En un último esfuerzo por combatir las actividades maliciosas del Partido Comunista Chino (PCCh) en las universidades estadounidenses, un grupo de siete senadores republicanos está impulsando un proyecto de ley que exige más transparencia a los Institutos Confucio (IC), que están financiados y controlados por Beijing.
En 2004, la Universidad de Maryland se convirtió en la primera institución de los Estados Unidos en acoger un Instituto Confucio. El número de Institutos de Confucio en todo el país aumentó constantemente a lo largo del tiempo, llegando a un total de unos 100 en su punto máximo. Los IC suelen estar encabezados por un director, que suele ser un miembro del personal o de la facultad de la universidad anfitriona, y un codirector chino, que depende de Beijing y supervisa al personal docente chino. El Ministerio de Educación de China suele proporcionar financiación inicial y anual, contrata a profesores de idiomas de China y proporciona material didáctico y planes de estudio.
La legislación, denominada oficialmente Ley de transparencia para los Institutos Confucio, fue presentada el 12 de marzo por la senadora Marsha Blackburn (R-Tenn.). Enmendaría la Ley de Educación Superior de 1965 para exigir que los acuerdos de participación en programas entre los institutos de educación superior y las escuelas estadounidenses que los albergan aborden las formas en que Beijing ejerce una influencia inapropiada.
El proyecto de ley también crearía distinciones más claras entre los programas dirigidos por los IC y los programas de historia, lengua y cultura china de la propia escuela anfitriona. También requiere que un IC retire el puesto de codirector chino, realice comprobaciones de antecedentes del personal y los profesores, haga públicos los acuerdos que establece con la escuela anfitriona y utilice un «lenguaje más fuerte» en esos acuerdos para dejar más claro que la escuela americana tiene autoridad para tomar decisiones ejecutivas.
«El gobierno chino no tiene derecho a influir en la educación americana de la manera en que lo han hecho los Institutos Confucio durante los últimos dieciséis años», dijo Blackburn en el comunicado de prensa. «Los Institutos Confucio, tal como funcionan actualmente, son una afrenta a la libertad académica, y no debemos ceder a los represivos sistemas de propaganda china. Es hora de poner una distancia seria entre los Institutos Confucio y las universidades americanas».
A Blackburn se le unen seis senadores, entre los que se encuentran Tom Cotton (R-Ark.), Mark Rubio (R-Fla.) y Rick Scott (R-Fla.), que se oponen abiertamente a la creciente amenaza del PCCh para los académicos y otros aspectos de la sociedad estadounidense.
El Instituto Confucio, un programa diseñado para expandir la influencia del PCCh en el extranjero, ha ganado una creciente notoriedad en los últimos años. En septiembre de 2014, la Universidad de Chicago se negó a renovar el contrato con su IC tras una petición firmada por más de cien miembros de la comunidad universitaria. En la petición se describía al IC como «una iniciativa académica y políticamente ambigua» que pretendía fomentar el interés extranjero a expensas de la independencia académica de la universidad anfitriona. En junio de ese año, la Asociación Americana de Profesores Universitarios pidió a las universidades estadounidenses que cerraran sus IC, acusándolas de promover un programa estatal «en la contratación y el control del personal académico, en la elección del programa de estudios y en la restricción del debate».
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