban a la sociedad qué prefería: “¿La represión de estudiantes o el caos interno que llevaría a una guerra civil?”.
El PCCh controla la totalidad del aparato estatal y sus herramientas de propaganda. En otras palabras, los 1300 millones de chinos son rehenes del PCCh. Con ese número de rehenes en la mano, el PCCh, cada vez que le venga a la mano, puede esgrimir su “teoría del rehén”: se debe reprimir a un pequeño grupo de personas para evitar que la nación entera caiga en el caos o el desastre. Con este as en la manga, el PCCh puede atacar a cualquier individuo o grupo a voluntad, y siempre encontrará justificación. Frente a razonamientos tan falaces y argumentos tan engañosos, ¿hay algún criminal más desvergonzado en el mundo que el PCCh?
La zanahoria y el palo: de conceder “libertad” a aumentar la represión
Muchos chinos sienten que ahora gozan de más libertad que antes, y se muestran esperanzados de que el PCCh es capaz de mejorar. De hecho, el grado de “libertad” que el PCCh concede al pueblo depende de su percepción de crisis. El PCCh hará las cosas que crea necesarias para satisfacer los intereses colectivos del Partido, entre ellas, brindar un poco de democracia, libertad y derechos humanos al pueblo.
No obstante, la libertad del PCCh no cuenta con la protección de legislación alguna. Este “regalo” al pueblo es una mera herramienta para embaucarlo y dominarlo en medio de la tendencia internacional que conduce a la democracia. En esencia, la libertad verdadera está en conflicto irreconciliable con la dictadura del PCCh. Una vez que el conflicto excede su nivel de tolerancia, el Partido retirará la libertad de inmediato. En la historia del comunismo chino, hubo varios períodos con cierta libertad de expresión, a su vez seguidos de otros de control estricto. Estos patrones cíclicos se dan a lo largo de la vida del Partido y sirven para demostrar su naturaleza inicua.
En la actual era de Internet, si uno visita el sitio oficialista del PCCh, Xinhua, o el Diario del Pueblo en línea, encontrará algunos informes con datos negativos sobre China. Esto se debe, por un lado, a que hoy en China circula una gran cantidad de noticias negativas y las agencias de noticias tienen que transmitir algunas para mantener su credibilidad. Por otro, el punto de vista de estas noticias concuerda con los intereses del PCCh, y las críticas menores pueden ser de gran ayuda. Estos documentos siempre atribuyen la razón de los malos sucesos a individuos determinados, cuyo origen no tiene ninguna conexión con el Partido, y adjudican a éste la solución del problema. El PCCh decide qué material difundir, cuál no, cuánto difundir y si sirve a sus intereses que en China o en el mundo a través de los medios internacionales que controla se publique la noticia.
El PCCh es diestro en comunicar las malas noticias para lograr el efecto de conquistar el corazón de la gente. Muchos jóvenes de China continental creen que el PCCh ahora ofrece cierta libertad de expresión, y por ende abrigan esperanzas en él y lo aprecian. Son las víctimas de las estrategias refinadas de la inicua prensa estatal. Por ejemplo, esta prensa inventa una situación de caos en la sociedad china y le da cierta difusión; luego el PCCh convence al pueblo de que sólo él es capaz de controlar el caos y así consigue que la gente apoye su régimen.
Por ende, no debemos equivocarnos y creer que el PCCh ha cambiado por decisión propia aun si percibimos una mejoría en la situación de los derechos humanos. Mirando en retrospectiva, cuando el PCCh luchaba para derrocar al gobierno del KMT, simulaba estar peleando por una nación democrática. Su naturaleza es una de una perversidad tal que no puede creerse ninguna de sus promesas.
V. Aspectos de la naturaleza inescrupulosa del PCCh
El PCCh vende el territorio de la nación por vanidad y traiciona al país con el disfraz de la “unidad nacional”
“Liberen a Taiwán” y “Unifiquen a Taiwán” fueron lemas del PCCh durante las últimas décadas. Con esta propaganda, el PCCh representó el papel de nacionalista y patriota. ¿Le importa verdaderamente al Partido la integridad del territorio nacional? En lo más mínimo. Taiwán es sólo un problema histórico derivado de la lucha entre el PCCh y el KMT, y un medio que usó para atacar a sus opositores y conseguir el apoyo del pueblo.
En los días del régimen del KMT en que el PCCh estableció la región conocida como la China Soviética, el artículo 14 de la Constitución del Partido sostenía que “cualquier grupo étnico o provincia de China puede reclamar su independencia”. A fin de obedecer a la Unión Soviética, la consigna de entonces en el PCCh era “proteger a los soviéticos”. Durante la Guerra Sino-Japonesa, el objetivo del PCCh era aprovechar las oportunidades que tuviera para crecer como agrupación, y no combatir al invasor japonés. En 1945, el Ejército Rojo soviético ingresó al territorio chino por el noreste y cometió todo tipo de crímenes: robos, asesinatos y violaciones; sin embargo, el PCCh no dijo ni una palabra. De la misma manera, cuando la Unión Soviética apoyó la independencia de la Mongolia Exterior de la posesión china, el PCCh se quedó callado.
A fines de 1999, el PCCh y el gobierno ruso firmaron el Acuerdo de Estudio de Fronteras entre China y Rusia, por el cual la primera aceptaba todas los acuerdos (injustos) celebrados entre la dinastía Qing y Rusia hace más de un siglo, y entregaba a la segunda más de un millón de kilómetros cuadrados de tierras, un área varias veces más grande que la superficie de Taiwán. En 2004, el PCCh y los rusos firmaron el Acuerdo Complementario de Fronteras Orientales entre China y Rusia, por el que la primera cedió a la segunda la mitad de la isla Heixiazi, en la provincia de Heilongjiang.
Hay otras disputas fronterizas, como las de las islas Nansha y la isla Diaoyu, que el PCCh no muestra ningún interés en ganar, pues no afectan para nada su poder. El PCCh proclama a los cuatro vientos su campaña “La unificación de Taiwán”, que usa para incitar el patriotismo ciego y desviar la atención pública de los problemas internos.
