China tiene uno de los sistemas de impuestos corporativos más arcaicos en el mundo, por lo que se suponía que la nueva estructura de impuesto al valor agregado proporcionaría un alivio muy necesario.
La complejidad del sistema tributario chino y el irregular cumplimiento se convirtió en un eficiente drenaje para la propia economía de China y un obstáculo para las empresas extranjeras que deseen establecer negocios en China.
La conversión que se lleva en el país del impuesto sobre actividades económicas al impuesto al valor agregado (IVA), lo cual apunta a impulsar las inversiones corporativas, se ha encontrado con un obstáculo. Y después de años de vacías promesas, las autoridades de Beijing finalmente dieron indicios de que la amplia reforma del IVA para bajar la carga global del impuesto a las empresas está en camino. Las expectativas para la reforma subieron después de las declaraciones de política tributaria filtrados a finales de diciembre pasado, tras la Conferencia de Trabajo Económico Central, una congregación política de altos funcionarios del gobierno central y del Partido Comunista.
Los medios de comunicación chinos citaron estos documentos, que delinean planes para reducir los tipos del IVA para varias industrias y contienen diseños dirigidos a reducir los impuestos empresariales generales.
Pero puede ser demasiado poco y demasiado tarde. La reforma de impuesto de sociedades de China se enfrenta ahora a un gran problema a causa del reducido crecimiento en los negocios además de un montón de dificultades políticas y económicas.
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La reestructuración del IVA
La reestructuración del sistema de IVA de China tiene implicaciones para las empresas nacionales y las empresas extranjeras que buscan un punto de apoyo en China.
Mientras que el IVA es un concepto extraño en Estados Unidos, es un sistema popular directo de impuestos en la mayoría de los países europeos y asiáticos. En el marco del IVA, un vendedor reduce el impuesto pagado por sus compras a los impuestos que cobra a sus clientes. En efecto, el impuesto se aplica sólo al componente de «valor agregado» en cada etapa de la producción.
En la práctica, el IVA difiere en gran medida del existente impuesto de negocio, introducido en el 2008 y aplicado a las ventas totales de la empresa sin tener en cuenta el costo de los insumos. El impuesto sobre actividades económicas crea problemas de doble tributación, mientras que el IVA sólo se impone en el nuevo valor creado por una empresa.
En 2012, China comenzó la eliminación gradual de los impuestos de negocios corporativos reemplazándolo por el IVA, con el objetivo de aplicarlo plenamente en todos los sectores para el año 2015. El objetivo era reducir la carga fiscal global de las empresas y reducir el precio de los bienes y servicios de los consumidores.
China tiene tasas de IVA que van de cero a 17 por ciento dependiendo de la industria. La industria manufacturera fue el primer sector en implementar el IVA, y otras le siguieron. Pero a partir de principios de 2016, a cuatro industrias nacionales; la de servicios financieros, de construcción, de bienes raíces, y de servicios al consumidor, todavía no les han dado luz verde para iniciar la implementación.
Los medios de comunicación en china continental sugirieron que un IVA pleno seria dado a conocer para los sectores de los bienes raíces, la construcción y de servicios al consumidor en el primer trimestre de 2016, pero de acuerdo con Caixin, una publicación de negocios chino, el IVA para la industria de los servicios financieros se retrasaría debido a la complejidad en los cálculos y en su aplicación.
Para las empresas del servicio industrial, el IVA permitiría «créditos de IVA en los insumos» en los costos de operación que no estén directamente ligadas a las materias primas, tales como la compra de máquinas, combustible y otros bienes y servicios.
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Reducción de ingresos públicos para el Partido
En 2012, cuando China inicialmente propuso el programa del IVA, se estimó que el cambio al IVA de impuestos a las empresas reduciría la recaudación de impuestos en todo el país por más de 900 billones de yuanes (137 billones de dólares). En aquel entonces, la economía creció a un ritmo rápido y tanto las inversiones extranjeras y nacionales desembocaban en el país. Debido a una base tributaria más grande a partir de una economía en crecimiento, no se esperaba que la conversión al IVA tuviera un impacto de ingreso neto para el gobierno. Pero el plan apenas estuvo sobre ruedas un año antes de que fuera al sur.
Los ingresos tributarios desde el 2013 llegaron a ser cada vez menos de lo que planearon cada año, debido a un menor crecimiento económico (y probablemente corrupción). Como resultado, Beijing perdió intencionadamente el plazo del 2015 para una completa conversión del IVA sobre las empresas. El país perdió 485 billones de yuanes (74 millones de dólares) en ingresos fiscales en la primera mitad de 2015, mientras que ciertas industrias convirtieron al IVA, los impuestos de sus actividades económicas, de acuerdo con la Administración Estatal de Impuestos.
En retrospectiva, China estropeó por completo la introducción del IVA. Debería haber empujado la nueva estructura de impuestos, primero a los sectores de la construcción y los servicios, lo que habría disminuido su carga tributaria y estimulado la inversión. Las industrias de servicios son exactamente lo que Beijing quiere promover para crecer en el futuro, mientras que los menos eficientes sectores de manufactura e industriales pueden ser incluidos más adelante.
Una complejidad adicional es que la conversión al IVA enfrenta a los gobiernos locales contra el gobierno central. Los impuestos a los negocios eran una fuente importante de ingresos para los gobiernos locales. Los fondos del IVA, por el contrario, son compartidos entre los gobiernos locales y centrales.
El sufrimiento en las pequeñas y medianas empresas, las cuales generan más ingresos fiscales en los niveles locales y provinciales, han hecho un daño a la recaudación de impuestos para las autoridades locales y regionales. Y cómo dividir el impuesto recogido del IVA se ha convertido en un problema cada vez más conflictivo entre las autoridades gubernamentales locales y centrales, uno que podría tardar meses en resolverse.
Hoy en día, los ingresos fiscales más bajos debido a la menor producción económica y una base más pequeña del IVA, es un golpe doble que ha tomado por sorpresa a Beijing.
Mientras que el sector de servicios espera el lanzamiento del IVA, la reforma del impuesto de sociedades tan cacareado por parte de Beijing hasta ahora ha traído más preguntas que respuestas.
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