Alimentando nuestro coraje en la encrucijada: «Caballero en la encrucijada»

Llegar al interior: lo que el arte tradicional ofrece al corazón

Por Eric Bess
23 de octubre de 2020 10:21 PM Actualizado: 03 de agosto de 2021 11:44 AM

Hay momentos en nuestra vida en los que se nos llama a realizar una tarea abrumadora. Entonces, nos ponemos nerviosos, sudorosos, temblorosos, pero la mayoría de las veces tratamos de ocultar nuestro nerviosismo y completar nuestra tarea a pesar de nuestros miedos.

¿Qué dicen nuestros miedos sobre nosotros? ¿Cómo podemos ser valientes cuando nos vemos arrastrados a una aventura abrumadora? Estaba pensando en estas preguntas mientras leía la historia de Ilya Muromets.

Ilya Muromets

Ilya Muromets fue un gran héroe en los cuentos populares rusos. Era un bogatyr ruso, que es similar a un caballero. Se embarcó en muchas aventuras y no tuvo miedo de servir a los que lo rodeaban.

La leyenda dice que Ilya nació lisiado. No pudo caminar hasta los 33 años. Fue entonces cuando un grupo de hombres entró en su casa, le dijeron que se había convertido en un bogatyr, y le dieron un elixir hecho de miel. El elixir le permitió caminar, y comenzó su viaje como un caballero de Rusia.

Hacia el final de su vida, después de muchas aventuras, decidió montar su caballo por la tierra que amaba. En su viaje, llegó a un cruce de tres caminos. El primer camino lo llevaba a la muerte, el segundo al matrimonio, y el tercero a la riqueza.

Sin miedo, Ilya tomó el primer camino. Llegó a un palacio ocupado por ladrones, donde luchó y los derrotó a todos. Volvió al cruce y cambió la señal para que sus compañeros de viaje supieran que el primer camino era seguro.

Ilyá construyó una catedral, pasó el resto de su vida como monje, y murió con su mano derecha haciendo la señal de la cruz.

El «Caballero en la encrucijada» de Viktor Vasnetsov

Viktor Vasnetsov (1848-1926) fue un pintor, diseñador y arquitecto ruso. Muchas de sus pinturas se centraron en el folclore y la mitología rusa. Trató cuidadosamente de dar vida a los llamados cuentos apócrifos, como si se trataran de hechos reales y sus pinturas fueron muy populares en Rusia.

En el «Caballero de la encrucijada», Vasnetsov, interpretó la historia de Ilya, que era un monje, aunque gran parte de su vida está envuelta de misterio. Vasnetsov animó a nuestros ojos a moverse a lo largo de la composición. Comenzamos con el punto focal primario de Ilya con la armadura completa, sentado en su caballo. Acompañado de un escudo, un carcaj de flechas y una larga lanza que apunta a un cráneo en el suelo.

Sobre los huesos en el suelo está el punto focal secundario, una roca grabada que dice: «Si sigues hacia adelante, no habrá vida; no hay camino ha seguir para quien pasa, pasa de largo o pasa volando».

La tierra que rodea a Ilya es realmente estéril, y el sol parece ponerse sobre nuestro héroe; la única vida allí, aparte de Ilya y su caballo, son los cuervos. Un cuervo en vuelo, finalmente, apunta su pico de vuelta a Ilya, para que nuevamente podamos movernos a través de la composición.

Tomar el camino menos transitado

Vasnetsov describió el momento en que Ilya toma la decisión de tomar el camino menos transitado. Ilya toma voluntariamente el camino difícil. La señal al principio de su viaje le asegura que no volverá vivo y que la muerte lo rodea, pero Ilya permanece imperturbable.

¿Qué alimenta este tipo de coraje? Para descubrir esta pregunta, también es necesario hacer otra: ¿Por qué Ilyá tomaría voluntariamente un camino que garantiza la muerte?

Podría ser un buscador de emociones, o  un simple curioso, o un escéptico, porque estos tipos de personalidades también, teóricamente tomarían este camino dificil, pero por diferentes razones.

Es lo que Ilya hace después de tomar el camino de la muerte y derrotar a los ladrones, lo que nos indica por qué pudo haber tomado el camino en primer lugar: él regresó a la señal del cruce y la cambió para que los demás viajeros sepan que el camino, que una vez estuvo maldito ahora es seguro. Ilya está interesado en la seguridad de la gente de su tierra.

Tal vez el sol en el cuadro no se está poniendo sobre Ilya, sino sobre esos ladrones que habrían causado daño a los compatriotas de Ilya. Ilyá no intentó esta peligrosa búsqueda y aventura por su propio honor; sino que la soporta por los demás.

Sacrificarse por el bien de los demás hace de Ilyá una representación simbólica de lo ético, y como ético se sitúa compositivamente más alto que los cráneos y huesos, representando a lo que afecta en su tierra.

La lanza de Ilyá apunta hacia el cráneo y a los huesos, no como si fuera su destino, sino como si mostrará las consecuencias para aquellos que egoístamente dañan a otros. Al final, lo verdaderamente ético siempre se eleva por encima y derrota a lo que es egoístamente dañino.

Para responder a nuestras preguntas anteriores: creo que Ilya toma de forma voluntaria el camino condenado porque quiere que todas las áreas de su tierra sean seguras para sus habitantes, por lo tanto, es el desinterés lo que alimenta su valentía.

Nuestra capacidad para acceder a la abnegación parece coincidir con nuestro propio sentido de la espiritualidad. Me voy, entonces, con esta pregunta: ¿Cómo podemos actuar desinteresadamente y alimentar el coraje que trae seguridad y paz a nuestras comunidades?

El arte tiene una increíble capacidad de señalar lo que no se puede ver, para que nos preguntemos «¿Qué significa esto para mí y para todos los que lo ven?». «¿Cómo ha influido en el pasado y cómo podría influir en el futuro?». «¿Qué sugiere sobre la experiencia humana?». Estas son algunas de las preguntas que exploro en mi serie «Llegar al interior»: «Lo que el arte tradicional ofrece al corazón».

Eric Bess es un artista representativo en ejercicio.


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