El régimen chino está matando a prisioneros de conciencia y sustrayendo sus órganos para trasplantarlos. Un panel de abogados y expertos concluyó esto luego de llevar a cabo una investigación de un año.
El tribunal popular independiente, en su sentencia final (pdf) emitida en Londres el 17 de junio, dijo que existían pruebas claras de que la sustracción forzada de órganos en China había ocurrido durante años «en una escala significativa».
Si bien el régimen chino ha declarado que a partir de 2015 los trasplantes de órganos provenían de donantes voluntarios, el tribunal concluyó que la práctica aún sucede.
El panel dijo que estaban «seguros» de que los órganos provenían de practicantes de Falun Dafa encarcelados, señalando que eran «probablemente la fuente principal».
Falun Dafa, o Falun Gong, una disciplina espiritual que consiste en ejercicios meditativos y enseñanzas morales basadas en Verdad, Benevolencia y Tolerancia, ha sido brutalmente e ilegalmente perseguida por el régimen chino durante las últimas dos décadas.
Miles de seguidores han sido puestos en prisiones, campos de trabajo y centros de lavado de cerebro, donde muchos han sido torturados en un esfuerzo por obligarlos a renunciar a su fe.
El panel internacional, conocido como el Tribunal de China, llegó a estas conclusiones luego de considerar una variedad de pruebas orales y escritas, incluyendo el testimonio de más de 50 testigos dados en dos audiencias públicas.
«La conclusión muestra que muchas personas han tenido muertes indescriptiblemente horribles, sin razón, [y] que más personas podrían estar sufriendo de manera similar», dijo el presidente del tribunal, Sir Geoffrey Nice QC, al emitir el fallo el 17 de junio.
Nice anteriormente dirigió el procesamiento del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic en el Tribunal Penal Internacional. En el panel también se unieron seis expertos internacionales en las áreas de derecho, cirugía de trasplantes, política internacional, historia china y negocios.
El tribunal también dijo que los musulmanes uigures en Xinjiang estaban en «riesgo» de ser sometidos a la sustracción forzada de órganos mientras eran detenidos dentro de «campos de reeducación» establecidos por las autoridades chinas.
El Departamento de Estado de EE.UU. y los expertos estiman que más de 1 millón de uigures y miembros de otras minorías musulmanas están actualmente detenidos en estos campos de concentración, donde están sujetos al adoctrinamiento político y obligados a renunciar a sus creencias.
El panel descubrió, más allá de toda duda razonable, que se han cometido crímenes de lesa humanidad contra los practicantes de Falun Dafa y los uigures.
Agregó que las acciones del régimen eran «indicativas» de un genocidio, pero no llegaron a declarar que el crimen se había cometido, a la luz de su estricta definición en virtud del derecho internacional.
«La sustracción forzada de órganos es de una maldad inigualable, incluso comparada, sobre la base de muerte por muerte, con los asesinatos por crímenes en masa en el siglo pasado», dijo Nice en el juicio.
Alegatos aterradores
Los informes detallados sobre la perturbadora práctica de la sustracción forzada de órganos con fines de lucro surgieron por primera vez en 2006.
Ese año, La Gran Época publicó por primera vez el relato de una informante que utilizaba el seudónimo de Annie, la exesposa de un neurocirujano chino. Annie dijo que su exesposo contó que había extraído personalmente las córneas de unos 2000 prisioneros de conciencia de Falun Dafa anestesiados en un hospital de la ciudad de Shenyang, en el noreste de China, entre 2001 y 2003.
“Es agonizante recordar el pasado. Los órganos sustraídos de un ser humano vivo tienen un precio mucho más alto que el de un cuerpo muerto», dijo Annie.
“Después de sustraer el órgano vivo, algunos practicantes de Falun Dafa todavía estaban vivos y respiraban, pero algunos de sus cuerpos fueron arrojados directamente al horno crematorio. No quedaron rastros de sus cuerpos».
Ese mismo año, una investigación independiente realizada por el exsecretario de Estado canadiense para Asia-Pacífico, David Kilgour y el abogado canadiense de derechos humanos David Matas, concluyó que habían «incautaciones de órganos a gran escala sin el consentimiento de los practicantes de Falun Dafa».
El informe señala el aumento en las cirugías de trasplante de órganos realizadas en China desde 2000, así como los tiempos de espera inusualmente cortos anunciados por muchos hospitales, en un momento en que China no tenía un sistema formal de donación de órganos. Antes de 2015, el régimen chino dijo que los órganos para trasplantes procedían de prisioneros ejecutados.
