El pasado 4 de octubre en la sede de CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina) en Buenos Aires se realizó un seminario sobre China, dictado por el periodista y escritor español Juan Pablo Cardenal, quien estuvo por más de una década en el país asiático como corresponsal de destacados diarios españoles.
Mientras Cardenal describía cronológicamente los acontecimientos ocurridos desde la época de las reformas introducidas por Deng Xiaoping, tiempos en que China vivía bajo un manto de escasez, a medida que la línea de tiempo desarrollada por el escritor se iba desenvolviendo hasta la China actual, se podía vislumbrar la magnitud del salto que había dado el gigante asiático en tan poco tiempo. Pero no todo lo que relucía era oro. Porque ante un análisis más profundo del expositor se puso en evidencia la modalidad utilizada por el dragón rojo asiático para instalarse en el lugar de relevancia que actualmente ocupa.
Cardenal señala que China en su accionar prefiere las relaciones bilaterales para imponer condiciones draconianas a los países necesitados de sus inversiones. El modus operandi del gigante asiático deja asentado una vasta secuela de efectos nocivos de degradación y contaminación ambiental, desempleo, abuso y maltrato alimentado por una corrupción engañosa que solo beneficia a funcionarios locales, embolsando prebendas y despojando de sus riquezas a la población local.
Países desarrollados y en desarrollo se adaptan a las prácticas desviadas de China por temor a que puedan tomar medidas de represalia económica en su contra
Producto de la investigación llevada a cabo para comprender las consecuencias de las inversiones y de los préstamos chinos en 40 países de 4 continentes, Cardenal escribió 3 libros de los que es co-autor junto con el también periodista Heriberto Araújo. “El silencioso ejército”, “El imperio invisible” y “La imparable conquista china” son las obras donde detalla sus experiencias acumuladas de su productiva tarea en el área investigativa.
Cardenal indica que las tácticas de China se sustentan en tres puntos: 1) a golpe de talonario, 2) en el ofrecimiento de proyectos estrella de infraestructura llaves en mano, favoreciendo la venta, producción y mano de obra chinos, y 3) en el poder blando del ámbito diplomático, ejerciendo una injerencia sutil o no visible.
Debido a la debilidad institucional de los países receptores de las inversiones y préstamos chinos, las preocupantes consecuencias parecen no afectar en la toma de decisiones de quién decide mantener la injerencia de China en sus países. Basureros tóxicos, cyber espionaje, dumping, piratería comercial, impacto ambiental y social, desempleo, son descritos por Cardenal como una marca registrada de los lugares donde la potencia asiática ha decidido aterrizar.
«¿China se está adaptando al mundo o es el mundo el que se está adaptando a China?», invita a reflexionar Cardenal
El periodista enfatiza que China, como fábrica del mundo y como potencia emergente, está ejerciendo su influencia a lo largo y ancho del globo, exportando su modo de accionar: la mentira, el engaño y la corrupción son costumbres enraizadas en el sistema cultural comunista chino. Un sinnúmero de países desarrollados y en desarrollo se adaptan sin chistar a sus prácticas desviadas por temor a que puedan tomar medidas de represalia económica en su contra, afectando de este modo su supuesto bienestar económico. Salvo muy contadas excepciones, prefieren callar ante la contundente evidencia que pesa sobre el coloso asiático en cuanto a temas sensibles como los derechos humanos, la contaminación ambiental, el dumping, fraude, etc.
Ante tal situación, Cardenal concluye su seminario con la inquietante reflexión si ¿China se está adaptando al mundo o es el mundo el que se está adaptando a China? Cuestión que es menester analizar con la profundidad que merece todo tópico relacionado con el gigante asiático. China está afectando la vida de todos a niveles insospechados, y por más que la alarma del despertador hace rato haya sonado, muchos parecen optar seguir en el letargo.
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