Políticos corruptos que carecen de ataduras morales
En nombre de la dialéctica, el PCCh destruyó por completo el pensamiento holístico, las facultades de razonamiento y el espíritu indagador de la filosofía. Mientras el PCCh habla de “la distribución en relación con la contribución”, el proceso de “permitir a algunos enriquecerse primero” se logró en conjunto con “la distribución en relación con el poder”. El PCCh utiliza el disfraz de “servir al pueblo de corazón” para engañar a aquellos que defienden ideales: una vez que logra seducirlos, les lava el cerebro y los domina por completo, y gradualmente los transforma en dóciles herramientas que en su servicio honesto no se atreven a defender la posición del pueblo.
El objetivo de la revolución del PCCh era la concreción de la propiedad pública como medio de producción. Así ha engañado a muchos jóvenes que se afiliaron al Partido persiguiendo los ideales del comunismo y la unidad. Algunos de ellos incluso les dieron la espalda a sus familias con propiedades. Pero ahora, por la corrupción, los miembros del Partido se han convertido en los nuevos ricos del capitalismo burócrata, incluso más ricos que los capitalistas anteriores. Ochenta y tres años después de la fundación del Partido Comunista chino, el capitalismo regresó, sólo que ahora forma parte del mismo PCCh, que nació bajo el estandarte del igualitarismo.
Un gobierno necesita de mecanismos de contralor. En los países democráticos, la separación de los poderes en conjunto con las libertades de expresión y de prensa constituyen mecanismos de vigilancia adecuados. Las creencias religiosas aportan un freno moral al obrar.
El PCCh fomenta el ateísmo; por ende, no hay naturaleza divina que restrinja su conducta. El PCCh es una dictadura, por lo que no hay ninguna ley que controle su accionar político. Como resultado, el PCCh se conduce sin límites de ningún tipo ni hay conciencia que lo condene, y así libera su naturaleza tiránica y criminal. Según el PCCh, ¿quién podría vigilarlo? “¡El PCCh se vigila solo!” fue durante décadas el lema para engañar al pueblo. Al principio se llamaba “autocrítica”, luego “autovigilancia”, más tarde “perfeccionamiento propio en la conducción del Partido”, y más recientemente “refuerzo propio para la capacidad de gobernar”. El PCCh pone el acento en el superpoder que tiene para lo que denomina “automejoramiento”. No sólo dice sino que hace, como lo muestran su Comité de Inspección Central de Disciplina, la Oficina de Apelaciones y otros organismos por el estilo. Éstos son meros elementos decorativos sin ninguna función de contralor real, que sólo sirven para confundir al pueblo.
Sin restricciones morales ni legales, el automejoramiento del PCCh equivale al proverbio chino que evoca “los demonios que emergen del propio corazón”. Este automejoramiento es sólo una excusa del PCCh para evitar la vigilancia externa y prolongar la veda sobre la libertad de prensa y los partidos políticos libres. Los zorros políticos del comunismo recurren a artimañas como ésta para engañar al pueblo y proteger el poder y los intereses partidarios.
El PCCh es un experto en la intriga política. La Dictadura Democrática Popular, Centralismo Democrático, Conferencia Política, son algunos nombres de los ardides que usa. Salvo por lo de dictadura, sólo se trata de mentiras.
Los trucos: desde la falsa resistencia a la invasión japonesa hasta el antiterrorismo fraudulento
El PCCh nunca dejó de atribuirse el haber conducido al pueblo de China a la victoria contra el invasor japonés. Sin embargo, existe abundante material histórico que revela que con toda intención el comunismo chino evitó la confrontación en la Guerra Sino-Japonesa. Por el contrario, lo único que hizo éste fue obstruir el impulso antijaponés encarnado en el KMT y aprovechar la situación para incrementar su propio poder.
Otra táctica ruin del PCCh es tergiversar definiciones de conceptos culturales y luego utilizar esas definiciones alteradas para criticar y controlar al pueblo. El concepto de “partido” es un ejemplo de esto. Desde el comienzo del sistema de partidos políticos, éstos se establecieron en sus países de origen y en el extranjero. Sólo el Partido Comunista ejerce el poder más allá del área de influencia del colectivo partidario. Si uno se afilia al PCCh, éste controlará todos los aspectos de la vida de uno, como la conciencia, los medios de sustento y la vida privada. Cuando se le da autoridad política, el PCCh domina la sociedad, el gobierno y el aparato estatal. Decide en todas las materias, desde las importantes, como quién será el presidente del país o el ministro de Defensa, o qué leyes y decretos impulsar para su aprobación, hasta las insignificantes, como el lugar de residencia de una persona, con quién debe casarse y cuántos hijos puede tener. El PCCh comprende todos los métodos de control imaginables.
Los únicos enfrentamientos importantes en los que intervino el PCCh fueron la Batalla del Paso de Pingxing y la Batalla de los Cien Regimientos. En la primera, el PCCh no fue en absoluto el líder o la fuerza predominante del combate. Las tropas comunistas sólo sirvieron para tender una emboscada a las unidades de reserva del ejército japonés. En cuanto a la segunda batalla, dentro del PCCh se cree que el hecho de participar en ella fue en realidad una violación a la estrategia del Partido Central. Luego de ambos combates, Mao y los ejércitos del PCCh no volvieron a involucrarse en batallas de importancia. Tampoco produjeron héroes en esta contienda, al estilo de Dong Cunrui durante la guerra contra el KMT en 1948 y de Huang Jiguang en la Guerra de Corea. Sólo un reducido número de jefes militares de alto rango del PCCh murió en el campo de batalla durante la invasión japonesa. Hasta el día de hoy, el Partido es incapaz de publicar una lista de víctimas propias durante este conflicto armado, ni tampoco se pueden encontrar en el vasto territorio nacional muchos monumentos de héroes de la resistencia china salidos de sus filas.
