Una llamada anónima alertó a los cerca de diez mil uniformados de la Marina mexicana que buscaban desde hacía seis meses a Joaquín el Chapo Guzmán, quien se fugó de la cárcel de máxima seguridad El Altiplano el 11 de julio de 2015. Al parecer, la jugosa recompensa ofrecida por localizar al capo (Estados Unidos dispuso US$5 millones y México, US$3,8 millones) habría llevado a delatar la ubicación del delincuente.
Después de cruzar hace casi seis meses el túnel de 1,5 km que lo sacó de la prisión hacia una vivienda en construcción en Almoloya, el Chapo abordó una camioneta que lo llevó a Querétaro. Desde allí tomó una avioneta que lo condujo a su natal Sinaloa, en donde por las buenas o por las malas se ganó el apoyo de una buena parte de esa población. Al estilo de Pablo Escobar en Colombia, el Chapo Guzmán ayudó en su tierra a los pobres y necesitados a cambio de lealtad y favores, y así consiguió un enorme apoyo popular. Pero al igual que el capo colombiano, en su propia tierra fue traicionado.
De acuerdo con investigadores mexicanos, en dos oportunidades (agosto y octubre de 2015) estuvieron a punto de recapturarlo, pero esa red de leales que lo protegía evitó que la operación se concretara. Varios lugartenientes suyos fueron arrestados, uno de ellos su cuñado, que fue detenido junto a seis personas más. Además, una docena de custodios fueron cayendo por pequeños grupos en noviembre.
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El profesor mexicano Daniel Martínez explica que la participación de varios alcaldes que gobiernan zonas en Durango y Sinaloa entorpeció la búsqueda del Chapo, pues “con su complicidad siempre estuvo informado de los operativos”. Pero el narco ya estaba cercado desde hacía una semana y en la madrugada de ayer 8 de enero fue sorprendido por hombres de la Marina mexicana. Tal como lo informó el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, en su cuenta de Twitter: “Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”.
En un mensaje en su cuenta oficial de Twitter, la DEA alabó también la “valentía” demostrada en el operativo de captura. Según reveló el periódico El Universal, una coalición internacional asesoró a México en la búsqueda y captura del narcotraficante mexicano: “Expertos antinarcóticos de cuatro países y organizaciones policiales internacionales integraron el bloque de búsqueda, conformado por expertos de México, Estados Unidos, Colombia y Guatemala”, señaló el diario.
Este grupo contó, además, con el apoyo de la Comunidad de Policías de América (Ameripol), la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), la Oficina Europea de Policía (Europol), así como la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA). El perfil del Chapo es tan notorio en Estados Unidos que la DEA lo incluyó el pasado 16 de julio en su lista de fugitivos.
La participación colombiana
México volteó a mirar a Colombia semanas después de la fuga del Chapo Guzmán. A través de la Cancillería se hizo la solicitud y ésta, de la mano del exdirector de la Policía Rosso José Serrano, creó un grupo élite del que también hacían parte el exdirector del DAS, general (r) Luis Enrique Montenegro y un equipo de la Dirección de Investigación Judicial de la Policía (Dijín) y que contó con el apoyo del director de la Dipol, el general Jorge Luis Vargas. Serrano y Montenegro estuvieron una semana en México. Los investigadores de la Dijín, un mes.
“Lo que hicimos fue intercambiar experiencias sobre capturas y recapturas”, le explicó el general (r) Rosso José Serrano a El Espectador. “Les dijimos que era fundamental trabajar de la mano con las agencias estadounidenses y aumentar la recompensa por información del capo, porque eso podía causar un impacto psicológico fuerte sobre quienes lo rodeaban. Uno de los casos que les expusimos, clave, fue el de Chepe Santacruz, el tercer hombre más importante del cartel de Cali”. El general (r) Serrano señaló que una de las cosas más difíciles de asumir en el caso del Chapo Guzmán era el asunto del túnel: “Era un monumento a la impunidad. Por lo menos con esta recaptura ya los del Gobierno pueden sonreír otra vez, ¡tenían una cara cuando nosotros fuimos! Para el presidente Peña, el Chapo Guzmán era un objetivo de seguridad nacional. No nos queda sino felicitarlo por este importante golpe en la lucha contra el narcotráfico”. Los policías de la Dijín que estuvieron en México sabían, sobre todo, de tecnología. “Aunque los narcotraficantes no la usan mucho, la verdad”.
Según periodistas mexicanos, lo que llevó a la recaptura del líder del cartel de Sinaloa fue el sofisticado sistema de radares de Estados Unidos, que se activó después de la fuga. México estaba vigilado desde hacía seis meses con estos satélites, que triangularon la zona y rastrearon todos los celulares. Así fueron cercando a Guzmán. También se activó la base de operaciones de la Marina en Sinaloa, desde donde salieron cientos de aviones no tripulados (drones) que determinaron con mayor precisión la zona en la que estaba el narcotraficante. Con esta información, más la llamada anónima, entraron a trabajar las fuerzas especiales que finalmente fueron las que lo recapturaron.
La operación recordó el operativo de captura de Osama bin Laden y la de Pablo Escobar, explicó Raúl Benítez, experto de seguridad de la Universidad Autónoma de México. “Este hombre es una amenaza para América Latina, España, Estados Unidos, Canadá, y varios países asiáticos en donde monopolizó el tráfico de drogas”.
Una captura que llega en el momento indicado para el presidente mexicano, cuya administración tiene hoy los niveles más bajos de aprobación. Pero, tal y como solía decir el Chapo: “A pesar de las más difíciles adversidades de la vida, siempre hay una salida”. Esta vez, para el gobierno mexicano.
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