‘Una perversa persecución sin precedentes’ – Capítulo cuatro: Falun Dafa no es una secta

Por David Kilgour
13 de agosto de 2019 6:23 PM Actualizado: 13 de agosto de 2019 6:23 PM

La Gran Época se enorgullece de republicar “Una perversa persecución sin precedentes: Un genocidio contra lo bueno de la humanidad” (eds. Dr. Torsten Trey y Theresa Chu. 2016. Clear Insight Publishing). El libro ayuda a entender la sustracción forzada de órganos en China al explicar la raíz de esta atrocidad: el genocidio cometido por el régimen chino contra los practicantes de Falun Dafa, también conocido como Falun Gong.

Ocho años atrás, David Matas y yo nos unimos como voluntarios a la campaña internacional para crear conciencia sobre el robo/tráfico de órganos de los practicantes de Falun Dafa en China. La persecución comenzó a mediados de 1999, pero nosotros como investigadores independientes no pudimos encontrar evidencia de comercio de órganos tomados de Falun Dafa antes de 2001. El informe Matas-Kilgour revisado está disponible en casi 20 idiomas en la web (véase www.david-kilgour.comwww.organharvestinvestigation.net).

En una ocasión, nuestra delegación llegó a un parlamento nacional en Europa central, esperando reunirnos con un grupo multipartidario de legisladores, pero nos encontramos con que el parlamentario local que debía invitar a otros había decidido a último momento no hacerlo. El razonamiento que dio fue que su caucus tiene base en la fe y que Falun Dafa es una religión diferente de la suya.

En ninguno de los aproximadamente 50 países que Matas y yo hemos visitado hasta ahora por este asunto, juntos o por separado, desde que se publicó nuestro informe en 2006, hemos escuchado a un practicante de Falun Dafa decir nada que no sea positivo sobre otras comunidades espirituales. ¿Qué religión, además, no se identifica con los principios fundamentales de Falun Dafa, «verdad, compasión y tolerancia»? La serenidad y la no violencia que sus practicantes han demostrado, al parecer sin excepción, frente a la miríada de golpizas, encarcelamientos, tortura y asesinato por toda China desde mediados de 1999, son impresionantes para cualquiera que conozca los detalles.

El siglo XX fue sin duda el peor en la historia registrada, por la brutalidad dirigida a las comunidades de fe por parte de los gobiernos. Una estimación probablemente alta del número de personas de todas las nacionalidades que murieron prematuramente por su fe entre 1900 y 2000 es la asombrosa cifra de 169 millones, incluyendo 70 millones de musulmanes, 35 millones de cristianos, 11 millones de hindúes, nueve millones de judíos, cuatro millones de budistas, dos millones de sikhs y un millón de baha’is.

Muchos murieron por violencia inter o intra fe. Pero la mayoría pereció a manos de regímenes totalitarios, los cuales desprecian toda religión, en gran parte porque las más profundas lealtades de sus miembros no están depositadas en los déspotas locales o nacionales. Mao, Stalin, Hitler, Pol-Pot y otros, que cometieron un vasto rango de lo que hoy llamamos crímenes contra la humanidad, asesinaron a incalculables decenas de millones de sus compatriotas por tener una fe espiritual. La actitud hostil hacia toda religión en el Beijing totalitario es la razón principal de la persecución que los practicantes de Falun Dafa han enfrentado por toda China hasta, e incluyendo, el tiempo presente.

Clive Ansley de British Columbia, quien ejerció como abogado en Shanghai durante 13 años y preside en Norteamérica la Coalición para Investigar la Persecución a Falun Gong, notó recientemente:

Pero hay de 100.000 a 200.000 practicantes de Falun Gong que han sido asesinados en las mesas de operación de China. Y les han robado sus órganos y se ha lucrado con su venta. Y casi no se oye ni un murmullo sobre esto en ningún lado. Hemos visto varios reportes en los periódicos, en todos los medios de comunicación, sobre Darfur, Birmania y el Tíbet. Mia Farrow protestó por lo que ella llamó las «Olimpiadas Genocidas» debido al indirecto genocidio que China llevó a cabo en Darfur; pero nunca mencionó ni una vez el genocidio directo que el Partido Comunista Chino ha estado implementando sistemáticamente a diario desde 1999. Nuca vi una referencia al genocidio contra Falun Gong en ninguna de estas discusiones sobre las atrocidades chinas en Darfur o el Tíbet.