En ese momento, el PCCh estableció un Gobierno de Frontera en las provincias de Shaanxi, Gansu y Ningxia, alejado del frente de batalla. Para usar lenguaje vigente, el PCCh proponía “un país, dos sistemas”, o “dos Chinas” dentro de China. Si bien los jefes militares comunistas mostraban pasión a la hora de repeler al invasor, los oficiales de alto rango no eran sinceros en su intención de intervenir en el combate. En contraste, estos últimos tomaban medidas para proteger sus recursos y usaban la guerra para fortalecer su posición. Cuando en 1972 China y Japón reanudaron las relaciones diplomáticas, Mao Zedong dejó salir la verdad frente al primer ministro japonés Kakuei Tanaka: el PCCh le debía gratitud a la nación nipona, ya que sin su invasión, el Partido no habría tenido la oportunidad de incrementar su poder. Las afirmaciones del PCCh acerca de que lideró al pueblo chino en los ocho años que duró la resistencia exitosa contra el invasor japonés no son más que otra de sus mentiras.
Más de medio siglo después, con los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 al territorio estadounidense, el combate contra el terrorismo se convirtió en una cuestión global. Y el PCCh emplea estrategias de engaño similares a las que desplegó durante la invasión japonesa. Usando el antiterrorismo como pretexto, identificó como terroristas a muchos practicantes religiosos, opositores políticos y grupos involucrados en conflictos étnicos o territoriales. Bajo el disfraz de la lucha contra este flagelo mundial, el PCCh impulsa violentas campañas represivas.
El 27 de septiembre de 2004, la Agencia de Noticias Xinhua levantó una información del diario Xinjing según la cual Beijing estaría por abrir la primera agencia antiterrorista del país. Algunos medios que operan para el PCCh publicaron artículos con títulos como “La Oficina 610 aúna esfuerzos con el antiterrorismo” (la Oficina 610 es una red de agencias gubernamentales dedicadas a la persecución de practicantes de Falun Gong), en cuyo desarrollo afirman que la agencia antiterrorista tendría como función atacar a las “agrupaciones terroristas”, entre ellas Falun Gong.
El PCCh coloca el rótulo de “terroristas” en personas que nunca portarían un arma, no devolverían el golpe si sufrieran un ataque y encabezarían una lucha pacífica por el derecho a sostener su creencia. Aprovechando el clima reinante, el PCCh movilizó su “fuerza especial antiterrorista”, armada hasta los dientes, para reprimir con fiereza a este grupo indefenso de defensores de la paz. Además, el PCCh utiliza la excusa del terrorismo para evitar la atención y la condena de la comunidad internacional sobre su persecución a Falun Gong. Las clases de mentiras que usa el PCCh hoy no difieren de las que empleó durante la invasión japonesa, embustes que constituyen una manera vergonzosa de tratar un tema tan delicado como el del terrorismo global de hoy.
Mostrar un apoyo ficticio y ocultar la oposición real
El PCCh no cree en sus propias doctrinas pero obliga a otros a creer en ellas. Éste es uno de los métodos más pérfidos de la secta del comunismo chino. El PCCh sabe que su base teórica es falsa y que la idea de socialismo no es auténtica. Sin embargo, persigue a los que no aceptan su pensamiento único. Sin la menor noción de la vergüenza, el PCCh incluyó su ideología de embustes en la Constitución como la piedra basal del Estado chino.
En la vida real se da un fenómeno interesante. Muchos funcionarios de alto rango pierden sus puestos en luchas de poder de la escena política china debido a la corrupción. No obstante eso, ellos son los defensores de la generosidad y la honestidad en público, mientras que en secreto participan del soborno, la corrupción y otras actividades decadentes. Muchos “servidores del pueblo” caen en este camino, como Li Jiating, ex gobernador de la provincia de Yunnan; Liu Fangren, secretario del Partido de la provincia de Guizhou; Cheng Weigao, secretario partidario en la provincia de Hebei; Tian Fengshan, ministro de Tierra y Recursos, y Wang Huaizhong, vicegobernador de la provincia de Anhui. Sin embargo, si uno examina los discursos de estas personas va a encontrar que todos ellas, sin excepción, impulsaban campañas anticorrupción e instaban repetidamente a sus subordinados a comportarse con honestidad, mientras malversaban fondos públicos y aceptaban sobornos.
Si bien el PCCh albergó en su seno algunos cuadros admirables y con frecuencia sedujo a personas idealistas y diligentes para que se unieran a sus filas a fin de realzar la imagen partidaria, es obvio para todo el mundo que China entró en una etapa de declive moral muy difícil de detener. ¿Por qué la propaganda del PCCh que promueve una “civilización espiritual” no intenta corregir esta tendencia?
De hecho, los líderes del Partido Comunista transmitieron palabras vacías cuando promulgaron la “cualidad moral comunista” o la consigna “servir al pueblo”. La incoherencia entre las acciones y las palabras de los conductores del comunismo se remonta a su fundador, Karl Marx. Marx tuvo un hijo ilegítimo. Lenin tuvo sífilis contraída en el contacto con prostitutas. Stalin fue acusado judicialmente por obligar a una cantante a tener sexo. Mao Zedong se entregó a la lujuria. Jiang Zemin es una persona promiscua. El líder del comunismo rumano Nicolae Ceauşescu hizo a su familia dueña de una riqueza extravagante. El conductor del comunismo cubano Fidel Castro tiene cientos de millones de dólares en cuentas de bancos extranjeros. El endemoniado asesino de Corea del Norte Kim Song II y sus hijos llevan una vida de decadencia y despilfarro.
En la vida cotidiana, el común del pueblo chino odia las sesiones de estudio político sin ningún contenido. Cada vez más, la gente emplea lenguaje ambiguo cuando se refiere a los temas políticos, ya que cualquiera sabe que se tratan de juegos tramposos. Pero nadie, ni los que hablan ni los que escuchan en estas reuniones políticas, va a decir la verdad sobre el engaño que las domina. Es un secreto a voces. La gente denomina a este fenómeno “simulación sincera”. Las nociones altisonantes del PCCh, tanto las de los Tres Representantes de hace algunos años, como la de “mejorar la capacidad de gobernar” después, o la de los “tres corazones” —entusiasmar, estabilizar y conquistar el corazón de la gente— de hoy, están vacías de contenido. ¿Qué partido gobernante no querría representar los intereses de su pueblo? ¿Qué partido gobernante no estaría interesado en mejorar su capacidad de gobernar? ¿Qué partido gobernante no querría conquistar el corazón de su pueblo? Toda agrupación política que no se comprometiera con estos objetivos sería desplazada al poco tiempo de la escena política. Pero el PCCh trata sus lemas superfluos como teorías intrincadas y profundas, y obliga a toda la nación a estudiarlas.