Esto coincidió con la persecución a Falun Dafa. Una campaña a nivel nacional comenzó en julio de 1999, con miles de practicantes siendo arrojados a centros de detención de China. Según el informe, muchos de ellos se negaron a identificarse ante las autoridades por temor a que sus familias pudieran ser implicadas.
Según el informe, la existencia de una gran población de practicantes de Falun Dafa no identificados, personas que se suponía que simplemente habían desaparecido, se convirtió en una fuente lista de órganos para sustraer.
En medio de la creciente indignación sobre las acusaciones de sustracción de órganos, el régimen chino en 2015 estableció un sistema voluntario de donación de órganos, alegando que ya no utilizaba a los prisioneros ejecutados como fuente de órganos.
Un detallado informe de investigación en 2016 realizado por el reportero de La Gran Época, Matthew Robertson, quien ganó un premio de la Society of Professional Journalists en 2013 por su reportaje sobre este tema, analizó los documentos públicamente disponibles relacionados con el Primer Hospital Central de Tianjin. Los datos revelaron que, en el transcurso de varios años, las decenas de miles de personas dentro de esas instalaciones podrían haber sido asesinadas para realizar una cirugía de trasplante con fines de lucro.
En 2016, Matas y Kilgour, junto con Ethan Gutmann, analista e investigador de China, publicaron un informe en profundidad que encontró una gran discrepancia entre las cifras oficiales de trasplantes de China y la cantidad de trasplantes realizados en los hospitales.
Al analizar los registros públicos de 712 hospitales chinos que realizan trasplantes de hígado y riñón, el informe mostró que se realizaban aproximadamente de 60.000 a 100.000 trasplantes cada año, superando con creces el número oficialmente informado que era de 10.000 a 20.000 por año.
El informe de 2016 reafirmó los hallazgos previos de que el déficit se compone principalmente de órganos sustraídos ala fuerza de practicantes de Falun Dafa, en base a llamadas secretas a hospitales, relatos de los adherentes de Falun Dafa que sobrevivieron a la detención y otras pruebas. Un informe de 2018 realizado por China Organ Harvest Research Center, una organización no gubernamental con sede en Nueva York, proporcionó pruebas adicionales para apoyar estas afirmaciones.
El régimen chino ha negado repetidamente las acusaciones.
«Inevitable» conclusión
Durante el año pasado, el tribunal, que fue iniciado por el grupo de ética en trasplantes «Coalición Internacional para Acabar con el Abuso de Trasplantes en China» (ETAC, por sus siglas en inglés), realizó una serie de hallazgos sobre el sistema de trasplante de órganos en China que lo llevó a alcanzar la «inevitable» conclusión de que la sustracción de órganos se está llevando a cabo en el país.
Nice destacó los plazos «extraordinariamente cortos» prometidos por los médicos y hospitales en China. «La respuesta que dan de un par de semanas [de tiempo de espera para un órgano] es completamente imposible», dijo Nice.
«Y sin embargo [hay] una gran cantidad de evidencia .. que muestra que se prometieron u ofrecieron tiempos de espera muy cortos».
La evidencia incluyó llamadas secretas a médicos chinos, así como el testimonio del médico israelí Jacob Lavee, quien relató cómo se le dijo a su paciente que podría recibir un trasplante de corazón en China en dos semanas.
«El Dr. Lavee se dio cuenta inmediatamente de lo que eso significaba. Significaba que alguien tendría que ser asesinado para que su paciente fuera operado”, dijo Nice.
La evidencia estadística, dijo Nice, también reveló que la cantidad de trasplantes realizados no coincidía con las cifras proporcionadas por el sistema de donantes voluntarios de China. Por lo tanto, el tribunal rechazó los datos recientes sobre trasplantes de órganos publicados por el régimen como «falsos».
Nice dijo que, según el análisis de la infraestructura y la capacidad de los hospitales de trasplantes chinos, una estimación conservadora es que se realizan entre 60.000 y 90.000 operaciones de trasplantes cada año, mucho más que las cifras informadas por el régimen chino.
El tribunal también recibió pruebas consistentes de los sobrevivientes de que fueron sometidos a pruebas médicas, incluyendo pruebas de sangre, mientras estaban en la cárcel. Estas pruebas son procedimientos regulares para ver el estado del órgano, dijo Nice.
Los prisioneros que no eran de Falun Dafa no fueron evaluados. Los resultados médicos nunca fueron explicados a los internos, según el juicio.