La prensa ignora sistemáticamente la atrocidad más bestial que el mundo haya visto desde el Holocausto. Durante los últimos 15 años, el Crimen Contra la Humanidad más barbárico de la historia moderna se ha estado desarrollando a diario en China y ha provocado un silencio estruendoso de parte de nuestros medios de comunicación y de la mayoría de nuestros políticos de Norteamérica. Esto es otra vez el Holocausto, pero con una nueva y horrorosa dimensión.

La segunda razón fue su atractivo inmensamente popular por toda China luego de ser presentado por el fundador Maestro Li Hongzhi al público general solo en la China rural en 1992. El fenomenal crecimiento se debió en parte a sus profundas raíces en el daoísmo, confucianismo, budismo y otras características prominentes de la cultura indígena china, los ejercicios físicos y la espiritualidad. Estas prominentes características tradicionales de la cultura china fueron suprimidas por Mao desde 1949 hasta su muerte en 1976. Para 1999, había, según las propias estimaciones del partido-Estado, más de 70 millones de practicantes de Falun Dafa por toda China—más que los miembros del Partido Comunista Chino.

Un factor negativo relacionado para Jiang y otros funcionarios del Partido fue la carencia de jerarquía y estructura de Falun Dafa, lo cual les hizo imposible controlar a sus miembros y actividades.

Estos factores ayudan a explicar por qué Jiang Zemin, como jefe del partido-Estado en 1999 y probablemente antes, desarrolló este odio irracional por Falun Dafa.

¿Secta?

La ‘Mayor Falacia’ de Jiang, esta es, que Falun Dafa es una «secta malvada», evoca los mensajes que el gobierno de Ruanda transmitió por los medios de comunicación de su partido contra la minoría Tutsi antes del genocidio cometido por todo el país entre abril y junio de 1994. Los bolcheviques en Rusia tomaron un camino similar contra su propia lista prescrita de enemigos del partido luego de la Revolución Comunista de 1917. Los nazis de Hitler la usaron contra varias comunidades de minorías, especialmente los judíos alemanes, luego de 1933.

Hubo una ola continua tan tóxica de propaganda contra Falun Dafa en los medios de comunicación controlados por el partido-Estado por toda China después de 1999 que muchos chinos y personas fuera del país aceptaron ingenuamente las mentiras del partido-Estado sobre este y otros asuntos.

Ian Johnson, un exjefe de la oficina de Beijing del Wall Street Journal que ganó un Premio Pulitzer por su cobertura sobre Falun Dafa, ha levantado varios velos en la persecución del partido-Estado contra Falun Gong en su libro de 2005, Wild Grass (Hierba silvestre):

  • Declarar a Falun Dafa como secta fue una de las «movidas más brillantes» del régimen, porque pone a Falun Dafa a la defensiva para probar su inocencia y «cubre la represión del gobierno con la legitimidad del movimiento antisecta occidental. El gobierno rápidamente adoptó el vocabulario del movimiento antisecta, lanzando sitios web y presentando a expertos de la noche a la mañana, quienes entonaban que el Maestro Li no era diferente de Jim Jones, el líder del Templo del Pueblo que en 1978 habría asesinado a 912 miembros, o la Iglesia de la Cienciología, a cuyos miembros se les lavaría el cerebro para que den enormes cantidades de dinero».
  • «Para probar su posición, el gobierno inventó una serie de historias sensacionalistas sobre gente que abrió sus estómagos buscando la Rueda del Dharma que supuestamente giraba dentro. Presentaron a otros, cuyos parientes habían muerto luego de realizar ejercicios de Falun Gong en vez de tomar medicina…»
  • «El problema es que pocos de estos argumentos podían sostenerse. El gobierno nunca permitió que se entrevistara independientemente a las víctimas de Falun Gong, haciendo casi imposible verificar sus dichos. E incluso si uno tomara todas las afirmaciones tal cual como se dicen, eso constituiría un muy pequeño porcentaje del número total de adherentes de Falun Gong…»
  • «Más fundamentalmente, el grupo nunca encajó con muchas definiciones comunes de secta: sus miembros se casan fuera del grupo, tienen amigos afuera, tienen trabajos normales, no viven aislados de la sociedad, no creen que el fin del mundo es inminente y no dan cantidades significativas de dinero a la organización. Más importante, el suicidio no es aceptado, tampoco la violencia física…»

Como exconsejero de la Corona, hablé sobre los peligros de las sectas y de algunos nuevos movimientos religiosos en una conferencia internacional en la Universidad de Alberta en 2004 (11 de junio), el texto de la cual está disponible en mi sitio web (david-kilgour.com/mp/cultsandnewreligions.htm).