Cuando la simulación se va convirtiendo poco a poco en la manera de pensar y de actuar de millones de personas y se erige en la cultura partidaria, la sociedad toda se vuelve falsa, pretenciosa y hueca. La comunidad entra en crisis al carecer de honestidad y confianza. ¿Por qué el PCCh creó este escenario? En el pasado, se debía a su ideología; ahora, a sus beneficios. Los miembros del Partido son conscientes de su simulación, pero siguen practicándola. Si el PCCh no difunde estos lemas y formalidades, no podría embaucar al pueblo. No podría hacer que la gente lo siguiera y le temiera.
Abandonar la conciencia y sacrificar la justicia por los intereses del Partido
En el libro “Sobre el desarrollo moral del Partido Comunista”, Liu Shaoqi8 trata la necesidad de que “los miembros del Partido renuncien a sus intereses individuales en pos de los intereses del Partido”. Entre los miembros del PCCh nunca faltaron los individuos rectos que se preocuparon por el país y su pueblo, ni tampoco escasearon los funcionarios honestos y justos que sirvieron de verdad al pueblo. Pero en la maquinaria de egoísmo del PCCh, estas personas no sobreviven. Bajo la presión constante de “someter la condición humana a la naturaleza partidaria”, suele resultarles imposible continuar en ese camino, se arriesgan a ser desplazados de sus puestos o, peor, caen en la corrupción.
Otra táctica ruin del PCCh es tergiversar definiciones de conceptos culturales y luego utilizar esas definiciones alteradas para criticar y controlar al pueblo. El concepto de “partido” es un ejemplo de esto. Desde el comienzo del sistema de partidos políticos, éstos se establecieron en sus países de origen y en el extranjero. Sólo el Partido Comunista ejerce el poder más allá del área de influencia del colectivo partidario. Si uno se afilia al PCCh, éste controlará todos los aspectos de la vida de uno, como la conciencia, los medios de sustento y la vida privada. Cuando se le da autoridad política, el PCCh domina la sociedad, el gobierno y el aparato estatal. Decide en todas las materias, desde las importantes, como quién será el presidente del país o el ministro de Defensa, o qué leyes y decretos impulsar para su aprobación, hasta las insignificantes, como el lugar de residencia de una persona, con quién debe casarse y cuántos hijos puede tener. El PCCh comprende todos los métodos de control imaginables.
El pueblo de China ha vivido en carne propia la brutalidad del régimen del PCCh y así desarrolló un profundo miedo a la violencia comunista. Por ende, las personas no se atreven a defender la justicia y dejan de creer en las leyes celestiales. Primero se sometieron con humillación al poder del Partido. Poco a poco dejan de sentir y preocuparse por las cuestiones que no las afectan de manera directa. Aun la lógica de su pensamiento fue moldeada a conciencia para que terminaran rindiéndose ante el PCCh. Éste es el resultado de liberar la naturaleza de mafiosa del PCCh.
El PCCh busca despertar los sentimientos de patriotismo para manipular a las masas
El PCCh recurre a nociones como las de “patriotismo” y “nacionalismo” para levantar a la gente y manipularla en la dirección que le conviene. Éstos no son sólo sus gritos de batalla, sino también sus órdenes y estrategias. Si leen la propaganda nacionalista que aparece en la edición internacional del Diario del Pueblo, algunos chinos que viven en el extranjero, y que durante décadas no se atrevieron a regresar a China, podrían volverse más nacionalistas que los chinos que viven en el país. Bajo la manipulación del PCCh, el pueblo chino, que no se anima a rechazar las políticas del comunismo, se violenta y ataca la Embajada y el Consulado de los Estados Unidos en China tirando huevos y piedras y quemando autos y banderas estadounidenses, siempre impulsado por su “patriotismo”.
Cada vez que el Partido Comunista se topa con un tema de importancia que exige movilizar a las masas de inmediato, recurre al “patriotismo” y al “nacionalismo”. En casos como el de Taiwán, el de Hong Kong, el de Falun Gong o el de la colisión entre un avión espía norteamericano y una aeronave de combate china, el PCCh recurrió a la combinación de inspirar el terror máximo y hacer un lavado de cerebro, con lo que logró generar un ánimo de guerra en la población. Una táctica similar a la utilizada por el nazismo alemán.
Mediante el bloqueo de la información inconveniente, el lavado de cerebro del PCCh tiene un éxito insospechado. Aun cuando al pueblo chino le desagrade el PCCh, termina pensando del modo inculcado por éste. Por ejemplo, con la invasión estadounidense a Irak, mucha gente se enoja cuando ve el análisis diario en CCTV.9 Siente un odio profundo, seguido de un ansia de venganza y un deseo de pelear, al tiempo que aborrece la idea de una guerra.
La desfachatez de colocar al Partido por delante del país y obligar a la gente a enfrentarse con su padre
Una de las frases que suele usar el PCCh para intimidar a la gente es “la extinción del Partido y del país”, con lo que se pone a sí mismo por delante la nación. El principio fundador de China es: “No habrá una nueva China sin el PCCh”. Se educa a los ciudadanos desde la niñez para “escuchar al Partido” y “portarse como sus hijos obedientes”. Se cantan canciones de alabanza: “Veo en el Partido a mi madre”. “Oh, Partido, mi madre querida.” “La gracia salvadora del Partido es más profunda que el océano.” “El amor a mi padre y mi madre no puede superar el que siento por el Partido.”10 Los ciudadanos pelearán donde lo diga el Partido”. Cuando el gobierno brindó asistencia por una catástrofe, el pueblo tenía que “agradecer al Partido y al gobierno”: primero al Partido y después al gobierno. Un lema militar reza: “El Partido gobierna el arma”. Cuando los expertos chinos diseñaron el uniforme para las cortes de justicia, pusieron cuatro botones dorados sobre el cuello. Los botones se alinean de arriba abajo y simbolizan el Partido, el pueblo, la ley y el país. Esta distribución señala que aun si uno es juez, siempre debe recordar que el Partido está por encima de la ley, el país y el pueblo.