«¿Por qué harían exámenes físicos tan específicos solo a los practicantes de Falun Dafa detenidos, incluyendo radiografías, ultrasonido, análisis de sangre, y al mismo tiempo eran sometidos a lavado de cerebro, trabajo forzado, tortura o muerte?», dijo Trey Torsten, médico y director de la defensa Médicos Contra la Sustracción Forzada de Órganos (DAFOH, por sus siglas en inglés), durante las audiencias de abril.
El tribunal también recibió pruebas directas de la sustracción de órganos, dijo Nice, incluso de un excirujano que recibió instrucciones para sustraer órganos en un momento en que la industria estaba recién comenzando.
Enver Tohti, durante las audiencias de diciembre, relató cómo en 1995 sustrajo dos riñones y un hígado de un preso condenado a muerte que había recibido un disparo en el lado derecho de su pecho pero aún estaba vivo.
«Lo que recuerdo es que, con mi escalpelo, traté de cortar su piel, [y] aún se veía sangre. Eso indica que el corazón todavía latía. (…) Al mismo tiempo, trataba de resistirse, pero estaba demasiado débil», dijo.
En declaraciones para NTD el 17 de junio, Tohti dijo que sus acciones lo han perseguido hasta el día de hoy.
«Voy a la iglesia, voy a la mezquita, voy a los templos a orar por él, en caso de que fuera musulmán, o cristiano, o budista», dijo.
Nice dijo que el tribunal se acercó a los representantes del régimen chino, incluida la embajada china en Londres y los funcionarios de salud, pero no tuvo noticias de ellos.
Kilgour dijo durante las audiencias en abril que «no ha habido ningún intento serio [por parte del régimen chino] de refutar lo que decimos».
«La evidencia es abrumadora de que este terrible tráfico de órganos se está produciendo y está aumentando en China», dijo Kilgour en ese momento.
«A veces nos acusan de ser anti-China. Bueno, como espero que sepas, estamos tratando de salvar vidas en China. Estamos tratando de que poner fin a esta terrible cosa».
Un llamado a la acción
El tribunal dijo que los gobiernos y los organismos internacionales «deben cumplir con su deber» en relación con los hallazgos de que el régimen chino ha cometido crímenes de lesa humanidad. Agregó que «hay un deber para aquellos que tienen el poder de iniciar investigaciones y procedimientos en los tribunales internacionales o en la ONY para comprobar si se ha cometido un genocidio».
En su defecto, el tribunal instó a los ciudadanos a actuar conjuntamente para presionar a los gobiernos «para que esos gobiernos y organismos internacionales puedan actuar».
Finalmente, el tribunal señaló que los gobiernos y los que interactúan con el régimen chino, incluidos los médicos, establecimientos médicos, empresas e instituciones educativas, «deben reconocer ahora que están, a medida en que se revelan [en la sentencia], interactuando con un estado criminal…”
Según Sky News, la Embajada de China en Londres dijo en un comunicado que «el gobierno chino siempre sigue los principios rectores de la Organización Mundial de la Salud sobre trasplantes de órganos humanos, y ha fortalecido su gestión en los últimos años».
Susie Hughes, directora ejecutiva y co-fundadora de ETAC, pidió una respuesta urgente para poner fin a los crímenes horrendos.
«Ya no se trata de si la sustracción de órganos en China está sucediendo, si el diálogo está bien y verdaderamente terminado. Necesitamos una respuesta urgente para salvar las vidas de estas personas», dijo Hughes en una declaración.
«Con ese fin, debemos pedir a China que rinda cuentas por sus crímenes de lesa humanidad, detener de inmediato toda colaboración relacionada con el trasplante con China e impedir que nuestros propios ciudadanos participen en el turismo de trasplante en China».
Gutmann, quien ha estado investigando el tema durante más de una década, dijo a NTD que el juicio del tribunal fue un momento agridulce para él.
«El tribunal de China, de alguna manera, se demoró cinco o seis o siete o diez años», dijo Gutmann. «Esto debería haber sucedido desde el principio. Mucha gente ha muerto a causa de ese error de juicio y por la pérdida de conciencia en Occidente».
Annie Yang, quien fue una de las varias practicantes de Falun Dafa que dieron testimonio de haber sido torturada y sometida a pruebas médicas mientras estaba detenida por sus creencias, dijo a NTD que el juicio era un acontecimiento importante que podría usarse para obligar a las personas y los gobiernos a tomar medidas.
«La gente necesita tener el coraje de hablar, hablar sobre eso, para que la gente se entere», dijo Yang. «Solo de esta manera, puedes detener esta persecución, detener la sustracción de órganos, detener este crimen».
La reportera de NTD Jane Werrell contribuyó a este informe.
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