En un mundo signado por patologías alimentarias es necesario tomar conciencia sobre cómo educar nuestros niños en buenas conductas en la nutrición. El ejemplo de los padres y darle la importancia que le corresponde a la comida familiar, son claves para una buena alimentación infantil. Los adultos podemos hablar o dar el ejemplo. Y de eso se trata educar: poner en palabras y en los actos cotidianos, aquello que deseamos inculcar como valor a nuestros pequeños.
La expansión del mercado de la comida rápida, su funcionalidad para padres que trabajan mucho y tienen poco tiempo y a eso, sumarle el efectivo marketing que tienen las cadenas comerciales sobre los niños, hacen que este tipo de alimentación sea una de las más comunes entre los más pequeños. Un estudio publicado por la prestigiosa publicación estadounidense, Journal of Clinical Nutrition, revela que el 65% de los menús infantiles procedentes de cadenas de comida rápida exceden las recomendaciones de grasa, el 75% no incluye calcio y el 85% necesitaba más vitamina A, lo que es sumamente grave. Además, tan solo el 3% cumplen con las recomendaciones nutricionales recomendadas.
La investigación también destaca que a partir de la masividad de la comida rápida, a partir de los años ´80, los índices de sobrepeso y obesidad se han disparado rápidamente y continúan creciendo hasta el día de hoy. Entonces, ¿cuáles son los riesgos a los que están expuestos los niños que no se alimentan correctamente? La investigación confirma que los malos hábitos alimenticios adoptados en la niñez, tienen efectos acumulativos en las arterias, la culpable de aumentar la presión arterial sistólica a 0.5 mmHg y disminuir la elasticidad de las paredes arteriales 10 años más tarde. Es decir, las consecuencias de no tener una conducta sana en aspectos nutricionales perjudican la salud inmediatamente.
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La educación en la alimentación no sólo debe implementarse en el hogar, sino también es importante que las escuelas, en donde muchos niños desayunan y almuerzan, tomen medidas en este sentido. En este marco, diversos países han propuesto y algunos han aprobado la «Ley Antiobesidad en los niños» que prohíbe la publicidad y la venta en escuelas de alimentos y bebidas poco nutritivos y con alto contenido de grasas, sales y azúcares. Méjico es uno de los pocas naciones que han dado curso a una norma que en caso de transgredirse, la institución educativa deberá pagar de 57,400 a unos 76,500 dólares.
Aún hace falta una verdadera toma de conciencia sobre cómo educar sanamente a los niños en su alimentación. Pero, en algún momento se debe comenzar. Inculcar buenos hábitos alimenticios implica, aunque se tenga poco tiempo, elaborar comidas con todas las nutrientes necesarias para un niño en pleno crecimiento, respetar los horarios de las 4 comidas diarias; y crear y estimular al menos 1 comida al día en cual la familia pueda reunirse y compartir alrededor de la mesa.
En tiempos en los que no hay tiempo, se debe hacer un espacio para que los niños tengan sus necesidades básicas cubiertas, y sin dudas las alimentación es fundamental para un desarrollo pleno y sano.
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