Aunque Agustín Carstens negó que su salida del Banco de México (Banxico) se debía a un choque con el Gobierno Federal, analistas financieros dicen lo contrario y señalan divergencias con el presidente Enrique Peña Nieto.
Carstens presentó su renuncia ayer como gobernador del Banxico tras casi siete años en el cargo, la cual es efectiva a partir del 1 de julio de 2017, ya que aceptó la designación como gerente general del Banco internacional de Pagos, a partir del 1 de octubre, por un periodo de cinco años.
En rueda de Prensa, Agustín Carstens dijo que “de ninguna manera se debe leer mi salida a una reacción de mi parte a una situación coyuntural o algún supuesto desencuentro con la Secretaría de Hacienda o el gobierno federal, no hay nada de eso”. Sin embargo, el anuncio de su salida agitó a los mercados y provocó una caída histórica del peso.
Desde hace tiempo se hablaba de que el Banco de México y la Secretaría de Hacienda «no tenían una muy buena relación», recordó ayer el académico Macario Schettino.
El experto en finanzas considera que las divergencias no tendrían que ver con simples discrepancias sino con la forma en que el gobierno llevaba «la dirección general de la economía, en la parte que el Banco no controla, pero le afecta».
Agustín Carstens, de 58 años, fue designado director del Banco de Pagos Internacionales, cargo que ocupará en octubre de 2017
«Carstens había insistido varias veces en que las finanzas públicas eran demasiado laxas. Lo hacía porque eso elevaba la vulnerabilidad del sistema financiero, y porque podría repercutir en inflación», añadió.
Sin embargo, Schettino dijo que «apenas le hicieron caso, y eso porque las calificadoras ya amenazaron con reducir la calificación».
El diario Reforma recordó que en el último año, «el optimismo» del ministerio de Finanzas sobre el manejo de las finanzas públicas y la economía «contrastó en todo momento con el tono más incisivo y crítico» de Carstens.
Como prueba de los desencuentros, se señala que hace unos días el banco central redujo la proyección de crecimiento económico del país para este año, pero Hacienda lo mantuvo.
«Ante el incremento acelerado de la deuda pública en México -alrededor 10 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) en los últimos cuatro años-, Carstens se erigió como un impulsor de la austeridad y disciplina fiscal en México», recordó Reforma.
Carstens reconoció que si bien el Banxico tuvo diferencias con la Secretaría de Hacienda en cuanto a sus respectivos pronósticos de crecimiento económico, ninguna de las dos instituciones tiene “una esfera que nos permita pronosticar correctamente”.
En su opinión, estos sólo fueron “pequeños destellos de diferentes opiniones en un mundo de altísima incertidumbre, no se deben interpretar como desavenencias o pleitos, sino como una reflexión del mundo de incertidumbre que estamos viviendo”.
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