A medida que el brote de ómicron está afectando a la densamente poblada ciudad de Shanghái, China, algunos residentes consideran que las estrictas medidas de control del régimen y la falta de transparencia son peores que la amenaza que supone esta variante altamente contagiosa de COVID-19.
Cheng Ming (alias) vive en la zona oriental de la ciudad que se encuentra actualmente bajo confinamiento. Lleva dos días intentando desesperadamente contactar a su abuela de 88 años.
Su abuela estaba internada en el Hospital de Ancianos de Donghai, un gran centro de atención para la tercera edad que está bajo cierre desde principios de febrero. Al parecer, el hospital está luchando contra un brote de COVID-19 más grave de lo que se habría revelado oficialmente.
El 28 de marzo le comunicaron que su abuela había dado positivo y desde entonces perdió el contacto con ella.
«No podía creer que hubiéramos perdido completamente el contacto con la abuela tras recibir el aviso el 28 de marzo», dijo Cheng a The Epoch Times.
«Un empleado de la oficina me dijo que una enfermera había ayudado a mi abuela a cargar su teléfono y que le había dicho que me llamara».
El miércoles, «no hubo respuesta. Su teléfono seguía sin poder comunicarse», dijo Cheng.
Cuando preguntó por el estado de su abuela, ni el personal ni los médicos pudieron responder, diciendo que el centro estaba a cargo de un equipo médico especial.
El centro financiero anunció un imprevisto cierre el 27 de marzo, confinando a 26 millones de residentes de la ciudad en dos fases. Incluso antes de eso, algunas partes de la ciudad ya habían sido objeto de cierres localizados.
Según el enfoque «cero-COVID» del régimen, las personas infectadas y sus contactos cercanos serían hospitalizados y aislados respectivamente en instalaciones especializadas. Esta política ha hecho que los hospitales y los centros de cuarentena centralizados de la ciudad estén sobrecargados. Shanghái ha convertido edificios de apartamentos, un centro de exposiciones y otras instalaciones para acoger a pacientes potencialmente infectados mientras se realizan pruebas a más residentes.
Encerrado en su habitación, Cheng solo podía preguntar y recurrir a las redes sociales para encontrar más información sobre su abuela, pero a medida que veía las fotos y descripciones del brote en el hospital más se iba preocupando.
«El aviso que recibieron algunas familias tras una larga espera era para firmar por [recoger] una caja de cenizas», dijo Cheng. «Es terrible».
«Tienen que darme una respuesta: ¿está viva?», se preguntó Cheng.
Muchas publicaciones en la plataforma de microblogging Weibo alegaron que decenas de pacientes, médicos y otros trabajadores del centro de atención a la tercera edad habían dado positivo en la prueba de COVID-19.
Algunos usuarios de Weibo que afirmaban ser familiares de pacientes del centro alegaron que muchos ancianos habían muerto.
Las autoridades de Shanghái aún no han informado de ninguna muerte por COVID-19 en relación al último brote, que comenzó el 1 de marzo. El Hospital de Cuidados de Ancianos de Donghai no ha emitido ningún aviso sobre el brote de COVID ni sobre las muertes relacionadas.
Sin embargo, un reciente artículo de Wall Street Journal informó que se han producido muertes en el hospital en relación a dicho brote epidémico.
Seis camilleros del Hospital de Cuidados de Ancianos de Donghai declararon a Journal que habían presenciado o escuchado la retirada de varios cadáveres del centro en los últimos días y que al menos 100 pacientes habían dado positivo.
Uno de ellos dijo que tuvo que vestir a un paciente varón que murió en la noche del 28 de marzo tras infectarse con COVID-19. Otro recordó haber visto a seis coches fúnebres aparcados en la puerta del hospital por la noche, según el medio de prensa.
No está claro si las muertes están directamente relacionadas con el brote de COVID-19 en el hospital, agregó.
The Epoch Times no pudo ponerse en contacto con el Hospital de Cuidados de Ancianos de Donghai tras repetidas llamadas.
Cheng dijo a The Epoch Times que había oído que algunas familias tampoco podían contactar con sus seres queridos en el centro de salud.
Las autoridades de Shanghai prohibieron todas las visitas a las familias de los ancianos desde el 10 de marzo.
Gao Yong (seudónimo) no pudo contactar con su pariente que vivía en la misma residencia de ancianos. Gao se enteró de que su pariente había dado positivo y que fue enviado al Hospital Zhoupu de Shanghai.
«No tiene teléfono, así que no pude llamarle», dijo a The Epoch Times.
«Lo único que podía hacer era desear que mi viejo pudiera superar esto».
Después que Shanghái entró en su quinto día de cierre, más residentes, especialmente los de mayor edad, comenzaron a experimentar dificultades para hacer frente a las duras restricciones.
Las historias de escasez de alimentos y medicinas volvieron a surgir cuando los residentes fueron confinados en sus casas para permitir que los trabajadores médicos completaran las pruebas de detección masivas.
Mientras tanto aumenta la preocupación por los pacientes con otras enfermedades que luchan por conseguir la atención médica que necesitan, incluyendo diálisis y quimioterapia.
Un residente que no pudo conseguir una cita para la hemodiálisis de su padre durante días, solo pudo ver cómo el estado del anciano se deterioraba.
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