Carlos Arcusin, el embajador de los inventos

15 de octubre de 2014 4:56 PM Actualizado: 18 de agosto de 2015 11:02 AM

Argentina ha sido cuna de grandes artistas, futbolistas, escritores y figuras reconocidas en distintas esferas por otorgar una trascendencia a sus hechos.

Una de ellas es Carlos Arcusin quien, desde Buenos Aires, ideó y concretó diversos inventos que llevan su impronta e ingenio y que se replican en todo el mundo.

Actualmente, el inventor es reconocido y las puertas se le abren fácilmente, pero cuando recién comenzó no sucedía de este modo y tuvo que sortear muchos obstáculos. Sin embargo, con firme convicción, perseverancia y apostando a sus ideas el camino se fue allanando.

“Los inventos son como hijos que uno quiere cuidar y ponerle su nombre. Estoy contento con lo que hago, no haría otra cosa”, expresó Arcusin en un diálogo con La Gran Época.

Los inventos son como hijos que uno quiere cuidar y ponerle su nombre

Uno de sus inventos más reconocidos fue la jeringa auto descartable en el año 1989 cuando eran recurrentes los casos de contagios de SIDA. Este instrumento tenía un mecanismo que no permitía reutilizarlas. Además, ese mismo año creó un capuchón para la aguja que evitaba accidentes.

“Estos inventos abrieron un camino a la forma de pensar determinadas cosas… antes tenía que ver con la voluntad de la persona que la usaba, porque todas las jeringas eran descartables pero dependía de que la quiera descartar o no”, agregó el inventor.

“Al tener la necesidad, aflora la creatividad y la invención del hombre”, dijo en referencia al hecho que lo condujo a generar esta idea y llevarla a la práctica. Las insistentes denuncias en un hospital público de Buenos Aires causaron que se reutilicen las jeringas y que los contagios de HIV se multiplicaran.

Actualmente esta jeringa es fabricada en EE.UU. Por este invento Arcusin fue el primer argentino en obtener una medalla de oro de la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) en Suiza.

“En general el inventor no es un científico que trabaja con método, es mucho más intuitivo. El inventor genera una idea, cree en ella, la sostiene y la quiere llevar a la práctica pero como en todo, hay millones que fracasan y sólo algunas lo logran”, expresó Arcusin.

Del mismo modo, sostuvo que todos los grandes inventores de la historia arriesgaron mucho para defender su idea, incluso invirtieron capital y enfrentaron muchas adversidades. “Edison, el creador de la lamparita, decía que la idea es un diamante en bruto, es el 5% y el 95% restante es trabajo y llevarlo a la práctica”, agregó.

“El requerimiento básico de un inventor es ser observador y detectar la necesidad”, expresó el inventor y relató que por ejemplo el abrelatas se inventó ocho años después de haberse inventado la lata, es decir que durante todos esos años las latas se abrieron con cuchillo hasta que alguien detectó esa necesidad.

“La mayor cantidad de inventos se desarrollaron en la segunda guerra mundial, eso habla de que cuando el mundo está en crisis surgen un montón de inventos y desarrollos”, destacó.

El requerimiento básico de un inventor es ser observador y detectar la necesidad

Más allá de los inventos que lo hicieron conocido y galardonado mundialmente, la especialidad de Arcusin son los alimentos, principalmente descubrir opciones en bajas calorías y concretarlas a través de la invención de una máquina.

“Encontré la forma de hacer un pochoclo sin grasas y crocante, patente de invención y diseño industrial, son dos cosas que van de la mano. Es absolutamente libre de grasas, 100% natural, diseñé las máquinas y el producto”, agregó.

Arcusin además fue el inventor de la primera galleta de pochoclo que está abriendo el mercado en este momento a través de una reconocida empresa argentina. También inventó el primer edulcorante en polvo, una leche de soja en polvo y el envase plástico que separa el yogur de los cereales, entre otros productos que conocemos.

Asimismo, en el año 1997 fue galardonado con el premio a la inventiva con una máquina de cocción vertical de hamburguesas sin olor.

“Tengo los pies sobre la tierra y mis inventos son ideas concretas que se pueden llevar a la práctica, soy muy respetuoso de las leyes de la física y no opino sobre ello, en ideas de ciencia ficción no participo”, comentó Arcusin aunque se mostró interesado en ello y comentó que escribió un libro que transcurre en el año 2.300, imaginando cómo sería el mundo en esa época y relatando los inventos que podrían existir.

Arcusin espera un futuro con nuevos descubrimientos e inventos que puedan ayudar al hombre a solucionar sus problemas. “Julio Verne escribió ciencia ficción y al final todo eso se hizo, lo que para él era ciencia ficción terminó siendo realidad”, concluyó el inventor.

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