El Partido se convirtió en el ente supremo de China, y el país, en su subordinado. El país existe para el Partido, y éste se dice la encarnación del pueblo y el símbolo del país. El amor al Partido, a sus líderes y al país se han mezclado; ésta es la razón fundamental de que la idea de patriotismo en China se haya apartado de su sentido original.
Bajo la sutil pero persistente influencia de la educación y la propaganda del PCCh, muchas personas, militantes comunistas o no, comienzan a confundir el Partido con el país, muchas veces sin ser conscientes de ello. Terminan por aceptar que “el interés del Partido” es superior a todo, y que “los intereses del Partido equivalen a los del pueblo y del país”. Esta consecuencia del adoctrinamiento del PCCh creó el clima para que éste pudiera traicionar los intereses nacionales.
Jugar al “resarcimiento” y considerar los actos criminales como “grandes logros”
El PCCh ha cometido muchos disparates a lo largo de su historia. Sin embargo, siempre recurrió a echar culpas a individuos o grupos determinados mediante “el resarcimiento y la rehabilitación”. Esto no sólo generó gratitud en los acusados, sino que permitió al PCCh eludir cualquier responsabilidad por sus actos delictivos. El Partido se declara “no sólo seguro de no cometer errores, sino apto para repararlos”;11 esto se convirtió en la poción mágica con la que siempre escapa a las culpas. Así, el Partido se mantiene “grande y glorioso, y siempre tiene razón”.
Tal vez un día, el PCCh decida resarcir a las víctimas de la Masacre de la Plaza Tiananmen y devolver la reputación a Falun Gong. Pero éstas son sólo tácticas maquiavélicas a las que el Partido recurre en su desesperación por prolongar su agonía. El PCCh nunca tendrá el coraje para reflexionar sobre sus acciones, aceptar sus crímenes o pagar por sus pecados.
VI. El PCCh manifiesta su naturaleza malvada usando el terrorismo de Estado para deshacerse de los principios de “Verdad, Benevolencia y Tolerancia”
La fraudulenta “inmolación de Tiananmen” montada por el PCCh puede considerarse la mentira del siglo del Partido Comunista chino. Para reprimir a Falun Gong, la perversidad del gobierno alcanzó un grado tal que utilizó a cinco personas para que se hicieran pasar por practicantes de Falun Gong y coreografiar su inmolación falsa en la Plaza Tiananmen. Por participar en semejante farsa, los cinco individuos, sin saberlo, estaban firmando su propia sentencia de muerte: fueron muertos a golpes en el lugar o asesinados posteriormente. La cámara lenta del video difundido por la cadena CCTV muestra sin margen de error que Liu Chunling, uno de los inmolados, murió cuando un policía lo derribó de un golpe. Otras fallas en la filmación son la postura errónea de meditación de Wang Jingdong, la botella de plástico (supuestamente llena con combustible) que permanecía intacta en sus rodillas después de apagado el fuego, la conversación entre un médico y la víctima más joven, Liu Siying, y la presencia de camarógrafos listos para registrar las escenas. Estos y otros hechos son pruebas más que suficientes para concluir que la supuesta inmolación de Tiananmen fue un engaño pergeñado con malicia por el inicuo Jiang Zemin para incriminar a Falun Gong.12
No existen malhechores que hayan mentido con la perfidia y la influencia de Jiang Zemin y el PCCh. Usan un abanico de embustes diseñados para manipular nociones familiares a la gente de modo que ésta crea las mentiras y el Partido logre incitar el odio hacia Falun Gong. ¿Usted cree en la ciencia? El PCCh dice que Falun Gong es superstición. ¿Piensa que la política es desagradable? Según el PCCh, Falun Gong está involucrado en política. ¿Usted siente envidia de la gente que se enriquece en China o en el extranjero? Según el PCCh, Falun Gong nada en la abundancia. ¿Cree que las organizaciones tienen aspectos objetables? Según el PCCh, Falun Gong es una organización rígida. ¿Está cansado del culto de la personalidad que hubo en China durante décadas? Según el PCCh, Falun Gong controla la mente de la gente. ¿Se considera un patriota de ley? Según el PCCh, Falun Gong es una agrupación antiChina. ¿Usted le tiene miedo a la agitación social? Según el PCCh, Falun Gong promueve la inestabilidad. ¿Se pregunta si Falun Gong realmente defiende sus banderas de “Verdad, Benevolencia y Tolerancia”? Según el PCCh, Falun Gong no defiende la verdad, la benevolencia ni la tolerancia. El PCCh llega a distorsionar la lógica cuando dice que la benevolencia puede despertar el deseo de matar.
El PCCh utilizó métodos crueles y aborrecibles en su campaña declarada para eliminar a Falun Gong. Usurpó los recursos financieros de la nación acumulados en los últimos veinte años de reforma y apertura de la economía china. Movilizó al Partido, al gobierno, a las fuerzas armadas, a la policía, a agentes de inteligencia, a diplomáticos extranjeros y a otras organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Manipuló la cobertura de los medios de prensa, para lo que implementó un bloqueo estricto de la información con monitoreo individualizado y de alta tecnología. Hizo todo esto para perseguir a un grupo de gente pacífica que adhiere a Falun Gong, una práctica china tradicional de qigong para refinar el cuerpo, la mente y el carácter moral según los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Esta cacería de gente inocente debido a sus creencias habla de lo degenerado de la naturaleza del PCCh.
