Con el sufrimiento de las dos finales perdidas ante España de por medio (Mar del Plata 2008 y Sevilla 2011), Argentina obtuvo la Copa Davis 2016.
Juan Martín Del Potro dijo en sus declaraciones: «Gracias a los que no me dejaron retirarme. Esto es increíble. Estuve cerca de no jugar más y aquí estoy», entre lágrimas, tras el triunfo albiceleste y su inexplicable remontada ante Marin Cilic, número seis del mundo.
El gran héroe argentino en la final de la Copa Davis seguramente no imaginó semejante triunfo a principio de temporada.
Del Potro comenzó la temporada tras haber disputado solo cuatro partidos en los últimos dos años y llegó a las semifinales de Delray Beach en su primer torneo en febrero.
Pero otra vez regresaron las dudas sobre su físico. Hasta junio tan solo había ganado ocho partidos y había perdido contra rivales mucho más inferiores que él.
Sin embargo, hubo un cambio en su confianza en Wimbledon, donde derrotó en cuatro sets al suizo Stanislas Wawrinka, hoy cuarto del ránking ATP y último ganador del US Open.
Arrancó allí una segunda mitad del año soñada. En agosto obtuvo la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río, donde derrotó a Novak Djokovic y a Rafael Nadal, entonces primero y quinto del mundo respectivamente. Cayó en la final ante Andy Murray, actual número uno, pero dejó muy buenas sensaciones y un mes más tarde, en Escocia, en su casa, se tomó la revancha.
Lo superó en cinco sets y metió a Argentina en la final de la Copa Davis. Hasta entonces ya había vencido al uno, al dos, al cuatro y al cinco del mundo.
En 2009 Del Potro había ganado el US Open, algo que en el tenis masculino argentino solo había logrado Guillermo Vilas. Ahora, con la Davis, la opinión pública argentina ya debate sobre quién es el mejor tenista de su historia: ¿Del Potro o Vilas?
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