En la misma conferencia, celebrada en Lister Hall, una estudiante residente de la Universidad de Alberta en Edmonton y dos empleados del consulado de China en Calgary estaban distribuyendo panfletos, los cuales atacaban a Falun Dafa, en contravención con la sección ‘incitar el odio’ contra una comunidad religiosa o cultural identificable del Código Penal de Canadá. Dos oficiales de policía de Edmonton concluyeron sobre la base del contenido del panfleto que los ‘diplomáticos’ debían ser acusados, pero el Procurador General provincial del día se rehusó a dar el consentimiento requerido para proceder con la acusación. Hubo cuestiones de inmunidad diplomática, pero a mi juicio en ese entonces, él debería haber dado el consentimiento. Hay más detalles del incidente en la sección 21 de nuestro informe (‘Incitación al Odio’) y el informe de la policía sobre el incidente en la prueba documental 30.

El profesor David Ownby de la Universidad de Montreal, quien realizó investigación específica sobre Falun Dafa y es citado en nuestro informe, concluyó:

  • Los practicantes de Falun Gong en Norteamérica son bien educados y tienden a vivir en núcleos familiares. Muchos trabajan con computadoras o en finanzas; algunos son ingenieros.
  • Los practicantes de Falun Gong no tienen obligaciones financieras con su comunidad de fe; además, no viven aislados y respetan las leyes.
  • Falun Gong no es una secta.

La conclusión de Ownby concuerda con la de muchos observadores independientes, incluyendo David Matas y yo mismo. En los ahora aproximadamente 115 países donde existe Falun Dafa, hay solo uno, China (y posiblemente la Rusia de Vladimir Putin), en la cual pareciera que sus practicantes no son considerados buenos ciudadanos y miembros ejemplares en sus respectivas sociedades civiles.

Libertad indivisible

Un investigador de la persecución a las religiones en China sugirió varios años atrás que en ese entonces había probablemente la misma cantidad de cristianos yendo a misa por toda China cada semana–la mayoría en secreto–que los que iban abiertamente [a misa] en toda Europa. Al defender los principios de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas de una comunidad espiritual joven como Falun Dafa, el parlamentario con poca visión mencionado más arriba hubiera estado defendiendo en definitiva a la libertad de religión en general en China. La Constitución de China dice que sus ciudadanos «gozan de libertad de creencias religiosas» (art. 36), aunque aquellos por fuera de las llamadas «iglesias patrióticas» por lo general se les niega el derecho de practicar su fe.

El partido-Estado de China considera a todas las comunidades espirituales como desviaciones, de acuerdo con el materialismo dialéctico de Karl Marx. Busque, por ejemplo, «persecución del gobierno chino a los cristianos» en Google.ca y hay 1.970.000 resultados listados hoy, muchos de ellos terribles. Remplace «cristianos» con varios otros grupos y obtendrá:

  • Extranjeros: 14.800.000 resultados
  • Musulmanes: 3.180.000
  • Demócratas: 43.400.000
  • Mujeres: 6.440.000
  • Falun Gong: 290.000
  • Tibetanos: 441.000
  • Gays y lesbianas: 1.660.000
  • Uigures: 4.210.000
  • Periodistas: aprox. 37.000.000
  • Abogados: 2.820.000
  • Inversores: 32.600.000
  • Inversores extranjeros: 39.200.000
  • Emprendedores: 61.000.000

La mayoría de los prisioneros de conciencia de Falun Dafa están en campos de trabajo forzado en terribles condiciones, fabricando una amplia variedad de productos de exportación, como decoraciones para Navidad, en violación a las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Busque en Google «corrupción del gobierno chino» y podrá acceder 36.900.000 resultados. «Ejecuciones secretas del gobierno chino» trae 8.460.000. Otro ítem que llamó mi atención fue «negaciones del gobierno chino», que tiene 4.140.000 resultados. El partido-Estado de Beijing se especializa en falsas negaciones, incluyendo asuntos de si hubo una epidemia de SRAS en 2003 en China, si alguien murió en la Plaza Tiananmen en 1989, y si roba/trafica órganos de Falun Dafa.

Conclusión

La dignidad humana hoy es indivisible por todo el mundo. Todas las comunidades de fe y otros miembros de las sociedades civiles en todos lados deberían estar completamente unidos en asuntos como el que los practicantes de Falun Dafa han enfrentado a diario por demasiado tiempo en toda China. Si los pueblos de las sociedades abiertas de todo el mundo no se unen en tales asuntos, algunas de las dictaduras del mundo que aún quedan solo repetirán los terribles estragos del último siglo.

Como se indicó arriba, un asunto está claramente fuera de duda: Falun Dafa, cuyos practicantes prefieren ser llamados un grupo de ejercicios con meditación más que una religión, no es una secta.

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