El PCCh prohíbe todo lo que tenga que ver con Falun Gong: presentar apelaciones, efectuar quejas, repartir volantes, colgar banderas, reunirse, practicar los ejercicios en los parques; tampoco permite que ningún medio informe la verdad sobre Falun Gong. La policía de Internet montada por Jiang Zemin y el PCCh, bloquea todos los sitios web extranjeros que difunden la realidad de Falun Gong. A pesar de lo extendido de esta persecución, hay muchas personas en la sociedad que no creen que algo así pueda suceder.
¿Confía usted en que el gobierno no inventaría mentiras como ésas? El PCCh fabrica engaños de mayor dimensión y alcance, desde suicidios hasta inmolaciones, pasando por matar a familiares y asesinatos seriales. Son tantas las mentiras que resultan difíciles de creer. ¿Le gusta Falun Gong? El PCCh relacionará la evaluación política que usted haya realizado con la persecución de Falun Gong y lo degradará, lo atacará o le quitará el dinero de sus beneficios laborales si los practicantes de Falun Gong de su área de trabajo manifiestan en Beijing. Así, uno se ve obligado a transformarse en un enemigo de esta práctica.
El PCCh raptó a cantidades de cultivadores de Falun Gong y los sometió a sesiones de lavado de cerebro para obligarlos a abandonar sus creencias, denunciar a Falun Gong y prometer que dejarían la práctica. El PCCh recurrió a variados métodos perversos para convencerlos, como presionarlos con los parientes, su trabajo y su educación, e infligirles crueles tormentos y aun castigar a parientes y colegas. Cuando el lavado de cerebro en un practicante logra su objetivo, éste es usado para torturar y lavarles el cerebro a otros. El vicioso PCCh insiste en convertir al mal a gente buena y obligarla a transitar por un camino de oscuridad hasta el fin de sus días.
VII. El socialismo inicuo con “características chinas”
El PCCh usa el término “características chinas” para encubrir sus crímenes. Desde siempre afirma que le debe su éxito en la revolución a “la integración del marxismo-leninismo a la realidad concreta de la revolución china”. El PCCh suele abusar del término “característica” como soporte ideológico de sus políticas perversas y antojadizas.
Métodos antojadizos y engañosos
Detrás de la fachada de las “características chinas”, lo único que logró el PCCh es un gran absurdo. Hoy, de los hijos y parientes de los líderes partidarios, muchos son flamantes capitalistas con fortunas personales, y muchos miembros decidieron unirse a este grupo de nuevos ricos. En el pasado, el PCCh eliminó a los terratenientes y los capitalistas en nombre de la revolución y les robó su propiedad. En la actualidad, la nueva “realeza” del PCCh se enriqueció aún más a través de la malversación y la corrupción. Quienes seguían al Partido en las primeras revoluciones ahora se lamentan: “Si hubiera sabido cuál iba a ser la situación actual, nunca lo habría apoyado”. Luego de varias décadas de sudor y lucha, estas personas se dan cuenta de que han entregado las propiedades de sus hermanos y su padre junto con su vida a la secta del PCCh.
El PCCh dice que la base económica determina la superestructura;13 en realidad, es la base económica de la burocracia de los funcionarios corruptos del PCCh la que decide la “superestructura de la alta presión”, que basa su existencia precisamente en el ejercicio de la presión. La represión del pueblo se convirtió así en la política de base del PCCh.
En nombre de la dialéctica, el PCCh destruyó por completo el pensamiento holístico, las facultades de razonamiento y el espíritu indagador de la filosofía. Mientras el PCCh habla de “la distribución en relación con la contribución”, el proceso de “permitir a algunos enriquecerse primero” se logró en conjunto con “la distribución en relación con el poder”. El PCCh utiliza el disfraz de “servir al pueblo de corazón” para engañar a aquellos que defienden ideales: una vez que logra seducirlos, les lava el cerebro y los domina por completo, y gradualmente los transforma en dóciles herramientas que en su servicio honesto no se atreven a defender la posición del pueblo.
Un partido maquiavélico con “características chinas”
Usando un principio que valora sus intereses por sobre cualquier otra consideración, el PCCh distorsionó la sociedad china con los medios de una secta perversa, y creó así un ser verdaderamente grotesco en la humanidad toda. Este ser es distinto de cualquier estado, gobierno u organización. Su principio es no tener principios; no hay ni una pizca de sinceridad en su sonrisa. Sin embargo, la gente de buen corazón no puede entender al Partido. Al basarse en los parámetros morales universales, no puede concebir que una entidad con semejante grado de maldad pueda representar a un país. El PCCh, con la excusa de las “características chinas”, consiguió su lugar entre las naciones del mundo. Las “características chinas” son un eufemismo por las “características perversas del PCCh”.
Con las “características chinas”, el capitalismo rengo de China se transformó en el “socialismo”, el “desempleo” pasó a ser “a la espera de un empleo”, “ser despedido del trabajo” se convirtió en “no estar de servicio”, la “pobreza” se volvió la “fase inicial del socialismo”; y los derechos humanos y la libertad quedaron reducidos a la mera supervivencia.
La nación china enfrenta una crisis moral sin precedentes
A principios de los años noventa, en China había en circulación una frase que postulaba: “Soy un rufián y no le temo a nada”. Ésta es la consecuencia lamentable de tantas décadas de un régimen que propugna la injusticia y de la imposición de la corrupción a la nación. La falsa prosperidad de la economía china va de la mano del acentuado declive moral en todas las áreas de la sociedad.
El PCCh siente terror de que el pueblo tenga la capacidad de diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto. Si cada persona actuase con conciencia, la maldad del PCCh no contaría con la condición principal para su existencia. Por eso, hace todo lo posible por hundir a los chinos bajo el agua convirtiéndolos en mafiosos de distinto grado.
La revolución cultural fue un típico movimiento de todo el pueblo, y justamente por eso, muchas personas se involucraron en peleas violentas, destrucción, robos, incendios, asesinatos, así como reuniones de crítica, denuncias secretas, acusaciones —a veces falsas— a familiares o allegados por temor, entre otras acciones. Los que no llegaron a estos extremos, como mínimo tuvieron que atravesar las pruebas de las manifestaciones, donde se debía demostrar que uno enfrentaba a los “enemigos de clase”, a los que “el Partido derrumba y la nación entera juzga”.
