Un “genocidio lento”: Abogado de derechos humanos denuncia la sustracción forzada de órganos en China

Por Jan Jekielek
01 de Abril de 2023 5:08 PM Actualizado: 01 de Abril de 2023 5:08 PM

Estados Unidos ha recorrido un largo camino para tomar medidas contra la sustracción forzada de órganos de presos de conciencia en la China comunista, de la que reportó por primera vez The Epoch Times hace más de 15 años.

El 27 de marzo, el Congreso de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley para castigar al Partido Comunista Chino (PCCh) por la sustracción forzada de órganos de presos de conciencia, lo que supone la primera medida legislativa no simbólica del país contra esta atrocidad.

Bautizada como Ley para Acabar con la Sustracción Forzada de Órganos de 2023, la legislación pretende sancionar a cualquiera que participe en el tráfico forzado de órganos. Exige que el gobierno informe anualmente sobre tales actividades en cada país extranjero. Los implicados se enfrentarán a una sanción penal de hasta un millón de dólares y 20 años de prisión, o a una sanción civil de hasta 250,000 dólares. Si su versión complementaria se aprueba en el Senado, el proyecto de ley estará listo para la firma del presidente de Estados Unidos.

En una entrevista reciente en el programa “American Thought Leaders” de EpochTV, Matas contó la historia de su investigación cuando el mundo no sabía ni creía que existiera el asesinato a petición para obtener órganos. Él y Kilgour comenzaron su trabajo meses después de que se conociera la noticia.

En marzo de 2006, la esposa de un médico chino, con el seudónimo de Annie, declaró públicamente en Washington que su exesposo había extraído córneas a practicantes de Falun Gong en un hospital del noreste de China. Falun Gong, cuyos principios son verdad, benevolencia y tolerancia, es una práctica espiritual que sufre una brutal persecución en China desde julio de 1999.

En busca de una investigación independiente, una organización sin ánimo de lucro, la Coalición para Investigar la Persecución contra Falun Gong, se dirigió a Matas, que estaba acostumbrado a que la gente acudiera a él por distintas violaciones de derechos humanos. Pero, como no podía atender todas las peticiones, intentó ayudar buscando otra solución.

Sin embargo, para este asunto, se dio cuenta de que no había una manera fácil ni una alternativa obvia de abordarlo.

“Lo que me dicen directamente es: ‘Si esto ocurre, no hay cuerpos y todos son cremados. No hay autopsias, y no hay testigos excepto los autores y las víctimas. Todo ocurre en un entorno cerrado'”, dijo Matas. “‘No hay documentos, salvo los registros del hospital chino y de la prisión gubernamental, a los que no se puede acceder. No hay escena del crimen. El quirófano se limpia inmediatamente después'”.

Aceptó el caso sabiendo que habría mucho trabajo. Dijo que no empezó tratando de demostrar que Annie tenía razón. En lugar de eso, mantuvo la mente abierta, pensando que podría llegar a una conclusión en lugar de dejar el caso en un “él dijo, ella dijo”, refiriéndose a las versiones de Annie y del PCCh.

(Izq. a der.) David Kilgour, David Matas, y Ethan Gutmann autores de “Bloody Harvest/The Slaughter: An Update”.

“Acumulación de todas las pruebas”

“La conclusión a la que Kilgour y yo llegamos no fue el resultado de una prueba destacable en particular; fue la acumulación de todas las pruebas que se juntaron”, dijo Matas.

Varias cosas les llamaron la atención durante la investigación.

En primer lugar, un gran grupo de practicantes de Falun Gong no revelaron su identidad para evitar implicar a sus familias y lugares de trabajo. “Era una población extremadamente vulnerable”, según Matas.

El Partido Comunista Chino había elogiado a Falun Gong por sus beneficios para la salud después de que la práctica se presentara al público en 1992. Sin embargo, en 1999, Falun Gong superaba al PCCh en 10 a 40 millones de practicantes. “El Partido se preocupó por su propia popularidad ante la popularidad de Falun Gong, que en aquel momento no era anticomunista, sino no comunista”, añadió. La inseguridad del PCCh derivó en una persecución a nivel nacional que inició en julio de 1999.

En opinión de Matas, la resistencia pacífica de Falun Gong comenzó con la creencia de que, de alguna manera, había habido un error. “Había habido un malentendido porque la mayoría de la gente no conocía la dinámica interna del Partido Comunista. Había protestas que decían que Falun Gong era bueno, como si el Partido se hubiera equivocado y lo considerara malo”.

“Cuando, en realidad, el problema del Partido con Falun Gong era que era bueno”.

Al principio, muchos practicantes de Falun Gong que protestaron fueron puestos en libertad tras su detención, ya que su gran número superaba el límite de los centros de detención del PCCh. Sin embargo, estos practicantes se dieron cuenta más tarde de que su entorno familiar se vio afectado por sus protestas. Sus familias y lugares de trabajo fueron acosados e incluso experimentaron sanciones económicas. Por ello, cuando volvieron a protestar, mantuvieron sus identidades en el anonimato. Como resultado, sus familias no tenían ni idea de su paradero.