Bajo una situación en la cual el pueblo entero ha enloquecido, nadie puede decir que no tenga responsabilidad por los padecimientos de los demás. Entonces, hacer una crítica sobre la Revolución Cultural representa un tabú para el gobierno, y el pueblo automáticamente evita reflexionar sobre los efectos desastrosos causados por su acatamiento ciego, su ignorancia y su locura. Por el contrario, muchos chinos adoptan intencionalmente el camino del razonamiento del PCCh y achacan todos los crímenes a los cabecillas de los Cuatro Bandidos.
Los congresistas de China suelen llenarse la boca con la cuestión de “la honestidad y la confianza” durante el Congreso Popular chino. En los exámenes de ingreso a las universidades, los estudiantes tienen que escribir un ensayo sobre la honestidad y la confianza. Este hecho revela que la falta de honestidad y confianza así como la decadencia moral se convirtieron en cuestiones invisibles pero recurrentes en la realidad china. La corrupción, la malversación, la elaboración de productos falsos, el engaño, la malicia y la degeneración de las normas sociales están en todas partes. La confianza mutua es un valor que pasó de moda.
Para quienes afirman estar satisfechos con la mejora en el nivel de vida, ¿no es la estabilidad en su vida su preocupación principal? ¿Cuál es el factor social determinante para la estabilidad social? La moral. Una sociedad con una moral degradada es incapaz de brindar seguridad.
A la fecha, el PCCh ya reprimió enérgicamente a casi todas las religiones tradicionales y desmanteló el sistema tradicional de valores. La manera inescrupulosa en que el PCCh se hace de la riqueza y engaña a la gente genera un efecto dominó en toda la sociedad: la corrompe y la encamina hacia el mal. Un partido que gobierna con medios espurios también precisa de una sociedad corrupta para sobrevivir. Por eso, el PCCh hace todo lo posible para hacer descender a la gente a su mismo nivel, e intenta convertir a la población de China en conspiradores de toda clase. Así es como la naturaleza de engaño del PCCh está erradicando la base moral que durante tanto tiempo sirvió de sostén a los chinos.
Conclusión
“Es más fácil alterar el curso de los ríos y la ubicación de las montañas que cambiar la propia naturaleza”.14 La historia prueba que cada vez que el PCCh afloja las cadenas, lo hace sin la intención de abandonarlas. Después de la Gran Hambruna, ocurrida a principios de los años sesenta, el PCCh adoptó el programa de las “Tres Libertades y Un Contrato” (San Zi Yi Bao),15 orientado a recuperar la producción agrícola, aunque sin la intención de cambiar la condición de “esclavos” de los campesinos chinos. La “reforma económica” y la “liberalización” de los años ochenta no decía nada acerca de que el PCCh no pudiera usar su cuchillo de carnicero contra su propio pueblo en 1989. En el futuro, el PCCh seguirá modificando su fachada sin cambiar para nada su naturaleza vil.
Algunos pueden pensar que no tiene sentido revolver el pasado. La situación cambió, y el PCCh de ahora no es el mismo de épocas pasadas. Algunos pueden contentarse con apariencias falsas y creer equivocadamente que el PCCh es mejor que antes, que intenta reformarse o que intenta cambiar para bien. Estas personas quizá se lo pasan desalojando los recuerdos de la mente. No hacen más que darle a una banda de delincuentes como es el PCCh la oportunidad de sobrevivir y poner en peligro a toda la humanidad.
Todos los esfuerzos del PCCh se dirigen a que la gente olvide el pasado. Todas las luchas del pueblo son un recordatorio de las injusticias que éste sufrió a manos del PCCh. De hecho, el comunismo chino tiene una historia que cercena los recuerdos de la gente, que hace que los hijos no conozcan el pasado de los padres, que cientos de millones de ciudadanos padezcan el enorme conflicto entre despreciar el pasado sangriento del PCCh y abrigar esperanzas por el futuro de éste.
Cuando el espectro malvado del comunismo entró en el mundo de los humanos, el Partido Comunista liberó a lo peor de la sociedad y utilizó la rebelión de los marginales para obtener y conservar el poder. Lo que hizo, a través de la carnicería y los métodos tiranos, fue instaurar y consolidar el despotismo en la forma de una “posesión partidaria”. Mediante la llamada ideología de la lucha —que se opone a la naturaleza, a las leyes celestiales, a la esencia humana y al universo—, destruye la conciencia y la benevolencia humanas, y como consecuencia arrasa con la civilización y la moral tradicionales. Recurrió a las matanzas sangrientas y los lavados de cerebro para afianzar su secta del mal y crear una nación de mentes desviadas, y así gobernar al país.
A lo largo de la historia del PCCh, hubo períodos violentos en que el terror rojo alcanzó su pico, y etapas de torpeza en que el Partido se salvó por poco de la extinción. En cada oportunidad, recurrió a su amplio bagaje de métodos tramposos para resurgir de las crisis, aunque sólo para lanzarse a la siguiente ola de violencia y engaño al pueblo.
Cuando la mayoría de la gente se percate de la naturaleza ruin del comunismo chino y logre resistir el engaño de sus imágenes falsas, el PCCh encontrará su fin.
********
En comparación con los 5000 años de civilización china, los 55 años del régimen del PCCh son un pestañeo de la historia. Antes de la existencia del PCCh, China había creado la civilización más magnífica de la historia de la humanidad. El PCCh aprovechó la oportunidad generada por problemas internos del país y por una invasión extranjera para encaramarse en el poder y dominar a la nación china. Terminó con la vida de millones de personas, destrozó innumerable cantidad de familias y sacrificó los recursos ecológicos de los que depende la supervivencia de China. Lo que es más devastador aún es la aniquilación casi total de las bases morales y la rica tradición cultural de la nación.