En segundo lugar, Matas y Kilgour observaron un patrón de análisis de sangre y exámenes de órganos practicados casi exclusivamente a practicantes de Falun Gong. Matas dijo que cuando comenzó su investigación, la mayoría de sus entrevistados Falun Gong no sabían acerca de la sustracción forzada de órganos; querían hablar de la tortura y el abuso en los campos de trabajo y las cárceles de China en su lugar.

Aunque los practicantes no hablaban principalmente de los análisis de sangre, Matas pudo notar esta información y ver un patrón.

En tercer lugar, los investigadores podían llamar a hospitales chinos haciéndose pasar por familiares de pacientes que necesitaban trasplantes de órganos. Pedían específicamente “órganos de Falun Gong” porque los practicantes que meditan suelen estar más sanos que otras fuentes de órganos, como los condenados a muerte. Y las respuestas de los médicos eran afirmativas.

Matas dijo que estaba preparado para decir: “Tal vez [los médicos] sólo están tratando de hacer una venta. ¿Quién sabe?”. Esa era una posible explicación de las respuestas de estos médicos en las grabaciones de 2006.

Sin embargo, pronto, un documental de 2008 de un canal de televisión propiedad mayoritaria del PCCh excluyó esa posibilidad para Matas.

En el programa de Phoenix TV, se presentó la transcripción (pdf) de una grabación de un médico chino, que reconoció haber atendido la llamada y todo el contenido de la transcripción excepto todo lo relacionado con Falun Gong.

“Tenemos una grabación en la que se entremezclan perfectamente, con su propia voz, las cosas que niega haber dicho y las que admite haber dicho. Ni siquiera sé si eso hubiera sido tecnológicamente posible, pero sabía muy bien que no lo habíamos hecho”, dijo Matas, añadiendo que el PCCh podría haber negado toda la conversación telefónica y haber afirmado que el médico afirmaba cualquier cosa para ganar negocio.

Sin embargo, el PCCh no lo hizo, según Matas, debido a su doble problema con dos objetivos que entraban en conflicto: promover el negocio de los trasplantes de órganos y negar la sustracción forzada de órganos.

“Es muy difícil hacer las dos cosas al mismo tiempo; hablar de lo que están haciendo públicamente, promoverlo públicamente, anunciarlo públicamente y luego decir que no está ocurriendo”, añadió. “Dejan rastros de pruebas por todas partes. Sólo cuando ven cómo estamos viendo esto y cómo demuestra lo que están haciendo, entonces desaparece”.

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Practicantes de Falun Gong participan en un desfile para concienciar sobre la brutal persecución del régimen chino a esta práctica espiritual, incluida la sustracción forzada de órganos, en Nueva York el 13 de mayo de 2022. (Larry Dye/The Epoch Times)

“Genocidio lento”

Matas calificó la sustracción forzada de órganos contra los practicantes de Falun Gong de “genocidio lento”.

“No se mata a todo el mundo de una vez o en un breve periodo de tiempo. Se ha prolongado durante décadas. Comenzó en 2001 y estamos en 2023. Lleva ya 22 años”. Añadió que los uigures se habían convertido en una fuente creciente de órganos en los últimos años.

Para él, el hecho de que los practicantes de Falun Gong puedan retractarse de la práctica para renunciar a su identidad como practicantes de Falun Gong y librarse de ser asesinados por sus órganos no cambia la naturaleza genocida de la matanza. Dijo que esto se debía a que el perpetrador controla la definición del grupo o de los objetivos del genocidio.

También dijo que el ánimo de lucro era un motivo parcial, pero no el principal.

“Lo que impulsa esto [la sustracción forzada de órganos a practicantes de Falun Gong] no es el dinero. El Partido Comunista no reprimió a Falun Gong por dinero. Reprimieron a Falun Gong porque era demasiado popular. En su opinión, amenazaba la hegemonía del Partido Comunista en China”, añadió.

“Aún queda mucho camino por recorrer”

Muchos países y políticos se informaron bien sobre el tema gracias a los incansables esfuerzos de Matas, Kilgour y los practicantes de Falun Gong.

Cuando Matas y Kilgour iniciaron su labor, no existía legislación extraterritorial para combatir los abusos en los trasplantes de órganos.

Ahora, 19 países, incluidos Estados Unidos y Canadá, han aprobado legislación extraterritorial para que las personas implicadas en asesinatos por órganos en el extranjero puedan ser procesadas en el país, según Matas. “Pero solo son 19 países. Hay 194 países, y aún queda mucho camino por recorrer”, dijo.

El Consejo de Europa también cuenta con un Convenio contra el Tráfico de Órganos Humanos, que insta a los gobiernos a tipificar como delito la sustracción ilícita de órganos humanos.

El tratado ha sido firmado y ratificado por 13 Estados miembros del Consejo de Europa: Albania, Bélgica, Croacia, República Checa, Letonia, Malta, Moldavia, Montenegro, Noruega, Portugal, Eslovenia, España y Suiza. Un Estado observador, Costa Rica, también ha ratificado el Convenio. Además, Chile, un Estado que no es miembro ni observador, ha sido invitado a hacerlo.


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