¿Qué será del futuro de China? ¿Qué rumbo tomará? Cuestiones de tal gravedad son demasiado complejas para explicarse en unas pocas palabras. Sin embargo, una cosa es segura: si no hay una renovación de la moral nacional, una recuperación de la armonía en las relaciones entre los humanos y la naturaleza, y entre los humanos, el cielo y la Tierra, si no existe la fe o la cultura para una coexistencia pacífica entre los seres humanos, será imposible que la nación china tenga un futuro brillante.
Después de varias décadas de lavado de cerebro y represión, el PCCh logró inculcar a los ciudadanos chinos su modo de pensar y sus parámetros del bien y el mal. Esto llevó a la gente a aceptar e internalizar la perversión y la falsedad del PCCh, a convertirse en parte de su simulación y proveer la base ideológica para su existencia.
Eliminar de nuestra vida las doctrinas inicuas inseminadas por el PCCh, discernir su naturaleza inescrupulosa y recuperar nuestra esencia y conciencia humanas constituyen el primer paso y el más importante en la senda de una transición equilibrada hacia una sociedad libre del Partido Comunista.
Que este camino pueda transitarse con paso firme y pacífico depende del cambio que ocurra en el corazón de cada ciudadano chino. Aun cuando el PCCh parezca contar con todos los recursos y el aparato de violencia nacional, si todos los ciudadanos creen en el poder de la verdad y resguardan la moral, el espectro maligno del comunismo perderá la base para su existencia. Todos los recursos volverán de inmediato a las manos de los justos. El pueblo entero ha enloquecido, nadie puede decir que no tenga responsabilidad por los padecimientos de los demás. Entonces, hacer una crítica sobre la Revolución Cultural representa un tabú para el gobierno, y el pueblo automáticamente evita reflexionar sobre los efectos desastrosos causados por su acatamiento ciego, su ignorancia y su locura. Por el contrario, muchos chinos adoptan intencionalmente el camino del razonamiento del PCCh y achacan todos los crímenes a los cabecillas de los Cuatro Bandidos
Todo lo anterior llevará al renacimiento de la gran nación china Sólo sin el Partido Comunista chino habrá una nueva China.
Sólo sin el Partido Comunista chino la nación podrá abrigar esperanzas sobre su futuro
Sin el Partido Comunista chino, el pueblo recto y de buen corazón de China podrá reconstruir su magnífica historia.
Notas:
1 Según el pensamiento tradicional confuciano, los emperadores o reyes gobiernan según el mandato del cielo, y para que se les otorgue esa autoridad, sus logros morales deben estar de acuerdo con esa responsabilidad suprema. Se puede encontrar un pensamiento similar en Mencio. En el verso “¿Quién concede el poder monárquico?”, cuando se plantea la pregunta de quién le otorga la tierra y la autoridad para gobernar al emperador Shun, Mencio responde: “El cielo”. La idea del origen divino del poder también puede hallarse en la tradición cristiana occidental. En Romanos 13:1 de la Biblia (versión del rey James), se puede encontrar: “Que todas las almas se sometan a los poderes superiores. Pues no hay otro poder que el de Dios; los poderes que existen provienen de Dios”.
2 El centro aludido se refiere al desarrollo económico, mientras que los dos puntos básicos son: conservar los cuatros principios esenciales (vía socialista, dictadura del proletariado, conducción del PCCh, marxismo-leninismo y Pensamiento de Mao) y continuar con las políticas de reforma y apertura económicas.
3 Información de la Agencia de Noticias Xinhua, 4 de marzo de 2004.
4 El mu es una unidad de superficie usada en China, que equivale a 0,4077 hectárea.
5 Información de la Agencia de Noticias Xinhua, 29 de febrero de 2004.
6 El “Principio de los Tres No” fue propuesto por Deng Xiaoping en 1979 para alentar a la gente a expresar sus opiniones. No rotular, no atacar y no señalar los errores. Esta campaña recuerda a la impulsada por Mao durante los años cincuenta para que los intelectuales revelaran sus ideas, a lo que siguió una persecución brutal sobre los que se animaron a hablar. En la actualidad, los Tres No propone “Desarrollo sin debate, avance sin lucha y progreso sin interrupciones”.
7 El artículo 23 de la Ley Básica de Hong Kong fue propuesto en 2002 por el gobierno de Hong Kong bajo la presión de Beijing. El artículo socavó la libertad y los derechos humanos en la región, y se oponía a la política de “un país, dos sistemas” impulsada por el PCCh. El artículo 23 fue condenado en todo el mundo y finalmente derogado en 2003.
8 Liu Shaoqi, presidente chino entre 1959 y 1968, era considerado el sucesor de Mao Zedong. Durante la Revolución Cultural (1966-1976), fue perseguido como traidor, espía y renegado. Murió en 1969 luego de maltratos aberrantes bajo la reclusión del PCCh.
9 CCTV (Televisión Central de China) pertenece al gobierno central, su operador directo. Es la mayor cadena de China continental.
10 Las frases transcritas son títulos de canciones que se escribieron y se cantaban durante la época de Mao, durante los años sesenta y principios de los setenta.
11 Mao dijo en una oportunidad que “tenemos miedo de cometer errores, pero nos ocupamos de corregirlos”.
12 Para un análisis detallado del video de la inmolación, se debe visitar la siguiente dirección de Internet: http://www.clearharmony.net/articles/200109/1165.html
13 La superestructura en el contexto de la teoría social marxista se refiere a la forma de interacción entre la subjetividad humana y la sustancia material de la sociedad.
14 Se trata de un proverbio chino que confirma la permanencia de la naturaleza de la persona. El proverbio también se tradujo como “El zorro puede cambiar su piel pero no sus mañas”.
15 Las políticas de reforma económica, conocidas como el programa de las “Tres Libertades y Un Contrato” (San Zi Yi Bao), propuesto por Liu Shaoqi, entonces presidente de China. El programa estipulaba terrenos para uso privado, mercados libres, empresas con jurisdicción total sobre sus ganancias y sus pérdidas, y la fijación de cuotas de producción por cada hogar.
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.